Kraut, la carta de Peter Pontiac escrita tras la muerte de su padre

El pasado siglo fue tumultuoso. Mucho más de lo que cabe imaginar desde la sociedad contemporánea. Y es que no hay peor daño que el de una guerra llevada a cabo de manera totalmente irracional y movida por un absoluto odio. Los años cuarenta no fueron una época de entendimiento mutuo, precisamente. Los ejercicios de tratar de comprender han venido después.

Peter Pontiak es una leyenda del underground neerlandés, pero, además, fue quien tradujo e introdujo determinadas obras estadunidenses en su país. Creaciones como Maus o Contrato con Dios no habrían llegado al público holandés sin su intervención. Gracias a esos trabajos, pudo establecer contacto con Eisner y otros artistas estadounidenses y eso le animó a lanzar sus propios proyectos. Y uno de sus proyectos más laureados y queridos es Kraut. Un material que, con tino, ha recuperado Fulgencio Pimentel.

La referencia más clara y directa es Maus, en la que, en cierto sentido, ha estado implicado. Este autor también ha querido contar la historia de su padre y hacerlo de la forma más intimista posible. Y no hay nada más cercano de proceder que a través de una extensa y profunda carta dirigida a Joop Pollmann, el padre de Pontiac, que jamás la leerá. Las apelaciones a su padre son directas y es el sujeto receptor ideal. Pero también se sirve de la epístola a modo de vehículo para exorcizar todo el dolor que se lleva durante el duelo. Por tanto, es algo sumamente introspectivo y de un carácter reflexivo y analítico. Más ensayístico que narrativo, aunque sí tiene una estructura documental biográfica. 

Portada del tomo de Fulgencio Pimentel.

La novela parte desde un punto de gran potencia dramática: el padre del autor desapareció de una manera sumamente extraña en la bahía de Daaboi, Curazao. La última persona que lo vio, lo hizo adentrándose en el agua. El hombre abandonó sin motivo a aparente a su mujer y a su descendencia. ¿Qué motivos le llevó a hacer lo que hizo?

Al tratarse de una historia totalmente verídica y personal, adolece de cualquier artificio o construcción narrativa. Aun así, Pontiac construye desde un misterio inicial sobre el que desgrana absolutamente todo de lo que quiere hablar. Eso no solo sirve para tener tu atención alrededor de la figura retratada, si no que se nota que el acercamiento más natural posible a esta obra. Al fin y al cabo, el creador lo que ha intentado, más allá de homenajear a su padre con todos sus errores y contradicciones, es dar respuesta a las preguntas que se le pasan por la cabeza.

Si algo es esta obra es un estudio de personaje, una manera de descifrar la verdadera identidad de alguien indescifrable. Y de buscarlas causas y factores que le condujo a dejar el mundo en la manera en la que lo hizo. Pero también es un esfuerzo minucioso y honesto de un hijo por ponerse en el punto de vista de un padre, cuanto menos, inaccesible.

Pero, tal y como dijo Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias”. El artista natural de Países Bajos también consigue algunas respuestas creando un fresco histórico de la evolución ideológica y social de Holanda durante el auge y la caída del fascismo. Es una perspectiva un tanto periférica y, al no haber sido tan estudiada como la alemana, todo resulta nuevo e interesante. A su vez, muestra la influencia, en muchas ocasiones, restrictiva de la religión tanto en la vida social como en la personal de los personajes, y acude a las raíces familiares para establecer paralelismos con la construcción de una identidad nacional holandesa. Todo ello aderezado con siempre punzantes divagaciones y observaciones o referencias literarias que ejemplifican algunos asuntos y sirven para dar una mayor cohesión a su discurso.

Por tanto, esta propuesta también se atreve a ir más allá y su ambición está en tratar de visualizar cómo es posible que alguien que apoye a los nazis. Y lejos de lo fácil y de los maniqueísmos, se llega a una conclusión perturbadora: Joop Pollman no solo no es un monstruo, si no que podría ser el padre de cualquiera. Y que, por tanto, imbuidos por determinado contexto, todos podríamos ser susceptibles de colaborar con los nazis. Es un modo de pensar peligroso, pero que, tristemente, posee una relevancia absolutamente atemporal.

Es una pieza irrepetible. Tan irreemplazable como personal. Una historia exigente que absorbe desde el principio. La forma de contar esta historia de la manera en la que se ha hecho es de una valentía difícil de encontrar. Y, por ese motivo, el mundo necesitaba escucharla. Aunque tal vez nunca esté del todo preparado para afrontar determinadas ideas.

El lugar de la desaparición imaginado por Pontiac.

El arte Peter Pontiac es versátil. Usa un trazo de corte caricaturesco en determinados momentos, y realista en otros. Lo que nadie puede negar es que tiene un gran valor expresivo. Además, le saca bastante partido al formato empleado, que hibrida entre el cómic y una novela ilustrada. Este trabajo es eminentemente textual, al tratarse del género epistolar. Pero el dibujante sabe cómo crear composiciones que hacen que el dibujo, aunque ocupe un lugar casi marginal, sea igual de fundamental dentro de la página. Es un trabajo visualmente innovador que empuja la barrera de lo que es o no un cómic hasta tal punto que termina dando igual porque lo que hay aquí es algo que no se parece a otra cosa.

El tomo de Fulgencio Pimentel incluye una introducción de Pontiac y un anexo en el que el mismo detalla el proceso de documentación y el creativo. Más allá de ser complementos, completan la obra, añaden matices y enriquecen todavía más la experiencia.

Kraut no es una lectura fácil ni ligera. Pero sirve para darte cuenta de la complejidad y extrañeza de la naturaleza humana. Una vida extraordinaria de alguien que conoció bien los horrores de lo que somos capaces porque fue partícipe de ellos. Una manera de sentir empatía con esa persona y de mostrarle como lo que es: un padre como cualquier otro.  

Título: Kraut
Autor: Peter Pontiac
Edición Nacional: Fulgencio Pimentel
Edición Original: Podium
Formato: Tomo cartoné de 216 páginas en blanco y negro. 
Precio: 23€