Quien forme parte de cualquiera de las muchísimas asociaciones protectoras que, cada día y a lo largo y ancho de todo el mundo, obran auténticos milagros en las vidas de millones de animales desamparados, ignorados y olvidados por las instituciones, conocerá esa mezcla de emociones que nacen de lo que ven y viven durante su voluntariado. Incluso si tu participación es desde la lejanía, como padrino, mecenas o seguidor en redes sociales, es difícil no compartir su alivio en cada rescate, su alegría con cada adopción, pero también su frustración con cada historia turbia, cada injusticia de las que escapan esos animales. Es una combinación de sentimientos que a veces puede embriagar y que, dependiendo de cada uno, de su cercanía a esas situaciones y su manera de sentirlas y digerirlas, puede resultar difícil. Difícil de vivir o, en este caso, difícil de expresar de manera elocuente, liviana pero en todo momento certera, en un medio como es un cómic.
José Fonollosa ha demostrado, una vez más, un equilibrio natural perfecto para lograr transmitir lo mejor de la experiencia, el puro gozo de ayudar a los animales y compartir con ellos un camino hacia una vida feliz, sin dejar de reflejar el lado feo de la moneda, pero siempre desde el optimismo. Ya en 2019, el autor se lanzó a retratar en viñetas su experiencia cuando comenzó su labor como voluntario en la Protectora SPAX (Sociedad Protectora Animales Xàtiva), ayudando a cuidar de su refugio y de sus inquilinos perrunos, en Refugio. En aquella obra, también publicada por Grafito Editorial, nos mostraba la transformación de los perros que llegaban al refugio, rescatados por sus voluntarios o directamente abandonados en sus puertas. Una transformación tanto física como psicológica, gracias a los voluntarios y su valioso trabajo constante para ayudarles a superar miedos, traumas y desconfianzas, hasta estar listos para un nuevo hogar, y una nueva familia que les quiera bien.
Pero desde aquello ha pasado mucho tiempo, dos años que han parecido lustros, y una pandemia que ha afectado a las vidas de todos, humanos y animales. Por suerte para nosotros, José Fonollosa decidió registrar su particular experiencia durante el confinamiento y tras el mismo, cómo los miembros de la protectora lograron continuar ayudando a quienes les necesitaban, y cuál es el aspecto de esta “nueva normalidad” en su centro. El resultado es Diario de un Refugio, la obra que nos ocupa, un retrato fiel de sus vivencias que narra su cotidianidad desde la empatía, el humor, el cariño y la admiración a sus compañeros de refugio (independientemente de si estos caminan sobre dos o cuatro patas). Como su predecesora, Diario de un Refugio también nos llega de manos de Grafito Editorial.
Cuando lanzó su anterior obra, el autor explicó que su propósito era mostrar lo que era realmente un refugio. Mucho más que un simple lugar “donde van a parar los perros sin hogar, los abandonados, los perdidos”, un refugio es la gente que lo conforma, y el sentimiento que les une y les motiva en su labor. “Aún recuerdo la sensación que tuve el primer día que entré, sin saber qué me iba a encontrar. Imagino que, como yo en aquel momento, habrá muchas personas y espero que leyendo Refugio se animen a dar el paso y echar una mano a alguna de las protectoras de su ciudad. Seguro que no se van a arrepentir”, decía José entonces. En Diario de un Refugio el propósito es el mismo, visibilizar una realidad de la que no todo el mundo es consciente, invitar al lector a involucrarse en ese voluntariado aunque sea mediante su lectura, desde una perspectiva cercana, simpática, honesta y, sobre todo, muy divertida.
En tiras de viñetas o páginas breves, y con un trazo espontáneo y cartoon y una paleta de colores que tiende a limitarse a tonalidades azules con ciertas excepciones, para emular ese aspecto de un cuaderno o diario lleno de anotaciones que le distingue inmediatamente de su obra predecesora, José Fonollosa narra directamente cada una de las vivencias, detallando el contexto que las rodea y los protagonistas de las mismas, con una calidez que hace que inmediatamente sientas el mismo cariño por ellos que el propio autor. Narra lo que ocurre, entre labores de limpieza o de rescate, en los días de visita de los padrinos y los ansiados paseos perrunos. Narra lo que cada perro suele hacer, logrando que les conozcamos por su simpatía y su entusiasta energía, pero también por sus tendencias a la fuga, o por su timidez, o por las amistades que desarrollan entre ellos. Y también narra lo que siente, cuando recibe un aviso por el grupo de WhatsApp de un rescate cercano a su casa y se lanza a la acción, o cuando (contra la voz de la razón, que no tiene nada que hacer) se estrena como casa de acogida de la pequeña cachorrita Rita (nombre temporal).
