Las herencias siempre han sido una cuestión bastante complicada. Familias rotas por la ambición de ser el primogénito y principal heredero, afloramiento de las rencillas del pasado y otros fenómenos de esa índole suelen acompañar a la pérdida. Las situaciones trágicas y problemáticas siempre pueden serlo todavía más. Como lo es la decisión del que está cerca de ceder el manto: ¿Quién es el digno sucesor?. En el caso de la familia Black, todavía es mucho más lo que hay en juego.
Cullen Bunn, de algún modo, vuelve a plantear con Manor Black un gótico americano del mismo modo en el que lo hizo en Harrow County, aunque con sus peculiaridades. La idea de un prestigio sustituido por la decadencia, de cómo el ambiente y nuestro pasado determina nuestra identidad y de una comunidad sometida a la presión ejercida por un gran mal ancestral, son algo que ambas obras comparten. Pero más allá de estos puntos en común, esta obra tiene una entidad muy marcada y diferenciada. Nace de la necesidad de contar otro tipo de historia.
La premisa parte de un accidente que acontece en un pueblo estadounidense. El siniestro ha sido provocado por la familia Black, formada por expertos en magia negra y cuyo patriarca necesita un heredero a su posición inmediatamente. Este ha visto una de las pasajeras del coche como su sucesora, frente a sus ambiciosos “hijos”. En paralelo, se narra la investigación policial alrededor de las extrañas circunstancias que rodean el accidente. Y, cómo es lógico, este acontecimiento desencadena una sucesión de infortunios.
Esas diferencias respecto a obras precedentes tal vez provengan colaborar con el guionista Brian Hurtt. A pesar de ello, es muy difícil llegar a distinguir donde empieza el trabajo de uno y de otro, puesto que este proyecto es muy encajable dentro de la trayectoria creativa de Bunn. En cualquier caso, el tono de esta historia es más liviano de lo habitual. Y es que la incursión de la magia aporta unas posibilidades de conducir la historia a otros terrenos que van más allá del terror.
De algún modo, se le puede dar a este cómic una lectura como una historia de sobrehumanos. La magia aquí juega un terreno que equivaldría al contacto con lo sobrenatural y, quien pueda manejarla, obtiene una serie de habilidades sobrehumanas. Tanto es así que recuerda a los mutantes de Marvel, pero con un componente sobrenatural en lugar de genético.
Eso lleva a que los dos autores puedan permitirse hacer un relato que tiende a tener un carácter de mayor espectacularidad. Los personajes son excéntricos y extremos, dentro de una determinada sobriedad. Pero también es cierto que parece más centrado en generar imágenes impactantes que epaten hasta llegar a un clímax que no está tan alejado de una clásica pelea superheroica.
Pero eso no quiere decir que se sacrifique la posibilidad de indagar en los personajes. Están en el centro y se les consigue definir y conocer fácilmente, puesto que son arquetípicos. Aunque el lector pueda sentirse algo distante a nivel de empatía, sí que sentirá interés por los temas y el tratamiento que se les da. En cualquier caso, a pesar de ser un guion imperfecto, todo queda compensado con otros elementos que suscitan la necesidad de seguir leyendo hasta el final.
El guion tiene un ritmo muy ágil y es una lectura que es capaz de desarrollar un mundo relativamente sólido en, tan solo cuatro números. A pesar de que toma una serie de clichés manidos para la construcción narrativa de esta historia, todo se desarrolla de tal modo que el lector no la percibe como tal. Todo funciona y está muy medido para que se mantenga la atención del lector.
Manor Black es una propuesta que se inspira en precedentes célebres y que cuenta algo muy conocido por todos de una forma que se siente novedosa. Tal y como se plantea la historia, es una manera de reconciliarse con el pasado, pero entendiendo que es necesario mirar al futuro y buscar soluciones disruptivas.
Tyler Crook no muestra nada que no haya hecho en anteriores trabajos, pero sigue estando a un gran nivel. Tiene un clasicismo innegable, pero sabe otorgar a todas las viñetas el look que demanda tanto el tono de la historia como los escenarios donde se desarrolla. Es un dibujante muy solvente y que sabe hacer que el lector se sienta cómodo y sobrecogido a partes iguales con un trazo muy claro y limpio.
Los colores que emplea también suelen ser los habituales y, por el tipo de historias que suele contar, encajan a la perfección. De algún modo, ese empleo de muchos colores, pero con un aspecto apagado, da una sensación de desgastado que favorece mucho a esta narrativa. Tiene un tratamiento adecuado que realza las fortalezas del dibujo a la vez que aporta a la identidad visual de esta historia. Al colorear su propio dibujo, y a tenor de su talento, lo extraño hubiese sido lo contrario.
El tomo de Norma Editorial incluye, además de las portadas originales y alternativas y de las biografías de los creadores, unas páginas detalladas al proceso creativo del dibujante.
Manor Black es un gótico americano de primer orden en el que la magia juega un rol trascendental. Subvierte algunas de las herramientas de este tipo de historias e introduce un factor que roza lo superheroico. Una historia que habla de las debilidades humanas y sobrehumanas y sobre como estas pueden suponer una destrucción total. Un cómic de temas profundos y de ligera lectura. Una nueva propuesta notable del tándem que ha creado uno de los mejores cómics de terror en el presente siglo. Una historia que parece haber llegado para quedarse y todo indica que hay planes a largo plazo. Bienvenidos a la familia Black.
Título: Manor Black |
Guión: Cullen Bunn y Brian Hurtt |
Dibujo y color: Tyler Crook |
Edición Nacional: Norma Editorial |
Edición original: Dark Horse Comics |
Formato: Tomo rústica de 112 páginas a color |
Precio: 16.50 € |