Caballero Oscuro. Goliat de Gotham. El Señor de la Noche. Leyenda urbana. Los títulos que Bruce Wayne ha cosechado como el justiciero enmascarado Batman son muchos. Sin embargo, pocos revisten de mayor importancia que la catalogación como el mejor detective del mundo. ¿Es realmente justa esa calificación? Incluso una fuerza tan poderosa como Ra’s al Ghul pone tono de Moriarty cuando se refiere a su enemigo íntimo como “El Detective”.
La inminente película dirigida por Matt Reeves, The Batman (2022), se presenta como una ocasión perfecta cara colocar en el celuloide una faceta de Bruce Wayne no siempre revindicada entre tanto aparato de alta tecnología y apariciones con la Liga de la Justicia: las células grises del héroe del universo DC, su don intuitivo para resolver los enigmas más diabólicos.
Hoy, en Sala de Peligro, les invitamos a abrir el archivo de casos. Pasado, presente y futuro de un emblema de la deducción para las viñetas. Nuestro top 10 deparará, elemental, alguna inesperada sorpresa y futuros debates…
1) Un asesino a los postres
Bruce Wayne es la máscara. Batman es el personaje real. Este poderoso mantra se ha repetido en infinidad de ocasiones para explicar la fuerte popularidad del héroe más oscuro de DC. Sin embargo, en ocasiones hay genios que dan la vuelta al cuadro y osan preguntar a la audiencia si mantienen la convicción depositada en su primera percepción.
“Es lo que previamente ha hecho el régimen editorial con el personaje y, realmente, nunca he estado de acuerdo. Puede que esa fórmula funcione a cierto nivel, para historias específicas. Sin embargo, al final, eso convierte a Bruce en el personaje con menos evolución de sus propios cómics”. Estas audaces palabras fueron pronunciadas por Ed Brubaker, el primer espada del cómic criminal durante los últimos años.
Nos situamos a comienzos del siglo XXI, El Caballero Oscuro parece bien cubierto en todos sus flancos de colecciones: Greg Rucka comandada con mano de hierro e inteligencia de seda Detective Comics, mientras que Brubaker revitaliza el título principal del héroe. Si observamos bajo lupa a las series “menores” de Batman, el nivel de calidad no decae: Devin Grayson o Chuck Dixon garantizaban que todo iba a estar a la altura.
Con esta autoconfianza justificada arranca “Bruce Wayne, ¿asesino”, un evento tremendamente ambicioso y que funciona con la precisión de un libreto escrito por Billy Wilder e I. A. L.Diamond.
El punto de arranque es el cadáver de Vesper Fairchild, antiguo interés sentimental del millonario más célebre de Gotham. Para estupefacción de Bruce y su guardaespaldas Sasha Bordeaux (una de las pocas personas que conocen su identidad secreta), el cuerpo aparece en el suelo de la mansión. El héroe se intuye como el sospechoso perfecto y poca cuartada puede dar que no invite a pensar en que hay ciertos secretos en una cueva cercana donde pasa muchas horas de la noche.
Sin desmerecer el talento de artistas como Scott McDaniel oRick Burchett, entre otros, la extensa saga se alargaría hasta los últimos estertores del año 2002 gracias al brillante trabajo de guion, con una coordinación excelente y momentos que llevan a especialistas en la andadura del mito como David Hernando (autor de Batman: El Resto es Silencio) a considerar la viñeta final como uno de los pocos cierres que podrían ser dignos de hacer bajar el telón definitivamente a la leyenda.
2) El Payaso siempre llama cinco veces
La escritura de Dennis O’Neil rezumaba cine noir. El olor a pólvora acompañaba a sus tramas para Batman en la década de los setenta del pasado siglo, mientras creaba a una deliciosa femme fatale para el escurridizo detective: Talia al Ghul. Siempre teniendo presente el tono de Bill Finger, héroe anónimo durante demasiado tiempo en la mitología del detective, O’Neil trazó apasionantes escenarios del crimen.
