La saga de la Gran Oscuridad, el apogeo de la Legión de Superhéroes

Hombres DC

De Paul Levitz (Brooklyn, NY, 1956) todos recordamos dos cosas: sus 20 años como Publisher de DC y sus 12 años como guionista de la Legión de Superhéroes. Pero hay mucho más detrás de Levitz. Con 17 años entró a trabajar en DC y con 22 sucedió a Julius Schwartz como editor de Batman. Para entonces había empezado a escribir Superboy and the Legion of Superheroes en su número 225, sustituyendo a otro niño prodigio, Jim Shooter. En aquel momento la Legión de Superhéroes, que había empezado su andadura en 1958 con tres miembros, ya tenía 32 que entraban y salían continuamente, siendo lo más normal que en cada capítulo aparecieran 9 o 10. En paralelo Levitz tuvo ocasión de escribir otra serie de grupo numeroso, hasta 14 miembros, All -Star Comics, que retomaba el mítico título donde debutó el primer supergrupo, la Sociedad de la Justicia, cuyas aventuras en Tierra-2 narró durante 17 números en una etapa abruptamente abortada por la Implosión DC. Levitz asegura que es el trabajo del que más orgulloso se siente. Allí coincidió con Keith Giffen en una colaboración que, según Levitz, más bien fue “una colisión”.

Levitz realizó infinidad de historias sueltas en casi todos los títulos DC pero estas son sus dos etapas más largas y reconocidas, y es curioso que se sintiera más cómodo en historias alejadas de la continuidad principal del Universo (entonces Multiverso) DC, y que beben del pasado o se proyectan hacia el futuro. En todo caso la Legión de Superhéroes vadeó sin grandes dificultades la Implosión DC y siguió creciendo en ventas gracias a los guiones de Levitz, su capacidad para manejar un elenco tan numeroso dándole voz y personalidad a cada personaje uniendo aventura, ciencia ficción y culebrón, con la colaboración de artistas tan potentes como Mike Grell, Pat Broderick Joe Staton,… y Keith Giffen. Sorprendentemente, dada la pasada mala experiencia anterior probablemente fruto de la juventud de ambos, aquí conectaron muy bien.

Keith Giffen (Queens, NY, 1952) hizo sus primeros trabajos como dibujante en Marvel en 1976 de la mano de Bill Mantlo en la revista antológica en blanco y negro Marvel Preview donde crearon al Mapache Cohete. Tras una etapa en Los defensores junto a Roger Slifer, Giffen empezó a trabajar en DC justo coincidiendo con la Implosión y se vio en la calle, sin poder publicar nada en un par de años, porque Marvel tampoco le abría demasiadas puertas. De todas formas, DC le volvió a dar trabajo en 1980 con historias sueltas de terror y luego hizo un par de números de Micronautas en Marvel para, ya en 1982, realizar números sueltos o etapas cortas en series como The Flash. La suerte le sonrió a partir del número 285 de La Legión de Superhéroes donde se convirtió en dibujante regular de la mano de Paul Levitz y gracias a un estilo que mamaba sin ningún complejo del de Jim Starlin con toques de George Pérez. Giffen no ha tenido nunca complejo en mamar de ningún estilo, lo que le ha valido acusaciones de plagio a cargo del dibujante argentino José Muñoz (Alack Sinner).

La carrera de ambos autores ha sido tremendamente fructífera y abarca más de 40 años especialmente ligados a DC, sobre todo en el caso de Levitz que nunca ha escrito nada para Marvel. Bueno, algunas cartas suyas siendo adolescente -Levitz fue un fanzinero muy activo- sí que aparecieron en los cómics Marvel, pero ya está. Tras demostrar ser un buen Publisher, justo cuando cumples pero que te pone las cruces como hagas algo que no le gusta, Levitz ha estado ligado contractualmente con DC de una manera u otra hasta 2020 cuando, con el cambio de guardia ocasionado por la salida de Dan Didio, decidió dejar la compañía. Keith Giffen sí se ha prodigado en Marvel, sobre todo en los primeros años del presente siglo siendo especialmente reseñable su intervención en Aniquilación, pero son sus obras de DC las más reconocidas:  Ambush Bug, Lobo, Omega Men… siendo además el hombre comodín cuando el editor de turno tenía problemas con sus equipos creativos y necesitaba una solución de emergencia. Pero, sobre todo, es recordado por la Liga de la Justicia Internacional y esta Legión de Superhéroes que nos ocupa y cuyo punto álgido es La saga de la Gran Oscuridad.

