El por qué de las cosas
El ser humano tiene la tendencia a ordenar los acontecimientos de la forma más lineal y causal posible. La realidad nunca es así, pero necesitamos ese orden para facilitar su comprensión y ese es el ímprobo trabajo de los historiadores. Por eso la ficción es tan agradecida, porque elimina el caos y presenta los hechos con orden y estableciendo causas y efectos, aunque luego se hagan piruetas narrativas que parecen desmontar esa linealidad, véanse los experimentos de Christopher Nolan o, en nuestro medio favorito, de Alan Moore, Grant Morrison o Jonathan Hickman.
Sin embargo, aunque obra de ficción, los universos superheroicos se han construido de la manera más caótica posible. Todos situamos el origen del Universo Marvel en el nº 1 de Los 4 Fantásticos, pero la editorial tenía más de 20 de años de historias y personajes que Stan Lee y sus sucesores fueron haciendo canon poco a poco, mientras se introducían acontecimientos que podían llegar a miles de años anteriores, a los que, a lo largo de las décadas, se sumaban habituales ejercicios de retrocontinuidad y de modificación de hechos contados por otros escritores, cuando no se añadían futuros más o menos plausibles. Probablemente un true fan sea el que te pueda situar cronológicamente de manera aproximada cualquier hecho, si la saga de Korvac fue anterior a la saga del Clon o si la saga del Imperio Secreto (la primera) antecedió a la saga de Fénix Oscura. Mark Waid es, permítaseme la redundancia, un auténtico true fan y Tom Brevoort no se le queda atrás.
¿Por qué decide Marvel publicar una obra como Historia del Universo Marvel? El antecedente más directo es la Historia del Universo DC que se publicó en 1986. Parecía de justicia que Marv Wolfman y George Pérez, la pareja que había deshecho el Multiverso DC y lo había convertido en un Universo, contara la historia de esa nueva entidad, porque falta hacía. Parafraseando a Carlos Pacheco, DC tenía un Multiverso sencillo y lo transformó en un Universo complejo donde debían encajar acontecimientos pre-Crisis que mayormente se respetaban junto con toda una serie de cambios profundos. Batman y Green Lantern continuaban como si nada hubiese pasado, pero Superman y Wonder Woman empezaban desde cero y ello afectaba a los orígenes de la Liga de la Justicia (que ahora tenía a Canario Negro de miembro fundador) y de la Legión de Superhéroes (que ahora no podía tener a Superboy de miembro fundador. O sí. O yo qué sé). Historia del Universo DC se convertía en un manual para que los lectores veteranos comprobaran la vigencia de las historias que habían leído, los nuevos lectores no se perdieran en un Universo supuestamente nuevo pero que bebía mucho de 50 años de historias y, posiblemente, como guía para los escritores de la editorial. Vistos los resultados, con poco éxito.
No parece que Marvel tuviera tales necesidades. El nuevo Universo-616 que surge de las segundas Secret Wars en 2015 es el mismo, pero con un par de retoques, como la inserción de Miles Morales. En ningún caso intentó Marvel resetear su Universo principal ni eliminar los universos alternativos, y menos con lo que se viene encima cinematográficamente. La razón de Historia del Universo Marvel es más sencilla y festiva, una celebración del Universo Marvel y de su historia coincidiendo con el 80 aniversario de la Editorial en 2019. No en vano el segundo número de esta miniserie coincidió con el Marvel Comics nº 1000 aquel número donde cada página estaba dedicada a un personaje/cómic/acontecimiento sucedido en un año entre 1989 y 2019. Pero en este caso no se trata de contar la historia del Universo, sino de usarla como herramienta, como también lo hacía Marvels de Kurt Busiek. Aquí sí hay un afán enciclopedista y solo una enciclopedia como Mark Waid podía acometerla.
