Hellboy: un repaso a 25 años de la criatura de Mike Mignola

El pasado mes de mayo de 2019 llegaba a nuestras pantallas la nueva película de Hellboy, un reboot de las adaptaciones en la gran pantalla de las aventuras del personaje creado por Mike Mignola. Protagonizada por David Harbour (el sheriff Jim Hopper de Stranger Things) como Hellboy, Ian McShane (American Gods, Deadwood) en la piel de Trevor Bruttenholm y Mila Jovovich (Resident Evil) como la bruja Nimue, esta partçoa de un guión del propio Mike Mignola y Andrew Cosby y la dirección de Neil Marshall, al menos en parte, porque los rumores sobre la película y los problemas que ahí tuvieron fueron verdaderamente fascinantes.

Originalmente, el estreno de la cinta estaba programado para el 11 de enero, pero en septiembre de 2018 fue anunciado el cambio de fecha, situando su estreno en pleno mes de abril, tan solo una semana después que ¡Shazam! y a dos semanas vista de Avengers: Endgame, una fecha peligrosa de la que huyeron los cines españoles, estrenándola un mes más tarde, aunque en un fin de semana igualmente peligroso: el mismo día que John Wick 3 y una semana antes que Aladdin, la gran apuesta de Disney para el segundo cuatrimestre. El baile de fechas es de suponer que responde a un cierto cuidado por parte de la productora, teniendo en cuenta que la anterior película del personaje (Hellboy II: El Ejército Dorado, 2008) fue aplastada en taquilla en su segundo fin de semana por el estreno del Dark Knight. La segunda entrega del Batman de Nolan y Bale ($158M en su estreno) hizo que la película de Guillermo Del Toro recaudara $10M ese segundo fin de semana, cayendo de la primera a la quinta plaza en tan solo una semana y lapidando cualquier posibilidad de tercera película, por mucha campaña viral que tanto Del Toro como Ron Perlman (el primer actor en interpretar a Hellboy) se empeñaran en promocionar. Sea como fuere, once años después llegaba la oportunidad para un nuevo relanzamiento de la franquicia… con similar resultado y aceptación de crítica y público. O peor.

Hoy, casualmente en estos días tan religiosos, queremos echar la vista atrás y analizar la trayectoria del personaje. Cumplidos los veinticinco años y con una pila de premios Eisner en la mochila, la criatura de Mignola hace tiempo que dejó paso tras de sí a toda una franquicia de series, personajes y spin-offs que, para determinados lectores, ahuyentan a nuevos compradores ante la inmensidad de publicaciones existentes. Relatos cortos, spin-offs, libros, videojuegos, películas… y cómics. Muchos cómics. ¿Cómo surgió Hellboy? ¿Qué lecturas son las esenciales? ¿Lo que no está dibujado por Mignola es prescindible? A todas estas preguntas y muchas más se intentará respuesta en el siguiente artículo, plagado de spoilers.

Origenes no-secretos

La merecida fama internacional que ostenta en la actualidad Mike Mignola no es proporcional a la que gozaba en 1993. En el currículum del autor americano se encontraban varias colaboraciones en Marvel y DC, revalorizadas con el paso del tiempo, pero poco populares en su momento. Entre sus primeros trabajos destacados, Mignola fue el dibujante de la primera miniserie de Mapache Cohete, con guión de Bill Mantlo allá por 1985, antes de acompañar a Paul Kupperberg en la miniserie del Fantasma Errante (con tintas de P. Craig Russell, 1987) o a John Byrne en World of Krypton (1987-1988). Sin duda, su trabajo mainstream más recordado es el siguiente: Odisea Cósmica, junto a Jim Starlin (1988), con permiso del Doctor Extraño/Doctor Muerte: Triunfo y Tormento (guión de Roger Stern, 1988). Todas colaboraciones con pesos pesados de las Marvel y DC de finales de los ochenta, algo que sería una constante y una demostración de cómo la industria se rifaba al dibujante nacido en Barkeley. Estos tándems creativos de primer nivel continuarían en trabajos con Walter Simonson, Howard Chaykin (Fafhrd y el Ratonero Gris, Ironwolf), Roy Thomas (ese Drácula… ñam ñam) y demás. Curiosamente, su obra mejor valorada pre-Hellboy fue realizada en colaboración con un guionista poco comercial (en comparación con el resto). Hablamos de Brian Augustyn y, por supuesto, Batman: Gotham by Gaslight, la primera obra del sello Elseworlds de DC Comics. Cuarenta y ocho páginas, de nuevo con tintas de Russell, que pasarían a la historia como una de las interpretaciones visuales del Caballero Oscuro más fascinantes e innovadoras en mucho tiempo.

