Que el 2020 fue un año terrible para casi todo el mundo, es algo que no debería hacer falta ni puntualizar. En la historia reciente no se recuerda un año más catastrófico a nivel mundial, y a todos los niveles. La industria del cómic, como todas las demás, se vio gravemente afectada por la pandemia y las cuarentenas correspondientes. Hubo retrasos en las publicaciones, y la industria al completo tuvo que reorganizarse para superar este bache. Y, dentro de lo que cabe, lo hizo.
A lo largo del año se sucedieron una serie de polémicas relacionadas con editoriales, autores e incluso instituciones, que hicieron que las redes sociales ardieran no en pocos casos. De todas ellas pudimos aprender algo, y visto que llevamos dos semanas del nuevo año… y que ya hemos vuelto a tener una polémica dentro de la industria, creemos necesario resaltar lo que aprendimos el año pasado, para mejorar en 2021. Y sí, también os vamos a contar cuál ha sido la primera polémica del año y qué ha ocurrido en realidad.
Revisando las fechas de las polémicas más sonadas nos hemos dado cuenta que todas aparecieron a partir de verano. Probablemente porque antes habíamos estado encerrados en casa. Sin embargo, la primera que queremos recordar es la guerra de mercado en cuanto a la distribución de cómics en Estados Unidos. Lo que se denominó en esta web como la Guerra de la Distribución. El 18 de abril DC Comics anunció por sorpresa la reanudación de la venta de cómics a partir del 28 de ese mismo mes a través de dos nuevas distribuidoras, prescindiendo por completo de Diamond, hasta ese momento, su distribuidora única.
Aunque visto en la lejanía pueda parecer poca cosa, la Guerra de la Distribución tenía mucha más miga de lo que podría parecer. Cuando mencionamos que la editorial reanudaba la venta de cómics, es porque durante la cuarentena de la primera ola de la COVID-19 las librerías tuvieron que cerrar y enfrentarse a una posible quiebra, dependiendo de lo que hicieran las editoriales. Se retrasaron salidas al mercado, y se intentó por todos los medios el apoyarse unos a otros dentro de la industria. Diamond paró su distribución al igual que hicieron otras tantas distribuidoras, hasta que no estuviera claro qué iba a pasar con la pandemia y qué iban a poder hacer al respecto. Todas las editoriales entendieron este movimiento, salvo DC, que decidió dar golpe en la mesa y trastocar el mercado del cómic al reanudar la venta de nuevos cómics a finales de abril.
Todos estos movimientos, que fueron más que documentados y contextualizados por nuestro compañero Pedro Monje en varios artículos, junto a los despidos masivos y varios cambios más sufridos por DC Comics nos hicieron apreciar lo difícil que es el mundo editorial internacional y lo rápido que corren las noticias sin contrastar. Ya que durante esos días se vertieron muchas opiniones después de leer datos sin contrastar. Aprendimos entonces que, obviamente, es necesario informarse bien antes de poder sentenciar las decisiones de una empresa. Y, sobretodo, que no debemos comparar países ni en ventas ni en sus distribuciones. Pese a que todos sepamos que el monopolio no suele ser lo mejor para nadie… salvo para quien lo sustenta.
En junio, varias mujeres reprobaron en redes sociales tanto las actitudes como las conductas sexuales de Cameron Stewart (Sin Título, Seaguy o Batgirl) y Warren Ellis (Planetary o Authority), dos autores más que reconocidos en la industria del cómic en Estados Unidos. Todo empezó a partir de la denuncia en redes por parte de la también artista Aviva Artzy quien, tras reflexionar sobre su pasado con Stewart, y lo que había vivido, decidió compartirlo en cuanto estuvo preparada para hacerlo. Como si de una bola de nieve se tratara, en el momento en que la autora denunció en redes situaciones que había tenido que afrontar, empezaron a aparecer más testimonios de otras mujeres.
Teniendo en cuenta que la unión hace la fuerza, viéndose apoyadas por otras mujeres afectadas, empezaron a contar sus casos mujeres que habían sido acosadas sexualmente por Ellis. Aparecieron también testimonios de personas del entorno laboral de ambos autores denunciando sus actitudes y apoyando a las víctimas. Pero esto no fue todo, durante unos días los seguidores del Comics Gate se dedicaron a intentar deslegitimizar los testimonios de estas mujeres. Y, básicamente, siguieron demostrando qué pie calzan.
