Desde que se estrenó La Bruja en el ya lejano 2016 el terror dio un volantazo incuestionable. Aunque ya había habido varios precedentes, y siempre ha aparecido un terror que apostase por meterse en la piel en lugar de darte un susto momentáneo, la película de Robert Eggers encabezó el denigrante término elevated horror. Se emplea para señalar a un terror de una determinada depuración formal, en contraposición del terror clásico más grotesco y de divertimento puro y duro. Aunque sea injusto con la tradición, lo cierto es que hay una tendencia que consiste en intentar ir más allá con este tipo de narrativas, por mucho eso suponga traicionar, en parte, la esencia.
Estrellas Oscuras, de algún modo, puede enmarcarse en ese movimiento. Esta propuesta es, ante todo, un excelente estudio de personaje. Es su punto de vista el que marca absolutamente todo. Pero eso no quiere decir que no haya elementos sobrenaturales llevados con una habilidad fuera de toda duda.
Lonnie Nadler (escritor principalmente conocido por Come Into Me o The Dregs para Black Mask, que todavía no han llegado a territorio español) toma como referencia directo a H.P. Lovecraft. Eso se puede apreciar en el uso de determinados elementos de terror que, en buena medida, son herederos del legendario escritor, como en cierto formalismo como es el de la narración en primera persona a través de un diario de un descenso a la locura. Aunque, por otra parte, la intencionalidad y el mensaje que subyace a esta obra no podría ser más diferente. Disimuladamente, hay algunas cuestiones feministas de fondo y la protagonista termina teniendo una evolución cognitiva, con lo que el final es más optimista.
Este autor sabe crear una atmosfera tremendamente densa. El tono de la historia, lógicamente, es tenebroso con toques metafísicos. Los conflictos externos son una forma de dar fisicidad a los internos, como siempre pasa en las mejores obras de terror. Es una lectura que se debe realizar de forma sosegada y disfrutar de los matices que contiene, que no son pocos. Esta obra no te lo deja todo mascadito, si no que te desafía como lector constantemente. Al tratarse de un viaje con las características heredadas de La Odisea, hay algún elemento de aleatoriedad propia (tanto si las travesías son físicas como iniciáticas). Sin embargo, todo forma una pieza muy coherente y cohesionada.
El tema principal es el de la maternidad. La protagonista es una chica canadiense a la que se le va a concertar un matrimonio para que pueda salvar a su familia de la precariedad más implacable de un invierno inclemente. Sin embargo, un hombre misterioso le ofrece un encargo: entregar un paquete a una determinada población. Lo que esta obra narra es el terrible viaje al que se ve sometida el personaje hasta realizar la entrega.
El terror suele a focalizarse en la actualidad o en la era victoriana. Y eso es pasar por puntillas otra serie de periodos históricos que no son menos perturbadores. En el contexto que aquí se plantea vemos como la presión religiosa, el exceso de responsabilidades puestas en la juventud (a tenor de que la esperanza de vida era muy inferior), el tratamiento de las mujeres o la búsqueda de opciones construcciones socio-religiosas alternativas van más allá de un simple marco histórico. Son temas poco habituales en el género y la aproximación ha sido elaborada con una habilidad fuera de duda. Por tanto, tiene todo el sentido que haya sido Hidra Edtitorial quien haya apostado por traer el título a estas tierras, puesto que el año pasado también trajo una de las obras más estimulantes de terror del año pasado: Costas Salvajes, con la que guarda unas motivaciones similares.
El dibujo de Jenna Cha entra por la vista. Consigue transportarte al universo que aquí se ha creado. La recreación histórica es profundamente minuciosa. Cada página se siente como si se hubiese sido un producto producido durante la época en la que se ambienta el relato. Pero es que. además. es brillante creando una realidad alternativa de una gran imaginación. Un trabajo que mide muy bien el tono y que supera holgadamente la siempre complicada tarea de generar tensión con el único recurso de las imágenes. Una artista primeriza que, a juzgar su página web se está especializando en perturbar a cualquiera que opte por ver su arte y que deberían comenzar a lloverle las oportunidades.
El color de Brad Simpson no se queda atrás. Propone un tratamiento de color muy orgánico, con colores muy pálidos y un tratamiento que evoca a las imágenes que han llegado de esa época. A su vez, consigue transmitir esa sensación de desubicación y extrañeza cuando la historia lo pide. Toma una serie de decisiones enfocadas a lanzar un resultado lo más refinado, absorbente y sorprendente posible. Sus páginas entran desde el primer vistazo y te invita a que sientas una gran inmersión en los mundos que aquí se dan.
No es demasiado aventurado apostar por que Estrellas Oscuras va a ser el mejor cómic de terror del año. Y esto es así por muchos y variados motivos. Pero el principal es que toma los mejores elementos del género para contar historia absorbente. El miedo es una metáfora constante del cambio o trauma que cualquier ser humano debe afrontar. Y no hay nada más opresivo que ser una muchachita perdida en medio de una montaña nevada de Canadá durante 1887. Un cómic atmosférico con una serie de temas de fondo presentados en clave de terror. Una muestra del inagotable potencial de este tipo de historias en desarrollada de un modo sumamente interesante. Una obra a la que mirar con la envidia de cuando lees algo que se acerca a la perfección. Estrellas Oscuras está llamado a perdurar.
Título: Estrellas Oscuras |
Guión: Lonnie Nadler |
Dibujo: Jenna Cha |
Color: Brad Simpson |
Edición Nacional: Hidra Editorial |
Edición original: Vault Comics |
Formato: Tomo cartoné de 160 páginas a color |
Precio: 17.50 € |