¿Qué es un monstruo? La RAE lo define de la siguiente manera: “Ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie”. Si se da por válida esta definición, monstruoso es todo aquello que se salga de la norma. Pero no tiene en cuenta cuando la norma es lo verdaderamente monstruoso. Eso hace que la anomalía no sea tan monstruosa.
Esa es la tesis de la que partió Mary Shelley en su magna obra. Y es todo un mito fundacional que buscaba redimir al monstruo frente a una sociedad tan opresora como aquella en la que le tocó vivir. Y ahora llega Monstruos, el cómic de Barry Windsor-Smith que busca hacer lo mismo desde su peculiar perspectiva.
La influencia de Frankenstein (o el Moderno Prometeo) en esta novela gráfica es más que patente. En un principio, este concepto iba a estar protagonizado para El Increíble Hulk, pero terminó siendo rechazado. Y bastantes de sus ideas fueron integradas en la mitología del personaje.
El proyecto fue desarrollándose y pasando por distintas manos, de Karen Berger cuando estaba en DC Comics a Dark Horse. Este trabajo fue cambiando de nombre: de Prometeo al más poético Monstruos, que es con el que ha llegado. También fue ganando en páginas hasta llegar a las casi 400 que ha terminado teniendo. Y ha sido Fantagraphics quien ha decidido arriesgar con esta obra tan personal y complicada. 35 años han tenido que pasar para que esta pieza llegue al público. Y, desde luego, la espera ha merecido la pena.
La premisa parte de Bobby Bailey, un joven mendigo que se somete a una experimentación científica por parte del ejército de los Estados Unidos. Como es de esperar, la cosa no parece salir del todo bien y las consecuencias son terribles para todos los implicados.
La historia es profundamente cubista y se ha buscado trasladar el mito de Frankenstein en la América profunda durante el contexto del auge contracultural. Se busca más hacer un retrato de distintos caracteres por encima de contar una historia de forma clásica. Es un retrato de una época y un ambiente amoral y desasosegante, a pesar de que los temas que plantea tienen una universalidad y una atemporalidad que es lo que hace que el lector contemporáneo se sienta implicado.
La narración es compleja, tiene grandes aspiraciones artísticas y una estructura no lineal. Las epístolas, los recuerdos, el contraste entre los puntos de vista y otras cuestiones juegan un papel crucial para reforzar la problemática y aún vigente y controvertida tesis.
Partiendo de una base psicoanalítica, plantea como el pasado condiciona nuestro presente de una forma trágica e inevitable. Aunque en la obra se ha buscado dar una explicación más metafísica, espiritual y con cierto simbolismo, el hecho es que siempre se ha apostado por una acertada ambigüedad a la hora de obtener respuestas.
Todo en este trabajo es bastante grandilocuente: persecuciones militares, conspiraciones, body horror, muchos viajes… Y, aun teniendo todo eso, lo principal en esta historia es un elemento humano. Se llega a lo grande a través de los conflictos internos en un equilibrio verdaderamente logrado. Aunque no se haya vivido ni se vaya a vivir nada de lo semejante de esta obra, todo es profundamente naturalista.
Sin embargo, no deja de tener una posición nihilista y omnisciente. El lector se posiciona en una posición por encima del relato al poder tener acceso a todas las mentes perturbadas de los personajes. Pero en ningún momento juzga a sus personajes. Por el contrario, simplemente expone tanto el terror introspectivo como el que se exterioriza y, con esa comparación, logra sacar los matices y los grises que se han buscado plasmar.
A pesar de todas las abstracciones y de tener un ritmo sumamente pausado que pida que te pierdas en la atmósfera, en el ambiente y en las pequeñas historias que componen la narrativa, es una historia sumamente entretenida. Si aceptas dejarte llevar por este viaje, se terminará antes de que el lector se dé cuenta. A ello contribuyen unos diálogos ágiles, inteligentes y en los que importa más el subtexto.
El dibujo de Barry Windsor-Smith tiene el nivel de detalle obsesivo y casi enfermizo al que tiene acostumbrado al público. Presenciar este nivel de mimo en todos los elementos de la viñeta es inusual. Es un artista de un realismo apabullante que engrandece la experiencia y lo que se busca contar. La expresividad de todos los personajes es muy viva y, a pesar de tomar decisiones arriesgadas como determinadas angulaciones, funcionan para reforzar lo retorcido del relato.
La obra a su vez tiene un violentísimo tratamiento del blanco y negro. Es algo que está marcado de una forma que no se ha buscado el realismo. Es un trabajo estético en el que se ha priorizado la expresividad de todas las situaciones y, con ello, aportar más información visual. Es una obra de una consistencia estética innegable y muy potente.
El tomo de Dolmen Editorial trae consigo una introducción de Manuel Barrero y un extenso epílogo de Sergio Aguirre, centrado en la carrera artística de Windsor-Smith. Ambos tienen una calidad excelsa. La obra original ha sido traducida por Francisco Pérez Navarro y con Gabriel Regueiro Poza en las labores de rotulista.
Monstruos es dura y llena de dolor que, por imaginario que pueda llegar a ser, es muy real. Pero eso no debería desalentar a nadie. Porque lo que propone es un ejercicio de empatía. Una profundización hacia la parte a la que nadie quiere mirar, pero que está ahí. Porque los monstruos de los que habla esta obra somos todos y cada uno de nosotros. Y sí, eso duele.
Título: Monstruos |
Guion y Dibujo: Barry Windsor-Smith |
Edición Nacional: Dolmen Editorial |
Edición Original: Fantagraphics |
Formato: Tomo cartoné de 384 páginas en blanco y negro |
Precio: 34.95 € |