Lois Lane, curso de ética periodística

Greg Rucka y las mujeres

Greg Rucka saltó a la fama como escritor a finales de los 90 con la serie de novelas sobre el guardaespaldas Atticus Kodiak. Que el protagonista sea un hombre es una rara avis en la carrera de Rucka, que se ha especializado en historias con protagonista femenina. De todas formas en las propias novelas de Kodiak siempre hay una coprotagonista femenina, ya sea Bridgett Logan, la novia detective de Atticus o la asesina Drama. Su salto a los comics en 1998 lo dio con Whiteout, cuya protagonista es una policía en una estación del Polo Sur. Queen & Country, por su parte,  presenta las andanzas de Tara Chace, una agente del MI6 británico.

En paralelo a estas dos obras publicadas por Oni Press, Rucka empezó a trabajar en DC. Es curiosa la coincidencia en la misma época de Rucka con Brian Azzarello y Ed Brubaker, tres autores muy influenciados por el género negro. Su carrera confluyó pronto con la de Brubaker en los títulos de Batman y la aclamadísima Gotham Central donde destacaba Renée Montoya, que hacía unos años que había saltado de la serie de animación de Batman de Paul Dini y Bruce Timm al UCDC (Universo Comiquero DC) y que salía del armario en la serie sobre el cuerpo de policía de Gotham.

Rucka estuvo muy presente en la última época realmente buena de DC, aquellos cuatro o cinco años alrededor de Crisis de Identidad y Crisis Infinita. A la novela gráfica Wonder Woman: La Hiketeia, que coprotagonizaba Batman siguieron 32 números de Wonder Woman cuyo colofón iba a ser Wonder Woman: Tierra Uno que iba a producir con J.H. Williams III y que finalmente crearon Grant Morrison y Yanick Paquette, reemplazo a su vez del inicial Adam Hughes. El enfado de Rucka con un Dan Didio que le había prometido ese trabajo resultó en su salida abrupta de DC en 2011. Antes había brillado en El proyecto OMAC, donde introdujo a la agente de Checkmate Sasha Bordeaux o 52, donde Reneé Montoya se convertía en la nueva Question y Kate Kane en la nueva Batwoman, a la que escribió en 10 números de Detective Comics. Cinco premios Eisner y un premio GLAAD adornan su carrera. Los premios GLAAD, recordemos, reconocen la labor de autores en distintos campos por su aportación en la visibilización del colectivo LGTB, siendo este aspecto una de las constantes en la obra de Rucka.

En los 2010 Rucka picotea entre editoriales, guionizando al Castigador en Marvel y, sobre todo, con trabajos para Image como Lazarus, Black Magick o La Vieja Guardia, que, no podía ser de otra manera, destacaban por sus protagonistas femeninas. Rucka no ha tenido mala suerte con las adaptaciones cinematográficas: Whiteout estuvo protagonizada en 2009 por Kate Beckinsale y Netflix adaptó el año pasado La Vieja Guardia con Charlize Theron.

Las muchas vidas de Lois Lane

La Lois Lane de los 40 era una periodista aguerrida y con carácter, metiéndose en líos continuamente en busca de la noticia para desenmascarar políticos corruptos y jefes criminales, provocando que Superman tuviera que salvarla muy a menudo. Su modelo fílmico podrían ser Katherine Hepburn o Hedi Lamarr. Estaba enamorada de Superman pero no se mataba por conseguir casarse con él.

La Lois Lane de los 50 y 60 también era periodista, pero su principal objeto de investigación era la identidad secreta de Superman (Duda: ¿por qué pensaba que tenía identidad secreta alguien que no va enmascarado?) y los líos en los que se metía consistían en verse continuamente transformada en cristal, niña pequeña, mujer gorda, supermujer, metal, centauro, bruja, piedra, mujer mayor,… siempre relacionado todo con el fin último de llevar a Superman al altar. Ahí Doris Day era la referencia. Protagonizó su propia serie en cuyo título no podía faltar un “Superman´s Girlfriend”. Fueron 139 números entre 1958 y 1974 a los que no se les puede negar el derroche de imaginación.

