La biografía no autorizada de Avi Arad

Del kibutz a la juguetería

En una entrevista de 1999 Carlos Pacheco decía que su deseo era que a Avi Arad le fuese bien porque a él le iría bien. En los títulos finales de Spiderman No Way Home un gran letrero nos contaba que “El equipo de esta película quisiera reconocer con gratitud al auténtico creyente, Avi Arad, cuya visión marcó el camino para llevar a estos icónicos personajes a la pantalla”. Muy importante tienes que ser para que en Marvel te dediquen un epíteto tan unido a la figura de Stan Lee o para que el dibujante estrella de Marvel a finales de los 90 sienta unida su suerte a la tuya.

Todo empieza en Ramat Gan, Israel, en 1948 que es cuando Avi Arad nace en este asentamiento agrícola donde sus padres polacos acababan de llegar tras sobrevivir al Holocausto. Como todo ciudadano israelí cumplió sus tres años obligatorios de servicio militar, llegando a pelear y ser herido en la Guerra de los Seis Días de 1967. Al acabar el periodo de tres años el gobierno israelí beca a sus soldados, ya sea para sus estudios o para que viajen al extranjero, lo cual es aprovechado por muchos para viajar a Estados Unidos a buscarse la vida, como el propio Avi Arad en 1970 para estudiar Administración de Empresas en una universidad de Nueva York.

En 1974 creó una empresa de desarrollo de telecomedias y series de animación de las que no consiguió producir ni una. Sin embargo, los diseños de personajes estaban tan bien que creó juguetes basados en ellos con un éxito más que considerable. Muchos de estos diseños eran de coches como la colección Rough Rider Tri-Ex, una especie de Micro Machines, de los que hubo versiones de Kitt de El coche fantástico y de la furgoneta del Equipo-A. En la mente de Arad los conceptos de licenciación y de sinergia estaban muy claros y marcarían su modo de hacer negocio en los 40 años siguientes.

Junto a otros dos socios Arad creó en los años 80 NKA, una empresa de desarrollo de juguetes que diseñó productos para muchas empresas del sector, incluyendo Matchbox, Hasbro, Tyco, Ideal o Toy Biz. Quedémonos con este nombre, que va a ser importantísimo en lo sucesivo. En paralelo Arad, un flipado de las motos Harley-Davidson, creó una cadena de restaurantes temáticos basados en esa marca.

De la juguetería a Hollywood

Los orígenes de Toy Biz se remontan al siglo XIX como subsidiaria de la empresa canadiense Chantex, Inc. creada por la familia judía Zuckerman, y a mediados de los ochenta del siglo XX licenciaba nueve de las diez franquicias de juguetes más populares en la época en Canadá, incluyendo las famosas Muñecas Repollo. En 1988 la empresa se instaló en Estados Unidos y cambió su nombre de Charan Toys a ToyBiz (sin espacio) siendo adquirida en 1990 por el empresario Isaac “Ike” Perlmutter.

Perlmutter nació en 1942 en el Mandato Británico de Palestina, la base de lo que luego sería el Estado de Israel, y también es veterano de la Guerra de los Seis Días y, al igual que Arad, emigró a Estados Unidos a finales de los 60. Empezó vendiendo productos de belleza por la calle, creó una empresa llamada Odd Lot, la fusionó con otra mayor, Revco, a cambio del 12% de las acciones y cuando no consiguió hacerse con el control de la misma vendió sus acciones por 120 millones. En solo 15 años Perlmutter había transformado los 250 dólares con los que llegó a Nueva York en una fortuna. Pero un tío así no se iba a quedarse disfrutando en las Bahamas de sus riquezas. Un tío así siempre quiere más. Primero compró por 50 millones la deuda de Coleco, una empresa juguetera en apuros, y tras la bancarrota de la misma y una dura pugna legal consiguió 14 millones de beneficios. En 1994 compró Remington, una empresa de productos de belleza y la vendió en 1996 sacando otra buena tajada. Pero antes había puesto un pie en Marvel.

ToyBiz se hizo tremendamente popular a finales de los 80 con los juguetes de la película Batman y sus contratos de licencias eran muy jugosos para un especulador como Perlmutter, que puso sus ojos en Marvel, de la que consiguió un acuerdo en exclusiva bastante beneficioso aprovechando las aguas revueltas del cambio de dueño que experimentó la editorial en 1989, cuando era propiedad de la productora New World, que entró en bancarrota y fue comprada por Ron Perelman, otro tiburón de las finanzas judío especialista en comprar todo lo que se moviera, estuviera barato y pudiera sacarle tajada. En este caso Perelman había nacido en Carolina del Norte en 1943 y era millonario de segunda generación.  

