Regreso de las vacaciones con un mundillo del tebeo que cuesta reconocerlo. Ha pasado un año desde mi primera columna en Sala de Peligro, y ahora que la releo parece un poco más pre y postapocalíptica de lo que al final ha acabado siendo la cosa, pero ha sido mejor así. Las devoluciones de libros durante la cuarentena y las ventas habitualmente inciertas del verano nos pusieron en una posición delicada, y aunque el cómic digital sigue vendiendo como el ojal una vez pasado el confinamiento, el público respondió a la llamada (de auxilio por parte del sector, y de hambre lectora desde las entrañas) y el año fiscal cerró con números verdísimos. Y siguen al alza. Dicen ahora diferentes informes que, concretamente, el sector del tebeo ha crecido más de un 300%, y la verdad es que me lo creo. En contrapartida, los libros de texto han perdido cuota en más de un 30%, en un sector que condensa una tajada más que gordísima del mercado del libro y que compensa la balanza general para que el resultado sea de estabilidad y no de un escandaloso superávit. La narrativa juvenil está disparada. Ojalá vivas tiempos interesantes, que decía Pratchett.
No todas las empresas han crecido del mismo modo, y está claro que hay una condensación de títulos potentes en manos de pocos grupos editoriales que han contribuido especialmente a este petardazo. Me chivan por el pinganillo que hay mangas punteros reeditándose en tandas de 10.000 ejemplares. Quien pudiera echarles el guante a esos bombones. La contribución más notable a este incremento en las ventas viene de parte del comercio electrónico del libro (que no del comercio de libros electrónicos, como apuntaba antes), con una inevitable tajada de más del 30% concentrado en la plataforma del ¿astronauta? Jeff Bezos. Las estimaciones apuntan a que el desarrollo del e-commerce que se estimaba sucediera en un plazo de diez años ha estallado en tan solo uno. No hay día que no reciba llamadas de comerciales de mensajerías que buscan aumentar clientela. Y atención, porque hasta el momento los costes de producción se habían mantenido más o menos igual, pero las imprentas comienzan a informar de un próximo encarecimiento del papel, como ya ha pasado con otras materias primas como plástico o madera.
No podemos olvidar que, en este nuevo paradigma en el que hay bastante dinero en movimiento y que está acelerando el crecimiento de los actores económicos, quienes peor parados están saliendo son quienes estaban en los límites o fuera del sistema: trabajadores sin contrato, economía sumergida y los eslabones más débiles del sistema de producción. En nuestro sector siguen siendo los autores y autoras, que comienzan a reclamar cada vez en voz más alta porcentajes más equilibrados respecto al resto de participantes en la cadena de valor del tebeo, paridad salarial entre hombres y mujeres, y un reconocimiento digno de su trabajo. Será una de las cuestiones fundamentales, la de poner paz entre los mundos, a la que tendrá que enfrentarse una Sectorial que escogerá a su primera Junta Directiva electa tras asamblea de socios dentro de pocos días. El acercamiento que ha conseguido con las instituciones políticas en los últimos meses ha sido enorme, y faltará por ver qué ocurre con los famosos fondos europeos de recuperación económica y si al tebeo patrio le toca algo. Crucemos los dedos para que la cosa no se quede en un chiringuito (más).
Que estamos viviendo un momento único se refleja también con la aparición de muchas nuevas voces que aprietan un poco más el espacio de las estanterías de novedades (hay quienes están ampliando local mientras charlamos). Algunas con un empuje brutal como la de Moztros y su propuesta de catálogo de americano hardcover a todo tren, otras como Cósmica con un rebranding de marca y nombre que quiere dar nueva inspiración a sus lanzamientos indies, y una multitud de micro y no tan microeditoriales que se han apuntado a la publicación de manga (de todo tipo: clásicos del shôjo, BL de todo pelaje, comedias, reediciones…) No en vano algunas casas especializadas en lanzamientos nipones alcanzan con facilidad las cinco cifras de facturación solo con sus portales digitales cada mes. Y yo insistiendo con el tebeo español. Es que no aprendo. ¡Es que no aprendo!
¿Mucho cómic? ¿Burbuja? ¿Dónde? Precisamente este comercio online es una venta directa, un toma y daca instantáneo. No hay devoluciones en estas transacciones, a menos que mandes un libro con tara. Esto es como vender en feria, pero en lugar de pagar un stand estás pagando embalajes y envíos. Cada vez se imprime menos a lo loco sin saber dónde van a ir a parar los tebeos. Muchas de estas nuevas editoriales que comentaba están cerrando tratos directamente con las librerías, sin pasar por intermediarios logísticos. Y los puntos de venta están asumiendo el cambio y recurren a las fuentes productivas de forma individualizada y casi personal. Vamos, que las librerías están comprando a estas nuevas editoriales sin pasar por las distribuidoras convencionales. Incluso los puntos de venta que menos pensabas que a estas alturas fueran a trabajar fuera de los canales de distribución convencionales están alterando su comportamiento, ya sea a través de campañas de preventa o por el empuje que proporcionan las redes sociales respecto a determinados títulos y el interés de las librerías por cubrir todo el mercado posible. Se han puesto las pilas, y yo a eso digo: sí.
Y esto sin tener en cuenta que vuelven los eventos. Todos los que no se celebraron durante el primer semestre de 2021 han encontrado una oportuna fecha durante el segundo. Llevan más de 500 días sin ingresos, es comprensible que quieran volver al terreno de juego. El calendario está abarrotado: Manchacómic coincide con el Salón del Manga de Alicante, hay tres Japan Weekend consecutivos entre septiembre y octubre, fechas cerradas para Zaragoza, evento nuevo en Madrid a comienzos de diciembre (el hijo bastardo de las Heroes Comic Con Chimpón) y el Manga Barcelona ha dicho que sí, esta vez sí, habrá certamen en Fira Montjuïch. Este BIG EVENT les va a venir como agua de mayo especialmente a las grandes empresas, que llevan prácticamente dos años con todo el material que recogieron tras el Manga Barcelona de 2019 en sus palets, sin atreverse a tocarlo porque aquello es un desmadre de cosas mezcladas (os recuerdo que en Fira Barcelona nos dan menos de tres horas para recoger unos stands que se montan a lo largo de prácticamente dos días, vamos, que no hay miramientos a la hora de guardar libros en cajas. Luego cuando toca desprecintar aquello es un porro tremendo).
Una feria de este calibre viene al pelo para sacar toda la morralla, hacer inventario y poner orden. Y recibir un buen pellizco de cash cash baby. Para el mundo del manga, el año empieza y acaba con el viejo Salón. Si se celebra, perdón, cuando se celebre, podremos decir que por fin cerramos una etapa de incertidumbre global… para entrar en otra. Aquí estamos siempre igual, a la expectativa de qué será lo siguiente, intentando reinventarnos todo el rato para no quedarnos atrás. El único consejo bueno para este negocio o cualquier otro que jamás he recibido es: la realidad no existe, el universo es un holograma, compra oro, adiós. Bromas aparte, el escenario ideal con el que sueña todo editor es un mundo en el que las ventas online se mantengan a este ritmo, las librerías prosigan con su actividad habitual y ADEMÁS recuperemos los ingresos de los eventos que teníamos en 2019.
Yo estoy salivando. Después de la Japan de Madrid os cuento si estamos nadando en oro o en nuestros propios meaos.
Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia (@Fandogamia) y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga. |