Manga Barcelona y los editores se apoyan en la ilusión para imponerse a la pandemia

En el acceso al palacio 4, que todavía funciona como punto de vacunación contra la COVID-19, dos tipos disfrazados de Vegeta (Dragon Ball) conversan animadamente con un agente de seguridad y varios miembros del personal sanitario. La escena resume de manera elocuente lo que ha sido la 27ª edición de Manga Barcelona: un ejercicio de resistencia e ilusión frente a la pandemia que confinó la cita del año anterior entre los cuatro márgenes de las pantallas de los ordenadores.

“Había ganas de salón” es una de las expresiones que más se ha repetido durante el fin de semana tanto en los pabellones como en las redes sociales. Las entradas se agotaron apenas unas horas después de ponerse a la venta y el entusiasmo del público llegó a colapsar la plataforma de ticketing con más de 15.000 conexiones simultáneas. La avalancha digital se repitió cuando el pasado martes FICOMIC puso a la venta algunos boletos cuyo proceso de compra no se había llegado a formalizar en la primera ventana. Así que, a pesar de no haber podido traer a la capital catalana a autores japoneses, de contar con un 20% menos de expositores (entre los que ha destacado la ausencia de Ivrea) y de las restricciones de aforo, el lleno estaba asegurado.

Según los datos remitidos por FICOMIC, desde que el salón abrió sus puertas el pasado viernes 29 de octubre más de 120.000 personas han paseado entre los stands de editoriales, librerías, exportadores de merchandising y comestibles japoneses… La cifra, que implica un descenso de casi 30.000 visitantes respecto a la última edición previa a la pandemia, ha sido valorada por la organización como un “éxito”. Y es que todos los indicios apuntan a que, a pesar de los condicionantes sanitarios y económicos, si el aforo hubiese podido ser mayor, Manga Barcelona habría vuelvo a batir el récord de asistencia.

“La COVID ha condicionado de muchas maneras Manga Barcelona. FICOMIC ha estado en un ERTE durante mucho tiempo, la mayor parte del personal fijo no podía trabajar, y tampoco había ingresos, porque si no hay evento no hay ingresos”, explica Oriol Estrada, coordinador de Exposiciones y Actividades de Manga Barcelona. Con el condicionante de un presupuesto en el que forzosamente tenía que notarse la ausencia de los ingresos por taquillaje que debían haber generado las ediciones de 2020 de Cómic Barcelona y Manga Barcelona, y menos personal disponible, organizar el evento se presentaba como un reto aún mayor. “Hacer más con menos” es una máxima que hace salivar al empresario neoliberal y que el coaching ha convertido en mantra, pero no suele ser viable sin que el personal trabaje explotado hasta echar el bofe; con menos recursos lo razonable parece que los resultados sean más discretos. Y, sin embargo, el equipo de FICOMIC ha logrado levantar un evento en el que, más allá de que las restricciones dictadas por el gobierno nipón y los constantes cambios en las restricciones locales hayan hecho imposible desplazar a mangakas japoneses, la austeridad pasase razonablemente desapercibida.

Tal vez el aspecto en el que más se han dejado notar las limitaciones haya sido en lo tocante a las exposiciones. Unos días antes del evento, la página web de Manga Barcelona aún mostraba las de años anteriores. Aparecía, por ejemplo, la maravillosa muestra en torno a la obra de Osamu Tezuka que ofrecieron en 2019, un precedente que, probablemente de forma injusta por su extraordinariedad, subraya que la única exposición de la que ha podido disfrutar el visitante en 2021 haya sido una versión ligeramente ampliada de los plafones que explicaban el cuarto de siglo de historia de Manga Barcelona.

También es cierto que la organización jugaba con el público a favor para llevar a buen puerto este 27º Manga Barcelona. Los diferentes agentes implicados partían de la base que la mera celebración del evento constituía un triunfo. Contra los numerosos condicionantes negativos impuestos por la COVID-19, ese “había ganas de salón” generalizado resulta fundamental para comprender el éxito de una edición que corría el riesgo de percibirse como descafeinada. “La gente simplemente está encantada de poder volver y eso compensa las ausencias que pienses que pueda haber este año”, resume Estrada.