No nos hemos olvidado de Avi Arad: en 1993 fue contratado por ToyBiz para liderar su Departamento de Desarrollo a cambio de un jugoso sueldo y un 10% de las acciones de la empresa. Una de sus misiones era conseguir que los juguetes basados en personajes Marvel fueran lo más atractivos posibles y Arad sabía que no solo debían estar bien diseñados, sino que debían ser lo más conocidos posibles. Había que sacar a los personajes de los tebeos y había que meterlos en la televisión. Por supuesto que había una larga tradición de adaptaciones de Marvel a series de animación, pero la calidad era más que deficiente en la mayoría de los casos. Arad defendía que una serie de animación de calidad redundaría en las ventas y porfió todo lo que pudo para que hubiese una serie de la Patrulla X basada en los diseños de Jim Lee, serie de la que fue Productor Ejecutivo, que es el cargo que se da a todo el que cobra y no se sabe bien qué hace. X-Men The Animated Series fue un éxito rotundo y es recordada aun hoy en día como un producto de calidad que respetaba la esencia de su origen en comic. Casi sin comerlo ni beberlo, porque su objetivo solo era producir spots de media hora de sus juguetes en forma de serie de animación, Avi Arad vio recompensado su éxito convirtiéndose en Productor Ejecutivo de todas las series de animación de Marvel de los 90.

Bill Bevins, el hombre de Ron Perelman en Marvel, convocó en 1993 a Ike Perlmutter y Avi Arad para renegociar el contrato por los juguetes. Ni le gustaba que fuese en exclusiva ni el porcentaje que obtenía Marvel del acuerdo, entre un 6% y un 12%. Perlmutter y Arad contraatacaron y le propusieron un intercambio de acciones entre Marvel y ToyBiz. Cada empresa tendría un 46% de propiedad de la otra. De esa manera Marvel obtendría una parte considerable de los beneficios de ToyBiz, más que el 12% del acuerdo anterior, y ToyBiz se aseguraría la publicidad gratis que le daban las series y los cómics, mantendría la exclusividad y obtendría parte de los beneficios de Marvel. A Ron Perelman, que lo que le ponía era añadir empresas a su buchaca corporativa, le pareció estupendo. En realidad, Perlmutter y Perelman soñaban con darle el sorpasso al contrario y quedarse con la parte de su socio, que no amigo. De momento Perlmutter, como propietario de una parte importante de la editorial, se convirtió en uno de los directivos principales de Marvel y Arad por su parte consolidó su posición en el negocio audiovisual, con el firme propósito de exportar los personajes de la editorial a Hollywood, algo que Stan Lee llevaba 20 años intentando con escaso éxito.

De Hollywood a la bancarrota y más allá

Marvel creó Marvel Films como división que se encargaría de negociar los derechos de los personajes con los distintos estudios y puso a Avi Arad al frente. En ningún momento se pasaba por la cabeza de Perelman que Marvel produjera sus propias películas. En menos de un año Arad consiguió comprometer a James Cameron para hacer Spiderman, a Wes Craven para Doctor Extraño y a Wesley Snipes para protagonizar Pantera Negra además de firmar con 20th Century Fox un acuerdo para la Patrulla-X. También maniobró para pagarle un millón de dólares al productor de la infausta película de Los 4 Fantásticos para evitar la mala imagen que podía darle a los personajes y destruyó todas las copias para que no se exhibiera. La podéis ver en Youtube, por supuesto.

La mayoría de estos planes se vinieron abajo cuando Marvel entró en bancarrota en 1996. Las causas fueron múltiples: el desplome general del negocio por el abuso en las portadas múltiples, adquisiciones de otras empresas como Malibú Comics o las empresas de cromos Fleer y Panini, y la puntilla que supuso intentar autodistribuirse con la compra de la pequeña distribuidora Heroes World, que era incapaz de gestionar toda la logística de llevar los cómics a todos los rincones del inmenso territorio estadounidense. La desconfianza hizo mella en las ganas que tenían los estudios cinematográficos de realizar películas de personajes Marvel, sobre todo porque todos querían su parte en el merchandising asociado y los derechos eran de ToyBiz. A todo esto se unía el infierno que era el estado de los derechos de personajes como Spiderman, con Viacom, Columbia Tristar, Carolco, 21st Century, Metro-Goldwyn-Mayer y la propia Marvel denunciándose unos a otros. Un circo. En paralelo, en julio de 1996 Marvel vendió parte de las acciones de ToyBiz que tenía para crear Marvel Studios como manera de tener más control sobre las películas. Ya no negociarían licencias sino que intervendrían en el proceso de desarrollo de las películas asociados a otras productoras.