Exceptuando portadas, sus aportaciones a las “Dos Grandes” fueron menores desde 1990. Su destino era el cómic independiente. Concretamente, Dark Horse y el sello Legend. Mike Mignola fue el antepenúltimo miembro en unirse a Legend, una sub-línea editorial dentro de Dark Horse creada en 1994 por Frank Miller y John Byrne para publicar cómics de creación propia, en la misma línea que Image Comics, pero apostando (mucho) más por el apartado narrativo que la editorial de Jim Lee, Rob Liefeld o Marc Silvestri. Entre la primera generación de títulos de este sello se encontraban Next Men, John Byrne’s 2112, Madman, Sin City, Concrete, Martha Washington o el muy efímero Monkeyman O’Brien. Allí debutaría nuestro protagonista, el único que sobreviviría a sus compañeros de promoción y al sello Legend en sí, a pesar de que la falta de periodicidad absoluta inicial de Mignola y de la falta de confianza y autoestima del propio autor.

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El germen de Hellboy se encuentra en el cartel de una convención que hizo Mignola en 1991, donde un monstruo ligeramente parecido a Hellboy con alas llevaba inscrito su nombre en el cinturón.Añadí el nombre de Hellboy en el último momento y me hizo reír. Solo quería crear un monstruo y no hacer un cómic. Pero un par de años después me lo tomé más en serio, con la idea de poder conservar todos los derechos”, recuerda Mike. “Mi primera idea se acercaba más al concepto tradicional del grupo de superhéroes. Algo así como una versión detectivesca de lo oculto de Los Investigadores de lo desconocido de DC o Los 4 Fantásticos de Marvel”. En esta segunda ilustración, ya con unos Abe Sapien y Liz Sherman bastante similares a la versión definitiva, así como el logo de BRDP (AIDP en castellano: Agencia de Investigación y Defensa Paranormal) y dos personajes secundarios que mutarían con el tiempo en secundarios de AIDP: Daimio y Johann. El Hellboy, en segundo plano, había evolucionado respecto al del cartel de 1991 al del forzudo clásico de grupo, pero todavía estaba lejos de la versión final. “Intenté inventarme un nombre para este grupo, pero no lo conseguí. Todo me parecía estúpido. Finalmente decidí no darle tanta importancia al grupo y centrarme en el nombre de Hellboy. Lo fui cambiando porque no me gustaba. Quería algo menos superhéroe y más currante. La gabardina fue clave”.

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Con todo ello en mente, empieza Mignola empieza el proceso de escritura. “El diario de Hellboy empieza el 30 de diciembre de 1992, aunque ya le había dado muchas vueltas antes. De entrada, estaba muy perdido. Para empezar, todos los personajes (excepto Hellboy) tienen nombres diferentes, así que no sé quién es quién cuando repaso mis apuntes de aquellos años”, rememora Mignola. “Hay varias referencias a ‘Biblioteca del diablo’, un monstruo marino y alienígenas. Pero no recuerdo nada de eso de las primeras páginas del diario. El primer elemento que reconozco es del 18 de enero, una vaga referencia a un vampiro en un museo de cera. El 25 de enero, Frank Miller sugiere que haga Hellboy como una miniserie de miniseries (gracias, Frank) así que a partir de entonces intento forjar arcos argumentales concretos. En el 29 se menciona a un “explorador transformado” y una “extraña familia lovecraftiana”. En el 31 hay sapos y un tío al que matan con un arpón. Las piezas empiezan a encajar, pero me acabo el primer diario el 10 de marzo y no tengo todavía una historia. Pero ese día salgo a dar un paseo y vuelvo con el argumento principal de Semilla de Destrucción. Fue un buen paseo”.

