Lejos quedan aquellos tiempos en los que Harley Quinn era recordada por su amor loco hacia el Joker. Hace ya unos años que la chiflada villana de corazón de oro fue atravesando una metamorfosis acompañada, o precisamente impulsada por, sus distintas caracterizaciones en diferentes medios de entretenimiento. Y es que, si hablamos de un personaje nacido en la pequeña pantalla, en la maravillosa Batman: The Animated Series, tiene sentido que sus aspectos en cada aparición en la Saga Arkham videojueguil del Caballero Oscuro afectasen a su devenir en las viñetas y, así mismo, a su versión cinematográfica.
Que el casting de Margot Robbie fue de lo más inspirado del film en el que debutó, El Escuadrón Suicida (2016), es evidente en vista del lanzamiento de su propia película unos años más tarde, la que acabaría conociéndose como Aves de Presa… y la fantabulosa emancipación de Harley Quinn (2020). Fue al calor del estreno de aquella película, guionizada por Christina Hodson y dirigida por Cathy Yan, que nos llegó la miniserie que nos ocupa, Harley Quinn y las Aves de Presa: a la caza de Harley, una incursión del personaje en el sello adulto de DC anunciada por todo lo alto en la New York Comic Con de 2019 como la secuela oficial de la aclamada etapa que la locuela payasa princesa del crimen protagonizó desde 2013 a manos del dúo creativo conformado por Amanda Conner y Jimmy Palmiotti.
Y es este dúo el principal atractivo de la miniserie de cuatro números que les trae de vuelta a la senda de su querida gamberra para continuar lo que iniciaron tantos años antes: la actualización del personaje, creado en los años 90 por Bruce Timm y Paul Dini, que la catapultó (algo a lo que Harley se aficionaría, a juzgar por este cómic) a la fama como uno de los personajes más icónicos y reconocidos del Universo DC, y una de sus mejores villanas/antiheroínas (según el día). Margot Robbie le cedería su paliducho y colorido rostro, pero Conner y Palmiotti le dieron un espíritu, una nueva vida. En esta miniserie continúan la historia allá donde quedó al final de su etapa al volante de la cabecera. Y, en esta ocasión, pudieron seguir retratando a Harley sin ataduras, sin cortes… amparados por el sello Black Label.
Cocinan aquí para ella una historia que nos reúne con una Harley que lo tiene todo: una vida plena, una compañera que la quiere fieramente, amigos que la apoyan incondicionalmente y, sobre todo, una identidad propia, rodeada de todos ellos, pero a nadie anclada. Sumergida en una fantasía tropical de ensueño, literalmente, Harley tendrá un duro despertar lleno de problemas de dinero, de amor, y de salud, aunque no la suya. Si la conoces, aunque sólo sea un poquito, sabrás que meterse en líos (justa o injustamente… o un poco de ambas) suele desencadenar una oleada de enajenada violencia en la que Harley trata de resolverlo todo a batazo limpio, junto a quienes acaban inevitablemente absorbidos por su órbita. ¡Nada como contar con a little help from her friends!
La señorita Quinzel cuenta en esta aventura con amigos por partida doble. Por una parte, continúa en compañía de su entregada Banda de Harleys haciéndole compañía en Coney Island. La miniserie da por hecho con que sus lectores están ya familiarizados con el elenco, pero a la vez presenta la suficiente información sobre esta pandilla de locos como para que cualquiera pueda entender su rollo. Por otra parte, en torno a nuestra colorida robin hood se reunirá el otro supergrupo que tiene lo que hace falta para seguirle el ritmo, las Aves de Presa, con una alineación idéntica a la vista en pantalla: Dinah Lance como Canario Negro, Helena Bertinelli como La Cazadora, Cassandra Cain como Batgirl (con cameo de su amiga Barbara incluido)… y la detective Renee Montoya, una santa intentando aferrarse a un ápice de cordura.
Conner y Palmiotti se recrean en cada uno de estos personajes, en sus muy diferentes personalidades, humores y energías, llevándoles en volandas por escenas tan violentas como absurdas. Sus dinámicas con Harley quedan reflejadas en distintos detalles y, a su vez, sirven para desarrollar una vez más lo absolutamente suya y única que es ella. Sus planes carecerán de sentido, a ojos de cada una de sus amigas, pero finalmente la retratarán como lo que es: una tía complicada, una cabeza de chorlito pero, en el fondo, más buena que el pan. Parte de ese retrato también es la galería de villanos que esperan a su llegada a Gotham. Entre ellos está su ex, el Joker, y los guionistas juegan con la repulsión que les une evitando que Harley camine sendas pavimentadas con los mismos pedruscos con los que ya ha tropezado mil y una veces, hallando nuevos enfoques, actitudes y aspectos que dan mucho juego con la bendición de esa Black Label.
