Que la novela gráfica va por modas es algo constatable. Tuvimos la racha de historias basadas en enfermedades varias, especialmente mentales, otra de temática LGTB y ahora parece que estamos inmersos en las turbulentas vidas de pintores: Las meninas de Santiago García y Javier Olivares, Goya: Lo sublime terrible de El Torres y Fran Galán, Klimt de Jean- Cornette y Marc-Renier, Frida Kalho. Una biografía de María Hesse, Leonardo Da Vinci: El renacimiento del mundo de Marwan Kahil y Ariel Vittori, Balthus y el conde de Rola de Tyto Alba, El juego lúgubre, de Paco Roca sobre Dalí, El tríptico de los encantados de Max sobre El Bosco… No vamos a seguir poniendo títulos, pero quien quiera leer cómics sobre Picasso, Schiele, José Ribera, Caravaggio, Monet o Rembrandt va a poder hacerlo sin ningún problema. A todas ellas se une este Goya. Saturnalia.
MANUEL GUTIÉRREZ: Que ya hubiese otro cómic sobre Goya no me preocupó nunca. De hecho, debería haber muchos más cómics sobre Goya. Con la documentación que tengo podría hacer cuatro o cinco obras más. Conozco a un autor aragonés, José Antonio Ávila, que está haciendo uno sobre la época en la que Goya se convirtió en periodista para narrar los desastres de la Guerra de Independencia en Zaragoza.
Goya. Saturnalia, huyendo de la redundancia, propone un juego diferente a la mayoría de sus homólogas. A partir de la estancia del pintor aragonés en la Quinta del Sordo entre los años 1819 y 1825, donde realizó sus Pinturas Negras, Manuel Gutiérrez y Manolo Romero intentan adivinar qué pasaba en la mente de un Goya desilusionado, perseguido políticamente, inmerso en sus terribles contradicciones y que intenta buscarle sentido a su obra, dejar un legado desde la intuición de que se estaba adelantando al arte de los dos siguientes siglos. Jamás sabremos si los autores aciertan o fracasan en su empeño, porque eso solo lo podría decir Goya, pero aciertan en darle una estructura y unas intenciones que recompensan sucesivas relecturas.
Empecé con los posibles títulos, que tenía apuntados en un cuaderno. Tenía al menos 15 y Goya. Saturnalia fue uno de los últimos, pero cuando lo encontré no lo solté. Hice un planning con todas las ideas fundamentales y en vez de hacer un guion tradicional desde el principio hice un storyboard, y cuando lo tuve escribí un guion tradicional para no condicionar a Manolo Romero con mis bocetos. El guion lo mandé junto a una diagramación de cada página, pero no era un guion cerrado, Manolo aportó elementos como la presencia de El coloso en la historia. Y volvíamos sobre lo ya realizado haciendo modificaciones en viñetas del principio para que enlazaran con elementos del final.
La edición del cómic la ha realizado Cascaborra Ediciones, nacida en 2016 con el objetivo de crear cómics históricos con un claro afán didáctico, algo que no es la intención de este cómic
En principio el cómic iba a tener 56 páginas, muy al estilo de los que edita Cascaborra, una narración clásica, pero se interpuso la pandemia y me puse a pensar sobre el cómic. Han sido tres años en los que ha habido mucha reflexión, mucho ir hacia adelante y hacia atrás en el proceso creativo. En cierto momento le comenté a Manolo Romero lo mucho que me gustaba Lope de Aguirre. La expiación, de Felipe Hernández Cava y Ricard Castells, un cómic histórico donde los autores se soltaban estilísticamente y eso fue una de nuestras perchas a la hora de convencer a Cascaborra de salirse de su línea más tradicional. También pensaba que podría ser el último cómic que iba a hacer, así que me envalentoné para hacerlo más experimental. Previamente a este trabajo hice un proyecto de cómic que se llama Autorretrato, y aquí ya estaba Goya. Saturnalia. Yo había hecho con Cascaborra un cómic sobre la conquista de Ceuta, titulado 1415: Ceuta. La llave de África, pero quería que este Goya se diferenciara del resto de obras de la editorial, de ahí el cambio de formato, motivado además porque acentuaba la sensación de claustrofobia que queríamos conseguir. Luego me dijo Pedro Paredes que su tamaño coincidía con los de los grabados de Goya (Risas).