El relator y el ilustrador
Esta no es la primera vez que Marvel intentaba una obra así. En 1985 se publicó Marvel Saga the Official History of the Marvel Universe que era un cómic formado por viñetas remontadas extraídas de los cómics originales. En 2011 apareció un primer volumen del título History of the Marvel Universe que consistía en un relato escrito por algunos autores de las actualizaciones del Official Handbook, las revistas con las fichas de personajes por orden alfabético.
Una obra de tales características es, sobre todo, un ejercicio de elección y de estructura, decidir qué se cuenta y dónde. Codo a codo con Breevort y con la ayuda de un equipo de historiadores que aportan unos fabulosos apéndices donde te explican en qué tebeos aparecen los hechos relatados en cada número, Mark Waid dedica el primer número a todo lo que sucede desde antes del Big Bang hasta el nacimiento de Lobezno. El segundo número desde el Capitán hasta el origen Los 4 Fantásticos. El tercer número abarca hasta el origen de Fénix, es decir, unos 15 años de publicaciones Marvel. EL cuarto número acaba en Onslaught, cubre unos 20 años de publicaciones. El quinto termina en la Era de Ultrón (algo que muchos desearíamos que se borrara de la Historia), lo que da otros 17 años más, y el sexto solo seis años de publicaciones y unos cuantos futuros posibles. También hay que decir que a veces el orden está un poco alterado o se incluyen en la misma página sucesos entre los que hay cierto tiempo ya sea narrativo o editorial con el fin último de facilitar la comprensión de los hechos narrados.
Resulta curioso comprobar, aunque sea obvio, cómo muchas historias emplazadas hace milenios fueron, sin embargo, contadas en forma de flashback incluso en la última década, implicando cuánto les gusta a los autores escarbar en un pasado mítico para justificar sus obras presentes. Además, de esta manera se hacen evidentes relaciones entre personajes, como el hilo que une a Apocalipsis con Mr. Siniestro y a este con el Alto Evolucionador o cómo el supersoldado John Steele, conservado en animación suspendida por los alemanes tras la I Guerra Mundial, está ligado al origen del Capitán América y este a sus sucesores. También llama la atención que Blade naciese en los años 30, mucho antes de lo que uno esperaría. En ese sentido el cómic es una experiencia de descubrimiento incluso para quien tenga más o menos clara la cronología del Universo Marvel.
El hilo conductor son los últimos momentos de esta séptima iteración del Universo, donde los dos últimos supervivientes, Galactus y Franklin Richards afrontan ese trance recordando la historia del Universo que dejan atrás, en un ejercicio de ese aforismo que dice que nada muere realmente mientras alguien lo recuerde. Son las únicas partes con diálogos del cómic, dos o tres páginas por episodio. El resto es un texto ilustrado de manera magistral por Javier Rodríguez con las tintas de su habitual Álvaro López.
Resulta casi impensable imaginar la enorme cantidad de documentación que habrá manejado Rodríguez para dibujar los seis números, y las piruetas mentales que tendrá que haber hecho para crear las composiciones de página con las que intenta que el resultado sea lo más vistoso posible. Al igual que en su predecesora Historia del Universo DC, el diseño de página es fundamental, dando un resultado más ilustrativo que narrativo. Consciente de ello, Rodríguez concibe en casi todos los números una pequeña secuencia que se desarrolla en varias páginas en paralelo a la narración principal, ya sea el nacimiento de Galactus, la vida de Steve Rogers antes de convertirse en Capitán América, el origen de Spiderman contado en su bota, o la epopeya vital de la Bruja Escarlata. Todas las páginas son esplendorosas, pero me quedo con la que resume a la perfección la Marvel loca de los 70 con sus artes marciales, monstruos, blaxplotation y patos parlantes. También hay una página con X-Force y Deadpool, una página dedicada en exclusiva a las creaciones de Rob Liefeld que resume a la perfección la Marvel loca de los 90.
