El amor es una constante en la literatura. Seguramente, esa conexión entre dos individuos es de las pocas cosas verdaderamente universales y primarias. Es algo tan rico de lo que hablar porque supera toda lógica. Y, sin embargo, pocos son los trabajos del cómic estadounidense producidos por alguien tan emocional como Jeff Lemire. De los pocos que tratan abiertamente este asunto.
Trillium vino justo después de que acabase la larga serie Sweet Tooth y se deja entrever cierta inercia creativa proveniente de ahí. No solo porque ambos son subversiones de la ciencia ficción, sino que también tienen en común que él es el autor completo de un universo creado desde cero y que circundan algunos temas compartidos.
La historia es laberíntica, pero está contada de la forma más clara y sencilla posible. Lo imprescindible es que se ha buscado una cierta simetría entre dos puntos de vista totalmente opuestos. Uno se da en una ambientación de un futuro muy lejano en el que la humanidad está en las últimas por un virus y se busca esperanza. La protagonista de esa línea temporal es una xenóloga. Y el otro se ubica en los años veinte del siglo pasado y está protagonizado por un explorador en búsqueda de un supuesto templo oculto. Las líneas temporales se entrecruzan y el encuentro entre ambos personajes detona la acción.
El guion se desarrolla con un ritmo bastante ágil. Es uno muy fluido que conduce a situaciones muy flexibles y sorprendentes. A pesar de que la premisa puede llevar a cometer errores y confusiones, se ha conseguido que se mantenga fiel a ella en todo momento y que se lleve un ritmo de intensidad dramática ascendente.
Se han contenido una serie de reflexiones tanto formales como temáticas en muy poco espacio y se exponen con multitud de detalles. Eso hace que su lectura y lo que transmite sea completamente diferente depende del estado vital del lector. Los protagonistas están retratados como seres humanos que, a pesar de su envidiable voluntad inquebrantable, tienen características con las que son muy fáciles empatizar.
La narrativa también se atreve a tocar temas como la huella humana y su relación con la naturaleza. El hecho de tener dos géneros y ambientaciones históricas diferenciadas consigue establecer sutiles paralelismos que hacen que la obra deje un poso mayor.
El tono es hondo y se tratan temas de cierta densidad de un modo creativo e, incluso, abstracto. Por ese motivo, tal vez, se peque de sobredialogar. Resulta inusual, teniendo en cuenta que no es un autor que suela emplear este recurso. En cualquier caso, no resulta algo que entorpezca la lectura y sirve para comprender y visualizar de un modo más preciso la evolución que ha tenido el prolífico guionista a lo largo de su carrera.
Trillium es algo que no suele ser habitual encontrar en la pila de lecturas del cómic americano. Ni mucho menos en la época en la que se publicó. Es difícil nombrar epopeyas espacio-temporales en las que el amor sea el principal motor de acción. Sin caer en ñoñerías ni en un sentimentalismo barato, consigue emocionar con pocos recursos (aunque sí es demasiado idealista, si es que eso es algo criticable.). Una obra de tanteo muy acertada y adecuada con sus propósitos.
El canadiense se encarga también del apartado gráfico de este cómic. Y lo cierto es que su particular estilo es muy efectivo para algunas escenas, aunque adolece de la espectacularidad que hubiesen precisado otras. Se puede entender perfectamente porque se ha optado por constar como autor completo: es una historia profundamente sensible y personal. Pero el dibujo no termina de ser el adecuado para la ambición de la propuesta. A pesar de ello, lo que no se puede negar es que el apartado gráfico le da una personalidad única a esta obra. Su trabajo abraza lo feísta, con lo que esta historia consigue tener un aspecto contradictorio y complejo que hace que sea interesante. A su vez, el autor tiene una gran inventiva para emplear determinadas composiciones de una forma poética y expresiva.
Sumado a esa base, está el tratamiento de color de un José Villarrubia que sigue una paleta similar a la de la mencionada Sweet Tooth. Eso no quiere decir que no sea un excelente trabajo Consigue darle un aspecto muy orgánico y una aproximación distinta a los dos mundos en los que se ambienta esta historia. El español es uno de los mejores del mercado y esta muestra no hace más que reforzar esa tesis.
El tomo de ECC Ediciones presenta una edición más depurada respecto al debut de la miniserie en España. Incluyen algunos extras que ahondan en el proceso creativo en un cuidado tomo cartoné.
El encaje de Trillium en el cuerpo de la obra de Lemire es complicado. Es una obra tan inusual como la sensibilidad que siempre destila el autor. Un cómic que celebra el amor en su esencia más pura. Algo que choca con el cinismo del lector y que busca recordar que supera el tiempo, la especie o cualquier otro condicionante. El amor siempre seguirá. Siempre se seguirán regalando flores.
Título: Trillium (Edición Black Label) |
Guión y dibujo : Jeff Lemire |
Color: José Villarrubia |
Edición Nacional: ECC Ediciones |
Edición original: Vertigo (DC Comics) |
Formato: Tomo cartoné de 208 páginas a color |
Precio: 22.5 € |