Se trata de experiencias que no se limitan a la suya propia, se extienden también al resto de sus compis de la protectora. Pero claro, esto es un diario, y la perspectiva reinante será la de José, novato él (aunque no tanto, y cada vez menos). Por tanto, el autor y su gato Toñín serán tan protagonistas del título como los peludos personajes con los que nos encariñamos por el camino. La miedosa Negrita y sus primeros acercamientos, la volátil Star, el escapista Hampton, el ladronzuelo Cartucho, Lluno el coleccionista, Sara, Blue, Botas, Turia, Fujur, Xena, Ramonet… Son muchos los personajes perrunos que nos presentan, y todos tienen su historia y su personalidad. La de Nela, por ejemplo, es una de esas ocasiones en las que Fonollosa es capaz de romperte el corazón, hacerte sentir ramalazos de desesperación hacia la insensibilidad de algunos humanos y, sin embargo, lograr con una sencillez incomprensible que el sentimiento que te acompañe llegado al final sea el contrario, la esperanza. Por no mencionar los innumerables podencos que ponen a prueba la memoria de José, pese a la cual nos hace comprender la importancia del momento en el que un perrete recibe un nombre y, con él, recupera su dignidad.
Pese a ser la segunda obra que José Fonollosa dedica a retratar su tiempo en el refugio, y pese a poder ver claramente que de noob le queda más bien poco, todo en esta vida es un proceso de aprendizaje, también el voluntariado, y nuestro autor/protagonista refleja cómo cada experiencia es una lección que, a veces literalmente, le suman puntos de experiencia, subiendo de nivel. Una de esas experiencias equilibra además al lado gatuno de la balanza y recupera la presencia felina en las viñetas de un autor que se niega a caer en las trampas de elegir entre perritos y gatetes. Si hace ya una década dio inicio a su webcómic MIAU, recopilado por Diábolo en varios volúmenes, y este dio paso a una procesión de títulos como Guia Gatuna en 2012, Toñín, un gato más en la familia en 2013, Ultragato en 2014, Citas de Gatos en 2015, o Perros vs. Gatos (y su segundo volumen) en 2018 (¡sólo un añito antes de Refugio!)… en esta ocasión la representación gatuna llega con la acogida de Los Felipes, la camada de mininos que José (y el propio Toñín) acogen en su hogar hasta encontrarles a tod@s una familia definitiva. Si en todos los anteriores títulos, Fonollosa hablaba con humor de la(s) manera(s) de ser de los gatos, aquí recupera brevemente el aspecto versus amistoso, la dinámica y las diferencias entre perros y gatos, y el por qué todos ellos son geniales.
Cuidar de los animalillos es la parte más entrañable de su voluntariado, pero José también nos muestra otras responsabilidades igual de necesarias que desempeña, y que quizás nunca nos vendrían a la mente al pensar en cómo colaborar con una protectora. La parte más visible es la donación, la adopción, o incluso convertirse en una casa de acogida, pero para que la maquinaria funcione y los perretes vivan bien y encuentren una familia, hacen falta muchas visitas al veterinario, muchas labores de manitas en el refugio, y muchos papeleos de cara a esas adopciones finales. Y muchos paseos, y muchas chuches ricas, y muchos mimos y juegos. Y, a través de todo esto, igual que José comenta la evolución de los perros, cómo estos van ganando confianza, nosotros apreciamos cómo él también lo hace.
Curiosamente, José se reserva la mejor consideración para todos los demás. Habla de las familias que “devuelven” a los perretes adoptados de vuelta al refugio reservándose juicios, siendo sincero pero también comprensivo, y mucho más empático de lo que muchos podríamos ser. Habla de sus compañeros de la prote con absoluta admiración, aplaudiendo su dedicación como si él mismo no se incluyera entre ellos. Una frase recurrente en la obra (y en mi propia mente) es que la gente de las protectoras está hecha de otra pasta. Piensa en todo lo que hacen, y no tardarás en comprender que esto es absolutamente cierto. La protectora con la que colabora José, SPAX, cuenta con su refugio titular para dar acogida a todos los perros que acaban en sus manos, un refugio que mantienen con mucho esfuerzo y dedicación, pero hay muchísimas protectoras que sólo cuentan con el refugio de los hogares de sus voluntarios para ofrecer a los animales que rescatan. Todo esto con recursos mínimos, dependiendo de las donaciones de sus colaboradores y seguidores, y viéndose desbordadas constantemente. Y, más allá de los momentos de frustración y desesperación por no poder hacer más, por no poder llegar a más gente… todo lo hacen movidas por su amor a los animales, su buena fe, y el saber que han cambiado la vida de cada uno de esos animales a mejor es lo que las mueve. Ese mismo ímpetu es el que vemos en José Fonollosa, que también está hecho de otra pasta.
