Parece que las personas están movidas por la necesidad de obtener respuestas. Muchos mecanismos dramáticos tienen que ver con la resolución de un misterio, con tratar de comprender qué es lo que la premisa ha presentado. De algún modo, es un momento complicado, puesto que es un momento en el que el lector o espectador puede sentirse estafado si no se responde de forma satisfactoria.
En este arco de Gideon Falls hay algunas. No todas. Pero, en el fondo, da igual. Porque, en cierto modo, este supuesto misterio siempre ha sido un macguffin. La idea de una maldición y del mal en sí mismo es una idea abstracta. Y así seguirá siendo.
El anterior arco argumental acabó por todo lo alto, hasta tal punto que bien podría haber sido perfectamente el final de este viaje. Hubo un choque, en apariencia definitivo, entre la fuerza protagonista y la antagonista hasta ocasionar una destrucción en el pueblo en el que se ambienta la historia. Mundos Perversos retoma la historia justo en el punto en el que se dejó. Los (¿anti?)héroes de la historia, deben afrontar unas nuevas circunstancias y volver a converger en un punto común.
A pesar de que pudiera parecer lo contrario, todavía quedaban algunas incógnitas y cuestiones argumentales que resolver. Mientras que muchas narrativas tienden a echar un freno a la intensidad dramática, aquí sigue conteniendo una sucesión de escenas muy tensas y de una potencia y un vigor impresionantes.
Las reflexiones metafísicas siguen estando presentes hasta el punto en el que se lanza algo de luz sobre los misterios. Para hacerlo, se vuelve a romper la narrativa para contarlo de un modo fresco. Es un clarísimo ejemplo de cómo se debería hacer una exposición sin que al lector le resulte aburrida.
A su vez, Jeff Lemire puede explorar aún más a los personajes y ponerles en situaciones novedosas y extremas (a pesar de que lo justo es decir que no han tenido una estabilidad en ningún momento). A través de una narrativa en paralelo, conocemos tanto un futuro distópico (en una línea que es un hijo bastardo entre Orwell y los zombies) y un western crepuscular hibridado con el terror. Ambos parecen ser dos posibles secuencias temporales en las que los personajes se han visto varados.
El reputado guionista se sirve de esas dos premisas para mezclar dos cosas muy antagónicas, a pesar de que esas diferencias se puedan presenciar el nacimiento de algo y hacia donde conduce eso. Los conflictos son distintos, pero, de algún modo, están interconectados. Se muestra muy conocedor de ambos géneros y sabe tanto adaptarlos a su historia (cosa que, por otra parte, ya había hecho con anterioridad) así como sacarle todo el partido posible.
Este arco argumental es desconcertante, como lo es el resto de la serie. Guarda algunas sorpresas y, por arriesgadas que parezcan ser, siempre cuadran con la narrativa general. Parece que se esté más interesado en explorar y empujar al límite las posibilidades de los tropos y de la iconografía. El terror aquí no es a algo concreto, si no que tiene un gran componente existencial que desconcierta. Todo lo cuenta claramente, pero todavía sigues sin entender el propósito de esta obra. A pesar de que tiene sentido, y ves el bosque, todos los arboles parecen borrosos. Esa ambigüedad es perfectamente intencional y forma parte de la esencia de esta obra. Y sigue siendo igual de fascinante que cuando pusiste el primer pie en Twin Peaks Gideon Falls.
Es un tomo exigente enmarcado dentro de una historia exigente. Pero contado con una sencillez y una cercanía absolutamente impresionante. Es un equilibrio que no busca pontificar, ni posiciona a los autores en una posición de superioridad. Por el contrario, ofrece una manera de hacer una lectura sobre la realidad desde una perspectiva muy oscura. Y, sobre todo, condenadamente entretenida.
El dibujante italiano Andrea Sorrentino sigue siendo tan refrescante como de costumbre. Aunque se le nota cierta falta de detallismo respecto a anteriores trabajos (tal vez se deba a que estaba preparando la traca final), sí que se le nota esa necesidad de explorar la forma y buscar nuevas formas de contar y de componer cada página. Tiene un estilo divisivo que, sin embargo, encaja a la perfección en los géneros que aquí se tratan y con un tono que tiende a la opresión y a la oscuridad. Estéticamente, por tanto, es lineal respecto a lo que ha venido desarrollando en la serie.
Los colores de Dave Stewart siguen estando igual de afinados como de costumbre. A pesar de estas alturas de la serie, el autor sigue buscando nuevas maneras de innovar y sorprender al lector. Sabe hacer un gran y sutil contraste entre las dos realidades que plantea la narrativa, dándole un tratamiento propio de los géneros que en los que se ambienta este arco argumental. Pero lo hace, manteniendo esos colores oscuros, y apagados. Todo ello contribuye a la creación de esa atmosfera tan densa de la que se hace gala. Es uno de los mejores y más productivos coloristas de su generación y hace que ese pensamiento se refuerce en todos y cada uno de los proyectos en los que se embarca. Y no son pocos.
El tomo de Astiberri, como viene siendo habitual, viene con todas las portadas de los números recopilados.
Gideon Falls 5. Mundos Perversos encamina a los lectores a la traca final en un último número de un mayor número de páginas que promete ser un clímax a la altura de las expectativas. Por el momento, esta preparación es una refrescante epopeya que mezcla dos géneros antagónicos con una maestría e inteligencia notables. Aquí hay un viaje por el espacio y el tiempo con unas constantes muy terroríficas. Esta obra sigue siendo infalible en su disrupción del terror. Y conseguirá ser algo largamente recordado.
Título: Gideon Falls 5. Mundos Perversos |
Guión: Jeff Lemire |
Dibujo: Andrea Sorrentino |
Color: Dave Stewart |
Edición Nacional: Astiberri |
Edición original: Image Comics |
Formato: Tomo cartoné de 120 páginas a color |
Precio: 16 € |