Aunque el dibujante que más colaboró con él para Gotham fue Irv Novick, el compañero con que se le asociaría para siempre en el imaginario popular resultaría ser Neal Adams. El espectacular dibujante fue una pieza fundamental para “The Joker’s Five-Way Revenge”, publicada por primera vez en Batman # 251 (septiembre de 1973). Como bien apunta Pedro Monje en su detallada revisión de la trayectoria de O’Neil para la Revista Dolmen # 303 (septiembre de 2020), aquellas páginas permitieron revitalizar a Batman y su némesis en el momento oportuno, abandonando aquella estética camp que había popularizado la famosa serie de imagen real protagonizada por Adam West.
La siniestra sonrisa del payaso conduciendo bajo la lluvia era una splash page impactante. El mensaje quedaba claro: aquello iba en serio. El psicópata más perturbador del universo DC tenía cuentas pendientes con viejos lugartenientes que le delataron, mostrando pronto una delicada inventiva a la hora de ajusticiarlos. Naturalmente, Batman se lanza a una carrera contrarreloj donde la deducción será tan importante como sus habilidades de combate.
La historia es tan autoconclusiva como excelsa, con una tensión muy bien llevada y usando los lugares que podríamos esperar hallar en una cinta clásica de Humphrey Bogart o Edward G. Robinson (un cuadrilátero de boxeo, los laberínticos muelles de la gran urbe, etc.).
Para el recuerdo un momento donde el Joker renuncia a rematar a su némesis al tumbarla por un mero golpe de suerte. En su pensamiento, el bufón considera que su último duelo debe ser llevando al límite el ingenio investigador de su adversario frente a su don malinterpretado como locura. Delicioso.
3) La tumba robada
“La carta robada” es uno de los cuentos fundamentales en la carrera del atormentado y genial Edgar Allan Poe. El escritor bostoniano coloca aquí los cimientos de un futuro género con el avispado detective Dupin, quien deberá ser el encargado de mostrar al público que no hay mejor manera de ocultar algo que ponerlo a simple vista. Apareció a finales de 1844 y cuesta pensar que Sherlock Holmes o Hércules Poirot, entre otros, hubieran podido nacer de no existir este primer boceto.
Batman # 608 hizo algo más que despedir el año 2002. Ante los rumores del personal de DC, encabezado por el editor Mark Chiarello, había apuestas sobre si el dibujante-estrella Jim Lee iba a poder acompañar mensualmente sin fallo a su guionista, Jeph Loeb. Ambos hombres querían rendir tributo a Poe, mediante el misterioso accidente de Batman mientras se balanceaba por los tejados de su urbe. Por supuesto, alguien ha cortado la cuerda y toda la saga quedara enmarcada en este whodunnit de manual, aunque altamente efectivo.
“Realmente se trata de ver quién es este misterioso personaje que está detrás de todo”. Batman: Hush es una saga plagada de todas las virtudes y defectos de su equipo creativo. Lee se muestra excelso cuando tocan los flashbacks en blanco y negro sobre la infancia de Bruce, a la par que brinda peleas de alto voltaje. También hará saturación las ilustraciones a gran tamaño y prácticamente no habrá escenas de transición o cotidianas.
Loeb nutrirá de cliffhangers el asunto, combinando a los villanos de toda la vida con rostros nuevos, siendo la tumba de Jason Todd un punto de reunión clave. Pueden ponerse matices a esta montaña rusa, pero siempre entretiene y el escritor logra que accedamos a algunos de los pensamientos íntimos de Bruce. Particularmente brillante es su forma de reflexionar su relación con Dick Grayson mientras combaten a los esbirros de Edward Nigma.
Eduardo Serradilla, en el monográfico Dolmen sobre Jim Lee, brinda las claves para disfrutar del experimento: nos hallamos frente a un serial cinematográfico con pastiches de novela victoriana, casi un penny dreadful donde El Murciélago debe indagar y juntar las piezas del puzle sin que Killer Croc lo devore.
