Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga |
Me vais a perdonar la desaparición durante las últimas semanas, lo único de lo que voy a pedir disculpas de todo lo que vengo a escribir. Abril fue un mes terrible, cargado de trabajo, de ferias, de Día del Libro, de todas las fechas límite habidas y por haber. Y de postre cada vez que he intentado distraerme entrando en Twitter (lo sé, es exclusivamente mi culpa) he tenido que leer cada imbecilidad que me he deslomado la espalda de tantas veces que me he caído al suelo. Me encanta cuando todo el mundo sale con recetas para salvar el sector del cómic con un concepto más o menos aproximado de cómo funciona. Mira, no tengo paños calientes: no tenemos ni puta idea, ni vosotros ni yo ni nadie. Pero con tanta gilipollez suelta se me ha ido la empatía por donde la espalda pierde su honroso nombre.
–Que el modelo de porcentaje que les queda a los autores en concepto de derechos de autor está obsoleto. Sí, PERO no es lo único que habría que resetear. También tenemos tocado el modelo tradicional de venta, porque aquí estamos decenas de empresas publicando cosas y vendiendo en canales de lo más variopinto, pero lo obviamos todo el rato. Que parece que el parné está solo en las librerías de proximidad, pero luego habría que ver qué se vende en Carrefour y Alcampo. O en las licitaciones a Latinoamérica. En nuestras tiendas online. La cuestión es DE DÓNDE tendría que salir el trozo de pastel que les falta a los autores, en un momento en el que no queda tan claro (me gusta cuando callas porque estás como ausente) qué es lo hacen los intermediarios, editores, los distribuidores, todos los agentes del sector que no forman parte del proceso productivo: escribir y dibujar. Nos falta poco para que alguien nos llame los comisionistas del tebeo. Mira, ya nos lo llamo yo. Pues si te han pillado con el dromedario del helado, celebrando lo bien que venden las figuras de Boruto, es lo que hay. Que no falte el merchan, que es el que paga de verdad las reformas en los locales. Yo solo espero al momento en el que las asociaciones de autores, ahora que hay tantas, empiecen a quemar cosas. Y decirles que soy compañero, coño.
–Que se publique menos tebeo, para que las obras que salgan vendan bien de verdad. Hostias. Me has abierto los ojos. Porque, claro, si por ejemplo dejo de publicar [cómic de humor sin muchas pretensiones] o [cómic juvenil de nicho] todo ese público va a ir a parar a [novela gráfica seria]. Un plan sin fisuras. Estaría bien si dejáramos de considerar al tebeo como un todo absoluto, en el que el público es siempre el mismo y no entra por otros cauces, dejando de lado las producciones transmedia y productos derivados, por nombrar algo. Como si Heartstopper no se hubiera colado en la lista de lo más vendido gracias a la serie de Netflix. Como si las ventas multitudinarias de Youtubers-que-sacan-un-libro no vinieran de fuera del circuito del papel. Desengañaos: el mejor consejo posible es que todos nos hagamos influencers.
–Que todos nos pongamos a sacar manga, que es lo que vende ahora y así compensaríamos las ventas de tebeos patrios que flojean más. Otra estrategia infalible. Solo hay que ver la mayoría de los sellos que más manga publican, ¿cuánto tebeo español sacan? Y de los de reciente creación que se han especializado en manga, ¿cuánto español planean sacar? Dejaos de milongas. Publiquemos manga por sí mismo, no para sobrecompensar nada. Publiquemos español porque nos gusta, no porque pensemos que tenemos que cubrir una deuda nacional. Y, ya puestos, quitémonos un poco el sombrero por quienes intentan funcionar en este sindiós, más allá de las tendencias, intentando abrir nuevos caminos lleno de gigantes que dan vértigo. El auténtico sentimiento que mueve el mundo editorial es el amor por el dinero… y el ego. A mí me encanta ver mi nombre en todos los créditos esos chiquitines.
–Que hay que vender el cómic más barato, mucho más barato, prácticamente habría que pagar a los lectores por consumir nuestros tebeos. Cada vez que leo un comentario de “el manga está caro” me bebo un chupito, y las botellas de Jägger se me acumulan en la papelera de forma que la oficina parece ya más una bodega que una editorial. Mira, a mí me es dramáticamente imposible sacar cosas con papel de váter, encoladas de cualquier manera, traducidas con Google y rotuladas en Comic Sans. Hacer un buen trabajo implica tiempo y dinero. Especialmente si pienso en los autores y autoras, a quienes no me da la gana ofrecer menos de un 20% sobre el PVP por una cuestión de ética profesional, más allá de lo que mejor le vendría a mi bolsillo individual y a mis ansias de coleccionar figuras de Rei Ayanami. Pero como encima sigo teniendo un elevado factor fan en sangre mantengo los precios en portada bajos, para que sean accesibles, a costa de que en mi equipo estemos todos, yo incluido y el primero, raspando siempre el salario mínimo. Cada comentario de esos en Internet, como decía, me va dejando una muesca. Cada tebeo a treinta, cuarenta, sesenta pavos que sacan otras editoriales, a veces de cualquier manera, me va dejando una huella. Al final colgaré un cartel en la web que rezará lo siguiente: “hoy no se fía. Mañana tampoco” y os cascaré todo el manga a doce lerus, contribuyendo al drama otako y la irrupción de decenas de clubs del suicidio ante la imposibilidad de comprar todo lo que se publica. Problemas del primer mundo.
–Que si quienes firmaron el manifiesto no podían acudir a Comic Barcelona bajo pena de excomunión. Mira. MIRA. Sois peores que escolares de Primaria, de verdad, chivatos sin causa, unos Suneos de la vida. Yo me he retractado públicamente (me cito a mí mismo: “he pecado de hipócrita”) por firmar el aquello y acudir al evento, motivado por nada más y nada menos que la supervivencia económica y la visibilidad de mis autores y sus obras, pero es que me toca mucho las pelotas leer cosas como que mi actuación perjudica a las de otres compañeres. ¿QUE QUÉ? Yo me he ciscado en Ficomic en abierto y por múltiples canales, he dicho la más gorda, y también he tenido la cara de citarme con sus responsables solo para decirle que vaya eme como la copa de un pino todo, e incluso así mi plan siempre es constructivo, porque prefiero usar las bases de aquello que está en marcha que esperar a que alguien que crea que lo va a hacer todo mil veces mejor se corone rey soberano. ¿Quiénes os creéis que sois? ¿A qué hostias jugáis, con el pan de nadie? Pero igual de mal, de vomitivo, me parecen quienes se burlan de aquellos que defendieron su postura de no asistencia. ¡Respetad su decisión! ¡Buscaos la vida! ¿Qué sois, parásitos que necesitan que sean los demás quienes atraigan público para ver si rascáis unas ventas? Tal y como estamos, solo nos falta un Gernika para tener todo el cuadro.
Me tenéis contento. Me quedo con esto de Jordi Bayarri, que es un sol y una inspiración, ahora y siempre: “Mundillo del cómic español. Venga por los dibujitos. Quédese por el buen ambiente”.
Y la semana que viene… HABLAREMOS DEL EVENTO.