La premisa es, por tanto, similar a la de la película con la que compartió título y elenco, pero con una riqueza mucho mayor de personajes y de lore de DC Cómics en general y de Batman en particular. Pocos nombres empadronados en Gotham faltan a la cita (especialmente en las visitas a Arkham). Conner y Palmiotti se divierten recuperando algunas de sus creaciones, imprescindibles en su nueva receta, incorporando a las Aves de Presa a la mezcla, y condimentándola con lo mejor de lo mejor (¿o lo peor de lo peor?) de la galería de villanos del Caballero Oscuro… muy disfrutable siempre, ya de por sí. Y aun con todos los invitados de lujo, lejos de ser una lluvia de estrellas, Harley Quinn se mantiene siempre en el centro de todo, el astro rey de su propia constelación.
El sello Black Label ofrecía a la pareja creativa, además, la golosa ventaja de poder permitir a Harley hablar y obrar tan malsonante y violenta como quisiera, sin la amenaza constante de lavarle la boca… “Tratamos de llevar las cosas tan lejos como pudiéramos, de descubrir los límites. También lo intentamos hacer antaño en su cabecera mensual, pero recibimos cantidad de alertas rojas en respuesta a todo”, decía Palmiotti al hablar de su enfoque para la miniserie. Conner recordaba que “el desafío en la serie regular fue inventarse palabras y frases que no fueran tacos e insultos de verdad. ¡A veces, incluso, creamos palabras y expresiones que sonaban hasta peor que sus versiones reales!”. Esta serie limitada fue liberadora, en ese sentido, y Harley pudo soltar por esa boquita cada barrabasada, cada chiste y doble sentido guarro, y cada amenaza perturbadoramente violenta que se les ocurrió. Sin filtros.
No podemos dejar de hablar del arte de Amanda Conner, el aspecto más delicioso de la obra, acompañada por el color de Paul Mounts. Conner llevaba un tiempo alejada de los artes interiores y, aunque nos seguía regalando portadones por doquier, es una gozada volver a disfrutar de ella en las viñetas, más allá de su trabajo en los guiones. En una entrevista con el portal de DC, Conner hablaba sobre el tema: “Siempre me ha encantado ilustrar interiores, la narrativa, el ritmo, actuar y reaccionar a través de los personajes. La cabecera regular de Harley Quinn no fue mi oportunidad para hacerlo porque no soy una artista veloz, precisamente, y tenía que encargarme también de portadas y guiones… jamás habría podido mantener ese ritmo. En esta miniserie, nos hemos asegurado el tiempo extra necesario para encargarme de los interiores, y estoy super contenta de poder hacerlo”. El arte de Conner es tan ligero, limpio y expresivo como siempre, y los explosivos colores de Mounts le sientan de lujo.
La edición española de ECC Ediciones, además de reunir los cuatro números de la miniserie USA Harley Quinn and the Birds of Prey: The Hunt for Harley, cuenta también con el añadido del doceavo capítulo de Harley Quinn Black + White + Red. Este fue el capítulo de dicha antología que marcó la reunión de la dupla creativa Conner-Palmiotti con el artista Chad Hardin, que volvía a los lápices digitales después de ilustrar las aventuras de Harley en su cabecera regular, y con Enrica Eren Angiolini a cargo de la limitada paleta de color. Este breve episodio nos presenta otra de las ideas de locos de Harley: un makeover total de varios de los miembros de su Banda de Harleys hasta convertirse en… ¡Un supergrupo de superhéroes!
Esta es una carta de amor de los autores a la princesa payasa (y a quienes siguieron su célebre etapa) escrita en rojo sangre y purpurina arco iris. Una serie limitada gamberra, con grandes dosis de violencia desenfrenada, humor descacharrante y corazón a partes iguales. Harley Quinn y las Aves de Presa: a la caza de Harley usa a sus personajes de una manera muy similar a la vista en pantalla, pero sin tener que preocuparse por baches constantes a la hora de jugar, sin restricciones de ningún tipo, con todos los juguetes que ofrece Gotham.
“Harley siempre acaba tocando las narices a quienes la rodean. No importa que un personaje, o tú mismo, la ames locamente… acabará agotándote”, decía Amanda Conner al promocionar el título. Lo vemos en cada una de las superamigas de Harley, e incluso en su flor, su corazoncito, su amadísima Hiedra Venenosa. Con lo mucho que Conner y Palmiotti parecen adorar a la explosiva arlequina, ojalá este sentimiento no se extienda a ellos y continúen permitiéndole cruzarse en su camino… una y otra vez.
Título: Harley Quinn y las Aves de Presa: a la caza de Harley |
Guión: Amanda Conner & Jimmy Palmiotti |
Dibujo y entintado: Amanda Conner, Chad Hardin |
Color: Paul Mounts, Enrica Eren Angiolini |
Edición Nacional: ECC Ediciones |
Edición Original: DC Comics |
Formato: Cartoné, 160 páginas |
Precio: 20,95 € |