¿Qué es un McGuffin? Mejor será que lo explique el maestro del suspense.
Dicho de otro modo: es un recurso narrativo con el que se pueda arrancar la acción dramática, sin que esta tenga verdadera importancia. La tiene para los personajes y la película gira alrededor de ella, pero no debería tenerla para el espectador, puesto que es lo de menos. Arranca la ficción, pero no es de lo que se quiere hablar.
De manera estricta solo son y deben ser objetos inanimados. Pero, a poco que se ponga uno a observar los guiones, el núcleo está en que es algo pasivo. Así pues, también hay películas en las que algunos personajes juegan el mismo papel. Por tanto, es un término muy fácilmente identificable, pero muy amplio y abierto a interpretaciones.
Puede ser una manera de ser anticlimático sin que el espectador se sienta decepcionado. Sirve para distraer la atención del espectador y para plantar incógnitas en su cabeza totalmente triviales. Se emplea con éxito en distintos géneros, con distintas finalidades y con distintos estilos. Es algo que, si se emplea correctamente, encaja en absolutamente todo.
Por tanto, aquí hay unos cuantos ejemplos sin ningún orden jerárquico que bien pueden ilustrar este interesantísimo concepto:
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20. El necronomicón de Evil Dead
Unos jóvenes descerebrados acuden a una cabaña. Vale, la gente podría esperarse otro slasher, tan en auge cuando se estrenó el filme de Sam Raimi. Pero la película no iba a ir por ahí. Los chavales encuentran un libro siniestro y comienzan a jugar hasta que despiertan o invocan a un mal y se lía bastante gorda.
El libro juega un papel como detonante de la película en esta película de culto. Pero no juega un papel clave ni en el desarrollo ni en la resolución de las tramas, que opta por soluciones más violentas y viscerales que metafísicas. Es uno de los Mcguffin’s más divertidos y peculiares.
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19. Dylan de Hijos de los Hombres
El filme de Alfonso Cuarón se ubica en un futuro distópico en el que la fertilidad desaparece y no se pueden tener hijos. Es una humanidad apocada a la desaparición. Hasta que el protagonista termina cruzándose con una mujer embarazada a la que tiene que transportar de punto a) a punto b) y protegerla durante el viaje.
Esta película es un retrato de las sociedades decadentes que pueblan en el mundo. Como buena película de ciencia ficción, la especulación no es más que un mecanismo para hablar de problemas en el presente. Y la distopía no deja de ser una metáfora que exagera los defectos del mundo con intención preventiva. Eso es lo que realmente se quiere hablar en este filme, en muchos sentidos, adelantado a su tiempo.
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18. Andy de Toy Story
Uno de los mejores guiones jamás escritos es el de Toy Story. Su solidez es a prueba de bombas atómicas, pero también está basado en un Mcguffin. Una panda de juguetes con vida propia cuando nadie los ve recibe la visita de uno nuevo. Con accesorios y mucho más espectacular y rimbombante. Como cabría esperar, se convierte en el favorito de Andy, el propietario de los juguetes.
¿Quién es Andy, más allá de eso? El objetivo por el que compiten Woody y Buzz Lightyear. Pero el foco del filme está en la identidad de esos juguetes y en sus relaciones. Hasta tal punto que los objetivos de ambos cambian a lo largo del filme. Andy no juega ningún papel relevante en la trama y es un agente absolutamente pasivo en el devenir de la historia.
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17. La bicicleta de El Ladrón de Bicicletas
La bicicleta es uno de esos símbolos usados por la ficción para darle distintos significados. Además, tiene una gran carga icónica en la cultura popular. Que se lo digan a las películas ochenteras de las que bebe Stranger Things o la nueva versión de It (Eso).
Sin embargo, uno de los tratamientos más inteligentes que se le ha dado al vehículo lo hizo Vittorio de Sica. Durante el contexto de Italia de la posguerra, la población está empobrecida y desesperada. El protagonista de este filme necesita un trabajo y, tras mucho luchar, logra una bicicleta de repartidos con la que, espera, poder mantener a su familia. Hasta que alguien se la roba. Pero no le roba eso.Le roba su única manera de subsistir. La película cuenta su búsqueda del ladrón, en la que la bici pasa a un último plano, y termina con uno de los finales más desesperanzadores jamás realizados. De obligado visionado.