Y eso siempre es divertido.
4) Dark Jim
Frank Miller cambió para siempre la percepción que teníamos sobre Jim Gordon. Sin Año Uno, insuperable intuición editorial de Dennis O’Neil, jamás hubiéramos podido ver encarnando a un intérprete como Gary Oldman al buen comisario en la apasionante trilogía de Nolan. Antes de Miller, se había perpetuado a Jim como una beatífica e inocentona fuerza del orden, estupefacta ante la sagacidad de su aliado, justo como aquellas primeras encarnaciones del doctor Watson en blanco y negro para el celuloide.
Por fortuna, hoy actores como Jude Law o Martin Freeman han mostrado el verdadero grado de competencia del ayudante de Sherlock. Con la imprescindible ayuda del trazo de David Mazzucchelli, aquellos cuatro cómics de 1986 modificaron asimismo la percepción del público sobre un joven teniente de policía que quería empezar de cero tras una amarga experiencia en Chicago.
Sabemos poco de qué ocurrió, algo característico para esos tipos desengañados que podemos ver en películas clásicas del calibre de En un lugar solitario (1950). Desde el inicio, Miller iguala a Batman y Gordon, narrando de forma paralela la forma en que van descubriendo los cambio en la Gotham City regida por Carmine “El Romano” Falcone y el corrupto comisario Loeb.
Lejos de verlos estrechando la mano o confiando en sus habilidades, Año Uno muestra a dos sabuesos que recelan del vecino, incapaces de dar el salto, apenas intuyendo vagamente que únicamente podrán limpiar la ciudad si trabajan juntos. Bruce retorna plagado de ira y Gordon en plena crisis conyugal.
Esta obra magna permite que se reencuentren consigo mismos y sean capaces de recuperar su antigua fe. No es bueno que el detective esté solo en sus casos.
5) Sin Pistas
Si Bruce Timm es el pilar detrás de la aclamada Batman: La serie animada (1992-1995), Paul Dini supuso el alma del inolvidable programa. El guionista puso toda su sapiencia y ágiles diálogos para presentar en sociedad a Harley Quinn, además de emplear a los villanos de Gotham con una complejidad que ya habrían ansiado muchas adaptaciones a imagen real.
Por ello, la andadura que inició en Detective Comics # 821 (julio de 2006) no puede ser subestimada. La primera trama ya ofrece todos los ingredientes que Agatha Christie habría aprobado: una serie de crímenes están afectando a la alta sociedad de Gotham, lo cual convence a Bruce de que debe usar su fachada como frívolo playboy para conseguir la verdadera información de un caso que escapa los callejones de Batman.
Dini, viejo zorro en la franquicia, pronto aprovecha la colección para demostrar que no se va a limitar a hacer buenos misterios clásicos. El siguiente número inicia la saga “Edward Nigma, investigador privado”. El Acertijo posee talento para trabalenguas y ejercicios intelectuales, aunque esta intromisión laboral pondrá a prueba la paciencia de Batman.
La extraña pareja recuerda a la película británica “Sin pistas” (1988), una versión donde el doctor Watson es el verdadero cerebro detrás de un Sherlock Holmes que es mera fachada. Bajo los lápices de Don Kramer, Dini vuelve a exhibir su talento, puesto que, excentricidades al margen, Nigma es francamente bueno en lo suyo. Es decir, la trama no cae en el error de presentarlo como un mal detective, pero todo redunda en beneficio de la habilidad de Bruce, quien es capaz de ver incluso más lejos que él y salvaguardarle los muebles en sus indagaciones.
Y todo ello es apenas la antesala de una fecunda aportación de uno de los mejores cerebros que se han puesto a redactar historias para El Caballero Oscuro. No se dejen engañar por la brevedad de las historias, igual que Conan Doyle, Dini sabe que en un frasco pequeño se puede almacenar toda la esencia detectivesca.
