Hellboy siempre ha ido unido al pulp. El personaje partió como homenaje al terror y a los cómics con sabor añejo, pero, poco a poco, ha ido construyendo un universo sólido y consistente en el que hasta el personaje que hace un cameo, ha terminado siendo merecedor de un spin-off. Todo ello sin perder una identidad clara: contar historias de terror puro, referencial y planteando una mitología que resulte atrayente. Todo ello a través de un antihéroe que lucha contra su propia naturaleza.
Sin duda es uno de los iconos más potentes que ha dado la industria estadounidense. Y, como tal, está abierto a interpretaciones. Uno de los aciertos que ha tenido Mike Mignola, más allá de la genial creación, es la aceptación de voces diferentes. Son muchos los artistas y guionistas que han dejado su impronta en un personaje que ha conseguido tener la versatilidad suficiente como para aceptar todos los estilos, géneros y subgéneros posibles. Así es como ha conseguido mantener su frescura a lo largo de las décadas.
Pero, seguramente, las más diferente de todos estos relatos es la línea protagonizada por la versión infantil/juvenil del personaje. Eso se debe a que, al ser precuelas, no tiene constricciones de tener que encajar en una continuidad, a estas alturas, compleja. Son narrativas que permiten rellenar un gran hueco y que no responden a los acontecimientos narrativos principales. Eso, evidentemente, da aún más libertad creativa para plantear las historias que se deseen.
El Joven Hellboy: La Tierra Oculta es el máximo exponente de todo ello, hasta tal punto que no parece que se esté frente a un cómic de Hellboy. Y eso es bueno.
Mike Mignola, en esta ocasión, ha decidido asociarse con Thomas Sniegoski y ambos han conseguido llevar al personaje a un terreno por descubrir. Este compañero de fatigas ya había trabajado en este universo previamente (y ha colaborado con otro viejo conocido del entorno de Hellboy: Christopher Golden). Sin embargo, no es alguien que haya estado muy encima del desarrollo. Eso supone que hay un claro equilibrio entre conseguir aportar una nueva perspectiva con algo que decir, pero desde el conocimiento de los personajes. Eso significa que el carisma de estos queda totalmente intacto y, en buena medida, es lo que empuja a volver a este universo.
La narrativa parte de que Hellboy y su padre deben acudir a una misión, pero el avión que les está trasladando es saboteado. En su lugar, terminan en una isla desierta selvática totalmente árida y hostil. Deberán reencontrarse y salir de ahí. Por el camino, conocerán a sus misteriosos habitantes. Evidentemente, los objetivos de los personajes se modifican con el transcurso de la historia.
Con esa premisa es fácil imaginar los derroteros por los que irá este relato: es un homenaje a las novelas de descubrimientos y de aventuras en islas y/o territorios extraños y novedosos, deudoras de las leyendas del colonialismo. Este tipo de obras tienen el problema de que no sorprenden a un lector ya habituado a ellas. Pero lo cierto es que no deja de ser algo disruptivo en el universo Hellboy, y eso siempre es bienvenido.
Es fascinante como se ha logrado construir una historia autocontenida pero llena de estímulos interesantes. No hay ningún giro que sorprenda y, de hecho, es bastante esquemática en su desarrollo, pero consigue que el lector sienta interés en esta parte del mundo. Además, es un relato contado con un ritmo endiablado (pun intended) y que entretiene en todo momento. A pesar de que es un concepto más pequeñito, consigue conectar con el lector a través del recuerdo de la fascinación que despertaba las piezas que le transportaban a tierras desconocidas.
Craig Rousseau es un dibujante especializado en el cómic juvenil. Es un veterano curtido en adaptaciones de series infantiles y eso se nota a la hora de lanzar esta historia. Tiene un estilo cartoon que busca siempre ser icónico, pero siempre estando al servicio de lo que se está contando. Lo cierto es que lanza diseños de personajes bastante interesantes. Este es el lugar adecuado para ello y a este artista se le nota particularmente implicado.
Respecto a la narrativa, es bastante clásica. Es un tomo que busca en todo momento la claridad y la sencillez. Tiene una clara vocación de ser accesible para captar nuevos posibles lectores y eso se traduce también a la forma en la que se ha contado esta historia. Se nota que se ha buscado conscientemente el tratar de hacer un blockbuster a la vieja escuela. Eso supone algunos sacrificios artísticos que hacen que el apartado visual esté supeditado constantemente a ser lo más lineal y amable con todo tipo del lector. A pesar de ello, el arte está planteado con un oficio notable.
Los colores de Dave Stewart vuelven a dar muestras de que es alguien que sabe adaptarse a cualquier tipo de proyectos. A pesar de estar implicado en este universo desde sus inicios, ha conseguido alejarse lo suficiente como para poder decir que parece que venga de alguien totalmente nuevo. Opta por una paleta más colorista, lo cual le da un aire de ingenuidad, optimismo y aventura prácticamente inédito en la colección. Es difícil salir de la reiteración y seguir encontrando nuevas maneras de representar algo en lo que llevas trabajando tanto tiempo. Por ese motivo, es uno de los mejores de la industria.
Como viene siendo habitual, el tomo de Norma Editorial incluye algunos bocetos con explicaciones y las portadas originales y alternativas. Es algo que sigue con la línea de edición para este personaje y es bastante fiel al material de la publicación original.
El Joven Hellboy: La Tierra Oculta no solo es una expansión del universo a territorios más alejados de los habituales, es una oda un espíritu aventurero tan denostado como pertinente. Una lectura muy agradecida para desengrasar y recuperar esas ganas de maravillarse que son tan necesarias.