Todavía quedaba más de un año para que se publicara el primer capítulo de Semilla de Destrucción, el arco argumental inicial que sentaba las bases de la mitología en cuatro episodios, aunque el debut oficial del personaje fue en la historia promocional de ocho páginas San Diego Comic-Con Comics #2 (agosto de 1993), donde la mano derecha de Hellboy todavía no era de tamaño XXL y no había menciones a al BRDP, aunque si aparecen una cabeza nazi en un tarro, un gorila semi-mecánico y un perro monstruoso que explota. La dirección estaba clara…  Tanto en esa historia corta como en Semilla de Destrucción, los guiones eran de John Byrne. “Creedme, no hubiera podido haber hecho nada de esto sin él”. Para justificar esta afirmación, eternamente agradecido, Mignola acude a un trauma infantil que explica muchas cosas. “Nunca quise escribir. La única vez que lo intenté, en los setenta cuando todavía estaba en el instituto, hice un par de historias fantásticas a lo Conan horrorosas. Un día se me cayó de la carpeta durante la comida, alguien lo cogió, leyó un par de líneas en voz alta y yo salí pitando del comedor y nunca volví a pensar en escribir. Hasta Hellboy. Y al principio tampoco tenía pensado escribir Hellboy. La idea original era contarle a Byrne lo que quería dibujar y que él me escribiera una historia. Era el plan y me parecía muy buena idea. Pero poco a poco se me fueron ocurriendo ideas y esas ideas fueron uniéndose hasta forma una historia. Pero yo no iba a escribirla ni loco. Dibujé Semilla de Destrucción basándome en mi argumento, pero John haría el guión después de dibujar algunas páginas. Yo le escribía un diálogo provisional para que John supiera de qué debería hablar”. Así pues, la participación de su compañero en el sello Legend (Next X-Men, Babe, Danger Unlimited). “Sabía que le daba mucho miedo escribirlo y me habló de aquel trauma en el comedor. Pero le dije que podía y debería escribirlo él. Hacia el final de Semilla fue como quitarle las ruedecitas de la bici”, recuerda Byrne. “No nos enfadamos ni nada de eso. Simplemente fue tan amable de ayudarme durante un tiempo hasta que me dejó libre para seguir el camino”.

El Debut

Finalmente, en marzo de 1994 debutaba el primer cómic de Hellboy, el cual incluía un complemento de Who are Monkeyman and O’Brien?, el proyecto de Arthur Adams para el sello Legend. El cómic abre en 1944, donde en una pequeña isla de Escocía, un grupo nazi dirigido por Klaus Werner von Krupt ha montado maquinaría alrededor de un circulo de piedras donde está situado el psíquico ruso Grigori Rasputín, quien ha prometido a las tropas de Hitler un as en la manga para ganar la Segunda Guerra Mundial, gracias a su “Proyecto Ragna Rok”. Este brujo trata de convocar a Ogdru Jahad, Dioses del Caos encerrados en una realidad alternativa con la intención de destruir la Tierra. En su lugar, a pocos kilómetros de distancia aparece un pequeño niño de piel roja ante un equipo de comandos USA y sus ayudantes paranormales, incluido un jovencísimo Professor Bruttenholm que adopta y bautiza inmediatamente a Hellboy y funda la AIDP a continuación.

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Salto al presente, donde un reencuentro entre “padre” e “hijo” es interrumpido por un monstruo-rana asesina a un anciano Bruttenholm ante los ojos de Hellboy. Aunque con mayor sobreexpicaciones y texto que en un futuro (cosa de Byrne), todos los elementos de la serie ya están aquí: muertes por doquier, enemigos nazis, brujos rusos, mitos arcanos, profecías apocalípticas (“¡Nunca sabrás del poder dentro de ti! ¡Nunca llegarás a saber quién eres!”), bestias animales, misterios paranormales y un buen gancho de derechas. ¿Se puede pedir algo más?