6) Guionista privado con licencia
Steve Englehart simboliza como nadie el espíritu de la década de los 70 para los cómics. Genial, irreverente y contestario, podía coger a un símbolo como Steve Rogers para que el Capitán América se convirtiese en un análisis social de la política norteamericana durante el Watergate. Jenette Kahn, convencida de dar nuevos aires a DC, se volcó a la hora de captar a ese talento.
La ocasión es propicia, puesto que el escritor quiere olvidar algunas polémicas en Marvel. Como bien apunta Juan Iglesia Gutiérrez en su análisis de la andadura para el portal Zona Negativa, la piedra de toque fueron sus choques con Gerry Conway. Al final, se hace oficial, Englehart podrá escribir a su personaje favorito: Batman. El reto es mayúsculo, las ventas de Detective Comics se hallaban en horas bajas.
De la mano de Raymond Chandler, la década de los treinta del pasado siglo conoció a un nuevo tipo de antihéroe: Philip Marlowe, investigador privado con licencia. Un tipo duro con la estética del perdedor, alejado de la elegancia de Holmes o el sibaritismo de Poirot. Englehart, fanático del estilo de Bill Finger, quiere poner esa jungla de asfalto al estilo John Huston en una Gotham donde Bruce Wayne tendrá el mismo protagonismo que El Murciélago, merced a su fascinante affaire con Silver St. Cloud.
En un par de meses, todo el mundo hablaba de Gotham. Gánsteres y políticos corruptos como Rupert Thorne daban una verosimilitud atípica a unos cómics que el verano de 1977 eleva a la categoría de culto. Por accidente y de rebote, un colorista llamado Marshall Rogers se convierte en dibujante, quedando su elegante trazo revitalizado por Terry Austin, socio predilecto de John Byrne.
Un periplo breve e inolvidable. Este Dream Team artístico asienta las bases de todo lo que debe ser la mafia gothamita y los esfuerzos de Bruce para combatir un mal que puede ir con traje y corbata. No es una elegante trama en mansión inglesa, pero sí el máximo homenaje a individuos como Marlowe, corredores de fundo en barrios a los que le gusta estar sucios.
7) La Conversación
“Todo ocurrió más o menos deprisa, fue cuando Eisner murió. Yo hubiera querido trabajar con su aprobación y supervisión, pero no pudo ser”. Parece el arranque de un interrogatorio para True Detective (2014), pero las declaraciones de Jeph Loeb se referían al riesgo asumido al coger una colección tan icónica como The Spirit, brillante creación de Will Eisner.
Corría el año 2007 y DC dio luz verde a un crossover que iba a enfrentar a los ingenios de Batman y Spirit. Si Maurice Leblanc no pudo resistirse a medir la sagacidad de su Arsène Lupin con el afamado inquilino de Baker Street (aunque sorteando de manera poco sofisticada el temo de los derechos de autor y nombres), Loeb tuvo la oportunidad de iniciar el reboot de Denny Colt, cuyos rumores de su muerte habían sido prematuros.
Anteriormente, Loeb fue responsable, bajo la bendición del sagaz Archie Goodwin, de sagas como El Largo Halloween o Victoria Oscura. Logró trasladar, especialmente reforzado por los lápices de Tim Sale, el espíritu de filmes como El silencio de los corderos (1991) o Seven (1995) para una especie de continuación de Año Uno donde se daban detalles sobre qué ocurrió con Carmine Falcone, cuál fue la evolución de Harvey Dent, etc. Ambas aventuras apostaron por desenlaces tan controvertidos como el de “Testigo de Cargo”, el relato de Agatha Christie que se hizo célebre por su adaptación a la gran pantalla con Charles Laughton. Las opiniones apasionadas y extremas sobre esa andadura reflejan que el whodunnit llegó a funcionar.
Batman/The Spirit se antoja menos ambiciosa en sus cimientos, si bien nos brinda la gran convención policial que se va a celebrar en Hawaii, con nombres tan importantes como los comisarios Dolan y Gordon. Loeb se ve bendecido por los dibujos de un Darwyn Cooke en estado de gracia, quien brinda, además, las versiones más arrebatadoras de P’ Gell y Posion Ivy que recuerdan. Por momentos, la primera parece Hedy Lamarr trasladada al Noveno Arte.
