Esta semana se pone a la venta Dog Biscuits (Galletitas Perrunas), una novela gráfica realizada por la autora Estadounidense Alex Graham cuyas páginas aparecieron en principio serializadas a través de la red social Instagram durante el verano de 2020. Su recopilación en formato físico a cargo de Fantagraphics en Estados Unidos le ha valido el premio Puchi Award 2021 del prestigioso centro cultural madrileño La Casa Encendida, que se decidió a copublicar el volumen en castellano junto con la editorial Fulgencio Pimentel para que la obra tuviese difusión en nuestro idioma. El pasado martes 15 de marzo, la mañana antes de recoger el galardón, Graham nos concedió una entrevista en la propia Casa Encendida y pudimos desgranar con ella algunos aspectos de Dog Biscuits. Queremos agradecerla desde aquí tanto a ella, como a la gente de Fulgencio Pimentel y de la Casa Encendida, esta oportunidad que nos brindaron.
Sala de Peligro: ¿Cómo empezaste a interesarte en hacer cómics?
Alex Graham: Cuando era adolescente, mis padres me enseñaron un documental sobre Robert Crumb, y ahí conocí a ese autor. Cuando crecí un poco empecé a comprar sus comics y su magazine Weirdo, donde venían recopilaciones de todo tipo de artistas diferentes que hacían comics en los ochenta y los noventa. Aquello me interesó de verdad. Pero no hice, no completé, mi primer cómic hasta que tuve veintitantos. Llevo haciendo cómics solo desde que tenía… veinticinco años, y ahora tengo treinta y cuatro, así que llevo nueve años, casi una década ahora. Hace muy poco que realmente le he pillado el ritmo, y solo he empezado a sentirme cómoda con mi estilo en los últimos tres años.
SdP: ¿Desde que hiciste aquel cómic llamado Cosmic Be-Ings, tal vez?
AG: Ese fue mi primer cómic. Tenía 25 páginas, su dibujo era muy rudimentario, no tenía mucho contraste… era solo para divertirme y acostumbrarme al medio. ¡Pero extrañamente a la gente le gustó mi trabajo a partir de aquello! No me lo esperaba y no muchos artistas tienen esa suerte. No entiendo donde vieron el atractivo, pero a la gente le gustó. Sí, tuve mucha suerte.
SdP: Dog Biscuits viene de otro proyecto descartado llamado They live together ¿Cómo pasó el uno a ser el otro y en qué se diferencian?
AG: Sí, intenté hacer de They live together un slapstick muy cómico, un cómic en un estilo en plan Looney Toons que iba a tener treinta páginas. Pero lo abandoné tras tan solo cinco páginas, pero… ¿la premisa de la casa donde vive Rosie en Dog Biscuits? De ahí es de donde la saqué, de la casa de They live together.
SdP: Sí, en la edición española aparecen esos planos de las estancias que dibujaste para They Live Together, y que Dog Biscuits heredó.
AG: ¡Sí, exactamente! Rosie y el concepto de un piso compartido venían de They Live Together. Y cuando empecé a trabajar en Dog Biscuits improvisando… cuando estás improvisando una historia es fácil que recuperes de proyectos abandonados, para no tener que gastar energía creativa construyendo algo totalmente nuevo. Así que lo que hice fue tomar prestado de cosas que no había terminado antes.
SdP: Cuéntanos acerca de cómo serializaste Dog Biscuits en Instagram, dibujando y subiendo allí página tras página.
AG: ¡Fue genial! Cuando empecé a hacerlo, era solo para entretenerme y me dije a mí misma que iba hacer el peor trabajo de toda mi vida. Pero desde el primero que subí… ¡a la gente le encantó! ¡Y yo no entendía por qué, era tan horrible! Luego redibujé el primer tramo de la obra, así que la primera parte del libro impreso no viene de Instagram. Aquello estaba dibujado rápido y muy mal. Me llevó unos… quizás diez minutos, dibujar una página. Más adelante le dediqué varias horas a cada una, así que hay una diferencia entre los estilos. Pero estaba muy animada por el hecho de que a la gente le gustase desde el principio para seguir contando la historia e improvisando. Diría que el primer cuarto del libro está totalmente improvisado. Así que me sentaba delante de la página en blanco sin saber qué iba a hacer y simplemente…. (hace gesto de dibujar) algo surgía. Fue más adelante cuando se me empezó a ocurrir la historia completa y empecé a trabajar para conducirla hacia aquello. La experiencia de hacerlo en Instagram fue estimulante, el estar delante de la audiencia improvisando mientras reaccionaban en tiempo real. Pero a veces también resultaba algo frustrante, por el modo en que el público reaccionaba.
SdP: ¿Te sentiste tentada a remoldear la historia que tenías pensada en función de las reacciones?
AG: Intenté no hacer eso, en plan preguntar activamente qué querían de la trama, sino que acabé haciendo exactamente lo contrario de lo que se me pedía. Esa fue la manera en que influenció la historia: cuando la gente estaba segura de que iba a pasar algo, yo hacía lo contrario. Así que sí que influenciaron la historia, pero no del modo en que querían.
