A pesar de que las vanguardias fueron las que cuestionaban y deconstruyeron (y/o destruyeron) el legado artístico hegemónico hasta el momento, lo cierto es que hubo precursores. De algún modo, el arte de principios de siglo parecía abrazar lo que vendría después y buscar nuevas formas. Anticiparon los trágicos y dramáticos cambios por los que pasaría las sociedades con el avance de las décadas por venir. A finales del siglo anterior, ya comenzaba a dejarse entrever esos signos de hastío y de alienación humana.
Ejemplo de ello es Hambre, de Knut Hamsun, en el que ya comenzaba a estudiar la psicología de la alienación y de la desorientación filosófica. Considerada como una de esas obras maestras que ha dado la literatura noruega, así como una de las grandes desconocidas y tapadas en cualquier enseñanza de literatura. Sin embargo, la influencia de este libro incuestionable para la gente que escribe. Es más que patente en algunos de los autores célebres que vendrían décadas después.
Y pasa el tiempo, hasta llegar a 2019, momento en el que se publica la versión en cómic de esta novela. Ha sido desarrollado por Martin Ernstsen, creador de cómics noruego, con una intencionalidad de reivindicar la obra y darla a conocer a nuevos públicos. Y ha habido que esperar hasta hace unos pocos meses para tener la versión española de este proyecto.
No se puede negar que la espera ha merecido la pena. Puesto que era difícil ver venir lo que uno se puede encontrar al abrir este tomo.
Es una historia character driven, con un fuerte carácter introspectivo. Está narrada desde el punto de vista del protagonista, y su voice over indica la percepción de todo lo que acontece. Pero la cosa es que su percepción está alterada, al ser un personaje tremendamente inestable. A pesar de que la narración es un recurso fácil para acceder a los pensamientos del personaje, logra que el lector empatice fácilmente con todas las miserias por las que se pasan.
Y es que la lectura de este proyecto exige al lector un grado de empatía. Esa es la capacidad que permite que ahondar en una mente en proceso de descomposición resulte estimulante. Es una obra psicológica en la que el surrealismo se abre paso frente la verdad. El protagonista parece tener objetivos, pero no importan en absoluto, puesto que no se termina de discernir qué es lo que sucede realmente o qué es producto de su rica imaginación.
Este es alguien errático y problemático, pero su ansiedad se transmite y parte de un punto de precariedad que es algo que no es extraño para la gran mayoría de la humanidad. Y se muestra con toda su crudeza y su dolor, pero en ningún momento se convierte en una tragedia o en un drama social. Por el contrario, se aprecia cierto espíritu descubridor y con ganas de observar las peripecias de un personaje por sobrevivir.
El ritmo de la historia es el adecuado, pero no se debería leer como una narrativa de corte clásico o convencional. Por el contrario, es de esas que piden al lector que se deje llevar y que acepte otro tipo de posibilidades de contar historias. Es un viaje perturbador, pero sumamente satisfactorio que rompe con cualquier expectativa y, desde luego, no sigue una lógica causal. Ni le hace falta.
Desconozco el grado de fidelidad respecto a la obra original, pero no es necesario conocerla para disfrutar de este cómic. Y es que es uno que sabe exprimir las posibilidades de este medio y jugarlas en su favor hasta tal punto que parece concebido para las viñetas. Es una adaptación que comprende que no debe estar debiendo nada a nadie, sino buscar su propia identidad y recursos si quiere llegar a ser interesante per se.
Hambre se devora. Y te dejará con ganas de ahondar en las circunstancias y motivaciones que llevaron a crear una obra tan desgarradora como esta. Es una mirada al abismo, sin grandes giros artificiosos. La cara oscura de la existencia. Nada más. Y nada menos.
El arte de Martin Ernstsen es muy versátil y sabe manejar distintas claves y tonos. De los escenarios más realistas a las abstracciones más extrañas. Los personajes presentados son siempre expresionistas, pero van de lo cartoon más excesivo a cuestiones de corte más figurativas. Es alguien que consigue plasmar distintos ambientes movido exclusivamente por los emocional, y lo realiza de forma magnífica.
Este cómic parte de un radical tratamiento del blanco y negro, hasta el punto en el que en determinados momentos recuerda al expresionismo alemán. A su vez, invierte los colores cuando es necesario y experimenta con otros recursos interesantísimos. A su vez, el cómic incluye algunas gamas de colores en momentos en los que el protagonista se inestabiliza, con lo que consigue transmitir esa sensación de extrañeza de formas verdaderamente creativas.
Por mucho que la forma sea importante, nunca deja de estar condicionada por lo que se cuenta. Se llega a un destino idóneo en el que se aprecia que cualquier ejercicio de lucimiento no es gratuito, sino que está supeditado a lo que se busca contar. No es un ejercicio vacío, si no que todo suma y se consigue crear una iconografía visual de una obra eminentemente introspectiva.
Nórdica Cómic trae las cuatro partes que componen este cómic en un tomo en tapa dura con un formato idóneo que resulta cómodo en la lectura. Como extras incluyen una breve biografía del escritor de la novela original, así como del autor de esta adaptación.
Hambre no es algo fácil de leer. Ni siquiera es lo más entretenido y directo a lo que uno pueda acceder. Desde luego, es uno de los cómics más exigentes, extenuantes que hay en las estanterías de la tienda de cómics. Pero también es de esas obras que pueden hacer que cambies la perspectiva de las cosas. O, por lo menos, servirá para que te hagas más de una pregunta de calado. Y eso es una excepción. Una estupenda excepción.
Título: Hambre |
Guion, dibujo y color : Martin Ernstsen |
Edición Nacional: Nórdica Cómic |
Edición original: Minuskel Forlag |
Formato: Tomo cartoné de 224 páginas a color |
Precio: 25 € |