Las semanas previas al lanzamiento de Diario de un Refugio, Grafito Editorial organizó una preventa que duró hasta el 7 de noviembre y que funcionó de manera similar a un crowdfunding, pero con la seguridad de que la obra iba a ser publicada sí o sí. Esta iniciativa generó una serie de recompensas al ir alcanzando metas, y muchas de estas recompensas están ahora disponibles para quienes compren el cómic en su web. Por ejemplo, por 4€ más que suponen una donación íntegra a la protectora SPAX, se puede añadir a la obra un precioso retrato de Star y Marc, dos de sus protas perrunos, en una lámina solidaria de 16×23 cm a color. Esta, por cierto, queda de lujo junto a otra lámina que también se puede adquirir en pack solidario al comprar Refugio, pues también en aquella ocasión tuvieron Grafito y Fonollosa esta ideaza, siendo entonces Ibérica y Chévere los retratados. Otros de los extras logrados durante la preventa que ahora acompañan cada compra son una bolsa de algodón con un diseño bien perruno, dos marcapáginas súper salados, y dos bonitas láminas ilustradas de tamaño A5, una de las cuales cuenta con un calendario en el reverso, y la otra es una tirada limitada y numerada, con la firma de su autor.
Otra de esas recompensas que desbloquearon las compras durante la preventa nos devuelve al lado más didáctico de este título, pues se trataba de un pequeño manual, en forma de tríptico, en el que Fonollosa reunió una serie de consejos junto a sus compis de SPAX, Consejos básicos si se pierde tu animal. Algunos de ellos se basaban en la precaución para evitar que esto ocurra, independientemente de si tu animal es perro o gato: ponerles el chip para que puedan ser identificados con tus datos, proteger las ventanas y terrazas de los hogares gatunos, y pasear a los perretes con correa y collar o arnés seguros. Otros consejos tratan de orientarnos ante la posible pérdida, indicando a quienes debemos dar aviso (veterinarios, policía y guardia civil, protectoras locales…) y cómo debemos actuar en las labores de búsqueda propias: poner carteles a color con foto, descripción y datos de contacto en zonas transitadas, buscarles durante horas nocturnas llevando su comida o juguetes favoritos para captar su atención, dejar su cama y comederos allá dónde se le haya avistado para que se quede en la zona, o dejar su arena usada cerca de casa para que la huela…
Este manual fue un extra más práctico que, de nuevo, centraba su atención en lo más importante: los animales y su bienestar. Esto es especialmente relevante en estas fechas, con las fiestas a la vuelta de la esquina, y como siempre conviene recordar que los animales no deberían ser vistos como objetos a regalar, juguetes para los niños o distracciones para los adultos. Juguetes y distracciones son caprichos pasajeros que acaban olvidados, y en el caso de los animales, el olvido es el abandono. Los animales son compañeros y, si decides compartir tu vida y tu hogar con uno, lo mejor que puedes hacer es tomar esa decisión de una manera responsable, con conciencia, y adoptar, nunca comprar, poniéndote en contacto con una de las múltiples asociaciones protectoras que podrás encontrar en tu localidad. Hablar con ellas, dejarte aconsejar, que te presenten a tu nuevo mejor amigo… y, quien sabe, quizás incluso colaborar con ellas. Si algo podemos sacar de la experiencia de José Fonollosa en Diario de un Refugio es que tanta es la ayuda que uno ofrece a los animales, como emocionalmente gratificante es el cariño incondicional que ellos te brindan a ti.
Título: Diario de un refugio |
Guión y dibujo: José Fonollosa |
Edición: Grafito Editorial |
Formato: Rústica con solapas, 144 páginas a color |
Precio: 17€ (Con opción a añadir por 4€ más una lámina donativo para la Protectora SPAX) |