No estamos, pues, ante un tebeo divulgativo. Muchos de los detalles y personajes de la biografía de Goya están presentes, pero no son explicados explícitamente porque ese no es el objetivo, lo cual no significa que no haya un extenso trabajo de documentación. Obviamente no necesitas conocer la biografía de Goya para disfrutar el cómic que, más bien, te invita a adentrarte en esa vida turbulenta. Destaca la presencia de dos mujeres: su amante Leocadia Zorrilla y su hija Rosario Weiss “Mariquita”, quizás hija de Goya. Leocadia protagoniza una incómoda escena en la que es forzada por el pintor poseído por sus propios monstruos internos y que acaba de manera bastante ambigua.
Pensé que esa escena iba a suscitar más comentarios, pero no ha sido así. Para mí la Mariquita es hija de Goya, es lo que le ata a la vida real. Lo que tenía claro es que no se trataba de un cómic biográfico. Estoy cansado de que se piense de que, cuando se trata de un cómic, hay que darlo todo muy explicado, que hay una obligación de ser didáctico. Para eso hay decenas de libros o películas sobre Goya, aunque algunas no muestran bien la sordera de Goya, que era total y desde muy joven. Los bocadillos en blanco son el recurso que utilizamos para expresar esa sordera algo que, por cierto, hizo que la imprenta nos escribiera diciendo que había un error porque faltaban textos (Risas).
Abrir Goya. Saturnalia es un impacto visual. Muchos de los familiarizados con el estilo de Manuel Gutiérrez pensamos que el arte era obra suya hasta que los créditos lo desmienten. Gutiérrez ha encontrado en Manolo Romero un perfecto sosia dotado de un corpus estilístico y una sensibilidad muy semejantes a los suyos.
A lo mejor tendría que haberlo dibujado yo, pero en el momento en el que se fraguó yo no estaba en el punto adecuado, y yo estoy súper contento con el resultado. El arte de este cómic es digital, aunque las texturas son reales y están digitalizadas y añadidas al cómic. Como ya he dicho, la idea era dejarnos llevar, darle más importancia a la sensación sobre lo académico, de ahí ese trazo suelto de Manolo. Como anécdota, cuando nos conocimos en Barcelona me encontré que él firma los cómics con carboncillo, igual que hago yo. Además ambos somos muy fans de Bill Sienkiewicz y eso también se nota en el cómic.
Goya. Saturnalia es un cómic donde el ritmo es fundamental. No es ningún descubrimiento afirmar que Alan Moore, sobre todo su From Hell, está muy presente en la obra, con esa estructura de tres filas de cuatro viñetas que se rompe en la cuarta parte de las cinco que tiene la obra, y que el guionista titula como “movimientos”, como si se tratase de una obra musical clásica.
Cuando empecé a estructurar, en lo primero que pensé es en la metáfora de la jaula, formada por las “calles” entre las viñetas. Ahí también está La ciudad de cristal de Paul Auster ilustrada por David Mazzucchelli. Jugando con estructura de página, separando y uniendo las viñetas puedo pasar de unas escenas claustrofóbicas a otras más costumbristas o relajadas. Hay mucho juego de unir principio con final, mucha simetría, y eso lo rompemos en el Cuarto Movimiento, que así destaca sobre el resto. No podía hablar de unas obras como las Pinturas Negras, que cambian la idea del arte, usando una estructura clásica. El quinto cierra la obra, pero a su vez le da un sentido circular. El tema de unir pintura y música viene de mi interés por relacionar a Goya con Beethoven, especialmente con La Grosse Fuge, que es su propia Saturnalia. [La Grosse Fuge fue una de las últimas obras de Beethoven, casi contemporánea (1826) a las Pinturas Negras (1819-1823), difícil e incomprendida en su tiempo y que preconizaba, también, el futuro de su disciplina.]
Lo que sucede en los tres primeros movimientos se refleja en el cuarto, incluso en detalles como que La cárcel de Piranessi, que ya aparece en el flashback en el que Goya recorre la Zaragoza devastada por la guerra. Hay muchos elementos que se repiten en la obra, mucha rima, como un estribillo que se repite y va uniendo los momentos de la historia. Eso está en el cómic, está en la música y está en la poesía, que es sobre lo que estoy realizando mi tesis doctoral [dirigida por Sergio García, historietista y profesor de la Universidad de Granada]. He estado muy obsesionado con este cómic y no he vuelto a la tesis hasta que lo he acabado, me ha dejado seco. Sergio quiere meter este cómic en la tesis, pero tengo otra cosa en la cabeza.