Naturalmente, Octopus, El Joker y otros huéspedes no deseados intentarán arruinar el feliz evento de investigadores.
8) El archivo del escocés
“Mi etapa en Batman es como una especie de novela en 25 partes, cuyo clímax es lo primero que desarrollé […] Cada detalle que aparece en los cómics de los últimos dos años es significativo, una pista para ir desentrañando la trama que hemos desarrollado”.
Dan Didio se había encomendado a un genio enloquecido, aunque algunas voces habrían clamado que se trataba de un escritor lunáticamente genial. Grant Morrison recibió las llaves del Batmóvil en julio de 2006. Su debut en la serie lo hizo acompañado de un dibujante con el talento de Andy Kubert. El mensaje estaba claro: no iban a reparar en gastos y el heterodoxo urdidor de historias no tenía que ponerse frenos.
Aunque la estrella inicial de su andadura es Damian, el fruto de la unión entre Talia al Ghul y Bruce Wayne, el propósito a largo plazo de sus arcos argumentales rinde mucho tributo a la novela de misterio (particularmente a Diez negritos) y una profundización psicológica en el millonario que se viste de manera monstruosa para atormentar criminales.
Joel Mercé, autor del excelente artículo “Batman: balas de plata” (Revista Dolmen # 156), da en la clave al diseccionar el planteamiento de Morrison: «todos los cómics de Batman (desde la Golden Age hasta el de Frank Miller) son canónicos. ¿Y aquellas historias extrañas, absurdas o sobrenaturales? O bien ha ocurrido… o Bruce lo ha sentido así en su cabeza. Un cuaderno oscuro que puede ser tan aterrador como el diario de Tom Ryddle es custodiado en la mansión Wayne con estos testimonios que pueden esconder la salvación cara a un futuro reto que se antoja impresionante.»
Dibujantes como J. H. Williams III aprovechan al máximo los juegos literarios de un Morrison que casi está anticipando Puñales por la espalda (2019): mansiones, asesinatos y misterios ocultos en cintas como The Black Glove, una magnífica ocurrencia del guionista escocés. Todo eso sirve de cimientos para Batman RIP, el verdadero órdago para esta epopeya.
En sus momentos en estado de gracia, el guionista incluso logra ennoblecer a Batmito, no hay instante bizarro que no pueda ser analizado en estos archivos sombríos que habrían hecho las delicias del doctor Watson. Tony Daniel acompaña en la última parte de la función, incluyendo a un Bruce amnésico por los peores barrios de Gotham, sin que eso implique que haya perdido un ápice de su don para la deducción.
La saga se alargará y, cuando todas las piezas racionales encajen, Morrison volverá a intentar sorprender con elementos más sobrenaturales. Controvertida, única e irrepetible, aunque El Guante Negro y sus inquietantes propósitos con el mejor detective del mundo seguirían, quizás este soliloquio sea uno de los pocos que podrían cerrar qué significa la dualidad Batman/Bruce para Morrison: “En mis intentos de ver con claridad en la oscuridad más profunda, en mis esfuerzos de ir al ojo del huracán en la tormenta de la locura, ¿he abierto para mí mismo algo de la más pura fuente del mal? ¿He sobrepasado, al fin, los límites de la razón? ¿He hallado al diablo esperando al final del camino? ¿Y era miedo lo que había en su mirada?”.
9) Pero… ¿quién mató a Selina?
Otros Mundos. Dentro del panorama DC, existen pocas líneas con mayor atractivo que la posibilidad de observar a sus icónicos personajes en otras etapas históricas y contextos distintos a los que conocemos. Mark Chiarello, editor responsable en 2002, dio luz verde a Batman: Nueve Vidas, un relato con resonancias pulp y ambientado a inicios de la década de los 40 del siglo XX.