Aunque por aquel entonces Mignola todavía ni de lejos una idea de cómo evolucionaría y acabaría su saga (y todavía quedaban más de diez años para ello), tanto el primer arco argumental como el segundo, Despierta al Demonio, son claves para entender la historia del personaje. Se introducían más personajes secundarios y se añadía misterio en torno a la figura del protagonista, una naturaleza que se ocultó desde su llegada a la Tierra en 1944. Se revelaba que el personaje era Anung Un Rama. Y aunque su traducción no se desvelaría hasta cinco años después (“La Bestía del Apocalipsis”), quedaba claro que había algo más en torno a este héroe/anti-héroe. Lectura obligada. Además, presenta otra característica marca de la casa de las publicaciones del universo Hellboy. Su cadencia. Semilla de Destrucción se publicó entre marzo y junio de 1994… y la segunda miniserie lo hizo entre junio y octubre de 1996. Dos años en los que tan solo se publicaron un par de especiales de 24 páginas: Lobos de San Augusto (publicada en la antología Dark Horse Presents) y El Cadáver, las primeras con guión de Mignola. “Mi editora en esa época era Barbara kesel y pacientemente me ayudó a hacer dos revisiones, que me parecieron como si fueran cien. Pero al menos esta vez no salí huyendo del comedor”.

De esta forma, Mignola descubre que se mueve mucho más cómodo en las historias cortas que en las historias largas, lo cual marcaría el desarrollo de la serie hasta, al menos, 2005. La apuesta de Mignola por este formato acentuaría otra de las comparaciones con una de sus mayores influencias: H.P. Lovecraft. La mayor parte de la producción del creador de los mitos de Cthulhu fueron, precisamente, historias cortas. Un universo de ficción inconexo entre sí donde tan solo la temática de horror cósmico predominaba como nexo de unión. “Soy un tío de historias cortas. El noventa y cinco por ciento de los libros en mis estanterías son recopilaciones de historias cortas. Leo historias cortas y prefiero escribir y dibujar historias cortas. Hay algo en eso de intentar sacar lo máximo de una idea pequeña. O en tomar una gran idea y desarrollarla de forma corta. Me gusta trabajar en algo de lo que puedes ver el principio y el fin”, confesaba Mignola en una de las introducciones de los recopilatorios de Hellboy. No es de extrañar, por tanto, que Mignola hay ganado dos Premios Eisner en “distancias cortas” con los Eisner a Mejor número autoconclusivo en 2011 (Hellboy: Double Feature of Evil, con Richard Corben) y 2018 (Hellboy: Krampusnacht, con Adam Hughes)

Uno de los temas más fuertes de toda la colección es la lucha de Hellboy contra su destino y como la indiferencia absoluta inicial va mutando en una preocupación palpable, por mucho que se encargue en repetir que reniega de ella. “Después de cinco años realizando Hellboy, muy poca gente preguntaba por la mano de piedra, por lo que decidí centrar la atención en ella con esta historia”, recuerda Mignola al hablar de La Mano Derecha del Destino, publicada inicialmente en blanco y negro en Dark Horse Annual 1998. “Claro que no explicaría lo que era esa mano, pero por lo menos los lectores sabrían que significaba algo”.

La historia se estaba cocinando a fuego lento. Muy lento, sí. De hecho, así lo reflejaba Scott Allie, el editor de la mayor parte de la serie. “Durante este periodo medio, entre 1996 y 2001, me daba la sensación de que Mike estaba entre dos cosas, entre las dos partes principales de la historia de Hellboy. No está preparado para dedicarse a hacer otra novela. No estaba preparado para hacer avanzar la historia de ese modo, en lo que se estaba centrando simplemente cera en contar historias por puro placer, dibujando lo que le apetecía dibujar. Y una vez se desahogó haciéndolas, siguió adelante: tratando temas que sería entretenidos y que aportarían más elementos a la estética de Hellboy, más que preocupándose sobre los orígenes y las circunstancias de las tramas y las consecuencias finales”. Esto no quiere decir que estas historias no hagan avanzar la saga, ya que en ellas es donde Hellboy está tratando de asumir (y evitar) su naturaleza, pero siempre sin giros importantes. Para los lectores que tengan como referencia (y echado el ojo) los integrales recopilatorios de Norma Editorial, en este punto llegamos al final del primer volumen.

