Título: Vida y Muerte de Toyo Harada |
Guión: Joshua Dysart |
Dibujo: CAFU, Mico Suayan, Doug Braithwaite, Butch Guice, Diego Yapur, Adam Pollina y Kano. |
Color: Andrew Dalhouse, Dan Brown, Kat Hudson y Diego Rodríguez. |
Edición Nacional: Medusa Cómics |
Edición original: Valiant |
Formato: Rústica, 224 páginas a color Tamaño: 17 x 26 |
Precio: 17.5 € |
Tratar de comprender el contexto sociopolítico contemporáneo conduciría a la locura a cualquier individuo que trate de llevar a cabo tan noble gesta. Más aún intentar cambiarlo, sea a mejor o a peor.
La historia de Toyo Harada es digna de análisis. Si bien puede recordar, en cierto sentido, a Ozymandias o al Big Boss de la saga Metal Gear Solid, tiene una serie de particularidades que lo alejan de los referentes. ¿Quién es Toyo Harada? Sí, es un villano. Pero es uno de esos a los que el apelativo se le queda corto. ¿Es menos malo alguien con buenas intenciones (desde su punto de vista, al menos) por las que está dispuesto a tener esqueletos en el armario que alguien que no las tiene? Desde luego, más ambiguo es.
Estas preguntas se lanzan en este arco argumental sin pretender dar una respuesta clara. Es curioso esta sensibilidad en un cómic de esta modalidad a la hora de asociar temas que atañen a un personaje concreto y a los que ocurren en el mundo. Dolores propios y ajenos causados por una pugna por el control de un frágil globo en eterno conflicto autodestructivo.
Joshua Dysart es uno de esos artesanos que, sin hacer mucho ruido, han generado material de calidad, sin mayores pretensiones que para el que han sido concebidas. En 2012 se convirtió en una de las cabezas más presentes en la constitución del renacimiento del universo Valiant. Su parcela de acción se ha centrado, principalmente, en la de los psiots, siendo Harbinger e Imperium las puntas de lanza de una etapa que concluye aquí con Vida y Muerte de Toyo Harada.
Y se va por todo lo alto. Por un lado, lo hace centrándose en uno de los personajes más misteriosos e interesantes de Valiant, que hasta ahora había actuado como secundario o en la posición antagonista. Aunque en algunos números su presencia se haga más palpable que en otros, no ha sido un personaje del que se dispusiera demasiada información. El guionista ha tenido (casi) un folio en blanco a la hora de terminar de matizar y caracterizar a un personaje que lo pedía a gritos.
Dysart no desaprovecha la oportunidad y consigue humanizar a un villano que es entendible (que no justificable), algo a lo que debería aspirar cualquier antagonista que quiera no quedarse en la mera comparsa. Y lo hace con un final absolutamente climático, al que se llega con un crescendo muy bien definido, que permite poder llegar a replantearnos las acciones de los héroes (y del propio Toyo) de las anteriores historias creadas por el guionista.
El guionista opta para contar esta historia con ciertos convencionalismos y recursos que recuerdan, en parte, a la saga Divinity de la misma editorial. Y tiene una estructura no lineal bastante clasicista (por contradictorio que suene) en su desarrollo. Sin lugar a dudas, se ha buscado algo más enfocado en alcanzar un punto en el que haya un alto nivel de peripecia y de giros argumentales sin que ello signifique fuegos artificiales a borbotones. La obra, en último término, recorre caminos ya recorridos y predecibles pero una historia de estas características requiere que así sea.
Cerrar etapas es algo sumamente complicado ya que lo que busca un lector no tiene que ser lo que demande otro. Así que las decisiones, en muchas ocasiones, de echar el freno y aportar lógica aunque eso suponga sacrificar el efectismo, es loable.
Se trata de una historia de geopolítica y espionaje, con lo que se puede prever que incluye peripecia. También es un estudio de personaje y eso es lo que, finalmente, suscita interés. No en vano, es una obra completamente dedicada a un personaje. Y, por las características de este, logra que el tono oscile por momentos a territorios más psicodélicos, experimentales y europeístas.
Esta es una fiesta de despedida y no es de extrañar el impresionante equipo de dibujantes que están más que predispuestos a dar el do de pecho. CAFU lleva la voz cantante (y no es de extrañar habiendo visto unas páginas a las que cualquier calificativo por debajo de espectacular no le harían justicia) y el coro tiene nombres como Mico Suayan, Doug Braithwaite, Butch Guice, Diego Yapus, Adam Pollina y Kano. Todos y cada uno de ellos se encargan de los episodios que indagan en el pasado de la figura protagonista, cada uno con un estilo muy particular. Aunque eso no logra que en ningún momento desentone nadie en el conjunto ya que se ajustan como un gran engranaje al tono de las historias que deben contar. Mirando el todo, gráficamente es portentoso. Especialmente se nota una mayor experimentación formal y de composiciones en los momentos en lo que se indaga en el pasado y/o en los viajes mentales.
Una de las grandes fortalezas que definen a Valiant es que han conseguido el siempre difícil equilibrio de lanzar arcos argumentales que se satisfacen tanto a los lectores con un conocimiento profundo de unos personajes con los que sienten una fuerte vinculación emocional como a los curiosos que se acercan atraídos por cualquier estímulo que les haya hecho apostar por sus cómics. Es una seña de identidad que hace el material accesible a cualquier lector sin sacrificar absolutamente nada, a diferencia de las otras grandes editoriales que publican superhéroes. Incluso en una historia que es el cierre de una extenso ciclo.
Vida y Muerte de Toyo Harada es el punto final a una etapa a la que poco se le puede achacar. Un testamento de uno de los personajes más seductores que ha dado el cómic estadounidense en los últimos años. Un último vistazo, al fin cara a cara, al hombre que vendió el mundo.