Pero ¿estamos sólo un ejercicio de ordenación histórica sin ninguna otra intención más allá de la narrativa, conmemorativa y comercial? Pues no, porque aprovechando la ocasión, Marvel ha decidido crear…
La guerra para acabar con todas las guerras
En nuestra reseña sobre Spiderman: Toda una vida, hablamos de cómo transcurre el tiempo en el Universo Marvel en relación con el tiempo real. Que el tiempo allí es más lento y que además los personajes viven en el presente en paralelo al lector origina la Línea Temporal Deslizante, de manera que la biografía de los personajes no se encuentra atada a ningún acontecimiento pasado. El origen de los 4 Fantásticos no se produjo en el primer año de presidencia de Kennedy, sino en algún momento de hace unos quinces años. Por ese mismo motivo no tiene sentido que el origen del Castigador esté ligado a la Guerra del Vietnam, porque el personaje tendría ya unos setenta años. Todavía la versión de la Línea Max, cuando lo escribía Garth Ennis en la primera década del siglo, podía asumirse que tuviera unos cincuenta años, pero ahora sería absurdo. Por esa regla de tres Reed Richards y Ben Grimm dejaron de ser veteranos de la II Guerra Mundial hace muchísimos años, y ni Flash Thompson ni Tony Stark ni James Rhodes pudieron estar en la Guerra de Vietnam. Hay unas pocas excepciones: Steve Rogers siempre habrá combatido en la II Guerra Mundial. Basta con prolongar los años que estuvo congelado. En 1964 dirían que fueron 19. Hoy en día diríamos que estuvo más de 60 años congelado.
Para solucionar este problema y seguir teniendo el origen de un montón de personajes ligado a un conflicto bélico en Marvel encontraron la solución: inventarse una guerra, la Guerra de Sin-Cong, o Siancong, como la escriben ahora. Este país ficticio apareció por primera vez en el nº 18 de Avengers en 1965 como trasunto de un Vietnam en cuya guerra acababa de meterse Estados Unidos y apenas tuvo un par de apariciones más en forma de flashback, en el capítulo final de Tierra-X y en la serie All-New Inhumans de 2015. La idea de usar Siancong como un conflicto comodín fue de Kurt Busiek durante su época en Iron Man hace más de 20 años. Busiek, un experto de buscar soluciones de continuidad, quiso volver a contar el origen del personaje situándolo en ese país imaginario, pero la idea no cuajó. Algunos años después Warren Ellis situó el origen de Iron Man en Afganistán, pero estaba claro que el devenir de la Historia acabaría por dejar obsoleta esa versión.
A Mark Waid, otro flipado de la continuidad, le encantó la idea y la propuso para introducirla en esta miniserie. Como dicen en el texto, se trataría de un conflicto que se extendería por décadas, lo que permitiría ubicar un montón de acontecimientos en diferentes momentos temporales: Reed Richards como asesor militar, Ben Grimm y James Rhodes como pilotos, Frank Castle como marine, Tony Stark como vendedor de armas, o Carol Danvers estrellándose con un prototipo diseñado por Stark.
Se trata de un recurso sencillo y elegante que elimina muchos problemas de continuidad, pero que no ha sido bien recibido por todo el mundo. La página donde se presenta esta guerra ha sido acusada de perpetuar estereotipos racistas y también ha habido quejas de que esta maniobra desvirtuaba el origen en Vietnam de Frank Castle, además de dar a entender que todos los países del Sudeste Asiático son intercambiables. Si algo, estas críticas demuestran un profundo desconocimiento de los mecanismos de ficción.
Polémicas aparte, Historia del Universo Marvel es una obra magistral que todo aquel que se diga amante de los cómics Marvel debería tener en su estantería. Si además es con las portadas de Rodríguez y López y no las horribles ilustraciones de Steve Mc Niven, (que eran las portadas principales en la edición USA), mejor que mejor. Además Panini ha publicado recientemente la Edición Treasury, un tomo a mayor tamaño en tapa dura y en estuche donde aún luce más un obra que es un compendio histórico, un goce para los sentidos, un disfrute para el fan e incluso una guía de consulta para quien quiera adentrarse y estudiar la Historia de este Universo.