El comienzo del segundo integral (con las historias El Gusano Vencedor, El tercer Deseo, La Isla) sí que supusieron un punto de inflexión para Hellboy, tanto desde el punto de vista del personaje como de serie/franquicia. Hellboy renunciaba después de toda una vida a seguir siendo miembro de la Agencia por la Investigación y Defensa de lo Paranormal. Este cambio tendría consecuencias personales para él, artísticas y estéticas para la serie (a partir de este momento desaparecería cualquier atisbo tecnológico o militar, dando paso a unos entornos más sobrenaturales y medievales de los que se beneficiaría la serie) y editoriales, con la creación de un nuevo título, AIDP, lanzado en 2001 sin un equipo creativo regular o fijo durante los tres primeros años. El Gusano Vencedor (2001) concluía con la promesa de que Hellboy iría a África, algo que quedaría reflejado en El Tercer Deseo (2002). Curiosamente, esta última historia había empezado como una historiad de Namor. Si, del Hombre Submarino de Marvel Comics. El primer trabajo corto de Mignola para la Casa de las Ideas (Marvel Fanfare #16) tenía a Namor como protagonista, sobre un caballo ahogado. Aquella historia que le tocó dibujar fue una pesadilla para Mignola, que “solo quería dibujar rocas y monstruos, nada real, así que como continuación escribí el argumento de una historia en la que Namor era secuestrado por unas hermanas sirenas y entregado a una bruja marina demoniaca”. Casi veinte años después, en la primera historia concebida post-11S, Mignola rescató este argumento más oscuro de lo habitual para presentar por primera vez a Hellboy blandiendo una espada y acabar con un cliffhanger de órdago (ese Hellboy sumergido…). El personaje no regresaría hasta 2005, tres años y medio después. Oh. Y una película.

Guillermo del Toro. Ron Perlman. Selma Blair. John Hurt. Humor. Mucho humor. Entorno gótico y oscuro. Los Ogdru Jahad saliendo de sus prisiones y moviendo los tentáculos ante la cámara, incluso antes que en los cómics. Pulpo lovecraftiano final. 60 millones en USA. 100 millones en el resto del mundo. Ciento dieciséis días de rodaje, la mayoría en el extranjero. Y un Mike Mignola desgastado.

Pisando el acelerador

La Isla fue un punto de inflexión. Quizá el mayor de la historia de Hellboy. “Empecé a escribir el argumento de una miniserie de dos números, inspirada por las historias del mar de los Sagarzos de William Hope Hodgson. Pero entonces tuve que dejar de trabajar durante un tiempo, ir a Praga y observar el final del rodaje de la peli de Hellboy”, recuerda Mignola. “Para cuando volví estaba convencido de que esas primeras páginas eran terribles y que la historia no funcionaría. La replanté, empecé de nuevo, llegué un poco más lejos… pero me había quedado sin combustible. ¿Qué demonios me pasaba? Rehice la historia por tercera vez, y lo mismo. ¿Por qué me sentí obligado a recitar toda la Historia Secreta del Mundo de Hellboy? Con el paso del tiempo tengo claro que fue por la película. No tengo nada contra la película, pero a pesar de ser fiel al espíritu del cómic, se tomaba libertades con los detalles de este. Estaba creando una mitología distinta. No radicalmente distinta. Pero distinta. Y yo sentía la necesidad de mantener mi versión de las cosas. La versión “auténtica”. Los films son mayores que los comics y llegan a un público más amplio, y en cierta forma, cuando tu historia se convierte en un film, vives a su sombra. Pero yo necesitaba que mi público supiera que iba a hacer lo que iba a hacer, no alterar mi idea para parecerse más al film. Normalmente no habría lanzado tanta información de golpe, pero estas cosas pasan. A veces las cosas se mueven más rápido de lo que pretendes”.

Dicho y hecho. En La Isla (2005), Hellboy Mignola por primera vez al dragón Ogdru Jahad, que había aparecido anteriormente en la película de Hellboy por primera vez. El origen de la mitología, las primeras criaturas vivas de la Tierra, los Guardianes, el abismo, los espíritus, los primeros hombres, Hyperboria y el pueblo dorado, El Rey Toth, las Brujas… Aquí, un español le roba sangre a Hellboy y se transforma sin quererlo en la Bestia del Apocalipsis. Como el propio Mignola confesaba, quizá demasiados conceptos en tan solo dos números, pero claves para la historia del personaje argumentalmente hablando. Y creativamente también, porque la Isla fue la última historia dibujada por Mike Mignola hasta diciembre de 2012, con la traca final de Hellboy en el Infierno (exceptuando el relato corto “En La Capilla de Moloch” en 2008).