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16. Doug de Resacón en las Vegas
Los protagonistas del filme de Todd Phillips van de despedida a Las Vegas. El plan es marcarse el fiestón padre. Todo es estupendo hasta que a la mañana siguiente acontece el desastre. Se despiertan resacosos en una habitación de hotel destrozada y sin recordar nada. Todo podría ser hasta aceptable si no fuese por un problema: falta Doug, el novio.
Ante ello, deberán hacer una reconstrucción de todo lo que sucedió hasta dar con el paradero de Doug. Toda la película trata de narrar una historia disparatada de una noche en Las Vegas. Se alcanza la comedia por lo absurdo de las situaciones. Ese es el corazón. La premisa va de localizar a un desaparecido, pero no es ese tipo de película.
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15. El anillo único de El Señor de los Anillos
Un anillo para gobernarlos a todos y bla bla bla. Mucha mitología y mucho worldbuilding alrededor de los anillos y, específicamente, el anillo que decidirá el destino de la Tierra Media. Pero es un objeto que no deja de ser una metáfora y que podría verse sustituido por cualquier otro.
Frodo lleva esa carga durante todo el viaje y es consciente de los efector seductores y negativos que tiene. Pero quien crea que El Señor de los Anillos habla de cómo se debe destruir un anillo para salvar al mundo se queda en la superficie.
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14. Pata de conejo de Misión Imposible 3
Cuando J.J. Abrams pasó a dirigir Misión Imposible, estaba claro que todo se iba a construir alrededor de un misterio, como viene siendo habitual en él. Su problema suele ser la resolución insatisfactoria de sus propias premisas. Pero una estrategia que no suele explorar es el Mcguffin, que puede ser una conjugación idónea para sus intereses narrativos y la necesidad de dejar feliz al espectador.
No es raro ver Mcguffins en películas de espías. Pero sí lo es en esta saga. Pata de conejo es un nombre en clave para algo peligroso, pero de lo que Ethan Hunt no tiene ni idea. Debe averiguar qué es y lo hace. Pero en el momento de desvelar la incógnita, el espectador se da cuenta de que la película no iba de eso.
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13. El Santo Grial de Los Caballeros de la Mesa Cuadrada
Vale que es un ejemplo que también huye de lo paradigmático, puesto que los Monty Python nunca han buscado contar una historia convencional. Por el contrario, quieren dinamitar absolutamente todo para conseguir fines cómicos. Esta película no deja de ser una sucesión de sketches unida por un hilo argumental ligero.
Y ese no es otro que el conseguir el Santo Grial. Casi nada. Un objetivo muy artúrico que sirve para que los personajes se unan y se muevan. Pero para nada más. De hecho, cuando se habla de esta película, lo último que se menciona es la dichosa copa.
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12. El maletín de Pulp Fiction
Con todas las piruetas narrativas que ha realizado Quentin Tarantino, no es habitual verle usar el Mcguffin. Todos se concentran en el principio de su carrera y el más recordado e icónico es el célebre maletín que van a buscar Vincent Vega y Jules Winnfield al principio del filme que catapultó al director.
La película de Tarantino también usa otro Mcguffin, el reloj del personaje interpretado por Bruce Willis. Pero no es lo que configura los acontecimientos sobre los que se cimienta la película. Mucho se ha especulado sobre el contenido del maletín: desde un Oscar al alma de Marcelus Wallace. Pero, ¿y qué más da lo que haya ahí dentro?
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11. El halcón maltés de la película homónima
Uno de esos ejemplos célebres y clásicos que se estudian en las escuelas de cine es El Halcón Maltés. El filme de John Huston es un clásico fundamental del cine de detectives que adapta una historia del célebre detective Marlowe. Y tiene la peculiaridad en la que el Mcguffin es el propio título de la película.
Aquí Marlowe sigue una línea de investigación alrededor del asesinato de su socio. Ahí descubrirá un submundo criminal que orbita alrededor de una pequeña estatua histórica de alto valor: el halcón maltés. Pero bien podría ser cualquier objeto. De hecho, al final del filme es completamente denostado. Probablemente es uno de esos ejemplos en los que se ve más claro lo que es un Mcguffin.