El dibujante seleccionado hace esbozar una sonrisa a cualquier persona aficionada a Batman que se precie: Michael Lark, uno de los responsables de la irrepetible Gotham Central. Artista dotado hasta límites impresionantes para transmitir los recovecos de las calles asoladas por el crimen organizado, brinda a la galería de villanos del héroe sin superpoderes, pero igualmente inquietantes como señores del crimen al estilo Lucky Luciano o Al Capone.
La trama corre a cargo de Dean Motter, quien conoce una de las reglas básicas del Cluedo , tablero que quiere aplicar en esta historia alternativa: todos tenían motivos y medios para haber asesinado a Selina Kyle, aquí tornada en una dama que había jugado con fuego al relacionarse tanto con importantes multimillonarios como con líderes de cártel.
Una lectura amena, con giros sorprendentes y el atractivo de ver a rostros conocidos en roles diferentes. Paulo Hernando acierta al considerar que el Dick Grayson que hallamos en esta ocasión parece un detective surgido de la imaginación del legendario escritor Dashiell Hammett.
10) The Bat Whispers
Con motivo de la publicación por ECC de Gotham Noir, Enrique Ríos firmó el artículo “Los ingredientes del Noir”. Allí, dicho autor elogiaba que Ed Brubaker y Sean Phillips, dueto todavía en activo y en muchas ocasiones vinculados a las viñetas de suspense, pasaban con prueba una nota que en la literatura y el cine suele provocar acaloradas discusiones: ¿qué es exactamente una “historia negra”?
Previa a su disertación, Ríos recuerda un clásico ya olvidado: El murciélago susurra (1930), un misterioso largometraje que ya era un auto-remake del cineasta Roland West, quien ya había rodado en 1926 las desventuras de las victimas de una criatura llamada El Murciélago, un señor del crimen que aterraba sus víctimas con un atuendo similar al de cierto rodeador alado.
Ambas cintas pueden parecernos hoy un tanto ingenuas, pero generaron expectación en su día y seguro que Bob Kane las tuvo presentes. Sea como fuere, Brubaker y Phillips se imbuyen de ese espíritu para explorar de nuevo la faceta investigadora de Jim Gordon y Bruce Wayne. Otros Mundos permite de nuevo hablar de una Gotham distinta; ahora, recién salida de la II Guerra Mundial y en plena expansión urbanística.
Junto con la trama y sospechosos de rigor, el atractivo principal radica en que, como público, deberemos decidir si el atribulado Gordon (quien tiene las heridas psicológicas y el heroísmo discreto que exigían revistas como Black Mask) está teniendo visiones o realmente existe un tal Batman que le ayuda en sus investigaciones.
La clave radicará en esclarecer cuál es el vínculo entre el alcoholizado detective privado y un miembro de la jet set de Gotham que estuvo en las playas de Normandía. Y con damas fatales como Selina Kyle entre medias, el bourbon, jazz y las sorpresas están garantizadas.
A modo de epílogo… ¿qué le sucedió al Cruzado Enmascarado?
“Eres el mejor detective del mundo, Bruce. ¿Por qué no lo descubres tú mismo?”. Una voz femenina y familiar hace despertar algo en la conciencia del héroe de la noche. El último gran misterio. Neil Gaiman y Andy Kubert firmaron en 2009 una aventura muy especial dentro de la singular andadura de Batman.
La idea de iniciar una saga con el paladín de Gotham muerto ya había sido acariciada por George Pérez años atrás, siendo aquí cuando la mente de Wayne debe ir juntando las piezas inconexas de su propio funeral, donde es testigo de las diferentes personalidades en su vida van dando distintas (y contradictorias) versiones de su biografía.
Toques dickensianos y a joyas del séptimo arte como Ciudadano Kane (1941) otean en el horizonte de una aventura muy especial, otra de esas investigaciones enigmáticas que tanto enganchan al ingenioso héroe del universo DC.
¿Quizás la última? No, de momento, podemos carecer de temor, quedan muchos casos por resolver en la Batcueva…