Si algo aprendimos, por desgracia, con todo esto es que la discriminación de género sigue excesivamente vigente en algunos sectores. Así como el abuso sistemático de poder por parte de algunas personas. Aunque, por suerte, se ha avanzado mucho en estos temas. Pero todavía queda mucho por hacer. En 2021 debemos seguir luchando por la inclusión, la igualdad y la empatía. Porque la industria del cómic tiene un potencial increíble que no podemos desaprovechar.
Y, ahora que comentamos inclusión e igualdad, otra de las grandes polémicas de 2020 llegó en el mes del Orgullo. El mismo día que publicábamos un artículo recomendando diez cómics para entender y reivindicar el Orgullo 2020, nos enteramos a través de la cuenta de twitter del autor Carles Ponsí que un medio había decidido no reseñar su obra Sexo Mal porque creían que no era el momento más adecuado para publicar una reseña en nuestro espacio. Y le puntualizaban que socialmente nos encontramos en un momento de mucha tensión con según qué temas delicados. Tememos que, como nuestros lectores son mayoritariamente heterosexuales reseñar un cómic LTGB nos pueda perjudicar.
Aunque nunca llegó a publicarse el nombre del medio, sí se llegó a saber que no se trataba de un medio especializado en cómics. Pero sí era un medio cultural. Independientemente de lo que pensemos respecto a considerarse un medio cultural teniendo este tipo de argumentos trasnochados y absurdos, en cuanto Ponsí publicó capturas de lo que le habían dicho ardieron las redes. Varios de los principales medios especializados en cómics, y divulgadores de España, firmamos en pocas horas un manifiesto contra la homofobia en el sector tras la denuncia del autor. Y es que los medios especializados no podemos controlar quién nos lee, pero sí qué publicamos y a quién damos voz.
De esta polémica aprendimos que la industria del cómic en España, y todos sus engranajes, somos capaces de movernos rápido ante injusticias de este calibre. No sólo se apoyó al autor en sus redes, sino que se multiplicó el número de reseñas y recomendaciones, no sólo de su obra sino de todas aquellas relacionadas con las reivindicaciones del Orgullo 2020. Porque de nuevo, como en el caso anterior, queda mucho por conseguir. Y este año debemos seguir luchando por esa diversidad que algunos parecen seguir sin entender.
Un mes después la editorial Drakul se vio envuelta en una polémica que terminó convirtiéndose en una pesadilla para ellos, y en casi un juego en twitter lo que restó de mes. El 17 de julio publicaron un tweet donde anunciaban un nuevo manga, con autoría española, llamado Angélica. Y cuya intención era empezar a publicar en septiembre. Para hacer la promoción, junto al anuncio, adjuntaban la portada del que sería el primer número. La polémica estalló cuando varios usuarios compartieron dicha portada señalando el obvio parecido de la protagonista de la imagen, con Rei Ayanami, una de las protagonistas del famosísimo anime Neon Genesis Evangelion.
La editorial decidió intentar minimizar el asunto alegando que los diseños de rostro y peinado no tenían copyright y que la historia era completamente original. Por lo que no había plagio ni posibilidad de denuncia. Obviamente, funcionando las redes sociales como funcionan, esto fue el pistoletazo de salida para que los usuarios de twitter se dedicaran a buscar todas las “referencias” que los autores de la imagen habían utilizado para crear la portada. Así, internet se encargó de encontrar en muy poco tiempo de dónde procedía cada parte de la imagen final encontrando fragmentos de obras originales por parte de Yoshiyuki Sadamoto, Amanda Conner, Ed Benes o David Finch, entre otros.
Ya tenemos terminada la portada del #comic #manga ANGÉLICA que publicaremos en septiembre.
— Editorial Drakul (@DrakulEditorial) July 17, 2020
¿Qué os parece? ¿Os gusta? pic.twitter.com/VYTGRAtHHl
Nunca se volvió a saber nada más de este supuesto manga, ya que el tema tardaría en perderse en el olvido. La editorial echaba la culpa de forma bastante extraña a los autores, a la par que parecía intentar protegerlos. Lo que aprendimos de esta polémica es que el Centro Nacional de Inteligencia no es tan rápido investigando asuntos como los twitteros españoles. Finalmente se demostró que los autores de la imagen plagiaron a otros autores y es posible que la editorial lo desconociera. Pero su actitud ante quienes les señalaron lo que ocurría sólo hizo que las redes ardieran más. También aprendimos que hay que saber reconocer los errores y hacerles frente, ya que esto reporta mucho más para todo el mundo, que no una huida sin sentido hacia delante.