Aquí entra en escena Duncan Fegredo. Había llegado el momento de contar el siguiente capítulo de la vida de Hellboy, y según iba cogiendo forma lo que serían los arcos argumentales de La Oscuridad Llama (seis episodios, 2007), La Cacería Salvaje (ocho episodios, 2009) y la traca final con La Tormenta y la Furia (2010-2011), quedaba más claro que nunca que Mignola no iba a poder dibujarlo todo. Con todas las cartas sobre la mesa, había llegado el momento de que Hellboy lidiara con todos esos elementos, de tal envergadura que el trabajo como guionista iba a impedir a Mignola aportar el dibujo. Scott Allie se puso en modo busca y captura para encontrar a un sustituto. “Conocí a Lee Bermejo en una convención de cómics en Chicago en julio de 2004. Tenía un par de dibujos de Hellboy en el libro de bocetos que estaba vendiendo y pensé que si alguien que no fuera Mike tenía que dibujar Hellboy, ese tenía que ser Lee”, recuerda Allie. Lee estaba empezando a trabajar para DC Comics en aquel entonces, pero acordó trabajar en La Oscuridad llama cuando acabara dicho proyecto para DC, que se alargó casi un año. Sin embargo, “las diferencias creativas con Lee nos llevaron a abandonar la colaboración”. “Afortunadamente, la decisión de contratar a Duncan Fegredo fue rápida y ha tenido resultados mucho mejores. Al igual que Lee, Duncan estaba ocupado trabajando para DC y no precisamente en un proyecto pequeño. No le fue fácil dejarlo, pero decidió abandonarlo”, recuerda Mignola con alivio. Duncan era una elección acertada por la similitud de su estilo con el de Mike, al estilo del de otros dibujantes como Gabriel Ba o Eduardo Risso, pero Fegredo pronto encontraría su estilo propio, sobre todo cuando Mignola cambió los guiones para adaptarlos a Fegredo, en vez de los primeros que estaban escritos para Lee (con menos paneles y menos espacio para la narración, algo donde el dibujante de Enigma o Kid Eternity brilla con soltura). Duncan dibuja muchas más líneas que Mike, quien tiene un trazo mucho más limpio y depurado. De hecho, para muchos aficionados llegaría a ofrecer un resultado incluso mejor al de su predecesor.

Además, en esta ronda de “subcontratación” del apartado artístico, Allie también ficharía a una leyenda como Richard Corben. Aunque las aportaciones de Corben al mito son numerosas en cantidad y calidad, la mayor parte de sus aportaciones no entran dentro de la categoría de “relatos esenciales”, siendo más historias cortas o de pocos capítulos donde Mignola divaga. Como se ha comentado, en estas historias (las favoritas habitualmente del guionista) son igualmente disfrutables que las que hacen avanzar la trama, y si encima tienen dibujo de un maestro del terror, pocos peros hay que poner a dichas colaboraciones.

Con el pie en al acelerador, Mignola echa el resto en estas aventuras. Aquí, por tanto, quizá convenga poner un aviso de spoiler para quien no quiera continuar, ya que las revelaciones serán constantes e impactantes. El totum-revolutum de mitologías distintas y separadas que mezcla Mignola al más puro estilo Neil Gaiman alcanza aquí cotas máximas, y en pocas páginas desfilan conceptos que van desde Baba Yaga (de la mitología rusa), Yggdrasil (de la mitología nórdica), Elizabeth Barthorty (la “condesa sangrienta” húngara), Hecate (la diosa griega), un rey de las hadas irlandés, un pez parlante y Morgana Le Fay. “Mi maquinaria interna estaba empezando a encajar todas estas piezas, las raíces y ramas de las historias de Hellboy ya existentes y un montón de cosas que hacía años que iba guardando. Ya podía ver que esta historia sería cerrada”, recuerda Mignola. Gracias a la presencia de Morgana, ahora sí, tanto el lector como Hellboy descubren que este último es el hijo de una bruja descendiente del Rey Arturo. Esta bruja se arrepintió de sus pactos con uno de los señores del Infierno en su lecho de muerte, pero el señor reclamó su alma y se la llevó al infierno, donde tuvo lugar su unión y Hellboy nació como un demonio cualquiera, donde al poco tiempo de morir su padre le cortó el brazo derecho y le puso el de piedra, llave del apocalipsis.  ¡Boom! Su destino es su legado. Y Excalibur es suya, por derecho propio, como heredero legítimo y rey de Gran Bretaña. Pero ni siquiera la insistencia de Alice Monaghan (la pareja sentimental de Hellboy durante estos años post-AIDP) le animará a blandir la espada del Rey Arturo y acudirá al enfrentamiento definitivo contra Nimue sin ella. Tiene miedo de convertirse en la Bestia del Apocalipsis y cae en la trampa que Nimue, la enemiga de Arturo, había plantado para el héroe. Son muchos los detalles que quedan fuera de este resumen (cerdos incluidos) pero, grandes spoilers aparte, realmente merece la pena que los lectores los disfruten por sí mismos. Tan solo es necesario un último gran spoiler, asociado al final del tercer integral de Norma Editorial (agosto de 2010 en Dark Horse): Aunque Hellboy consigue derrotar a Nimue, en un último golpe ella le arranca el corazón y Rojo muere. “Si el infierno me aguarda, no me iré sola”.

