El gusto del Cloro, transmitir sin rostro.

Bastien Vivés es un autor que genera bastante controversia con sus obras, al menos en los países francófonos, ya que en España no ha suscitado tanta polémica. Desde la emoción desbordada en Polina hasta el erotismo más turbio de Los melones de la ira. Dicha controversia es algo que sin duda es premeditado por parte del autor. Para algunos un pervertido, para otros un provocador. Hay una cosa que está clara: es un genio de la narrativa. Y precisamente el cómic que tenemos ahora entre manos se puede considerar una masterclass de narración sin que lo empañe polémica alguna.

 El gusto del cloro, que ha vuelto a ser editada por Diábolo Ediciones hace unos meses, es una pequeña historia romántica. Un tebeo breve y conciso sobre un joven que tiene escoliosis y no le queda otra que ir a nadar siguiendo las indicaciones de su fisioterapeuta. No le gusta especialmente, pero la cosa cambia cuando allí conoce a una nadadora. Ella es excampeona de natación y le enseña a nadar mejor. No tarda mucho en enamorarse de ella y coger gusto por la piscina. Y… hasta aquí se puede contar sin destripar la historia aunque sería justo decir que no hay mucho más. Y ahí reside su magia.

La historia, si a trama nos referimos, es solo eso. Ni siquiera tiene un desenlace claro. De hecho, apenas tiene diálogo. Unas ciento treinta viñetas sobre la historia de un chico en una piscina. De él no se sabe nada, ni su edad, ni de que trabaja, el lector ni siquiera sabe los nombres de sus protagonistas.  Es una locura imaginar algo así y, sin embargo, funciona a la perfección. Tal y como está narrada la historia, la manera en que transmite sensaciones, pensamientos, miradas… Se siente como un insulto declarar que eso es todo.

Empezamos conociendo el desencanto del chico en sus primeros pasos en la piscina pública hasta que adquiere el “gusto del cloro” gracias a esa chica que acaba de conocer. No obstante la historia que aquí se narra huye de los tópicos de “chico conoce a chica” y el coqueteo entre jóvenes. La interacción entre ellos se siente auténtica y, además, al huir de ciertos estereotipos consigue que la trama llegue a más gente aunque no se identifique con el chico.  De hecho se podría considerar como algo arromantico y que los jóvenes no tratan de ligar, sino que simplemente se sienten bien el uno con el otro. Eso ya depende del punto de vista de cada lector y lectora y el matiz que le quiera dar.

Lo que lo hace especial a este tebeo, como decíamos al principio, es que aunque apenas tiene diálogo las sensaciones que provoca, las miradas entre ellos, la expresividad de sus figuras, el ambiente relajado que transmite la piscina, donde se desarrolla casi por completo, están tan bien recreadas que absorben al lector por completo.

 El dibujo es sencillo, suave, casi sin siluetas marcadas o trazos bruscos. Los dibujos apenas tienen cara, que no expresión, y el decorado en casi todo el tebeo es el de una piscina. Y se siente cómodo. No se hace monótono. Y lo más importante transmite sensaciones. Se centra sobre todo en sus cuerpos. El de él parece frágil, fuera de su elemento. El de ella, excampeona de natación, muestra mucha más seguridad.  Entre gafas de buceo y la falta de detalle, no se dibuja ninguna mirada excepto en un par de ocasiones y, sin embargo, durante toda la historia puede leerse perfectamente las miradas de los protagonistas. Cuando se extrañan, cuando se preocupan, cuando se ríen  e incluso cuando se enamoran. Es algo magistral que cuesta explicarlo, pero que en las páginas se plasma perfectamente, sin artificio, solo con el buen hacer del dibujante. Además, el color se basa principalmente en tonos fríos y verdosos que evocan al agua de la piscina dejando que sean los propios cuerpos de los personajes las notas cálidas que destacan en las viñetas.

  El gusto del cloro es un poco amargo, hace que te lloren los ojos y te deja un regusto seco en la garganta. Es lo que queda tras leer este cómic, este paréntesis de una vida que puedes observar en un relato muy modesto lleno de metáforas. Se lee rápido, precisamente como esos momentos fugaces de la vida que parece que atesoramos, a pesar de que el tiempo se lo acaba llevando. Muy diferente a sus otras obras, pero con igual manejo de la narrativa secuencial. Se disfruta pese a que el punto de inflexión del cómic, eso que no se puede contar sin estropear la historia, deja con una sensación de haber asistido a algo importante. Aunque al final no deja de ser una parte banal de la vida para lo bueno y para lo malo.

Título: El gusto del Cloro
Guion: Bastien Vivés
Dibujo y color: Bastien Vivés
Edición original: Editions KSTR
Editorial: Diábolo Ediciones
Formato: Cartoné, 144 páginas
Precio: 17,95 €