La última gran polémica de 2020 apareció en noviembre, cuando Nuria Enguita, nueva directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) en una entrevista, respondiendo a una pregunta acerca de la cabida del cómic en el museo, declaraba: La pregunta sería si es el cómic es arte. Todos los profesionales relacionados con el mundo del cómic se enteraron de estas declaraciones cuando un usuario hizo una foto a la entrevista y la compartió en twitter. La reacción fue instantánea por parte de la industria del cómic, los académicos e incluso los aficionados. De nuevo, la reacción en bloque fue rápida. Antonio Altarriba (Premio Nacional del Comic 2010 y presidente de ARGH!) escribió una carta abierta muy contundente dirigida al IVAM a la que nos unimos muchos profesionales del medio.
El museo, por su parte, hizo un par de declaraciones contradictorias entre sí. Y tras varios días de desconcierto, terminó por declarar que todo había sido un malentendido. Aunque nos alegramos por la rectificación del mismo, esta polémica nos volvió a demostrar que en nuestro país los museos, la cultura y la política están, por distintas razones, obligados a ir de la mano a nivel financiero, y no siempre funciona bien. Los museos deberían ser garantes del patrimonio y evolucionar con su sociedad, formando parte de ella. Es por eso que esperamos ver la evolución de este museo junto a su nueva directora con la línea que finalmente dijeron que iban a tomar. También aprendimos que los profesionales relacionados con la historia y la historia del arte, debemos seguir reivindicando esa actualización museística. Además de seguir potenciando socialmente la idea de que existen cómics para todos los gustos, y estos no son únicamente para niños.
Si con todo esto no hubiera sido suficiente, en 2021 ya hemos tenido una nueva polémica de la que sacar algunas conclusiones y enseñanzas. La primera semana del año algunos usuarios de twitter angloparlantes denunciaban que la editorial Shueisha había denunciado sus cuentas, y twitter las había eliminado, por infringir una nueva ley de copyright japonesa. Para que esto tenga sentido debemos mencionar que dicha editorial es la que ha publicado, y tiene los derechos de mangas tan “poco” conocidos como Dragon Ball o One Piece.
La lista de cuentas de twitter que habían sido eliminadas por compartir imágenes de esos dos mangas era bastante extensa. Y pronto cundió el pánico, empezaron a cruzarse informaciones diciendo que Shueisha estaba aplicando una nueva ley aprobada hace poco en Japón y que gracias a eso podían denunciar y eliminar cualquier cuenta que utilizara imágenes, gifs, capturas de los anime, e incluso fan arts. Es decir, ilustraciones realizadas por aficionados de sus series. Hasta tal punto llegó el cruce de información que incluso se llegó a decir que la editorial se había vuelto tan loca con el tema que había eliminado incluso cuentas de los trabajadores encargados de las promociones de Dragon Ball. En España esta polémica coincidió con la celebración del capítulo mil del manga One Piece de Eiichiro Oda. Por lo que nos llamó mucho la atención todo lo que estaba ocurriendo en redes respecto a este tema.
¿Qué pasó en realidad? La respuesta corta es que un usuario, que tenía una lista de personas a quienes quería perjudicar en redes sociales bloqueándoles las cuentas, se aprovechó del nulo sistema de verificación de twitter para realizar denuncias de copyright. Es decir, la editorial Shueisha nunca estuvo detrás de ninguna de las denuncias. Dicho usuario se hizo pasar por un representante de la editorial y se puso en contacto con twitter, denunció en su nombre a todas las cuentas que quería perjudicar y lo consiguió porque twitter nunca comprobó si lo que esa persona decía era cierto. Ya no en cuanto al contenido denunciado, sino a la persona que hacía la denuncia.
Sí que existe una nueva ley de copyright en Japón, pero en ningún caso los usuarios denunciados habían infringido esa ley. Ahora sólo queda saber si la editorial nipona decidirá intervenir en el caso, ya que les han suplantado la identidad. ¿Qué hemos aprendido de esto? Que la desinformación y el caos que genera ésta, puede ser beneficiosa para algunos. Pero que, al final, la verdad siempre sale a la luz. Pero también, como hemos comentado antes, que todavía queda mucho por educar, reivindicar y compartir. Porque la industria del cómic tiene infinidad de posibilidades, y no podemos desaprovechar ni una de ellas.
Desde Sala de Peligro seguiremos este 2021 informando, compartiendo, debatiendo e incluyendo gente en el equipo que nos haga crecer y avanzar. Y si por el camino tenemos que seguir luchando contra este tipo de polémicas, lo haremos. Ya que todos debemos ser responsables no sólo en nuestro día a día, sino también en redes.