A la buena entrada y la sensación general de entusiasmo hay que añadirle el aumento de las ventas. Ya antes de que se apagasen los focos de los pabellones, los editores de Norma Editorial y Planeta Cómic declaraban haber registrado un significativo aumento de las ventas respecto a la edición de 2019. Al pie del cañón en el stand de Fandogamia, el rotulista y maquetador Rubén Solas explicaba durante la jornada del domingo que, en el caso de la editorial valenciana, “mejor que otros años no, porque es muy difícil, pero sí que nos esperábamos que la gente fuese a tener más reparo en gastar dinero. Están comprando muchos tebeos, muchas camisetas…”. Sensaciones positivas que compartían en el espacio de Satori Ediciones, en el que han despachado un buen número de ejemplares de Relatos terroríficos de Kanako Inuki, que ha copado las ventas, seguido de Tatsumi y una preciosa edición de la novela Kokoro, de Natsume Soseki, según declara el editor del sello asturiano, Alfonso García.

Manga Barcelona ha vuelto a ser, por tanto, una necesaria alegría económica para un sector que vio como la pandemia mantenía cerrados sus puntos de venta durante varios meses, y que en este último trimestre del año está teniendo que hacer frente a la escasez y la subida de precios del papel y el cartón. Días antes de la cita, de hecho, Norma Editorial lanzaba un comunicado oficial en el que confirmaba diversos cambios en su calendario de publicaciones como consecuencia de los problemas con el suministro de materias primas.

Con esas dificultades para conseguir papel como un gran interrogante sobre el futuro a corto plazo, el salón ha sido también el escenario en el que los distintos sellos han anunciado las nuevas apuestas con las que buscarán hacer frente a un ejercicio que se promete complicado. En este sentido, también desde el auditorio, editores, libreros y lectores se han procurado buenas noticias y argumentos para el optimismo. Para cuando se inaugure la 28ª edición de Manga Barcelona, los primeros habrán puesto ya en manos de los terceros, a través de los segundos, títulos clásicos tan esperados como Ashita no Joe de Ikki Kajiwara y Chiva Tetsuya, que publicará Arechi Manga, o Himitsu Sentai Goranger, con la que Shotaro Ishinomori sembró la semilla de lo que terminaría por convertirse en la franquicia Power Rangers, y que podremos leer en edición de la catalana Ooso Comics.

Al margen de la recuperación de clásicos inéditos en España, el evento también ha servido para desvelar cuáles de los títulos que están de actualidad en Japón llegarán próximamente al mercado nacional. En este sentido, destaca la apuesta de Planeta Cómic, que ha firmado dos de los caramelitos que estaban sobre la mesa: Kaiju No. 8 de Naoya Matsumoto, el último gran superventas de Shonen Jump, y el spokon heredero espiritual de Capitán Tsubasa y que aspira a heredar la corona que ahora mismo ciñe Haikyu!!, Blue lock, de Muneyuki Nakeshiro y Yusuke Nomura. Además, en un año en que, circunstancialmente, los autores nacionales han tenido una presencia más destacada que nunca, el gigante editorial desvelaba que su revista Planeta Manga pasará a tener una periodicidad bimestral.

También Milky Way Ediciones ha logrado el aplauso de los lectores con una larga lista de nuevas adquisiciones entre las que destacan Terra E de Keiko Takemiya. Norma Editorial, al margen de anunciar publicaciones vinculadas a varios de los títulos estrella de su catálogo, publicará Kowloon Generic Romance el seinen de Jun Mayuzuki que el año pasado estuvo entre los nominados a los Next Manga Awards. Con las mismas coordenadas demográficas, Panini editará con el título de Sexy Cosplay Doll (Sono Bisque Doll wa Koi wo suru) el manga en que Shinichi Fukuda viene trabajando desde 2018 y que también ha asomado la cabeza entre los nominados a varios premios. Por supuesto, se anunciaron decenas de títulos más.

Así las cosas, al éxito de asistencia, el aumento de las ventas y el intangible de la alegría se le suma una suculenta sucesión de anuncios que confirma la dinámica de crecimiento que el manga lleva años experimentando en nuestro país, y que ha de servir no sólo para generar conversación entre lectores y asistentes a la presente edición, sino para comenzar a sembrar la cosecha de la próxima. Un 28ª Manga Barcelona que deseamos que pueda celebrarse sin la sombra de la escasez de materias primas y la austeridad impuesta por la COVID-19 cerniéndose sobre los pabellones de la Fira de Barcelona.