SdP: Produjiste una cantidad asombrosa de páginas, como tres al día, ¿no?
AG: Llegué a hacer seis páginas un día, pero eran muy sencillas y rápidas de hacer. Sin embargo, otras estaban orientadas a tener más detalles, y esas me llevaron un día entero. Lo de las seis páginas fue una anomalía, solo pasó una vez, lo habitual era una media de dos-tres páginas al día, dependiendo de lo fáciles que fuesen. En un momento dado me tomé toda la semana de descanso y no posteé nada, porque mi espalda empezó a dolerme. Tenía que parar para pasarme todo el tiempo en la cama, y aun así todavía intentaba dibujar allí.
SdP: ¿Y cómo resultó aquel intento?
AG: ¡Dificilísimo! Tenía un tablero pequeño y ponía mi espalda contra la almohada, pero aquello no era eficiente. Pero es que estaba tan motivada por dejar de trabajar en restaurantes, que era donde lo hacía antes de la pandemia llegase… Y como el COVID me dejó con tiempo, sin poder trabajar, quise emplear ese tiempo para conducir mi carrera hacia ser artista a tiempo completo. Estaba extremadamente motivada a ello.
SdP: Ya has contestado a esto en parte pero, ¿tenías un estructura muy definida desde el principio o creció la historia por sí misma, con los personajes “encontrando sus propias voces” y “tomando sus propias decisiones”, por así decirlo?
AH: Sí, sí. Puedes verlo, aunque solo si miras en mis entradas viejas de Instagram porque cambié el principio del libro impreso, en que los personajes eran algo distintos, ya que no tenía en realidad sus voces bien definidas todavía, pero cuando los personajes empezaron a desarrollarlas, pasaron a ser reales. Por eso tuve que volver al principio y cambiar cosas, porque habían terminado siendo diferentes, no eran las mismas personas. Al final eran más sólidos, tenían motivaciones sólidas, y tal.
SdP: ¿Por qué decidiste hacer a los protagonistas, pero no a todos los personajes de ese mundo, animales antropomórficos? ¿Por tu influencia de Crumb y su Gato Fritz, quizás?
AH: Bueno, honestamente, y espero que esto responda tu pregunta, me encanta dibujar animales antropomórficos porque siento que la gente se ve más fácilmente atraída por ellos que por… cuando yo abro un cómic y todo lo que veo es gente real, tiendo a sentirme menos cautivada por ellos inmediatamente. Le llevará al autor más trabajo ganárseme. Prefiero leer cómics con animales antropomórficos por esa razón. Creo que quizás porque el antropomorfismo añade algo de espacio y distanciamiento, y podemos sumergirnos mejor en la historia, porque no son humanos, y nosotros somos muy críticos los unos con los otros.
SdP: Y ¿hay algún tipo de mensaje en que Gussy sea un perro antropomórfico que venda galletas para perros estilosos pero normales, las mascotas de gente humana muy pija?
AH: Sí, ahí hay una coña absurda, que puse para que cuando alguien me hiciese esa pregunta, yo respondiese: “Bueno, no, es un perro, solo es un humano que se parece a un perro”. Así que todos mis animales antropomórficos son en realidad personas que resulta que se parecen a animales. Creo que en la realidad hay gente que se parece un poco a ciertos tipos de animales, como si fuesen sus animales espirituales o algo así, esa sería mi razón. Creo que tuvo que ver con la naturaleza improvisada del modo en que empecé. Al principio no tenía intención de que apareciese ningún humano, pero cuando en la obra empezó a entrar gente en la tienda, quise representar al tipo de personas que acudían el restaurante en el que yo trabajaba. Y quise que tuviesen aspecto humano a partir de ese punto.
SdP: La música parece importante en Dog Biscuits. Hay un buen puñado de canciones sonando a lo largo de un montón de escenas. Háblanos de ello.
AH: Sí, adoro la música, es mi expresión artística favorita, y de verdad que preferiría dedicarme a ella en lugar de a la pintura y el dibujo, pero no tengo ninguna capacidad para ello. Lo he intentado: no consigo leer solfeo, no tengo sentido del ritmo… anhelo la música, siempre que pinto o dibujo estoy escuchando música; todo el tiempo y de todo tipo. Cuando estaba con Dog Biscuits me dio por el Glam Rock y otras cosas de los setenta, ochenta y noventa…aunque, no, no tanto de los noventa, sino más bien incluso de los sesenta. Y todo ello contribuyó a la personalidad de Gussy mucho, porque parte de ella es que le gusta la música. Y escucha la que un hombre de su edad escucharía: T-Rex, Procol Harum… Me hice una banda sonora de todas esas canciones que oía mientras dibujaba, de las cuales, muchas acabaron en la historia. Y ayudaron a construir ese mundo que estaba creando. En realidad, mientras escucho música, eso también influye a veces en la historia, los sentimientos que transmite, sus ritmos… me ayudan a escribirla también.
