A veces es difícil evadir el pensamiento de que el fin del mundo asoma la patita. El cambio climático parece haber llegar a un punto irremediable y los tímidos gestos (más simbólicos que reales) para evitar problemas mayores no parecen suficientes. A todo ello se suma una serie de cambios sociológicos que ponen en cuestionamiento el funcionamiento de las sociedades a largo plazo. Y, por si fuera poco, una pandemia ha aparecido para generar una mayor incertidumbre. Todo se ha vuelto muy raro. O, tal vez, siempre lo ha sido y nos estemos dando cuenta ahora…
En cualquier caso, es difícil encontrar trabajos que capten ese zeitgeist del pensamiento apocalíptico como lo hace Saqueo, del polifacético y siempre interesante autor suizo Frederik Peeters. Esta historia no parece tener, de ninguna manera, un componente generacional que haya sido intencionado. Pero, sin embargo, capta perfectamente cierto sentir pesimista que se percibe entre la generación que ha sobrevivido varias crisis económicas, a una pandemia y que todavía tiene un difícil futuro por definir.
Hablar de la premisa es relativamente sencillo: un chico amarillo y un reflejo suyo hecho de agua viven su propia epopeya oscura en un mundo consumido por desastres nucleares. Tanto la visión crítica respecto a la explotación de los recursos por parte del sistema capitalista y como la llamada de atención en favor de una coexistencia con el entorno son evidentes. Pero más allá de eso, todo está abierto a cualquier interpretación de toda índole. No hay ninguna explicación ni hace falta.
Saqueo es el título más honesto posible a una obra de esta índole. Nació con el protagonista. Peeters robó tomó el aspecto de alguien a quien conoció. Y, a través de ello, distintos conceptos bailaban por su cabeza, hasta que leyó Voces de Chernóbil, de Svetlana Aleksiévich. Ese libro dio cierta cohesión a esas ideas que se han materializado en este cómic. Y reconoce que todas ya cada una de las imágenes que presenta este tomo, vienen inspiradas por otros tantos creadores. Así que el saqueo viene tanto por lo que el hombre ha hecho al mundo, así como por lo que el autor ha tomado prestado de otros durante el proceso. En otros trabajos, como Oleg o Píldoras Azules, el componente autobiográfico y personal está ahí. Pero aquí, por el contrario, parece querer esconderse a través de referencias creadas por otros. Lo cual no debe ser entendido, bajo ningún concepto, como algo negativo. Si no distinto.
A pesar de lo dicho, este es un trabajo claramente de tripa en el que la audacia artística es la responsable de que este proyecto haya salido adelante. Parece que es un tipo de creación que este autor lleva practicando toda la vida. Se mueve a través de una narrativa no convencional y con un claro interés en evadir constantemente la lógica de la razón. Este trabajo nace del lugar más libre, sincero y puro: el inconsciente. Hay que aplicar una lógica simbólica y surrealista para tratar de comprender no solo el alcance y la ambición de la obra, si no sus inabarcables lecturas y los múltiples significados de esta.
Algo que distingue una obra llamada a la trascendencia es que puede llegar a transmitir cosas absolutamente antagónicas dependiendo del estado anímico y vital en el que el lector se encuentre. Y esta obra parece estar que cumplirá ese objetivo. Es compleja y profundamente abstracta, cosa que puede repeler a determinado tipo de público que no busque desafíos. Pero, a la vez, consigue ser muy sencilla y lanzar determinados mensajes que no dejan lugar a la confusión. Llegar a ese punto requiere una habilidad como narrador solo alcanzable por pocos.
Y, además, lo hace sin necesidad de recurrir a una sola palabra. Se trata de un cómic absolutamente mudo. La secuencialidad se produce página a página, con unas elipsis entre ellas que llevan al extremo aquello de “que el lector complete lo que pasa entre medio de las viñetas”. Es un libro que te exige, pero que, a la vez, te compensa con creces el esfuerzo. A pesar de que puedas perderte la infinidad de influencias que incluye, sigue funcionando a un nivel más irracional, emocional e introspectivo, que, por otra parte, parecer ser la intención del creador.
El estilo del artista francés es una clara muestra de su versatilidad. Es limpio y detallista, pero consigue ser espeluznante y crear una serie de imágenes perturbadoras desde una naturalidad impresionante. Por mucho que tenga que mostrar formas abstractas y lejanas, las presenta haciendo que el lector no se sienta como un extraño.
Consigue alcanzar ese difícil equilibrio entre no dejar detalle sin ser abordado pero sin llegar a ser recargado en ningún momento. Desafía constante la realidad y sus páginas responden a una serie de intereses estéticos muy dispares que, de algún extraño modo, consiguen encajar dando la sensación de que hay una historia que contar. Eso hace que esta obra sea de esas que definen lo que es este medio y lo que puede o no puede llegar a hacer.
Los colores empleados no buscan ser naturalistas. Opta por dejarse llevar por emociones y por aquello que cada página debe transmitir. El hecho de que emplee colores de forma sorprendente, alimenta la sensación de irrealidad. Es una pesadilla psicodélica y el artista sabe exprimirla formalmente y jugar con todas las bazas expresivas que permite esta herramienta hasta sacarle el máximo jugo posible.
El tomo de Astiberri se presenta en un portentoso formato apaisado y en él se encuentra una introducción del creador en el que explica las motivaciones detrás de este trabajo además de un breve epílogo en el que explicita una ingente cantidad de influencias provenientes de distintos ámbitos.
Saqueo es una espectacular muestra que va a las raíces del medio y a replantearse cuáles son sus límites. Una proeza en la que se podrían invertir horas analizando cada página y todavía persistiría esa sensación de que algo se te escapa. Un relato apasionante y apasionado tan mudo como ganas de decir cosas. Un imprescindible al que, sin ninguna duda, se volverá una y otra vez.
Título: Saqueo |
Guion, dibujo y color: Frederik Peeters |
Edición Nacional: Astiberri |
Edición Original: Atrabile |
Formato: Tomo cartoné en formato apaisado de 96 páginas a color |
Precio: 20 € |