Cuando Brian Bendis fichó por DC a finales de 2017 el grito del fandom DCita fue unánime: “¡Batman! ¡Batman! ¡Batman!”. Lógico, visto el gusto del escritor de Cleveland por las historias de serie negra y dados los antecedentes de su magistral etapa en Daredevil (2001-2006). Pero no, fue Superman -por petición propia-, y fue la Legión de Superhéroes, el Evento Leviatán, y las distintas series y miniseries de su Jinxworld y del sello orientado al público juvenil Wonder Comics y es la Liga de la Justicia. Pero nada de Batman, salvo un par de historias cortas para los números 1000 y 1027 de Detective Comics.
La oportunidad se presentó con el acuerdo entre DC y la cadena de supermercados Walmart del que ya hablamos en la reseña de Superman: Arriba, en el cielo de Tom King y Andy Kubert, donde DC puso toda la carne en el asador con sus dos guionistas estrella y dos excelentes dibujantes, Nick Derington en el caso que nos ocupa. Ahora bien, donde esperábamos un relato noir lleno de angustia y venganza ambientado en oscuros callejones de Gotham City, Bendis nos ofreció una historia llena de color con el Universo DC como escenario.
El Batman unívoco
En principio el público buscado por esta iniciativa era un público generalista cuya relación con los personajes probablemente serían las películas y los videojuegos. En el caso de Batman esto consiste en un personaje oscuro y violento cuyas aventuras van de la Batcueva a los tejados de Gotham, de ahí a un callejón oscuro para pasar al Asilo Arkham con parada en algún sórdido almacén del puerto o en una lóbrega alcantarilla. Todo de noche y con más sombras que luces, con más frases cortantes que diálogos fluidos.
Es verdad que Batman, como escribió una vez Frank Miller, lo aguanta todo, y el público también está familiarizado con el Batman de Adam West, el de Lego o el de la serie de animación The Brave and the Bold, pero la versión canónica para la mayoría es la oscura de las películas de Nolan-Snyder o de la serie de videojuegos Arkham. Bendis desafía esta concepción y presenta una versión del personaje más humana y, sobre todo, más viajera. La tesis está clara: Batman forma parte de un Universo enorme, brillante y aventurero y Bendis y Derington te lo van a enseñar.
La Guía Batman del Universo DC
La historia empieza de la manera más rutinaria posible: el Acertijo roba un huevo de Fabergé -no hay nada más robable que un huevo de Fabergé- de un museo de Gotham y Batman le persigue y, eventualmente, le captura. Todo empieza a salirse de lo usual cuando la joya demuestra propiedades sobrenaturales -todos sabemos que Batman no es muy de magia- y que quien encargó el robo es uno de los grandes villanos de la casa, pero no un habitual para Batman: el inmortal Vandal Savage.
A partir de ahí empieza una locura de viajes en el espacio y en el tiempo en los que Batman se va encontrando con Flecha Verde, Linterna Verde (y, eventualmente, todo el Cuerpo de Linternas Verdes), recibe una pequeña ayuda de Superman y Wonder Woman y va visitando Ámsterdam, Thanagar, Ciudad Gorila o el Lejano Oeste del siglo XIX donde se encuentra, cómo no, con Jonah Hex mientras que en el presente conoce a su descendiente Jinny Hex, en su primera aparición antes de formar parte de su versión de Young Justice. Por salir, salen hasta aquellos Caballeros Atómicos de los 60 que cabalgaban sobre dálmatas mutantes. Salvo por las apariciones del Acertijo, Alfred y Nightwing, Bendis aleja a Batman de su propio subuniverso, aunque finalmente se establecerá que es su bagaje el que le conforma como persona y personaje.
Este no es el Batman “preparao”, el que siempre tiene un plan, sino que en muchas ocasiones se encuentra como un pez fuera del agua, superado por una situación en la que su entrenamiento o sus gadgets no son suficientes y que se enfrenta a los desafíos y equívocos de los choques culturales que tiene que resolver negociando con mucha mano izquierda y más sentido del humor del que nos tiene acostumbrados.
El personaje demuestra además más sentido del deber que de la venganza. Tiene una misión que cumplir, pero no comprende plenamente aquello con lo que se está enfrentando porque se escapa a su campo de conocimiento y por ello no tiene reparos en pedir la ayuda de amigos expertos. Aunque Batman sea el protagonista, rara vez aparece solo en una viñeta, siempre hay alguien colaborando con él, es casi una historia coral que va in crescendo hasta una apoteosis final en dos niveles: una batalla épica multitudinaria y otra en una dimensión espiritual. Bendis no nos (se) priva de nada.
The Brave and the Bald
No hay florituras narrativas en esta historia. Una de las grandes tautologías del cómic es aquella que reza que “Bendis es Bendis” y aquí tenemos todos los tics de su caja de herramientas, incluyendo una escena de interrogatorio policial. Son 12 capítulos de 12 páginas cada uno con su correspondiente cliffhanger y todo transcurre de manera muy lineal salvo casi al final donde hace aquello de presentar otra situación totalmente distinta a aquella en la que ha quedado la historia al final del capítulo anterior, lo cual desconcierta aunque sepas que eventualmente todo cobrará sentido.
Los diálogos son ágiles y divertidos, con las reiteraciones propias del guionista, y le sirven para definir muy bien a los personajes y sus relaciones: el sarcasmo preocupado de Alfred, la chulería de Flecha Verde, la falsa confianza de Linterna Verde, el desparpajo de Nightwing, la serenidad y también el sentido del humor del propio Batman…
En el aspecto gráfico Nick Derington deslumbra. Conocido sobre todo por su imaginativo trabajo en la Patrulla Condenada con Daniel Way, su estilo enérgico y dinámico le sitúa en el mismo campo estilístico de Paul Pope, David Rubín o James Harren con una narrativa clara y sólida y un gusto desmedido por las viñetas en las que el personaje se va moviendo de una punta a otra sobre un escenario único. También, como los autores antes citados, destaca por su cuidada ambientación y el diseño de personajes y seres raros.
No nos podemos olvidar del colorista Dave Stewart, de hecho, EL colorista del mercado estadounidense, alguien capaz de dar a cada historia el tono que necesita. Si abres el cómic que nos ocupa, la paleta de colores brillantes que nos vamos a encontrar ya nos está contando de qué va la historia que vamos a leer.
Mientras que en su Superman Tom King proponía una deconstrucción ensimismada del personaje, en su Batman Brian Bendis lo expande e integra en la riqueza del Universo en el que se mueve el personaje más allá del paisaje claustrofóbico de gárgolas al que estamos habituados. Está bien abrir de vez en cuando las ventanas y que entre aire fresco y aquí Bendis y Derington lo consiguen con muy buena nota.