Brillando en la oscuridad

Empecemos con un poco de spam: tenemos un excelente podcast sobre la Legión de Superhéroes en el que se trata, por supuesto, de esa época de finales de los 70 y principios de los 80 donde los personajes se alejaban de los uniformes de pista de discoteca diseñados por Dave Cockrum. Para los propósitos de este artículo solo hay que decir que Levitz decidió pronto que un grupo tan multitudinario y poderoso necesitaba amenazas a su altura sin descuidar las relaciones entre los personajes. Fue él quien escribió la boda de los miembros fundadores Lightning Lad y Saturn Girl que, siguiendo los estatutos del grupo, abandonaron el mismo. El primer ejemplo de historia a gran escala lo tenemos en Earthwar, una saga de 5 capítulos dibujada por Joe Sherman y Joe Staton que enfrenta al grupo con una coalición formada por sus peores enemigos: los Khunds, los Dominadores, el Círculo Oscuro y Mordru. Era la época en la que todos los grupos se enfrentaban a villanos que parecían sobrepasarles muchísimo en poder, lo cual no era tan frecuente. En ese sentido Galactus fue bastante excepcional, pero a partir de los 70, probablemente influidos por Darkseid y su derivado, Thanos, empiezan a proliferar los Graviton, Mongul, Nefaria, Fénix Oscura o Trigon. Así que Levitz intentó elevar la apuesta eligiendo como siguiente gran amenaza al “padre” de todos ellos, y no estamos haciendo spoilers: en todas las portadas de los recopilatorios que se han publicado, que no dejan de ser una versión de la del número 294 de Legion of Superheroes, aparecen los Legionarios adorando a Darkseid. La imagen más icónica de la saga, sin embargo, no aparece en el interior del cómic.

Y es una pena que esa portada anule el cuidado con el que Levitz construye la aparición del villano, que no se revela hasta el final del cuarto capítulo, donde aparece riéndose y como si se hubiese puesto a régimen. Se suele decir que esta historia fue la que recuperó a Darkseid como gran villano del Universo DC, pero realmente nunca se había ido, sino que había ido saliendo esporádicamente en varias colecciones, casi siempre de la mano de Gerry Conway, como Secret Society of Super-Villains, Super-Team Family o Justice League of America. La sorpresa era comprobar cómo el villano había sobrevivido 1000 años, aunque en ningún momento se cuenta qué había sido de él y del resto de Nuevos Dioses.

Darkseid aparece como una sombra y, en una viñeta, enfundado en un extraño traje, todo para despistar al lector, que ha ido viendo cómo sus minions, seres pétreos y aparentemente invencibles, van recolectando objetos de poder, ese argumento tan ramplón hoy en día pero que sigue fascinando a escritores como Kurt Busiek. La amenaza va creciendo cuando el villano subyuga a 3000 millones de daxamitas, la raza a la cual pertenece el Legionario Mon-El, que son como los kritptonianos pero están vivos y tienen el plomo como talón de Aquiles. Tan terrible y desesperada es la situación que el clímax reúne absolutamente a todos los personajes que han sido Legionarios en algún momento y a todos y cada uno de los grupos de héroes de la época, incluyendo a la Legión de Héroes Substitutos o los Héroes de Lallor. En ese sentido la historia tiene vocación de “más grande todavía” y preconiza el espíritu holístico de Crisis en Tierras Infinitas.

Levitz deja respirar a la historia para que entren las tramas de los distintos personajes que, perspectiva moderna, no dejan de ser una panda de arrogantes permanentemente enfadados que no pierden ocasión de tirarse pullas y borderías unos a otros y de demostrar una misoginia y un machismo que parecen impropios del siglo XXX donde transcurre la historia. Como ejemplo, el desprecio que algunos compañeros tienen por Soñadora, la Legionaria del traje de baño plateado cuyo único poder es ver el futuro y a la que ningunean en su intento de ser líder del grupo, cuando precisamente no hay nada más útil para ser líder que poder anticipar el futuro, digo yo.

La mayoría de recopilatorios de esta saga, incluyendo el nuevo de ECC, incluyen los episodios anteriores y posteriores precisamente por todas esas tramas personales que van fluyendo a lo largo de los capítulos, una circunstancia que permite adentrarse en ese futuro del Universo DC que constituye uno de los rincones más fascinantes y, a la vez, más maltratado de la editorial.