La bancarrota fue el inicio de las hostilidades entre Ike Perlmutter y Avi Arad por un lado y Ron Perelman y su socio Carl Icahn por otro, siendo Icahn otro inversor judío nacido en Brooklyn en 1936 en una familia de clase media. Los tiburones corporativos se convirtieron en buitres que querían quedarse con la agonizante Marvel. Lo que viene a continuación ha sido calificado como “aburrido” por Reed Tucker, escritor del libro Marvel Vs DC, pero a mí me parece apasionante. En primera instancia Perelman intentó comprar la parte de ToyBiz que no era de Marvel e inyectar dinero en la editorial, pero a costa de que el valor de la acción bajara casi a cero, con el consiguiente cabreo de los accionistas que demandaron a Perelman. Icahn se desentendió de Perelman y actuó para quedarse con Marvel y, de paso, anular el contrato en exclusiva de ToyBiz, así que Perlmutter y Arad contratacaron intentando comprar la parte de Marvel que no era suya, pero aquello tampoco salió adelante.

Mientras, se estaba rodando Blade, se hablaba de que Nicolas Cage iba a hacer Iron Man, todo bajo la supervisión de Arad, pero Icahn no quería al frente de Marvel Studios a alguien que estaba maniobrando para arrebatarle el control de Marvel y despidió a Arad de su puesto como director de la división cinematográfica. Finalmente, ToyBiz consiguió el visto bueno del juez que llevaba el gestión de la bancarrota y compró Marvel en julio de 1998. En este juego de tronos los vencedores fueron Perlmutter y Arad. De la fusión de Marvel Entertainment Group y ToyBiz surgió Marvel Enterprises. Lo primero que hicieron fue renombrar la empresa juguetera a Toy Biz.

Del Universo Marvel al Spiderverso

Blade fue un exitazo y ello consolidó a Arad como la persona que dominaba el cotarro peliculero en Marvel. Stan Lee, aparte de cobrar su considerable sueldo como imagen de la empresa, quedó para hacer cameos. Tras el éxito de la primera película de X-Men en el 2000 , el siguiente empeño de Arad fue producir una película de Spiderman a la altura del personaje y lo consiguió con la dirección de Sam Raimi. En estos primeros años del siglo XXI Arad renegoció los contratos con las productoras. En vez de llevarse porcentaje sobre los beneficios, Marvel recibiría un porcentaje sobre los ingresos, es decir, cobraría aunque la película fuese un fracaso. Hulk, Daredevil, X-2 y Motorista Fantasma estaban a la vuelta de la esquina y Arad veía que la línea que llevaba la empresa bajo la dirección de Bill Jemas no era coherente con sus planes de hacer blockbusters para toda la familia. George Clooney había sido tentado con hacer el papel de Nick Furia y cuando fue a la tienda de cómics a comprar tebeos del personaje salió con la versión MAX de Garth Ennis. Tras leer la versión macarra de Ennis, Clooney declinó adoptar el papel. Sí, Jemas había revolucionado la compañía y la había vuelto a hacer relevante cultural y popularmente, pero chocaba continuamente con los planes de Arad y salió perdiendo.

Mientras que la Bill Jemas y Joe Quesada llenaban Marvel de guionistas de cine y televisión, Marvel iba tomando peso dentro de Hollywood. Arad había hecho cuentas y, de los 1600 millones que recaudaron los dos primeros Spiderman Marvel solo había visto 75 millones y nada de las ventas de DVDs. A pesar de que los siguientes estrenos resultaron más lucrativos gracias a la renegociación de 2002, eran poca cosa respecto a lo que ganaban los estudios asociados, Fox, Universal o Sony. El siguiente y arriesgado paso era que Marvel Studios pasara a ser productora única de las películas, lo que consiguió en 2005 con apoyo de los 525 millones de la inversora Merrill Lynch. Había muchas dudas de que aquello funcionase con personajes de segunda categoría como Iron Man, Capitán América o Thor, porque los personajes más conocidos ya tenían contratos con otras productoras como Spiderman (Sony), Patrulla X y 4 Fantásticos (Fox) o Hulk (Universal). Arad diseñó lo que ahora conocemos como Fase Uno, que culminó con Los Vengadores, pero su estilo individualista e impositivo cada vez chocaba más con el equipo de Marvel Studios, empezando por Dave Maisel, el jefe operativo y continuando con Kevin Feige.