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10. Las gemas del infinito del UCM
Al igual que los horrocruxes, en Harry Potter, tan solo es un método de que el protagonista de la historia materialice su objetivo. Pero no es lo importante. También es una manera de estructurar no solo Los Vengadores: Infinity War, si no todas las fases que han conducido a esta película. Pero, más allá de eso, son unos objetos de nulo peso narrativo.
Son excusas argumentales empleadas de forma utilitarista. Thanos no quiere las gemas, quiere erradicar la mitad de la vida. Los Vengadores tampoco, quieren revertir lo que hizo Thanos. Es este el método, pero podría haber sido otro completamente diferente y no se habría alterado nada. De hecho, cuando han dejado de cumplir su función, en Loki, le dan la función de pisapapeles.
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9. La alfombra meada de El Gran Lebowski
El protagonista está tranquilamente a lo suyo, con sus bolos, sus colegas y sus petas cuando unas pandas de matones entran en su casa y le dan una somanta de palos pensando que tiene dinero y, por si fuera poco, se mean en su alfombra. Mal rollo.
Resulta que los asaltantes se confundieron de tipo. Hay un millonario que se apellida igual. Y la misión del protagonista será ir a reclamarle una nueva alfombra por el error. A partir de ahí los Coen despliegan una serie de acontecimientos a cada cual más surrealista e hilarante. Se trata de una película de detectives posmoderna que revisa El Sueño Eterno de Howard Hawks y retuerce todo tanto que nadie se acuerda de la puñetera alfombra al final de la cinta.
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8. El microfilm de Con La Muerte en los Talones
El protagonista de la célebre película de Hitchcock es un publicista con una vida mundana que se ve envuelto en una serie de situaciones a cada cual más inverosímil. De la noche a la mañana es un espía y no dejan de perseguirle por algo que no termina de entender. Es el arquetipo de falso culpable que tanto le gustaba a este director.
En el epicentro de la cuestión hay un microfilm de información comprometida. Pero no se especifica qué es dicha información, de dónde sale ni por qué es tan importante. Hitchcock le dijo al guionista del filme que quería rodar en el monte Rushmore y una escena de un hombre perseguido por un avión en un campo. Que se las apañase para configurar un argumento. Por tanto, en esta película el guion no es lo más importante. Ni falta que hace. Solo un director como este sería capaz de conseguir hacer tanta magia con tan poco.
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7. Los planos de la Estrella de la Muerte de Star Wars
Este ejemplo es tan archiconocido que no vale la pena desarrollarlo más. Qué es más importante: ¿El aprendizaje y el viaje de Luke con la fuerza o el conflicto bélico y las estrategias con las que destruir la temible Estrella de la Muerte?
Por si hay alguna duda ante esa pregunta, Luke usa la fuerza para destruir el arma del Imperio. Entonces, ¿Qué importancia tienen los condenados planos? Más allá que es la excusa para el desarrollo de la notable Rogue One, ninguna.
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6. El arca de la alianza de Indiana Jones
Una de las frases más manidas y comunes contra la primera película de Indiana Jones es que si no hubiese intervenido el protagonista, la película sería la misma. Y así es. Los nazis descubren el arca y terminan derretidos. Salvo por un pequeño detalle: el arca nunca importó lo más mínimo. Y decir eso, demuestra que no se termina de entender las intenciones del filme.
Al igual que en muchas películas de James Bond (otro personaje plano) u otras franquicias de pura peripecia, el objetivo del protagonista no es más que una mera excusa para que se dé una sucesión de set pieces. Importa el viaje y la fisicidad. Y en Indiana Jones se evidencia desde el prólogo. Qué se recuerda más: ¿El pequeño ídolo de oro o la gigante roca que hace que Indy tenga que salir corriendo? Pues eso…
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5. Los horrocruxes de Harry Potter
Este es un poco más resbaladizo. Se presenta hasta bien entrado en la saga para poder dar una manera concreta de derrotar al antagonista de la función. Por tanto, hasta cierto punto es vital tanto para Voldemort como para Potter y compañía.