Los 70 de Lois Lane se permearon de la segunda ola del feminismo y volvió a ser una mujer independiente y con personalidad, a lo que contribuyó la interpretación de Margot Kidder en las películas de Richard Donner y Richard Lester. Era otra vez una periodista aguerrida a la que ni las frecuentes faltas de ortografía le alejaban del Pulitzer. John Byrne enfatizó esta personalidad independiente que bebía de la mujer urbana y profesional de los 80. Más propensa a enamorarse de un Clark Kent que ya no era el patán torpe de antaño, acabó conociendo la doble identidad de Superman y se casó con él, no sin antes enterrarlo. Habrá quien diga que ambas cosas son lo mismo… Vale, toca nuevo párrafo.

La que parecía la versión definitiva del personaje fue transformada en Nuevos 52. Nuevo Superman, nueva Lois Lane, que tampoco se diferenciaba tanto de la Lois anterior salvo que era más joven y no tenía, en principio, relación sentimental ni interés por el Hombre de Acero, que sí que le hacía ojitos y otras cosas a Wonder Woman. Aquello no le gustó a nadie, así que DC decidió volver a los Superman y Lois Lane post Crisis, usando como excusa el evento Convergencia donde la pareja procreaba, tenía un niño y viajaba al Universo DC de los Nuevos 52 para criar en secreto a su hijo. Cuando el Superman y la Lois de esa realidad morían y, vía la intervención de Mr Mxyztlpk (no decimos Mxyzptlpkazo porque Mefistazo suena mejor, pero lo mismo es, que es lo mismo) se contaba algo así como que ambas versiones de cada personaje eran en realidad el mismo que se habían separado y luego unido y yo qué sé. No me preguntéis, que yo no tengo la culpa.

Así que los 2020 empiezan con la Lois Lane de John Byrne, esposa y madre, pero, sobre todo, periodista estrella, algo que Bendis respetó y mantuvo en su etapa en Superman en la que dejó huella, SU huella, resucitando a Jor-El, mandando de viaje por el espacio a Lois y su hijo Jon al que hace crecer varios años de un golpe, exponiendo en prensa que Lois tenía un lío con Superman -recordemos que ella con quien está casada es con Clark Kent- y haciendo que el Hombre de Acero revelara su  identidad secreta con todas sus consecuencias.

Lois Lane, el poder de la prensa, la independencia y la sororidad

Rucka retomó su relación con DC en 2016 con el Renacimiento de Wonder Woman, casi una continuación a su primera etapa en el personaje a principio de los 2000. Ese mismo espíritu continuista lo encontramos en la maxiserie de doce números sobre el segundo personaje femenino más importante de DC que realizó junto a Mike Perkins, entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020 con solo un retraso de un mes a pesar de la pandemia. El punto de partida está anclado en la realidad, los centros de internamiento para inmigrantes “ilegales” menores de edad que eran separados de sus padres por la Administración Trump. En ningún momento nombran al presidente, y de hecho no he podido encontrar quién es en la actualidad del Universo DC, pero la referencia es obvia. Pero no es solo una cuestión de racismo o xenofobia: el establecimiento de esos centros ha generado pingües beneficios para las empresas afines a la Casa Blanca que los construyeron y mantienen. Cualquier parecido con la realidad…

Y si había dudas, la relación de la Casa Blanca con el periodismo es tan complicada en el Universo DC como en el nuestro. Lois es vetada por sus preguntas sobre el tema que está investigando, tal y como pasó con varios periodistas y medios durante el mandato de Trump. En todos lados cuecen habas, también en nuestra España hay partidos que vetan a medios y raro es el político que acepta preguntas durante las ruedas de prensa. Y la Prensa traga. La que no traga es Lois, que sigue con su investigación lidiando en paralelo con la mala imagen que tiene por su supuesto affaire con Superman a espaldas de su pobre y cornudo marido Clark.