Kevin Feige (Boston, 1973) había empezado como asistente de la productora de X-Men Lauren Shulen Donner y cuando Arad le conoció se quedó tan impresionado de sus conocimientos del Universo Marvel que lo contrató como su segundo en Marvel Studios. Se suele decir que fue Kevin Feige quien tuvo la idea de crear un Universo Cinematográfico con los personajes que luego formarían Los Vengadores algo que a Arad siempre le ha cabreado mucho, malestar que ha expresado públicamente más de una vez.

Avi Arad renunció de todos sus cargos (Presidente y Chief Executive Officer de Marvel Studios,  y Chief Creative Officer y director de Marvel) el 31 de mayo de 2006 obteniendo un total de 59 millones de dólares con la venta de sus acciones de la empresa. En la nota de prensa en la que se anunciaba su salida también se contaba que formaba su propia compañía, Arad Productions, con el fin de producir películas con personajes Marvel que no estuvieran dentro del UCM. El tercer Spiderman de Sam Raimi estaba a punto de estrenarse y se dice que fue Arad quien se la cargó con su empeño de sacar a Veneno y dos villanos más, contra el deseo de Sam Raimi con quien chocó en repetidas ocasiones. También se achaca a su intervención muchos de los fallos que convirtieron en un fracaso las dos películas de Amazing Spiderman. Agarrado a Spiderman con más adherencia que la del propio trepamuros, Arad es la fuerza tras todas las películas pasadas y futuras protagonizadas por villanos del hombre araña. También, todo hay que decirlo, de Spiderman: un nuevo universo, cuyo Oscar a mejor película de animación adorna su casoplón en Los Ángeles.

Dada su mala relación con Feige, que había aireado de forma más o menos velada en alguna entrevista, seguro que se tuvo que tragar más de un sapo cuando Sony y Marvel decidieron unir fuerzas para presentar una nueva versión de Spiderman enclavada en el UCM. Se dice que hubo más de un choque de egos, pero el momento más tenso fue cuando Sony renegoció el acuerdo que tenía con Marvel en plena producción de la segunda película Spiderman: Far from home, algo en los que muchos vieron la mano de Arad. Arreglado el tema tampoco la tercera película estuvo exenta de luchas de egos, aunque no dejara de ser un homenaje a las otras versiones del personaje en las que tanto tuvo que ver Arad, de ahí el cartel del final de la película, que casi parece una compensación por la determinación de Feige de que Arad interviniese lo menos posible en los aspectos creativos de la película.

A sus casi 74 años no parece que Arad vaya a soltar el lucrativo negocio de Spiderman, y aunque su participación sea motivo de polémica y se le califique de “villano” frente al “héroe” Feige, no podemos olvidarnos de que ayudó a salvar a Marvel de la bancarrota y fue la fuerza principal en los inicios del Universo Cinematográfico Marvel.

Epílogo

Toy Biz fue cerrada por Marvel en 2007. El año anterior Marvel firmó un acuerdo con Hasbro por 205 millones de dólares dándole los derechos de los personajes Marvel para juguetes y juegos. Con ese acuerdo Marvel decretaba la muerte de Toy Biz, que no pudo subsistir con licencias de cuarta categoría.

Ike Perlmutter sigue siendo el Presidente de Marvel y enciende puros con billetes de 1000 dólares. La venta de Marvel a Disney en 2008 le reportó 800 millones en metálico y 590 en acciones. Disney le apartó de Marvel Studios tras decir que daba igual quién interpretara a James Rhodes porque “todos los negros se parecen” y que una película con una superheroína como protagonista jamás tendría éxito. Quienes le conocen dice que no es un racista o un machista, sino que lo único que le preocupa es ganar dinero. Mira tú por donde, Perlmutter fue donante de las campañas presidenciales de Donald Trump.

Ron Perelman ha seguido vendiendo y comprando empresas, aunque parece que no viaja tanto como antes: en 2020 vendió su jet privado y su yate de 80 metros. Pobre…

Carl Icahn fue el inventor de los fondos de cobertura (hedge funds) cuyo uso dio lugar a la quiebra de Lehman Brothers y ha seguido especulando, comprando, vendiendo e invirtiendo en empresas, incluyendo Netflix, Apple o PayPal. En 2020 perdió 2000 millones al vender sus acciones en Hertz. No lloréis por él: se estima que su fortuna personal ronda los 20000 millones. Era amigo personal de Donald Trump y fue consejero suyo en asuntos económicos pero abandonó el puesto tras un año de aguantar las tonterías del presidente.