Ahora bien, son una serie de objetos que, por mucho significado que puedan tener, son perfectamente intercambiables con cualquier otra cosa. Son cosas que se van destruyendo hasta llegar a un fin, pasos que hay que seguir. Pero no son en absoluto lo central y su trascendencia real es escasa.
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4. El dinero de Psicosis
Marion Crane sale huyendo despavorida a un punto de encuentro con un montón de dinero robado. Ha cometido una ilegalidad y trata de pasar desapercibida. Tras un largo y tensísimo viaje, llega a un motel de carretera. Tras aposentarse y conocer a su inquietante dueño, muere asesinada. El dinero se hunde junto al coche. El dinero pasa a no importar lo más mínimo.
Psicosis es uno de los experimentos más salvajes realizado por Hitchcock, pero también incluye una de sus señas de identidad de una forma más que evidente. Se atreve a llevar el concepto Mcguffin al extremo sin que pierda su esencia.
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3. Ryan de Salvar al soldado Ryan
Segunda Guerra Mundial. Un soldado desaparece en combate y el batallón encabezado por el militar interpretado por Tom Hanks emprende la misión de rescatarlo. Vivirán toda una odisea hasta poder llegar a casa. Pero, como se suele decir, aquí lo importante es el viaje.
El homenaje al ejército estadounidense y, más concretamente, a las acciones de este durante la campaña europea es lo que quiso contar Steven Spielberg. Aquí la trama y las motivaciones de los personajes son accesorias en favor de la recreación histórica y bélica.
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2. El maletín con dinero de No es País para Viejos
Y se vuelve a uno de los Mcguffins más empleados por el cine negro: el dinero. Es una motivación muy sencilla y directa para los personajes y es algo por lo que la gente está dispuesta a dar hasta la vida. O, en este caso, de quitarla. Y en esta película, de nuevo, un sicario parece querer recuperarlo (pero no) y quien lo posee lo ve como una solución a sus problemas. Pero más allá de eso, no tiene ningún peso.
De algún modo, juega un papel similar al rescate que reclaman en Fargo y es una seña de identidad del cine de los Coen: una cascada de violencia que arranca de forma tontísima, se desarrolla de manera irracional y termina de una manera en la que nadie gana. Es intrascendente los motivos por los que pasan las cosas, puesto que es azaroso. Y esta película, con un tono más oscuro de lo habitual, no es una excepción.
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1. Rosebud de Ciudadano Kane
Se puede discutir o no si es la mejor película de la Historia del cine o no lo es. Se podrá considerar la necesidad o no de verla. Al fin y al cabo, sus aportaciones han sido refriteadas hasta la saciedad. Pero lo que no se puede negar es el peso indiscutible en la Historia de este medio. Es una película que explica todo lo que vino después, con una valentía y unas ganas de innovar largamente desaparecidas en Hollywood.
Y este es uno de esos casos más ilustrativos de un McGuffin. Un magnate millonario muere y Rosebud es su última palabra. Es entonces cuando un periodista decide investigar quién fue esa persona y por qué dijo lo que dijo. De nuevo, lo que es Rosebud no tiene importancia más que ser una manera de que se pueda hacer el retrato del personaje. Spoiler: es un trineo, pero no es un trineo. Es la infancia perdida que nunca tuvo Kane. Abstracto, ¿no?
Y para rizar el rizo, Kane era una manera de evidenciar el despotismo egocéntrico de Hearst, el personaje que inspiró la película. Y Rosebud era como llamaba a los genitales de su amante. Ouch.
El Mcguffin ha formado parte en algunas de las obras más interesantes jamás producidas. Es una manera muy efectiva de arrancar la acción sin tener que centrar el filme en aquello que menos interesa. Es uno de esos trucos de mago que tiene cualquier narrador que se precie.
Evidentemente, no son todos los ejemplos disponibles. Sería una lucha inabarcable. Pero eso demuestra la eficacia de este mecanismo. Y todavía quedan por venir muchos otros ejemplos por llegar. Porque todo parece indicar que es algo que no envejece y que le queda cuerda para rato.