Hellboy en el infierno

Hellboy en el infierno será la última historia que escriba y dibuje del personaje”, aseguraba Mike Mignola a comienzos de 2012, refiriéndose al acto final de su personaje. Una nueva miniserie, esta vez de diez números (aunque originalmente se había presentado como serie regular abierta) que contaría el destino de Hellboy en el Infierno. El título no engañaba. Durante cinco años (un episodio en 2012, cuatro en 2013, tan solo uno en 2014, dos en 2015 y dos a mitad de 2016) Mike escribía el final de etapa. Si alejar a Hellboy de la AIDP y todo trasfondo tecnológico que pudiera “entorpecer” a la atmósfera mitológica, la muerte de Hellboy permitió a Mike eliminar todas las escenas terrenales y trasportar al personaje directamente a un mundo que “reflejaba la mente de Mike (palabras del editor). Un Infierno compuesto únicamente por los elementos que más fascinan a Mignola y que más deseaba dibujar, desde decrépitas casas retorcidas y estatuas sangrantes hasta crustáceos XXL. En estos diez episodios cuesta ver las tramas entrelazadas o realimentadas y es más bien una antología de historias y divagaciones extremadamente dispersa, donde tan solo el lucimiento artístico justifica que su autor salga por la tangente tan a menudo. Los secundarios ganan protagonista, la familia de Hellboy aparece y desaparece de repente, las digresiones comen terreno a la épica y el lector tiene dificultades para encontrar una estructura en el supuestamente gran final de saga. Incluso la muerte de Satán a manos de Hellboy casi parece fuera de pantalla. De hecho, el lector más atento descubrirá que el octavo capítulo (de diez, titulado “La mansión de los muertos vivientes”) de esta saga lleva un “FIN” al final, algo que no ocurre con el resto de capítulos previos, ni el posterior. Es un primer final en falso que, realmente y por momentos, funciona casi mejor que el propio final del número diez, también con el recuadro “FIN”. “El final es, simplemente, el final que pensé”.

Ahora bien. Lo que todo el mundo estará preguntando. ¿Significa esto el final de Hellboy? Y esto son spoilers para quien sigue el ritmo patrio de publicación. No. Hellboy volverá. Y, de hecho, lo hará también con guiones de Mike Mingola. La cabecera hermana AIDP, que a estas alturas ya ha superado en número la cantidad de episodios publicados a los de Hellboy gracias a su cadencia mucho más regular, se ha embarcado en un nuevo macro-arco argumental bautizado “The Devil You Know”, dividido en varias partes como suele ser habitual en esa cabecera. Los tres actos publicados hasta la fecha (Mesías, 2017; Pandemonium, 2018; Ragna Rok, 2019) con el muy estable dibujo de Laurence Campbell han traído de vuelta a Rojo, demostrando que esta serie es de todo menos secundaria. De momento, para quienes sigan las aventuras de esta franquicia a ritmo de publicación Norma Editorial, es pronto para hablar de ello (así como de las revelaciones en torno al pasado de Abe Sapien). Lo que es seguro es que, más de veinticinco años después de su creación y con tres películas a sus espaldas (por muy controvertida que haya sido esta última, tan cerca de la visión de Mignola) al personaje le queda todavía mucha tela que cortar. Y a nosotros que disfrutar.