El primer movimiento describe la llegada de Goya a la “prisión” de la Quinta del Sordo, en el segundo vemos sus monstruos internos que le atormentan, el tercero muestra su estado de ánimo ante la situación política de España y el cuarto es la apoteosis donde Goya tiene una epifanía sobre el significado de su arte y llega a la conclusión de que crear es un sacrificio, la Saturnalia final, en el sentido más religioso del término, sacrificio que posibilita el arte futuro pero que se nutre del arte pasado, en una secuencia alucinada e hipnótica que recuerda a aquella en la que, en From Hell, William Gull se convierte en el espíritu creador del siglo XX y sus horrores. El quinto muestra la salida de Goya de La Quinta del Sordo, una liberación que coincide con una diagramación de seis viñetas por página.
El cuarto movimiento empieza con una cita de Alan Moore, y el quinto con una de William Blake sobre las puertas de la percepción, que a su vez dio nombre a otra de mis obsesiones, el grupo The Doors. Hay mucho de mí en el cuarto movimiento, no solo de Goya. De hecho, una de las dudas que tuve fue si hacernos aparecer a Manolo y a mí [como García y Olivares aparecían en Las Meninas, o como el Moore y Campbell aparecían en From Hell] pero al final lo deseché. Y es que el cuarto movimiento no estaba en la estructura inicial, mi idea era acabar con la llegada de Fernando VII, pero ideas como ese juego de entrada y salida de arte atravesando a los creadores las vuelco aquí con Lorca, Morente, Camarón, Cohen,… y sí, también está en Alan Moore, pero también meto a artistas anteriores como Piranessi, Velázquez, William Blake, y posteriores, como Bacon, Rothko,… Hay una línea que une a todos ellos y también a la creación y la destrucción. Por eso aparecen Mahakala y Mahakali, dos deidades hindús que las simbolizan y que llevo tatuadas en los brazos. Ya te digo que hay mucho mío, aunque esté en un tercer plano. Me costó muchísimo hacer cada página de esta parte, mucho probar con bocetos hasta quedar satisfecho.
Como obra más sugerente que concreta, se presta mucho a la interpretación, que muchas veces va más allá o en direcciones distintas a las intenciones de los autores, y esa es una de sus riquezas. Además, y eso me parece fascinante, comparte esas características con la obra de Goya, como ese Perro semihundido, interpretada durante décadas como un pobre chucho a punto de morir enterrado con toda la carga simbólica que ello pueda conllevar y que una de las fotos que se sacaron de las Pinturas negras en 1870 reveló que en realidad el perro estaba acechando a unos pájaros borrados por los azares del traslado de las pinturas al Museo del Prado. También este cómic, como el buen Arte, necesita la mirada y la interpretación del espectador.
Este es un libro para gente que crea, que pinta, que compone,… Yo me alejé de los libros de Historia del Arte, no juego tanto a la simbología de la obra, sino que me interesa la materialidad de la obra, cómo está hecha. He consultado libros como el de Carlos Foradada, Goya recuperado en las pinturas negras y El coloso, que incluso analiza la composición química del cuadro, y eso me interesa mucho más que la simbología de los cuadros, porque le añade significados. En la foto original de Saturno devorando a sus hijos la obra tiene más fuerza, pero el traslado al Prado lo hizo más relamido, más blando. Pero es que las fotos de las pinturas originales, al ser de mediados del siglo XIX, con lo que eso conlleva, también modifican cómo percibimos las obras.
La vida de Goya es la historia de una contradicción: funcionario de los Borbones como Pintor de la Corte y, a la vez, liberal afrancesado, algo en lo que Goya. Saturnalia incide con la presencia machacona de Fernando VII en el tercer acto como un fantasma que acecha a Goya.
Goya era partidario de los valores liberales de la Francia de donde provenía José Bonaparte, aunque, cuando este le quiso conceder una medalla a sus méritos artísticos, Goya la aceptó, pero no acudió a la ceremonia de entrega. Como dice en cierto momento de la obra. “Afrancesado, sí, y patriota”. Cuando Leocadia le pide que se vaya porque su vida podría peligrar tras el Trienio Liberal, dice que no, aunque finalmente se vaya. Y aunque Fernando VII le despreciaba, no le retiró el sueldo como Pintor de la Corte, incluso cuando se exilió a Burdeos.
Con todos sus ideales liberales, Goya es España, lleva a España dentro, y eso, al final, es el origen de su tormento, aunque ni el guionista lo tiene claro.
Nunca sabremos qué pasó realmente. Esta época es la más oscura de su vida, hay muy poco documentado sobre este momento, y eso la convierte en un lienzo en blanco sobre la que construir nuestra versión. Pudo ocurrir, pero probablemente no, y nadie puede decirnos lo contrario, así que podíamos hacer lo que nos diera la gana, que es lo que tiene que hacer cualquier historia de ficción.