SdP: Excepto por los dos policías (que son tan absolutamente pasados de vueltas y aterradores como divertidos de leer) en Dog Biscuits cuestionas las preconcepciones o prejuicios con personajes complejos de muchas facetas y con situaciones que no se pueden evaluar en términos de blanco o negro, nada maniqueas. ¿Son temas que querías tratar o fue algo que surgió de manera natural?
AH: Hay un posicionamiento detrás de ello, porque siento que… me frustra leer comics contemporáneos porque creo que todos mis colegas tratan de seguir una agenda donde sus personajes son perfectos y no tienen fallas. Los protagonistas de sus historias son los modelos de conducta perfectos, y todo el mundo a su alrededor está equivocado, pero ellos son el perfecto pináculo de lo que se supone que debes ser. Y yo no puedo leer esos cómics porque no es así como funciona en la vida real. Todas las personas tienen defectos. Todo ser humano es imperfecto y lidia con ellos, y no pasa nada, eso es parte de lo que nos hace bellos. Así que eso es por lo que quería presentar mis personajes de modo que cada uno tuviese sus propias fallas, y también que hubiese algunos irredimibles, porque así es como es en la vida real. Y de ese modo, para mí, estaba haciendo una declaración hacía otros cómics contemporáneos e historias donde los creadores tratan de presentar personajes perfectos. Odio eso y me tira para atrás mucho e inmediatamente cuando empiezo a leer una historia de ese tipo. Creo que hay tal sequía de historias personajes reales (o la ha habido hasta hace muy poco) que por eso Dog Biscuits ha llegado a ser tan popular, porque presenté estos personajes humanos realistas con defectos, y te puedes identificar con ellos.
SdP: Además, casi cada uno de los personajes de Dog Biscuits está inmerso en una crisis existencial. De hecho, ¿crees que se podrían haber contado sus historias sin necesidad del contexto COVID?
AH: Creo que podría haber funcionado sin ello, pero que lo que hizo que funcionase con el COVID es que eso es lo que el COVID nos hizo a todos: Que se volviesen patentes todas las crisis por las que ya estábamos pasando y se exacerbasen, haciéndolas incluso más grandes. Nos hizo recluirnos y estar solos sin distracciones para enfrentarnos a las crisis que individualmente ya estábamos pasando. Creo que por eso funciona bien que sea durante la COVID; es el telón de fondo de las crisis que independientemente la gente está pasando, y me hizo más fácil e interesante construir mi historia.
SdP: Pareces interesada en explorar las contradicciones internas de la ideología y del comportamiento de tus personajes, y por extensión, las del marco social actual.
AH: Te refieres a que mis personajes tienen ciertas creencias y aprenden ciertas lecciones, pero aun así actúan de otro modo ¿verdad? Creo que ese es un logro realista en mi construcción de personajes, porque en la vida real, cuando aprendemos una lección, o se nos juzga por los errores que hemos cometido… no es que cambies inmediatamente. A menudo continuamos cometiendo los mismos errores una y otra vez y… crecer y aprender lleva años, no sucede del día a la mañana. Pero muchos autores hacen que esa transición se produzca instantáneamente en sus historias: un personaje aprende una lección y entonces ya es una persona completamente diferente al día siguiente. No creo que eso sea realista. Creo que a eso a veces puede funcionar en algunas historias, pero… no es así como me gusta hacerlo. Me gusta que mis personajes permanezcan siendo imperfectos, repitiendo los mismos errores. Y luego ya puedes echar un vistazo a su futuro y ver cómo aquello les afectó años después, pero les llevará años. Algunas de las conversaciones y lecciones que mis personajes aprenden suscitaron una reacción por parte de mi audiencia cuando la obra se publicó en Instagram. Quería provocar, a veces es lo que intento… y funciona. A menudo mordían el anzuelo con facilidad, y eso me divertía un montón. Quería por ejemplo que la obra fuese política, pero no en un sentido de que yo me posicionase con un partido. No me gusta que el arte sea así, lo que quería era que la gente se formase sus propias opiniones y conclusiones. No intento predicar, sino quizás guiar para que la gente piense de manera diferente.
SdP: Bueno, pues la última pregunta es si, visto cómo referencias en Dog Biscuits a esos dos actores, odias a Jennifer Love-Hewitt y a Timothée Chalamet
AH: (Risas) No odio a Jennifer Love-Hewitt, soy imparcial respecto a ella, fue simplemente la primera famosa que se me vino a la cabeza ahí. Tuvo gracia porque en Instagram la gente reaccionó como si yo fuese una gran fan suya, y… no, no la detesto, pero tampoco es así. Y, sí, sí que odio un poco a Timothée Chalamet, pero soñé con él hace un par de meses, y cuando desperté, ya no le odiaba (risas). Vi la nueva película de Wes Anderson en la que sale y no creo que actuase muy bien, así que todavía no me gusta demasiado, pero no le odio tanto como cuando estaba dibujando Dog Biscuits.
SdP: Ok, Alex, eso ha sido todo. Muchas gracias por tu tiempo y por tus respuestas. Esperamos que disfrutes lo que te queda de estancia en España, felicidades por el premio Puchi Award que recibirás esta tarde.
AH: ¡Muchas gracias a vosotros!