La historia se para en el papel de la prensa, sus métodos de investigación, hace referencias a los míticos Woodward y Bernstein, los descubridores del escándalo Watergate, e incluso te explica cómo se relacionan los periodistas con sus fuentes y cómo los niveles de protección de la privacidad de la fuente afectan a la credibilidad de la noticia. Especialmente reseñables son las conversaciones con un Perry White al que Rucka retrata como a un editor como los que hemos visto en las películas: exigente a la vez que preocupado y poniendo cordura a las ansias de verdad de Lois. La vida de Lois corre peligro cuando las empresas objeto de su investigación se ponen nerviosas y ella no quiere lo obvio: que su superpoderoso marido le saque con facilidad las castañas del fuego. Aunque a regañadientes, Superman acepta y respeta la decisión de su esposa. Pero como sola no puede, pero con amigas sí, recaba la ayuda de Renée Montoya, a la que usa como investigadora y guardaespaldas.

Aunque ha habido varios cambios de continuidad en las dos últimas décadas esta Renée es la que se convirtió en Question en 52, tanto es así que se referencia la muerte del anterior detentador de la identidad heroica en dicha serie… y hasta aquí puedo leer. Además, Rucka crea para la ocasión a dos nuevos personajes, Jessica Midnight, una mujer con la mente fracturada y una monja, la hermana Clarice que son reclutadas por Lois para que le ayuden a detener a una asesina a sueldo que pretende matarla, pero también para poder ayudarlas, ya que Lois tiene un secreto. Lois conoce el Secreto del Universo.

Se conoce como Efecto Mandela una situación en la que un grupo amplio de gente coincide en que un hecho histórico falso ha ocurrido cuando no es cierto. En la Sudáfrica de 1990 mucha gente se sorprendió cuando Nelson Mandela fue liberado de la cárcel porque pensaban que el líder político había muerto en prisión. Hay explicaciones psicológicas y hay otras explicaciones físicas, la más exótica de las cuales sería que esos falsos recuerdos son hechos sucedidos en un universo paralelo a los que nuestras mentes pueden acceder. También sería la explicación de los deja vu, que aquí no serían un error de Matrix.

Greg Rucka aprovecha la ocasión para justificar todos los fallos de continuidad y de personalidad de los personajes DC: se trataría de un Efecto Mandela cósmico de manera que habría muchísimas personas, entre ellas Lois, Question, Midnight y la hermana Clarice, que atesoran recuerdos de versiones alternativas. La gran cuestión moral asociada es: ¿puede Lois como periodista revelar este hecho al público, un hecho que haría cuestionarse a la gente la propia naturaleza del mundo? De nuevo, la ética periodística a debate.

El papel de Superman en la historia es el de marido: pareja, amante, amigo y confidente. Rucka construye muy bien la relación de ambos, del, probablemente, amor más profundo del Universo DC. La maxiserie, como hemos dicho antes, transcurre en paralelo a la continuidad de DC, y hay un número asociado al Evento Leviatán que sirve para que Lois reflexione sobre la complicada relación con su padre y donde nos enteramos que fue una adolescente gótica.

Mike Perkins firma el dibujo en un estilo realista pero de trazo suelto y en ocasiones sucio que le sitúa en el mismo campo estilístico de autores como Jackson Guice, Mike Lark o Steve Epting. Su labor es muy efectiva y consigue diferenciar bien a sus personajes femeninos, una labor para la que no todos los artistas están preparados, destacando especialmente una Question estilosa que huye del traje y el sombrero de su predecesor. Además de las portadas de Perkins cada número contaba con una variante firmada por una autora: Emma Lupacchino, Amanda Conner, Tula Lotay, Jenny Frison,…

El regreso de Rucka al redil de DC no ha podido ser más afortunado. Aunque la trama política se va diluyendo cuando otras van tomando más protagonismo,  es una buena historia y nos reconcilia con Superman dentro de la continuidad oficial de DCQuizás lo que menos cuadre es ese subtítulo de Enemiga del pueblo que parece calificar a Lois pero que en ningún momento case con la historia que se cuenta aquí, porque Lois es enemiga del poder mal empleado y amiga de la Verdad, la Justicia y un Mejor Mañana.