¿Qué es lo que hace que las buenas historias de superhéroes conecten de una forma tan emocional con el público? Es muy probable que cada lector diga una cosa diferente de una manera distinta. Pero lo más probable es que sigan una serie de patrones cortados por la evasión espectacular de la gris realidad y la conexión con los personajes.
Todos y cada uno de los lectores tiene una visión absolutamente diferente de cómo es y cómo deberían ser este tipo de cómics. Y, por ese motivo, es muy difícil que un cómic agrade a la totalidad del público. Pero, de vez en cuando, aparecen autores que consiguen dar una serie de pasos adelante a la vez que son aceptados por el público. Jonathan Hickman es una de esas raras avis que aparecen de vez en cuando para avivar la llama.
Lo curioso de todo esto es que es un autor de difícil digestión muy exigente y que requiere una paciencia por parte del lector en un tiempo que va en dirección contraria. Tiene una voz basada en el misterio y en los huecos que rellena a partir del segundo acto. Todo ello conduce a un clímax espectacular en el que encajan todas las piezas de una forma muy minuciosa. Todo un festín para los lectores que hayan sobrevivido a la lectura de todos los números hasta llegar allí.
Eso es lo que siempre le ha caracterizado a este escritor. Y su transcurso durante años en Los Vengadores, no fue una excepción. Una narrativa pausada, grandilocuente y de un tono profundamente desolador y fatalista. Fueron unos años divisivos en los que el escritor no temió romper algunos moldes y tropos de estos personajes.
Lo que Hickman ha estado contando desde un principio es que una sucesión de colisiones dimensionales estaba causando la desaparición de todas y cada una de las tierras. Y que un evento de estas características iba a producirse en la principal sin que nuestros héroes pudieran hacer absolutamente nada. Y la tierra contra la que iban a encontrarse no era otra que la Ultimate.
El hecho de que ambos universos fueran a encontrarse, ya era algo que los fans llevaban demandando años. Pero no esperaban que fuera a ser de una manera tan apocalíptica. Lo cierto es que el universo Ultimate no estaba en sus mejores años, con lo que iba a ser necesario una reformulación. Algo que encajó en los planes de Hickman.
Otra apuesta arriesgada de estos números es el optar que los protagonistas de la historia no fueran Los Vengadores, si no unos viejos conocidos suyos: El Doctor Muerte y Los Cuatro Fantásticos. El autor vuelve a sorprender con una historia en la que nada se siente como efectista. Por el contrario, es algo muy meditado y medido.
Toma como referencia obvia la Secret Wars original: los héroes se ven trasladados a un nuevo mundo hecho con pedazos de otros. A uno que está controlado de forma indiscutible por Doctor Muerte, quien es visto como una deidad. Además, este mundo, al estar dividido en reinos enfrentados y un muro que separa la civilización de la barbarie, no deja de recordar a Juego de Tronos.
Pero evidentemente, aquí logra conseguir momentos de una mayor verdad y profundidad emocional. A pesar de que lo que cuenta es bombástico, se puede llegar a entender como un estudio de personajes. Este guionista ha tenido la libertad creativa necesaria para contar lo que quería contar y del modo en el que quería hacerlo. Y lo que ha buscado es hacer tanto un homenaje a los años que ha invertido escribiendo a estos personajes, como una despedida. Y, para que funcionase, requería que lo que aquí se contase no solo fuera importante, si no que emocionase al lector. Y no hay emoción sin poner un cuidado a los personajes.
Es muy difícil hacer que todo funcione cuando se está haciendo una cosa con mil y un frentes abiertos. Y lo es aún más que el lector se crea todo lo que estás contando en una era tan cínica. Pero esta es una obra que habla por sí sola. Y el hecho de que haya terminado convenciendo hasta a los más detractores de su trabajo es un indicativo mejor.
El dibujo de Esad Ribic alimenta esa sensación de épica que esta historia precisa. Es un dibujante acostumbrado a realizar proyectos más centrados en las aventuras personales. Pero no había llegado a estar implicado en un proyecto de este calado y ambición.
Logra dar a sus historias de un aspecto cuasi mitológico que tiene mucho de arte pictórico. Para esta historia, además sabe manejar la composición y el ritmo de una forma ejemplar. El croata supo sacar partido y espectacularizar determinadas escenas, creando imágenes que han pasado a ser icónicas y de trascendencia en el imaginario colectivo. Un trabajo de una fuerza incuestionable en el que el artista se atrevió a salir de su zona de confort.
El tomo de Panini Cómics recopila los nueve números del crossover original, así como todas las portadas originales y alternativas, además de una introducción y otros extras.
Si un evento debe suponer cambios significativos, Secret Wars es la encarnación. Uno de los escasos casos en lustros. Esta historia es algo que no solo conjuga las mejores características de los artistas implicados, sino que es un exponente del inabarcable potencial de este género. Una obra para la que cualquier hipérbole puede llegar a quedarse corta. El fin de una. El nacimiento de otra. Tan fácil decirlo. Tan difícil ejecutarlo.
Título: Secret Wars |
Guion: Jonathan Hickman |
Dibujo: Esad Ribic |
Color: Ive Svorcina |
Edición Nacional: Panini Cómics |
Edición original: Marvel Comics |
Formato: Tomo cartoné de 352 páginas a color |
Precio: 35 € |