Hulk,… ¡patata caliente!
Aunque Peter David (1956-) siempre quiso ser escritor, su entrada en Marvel fue en 1982 por la puerta del Departamento de Ventas Directas dirigido por Carol Kalish (1955-1991) de la cual fue asistente y cuyo puesto ocupó cuando ella ascendió dentro del organigrama de la empresa. Aunque David se esmeró en su trabajo, tenía claro que su auténtica vocación era escribir. El problema es que la Marvel de Jim Shooter estaba muy compartimentada porque el editor en jefe quería evitar conflictos de intereses. Por eso procuraba que en la misma persona no confluyesen las figuras de editor y escritor (algo que él mismo no se aplicaba) o que la gente del Departamento de Ventas no escribiese guiones para evitar que desde ese Departamento se promocionase de manera injusta unas obras sobre otras. Además, la sección editorial y la sección de ventas no tenían demasiada buena relación porque los primeros veían como intrusismo que los segundos les diesen indicaciones de por dónde debían llevar sus historias a partir del feedback que recibían de los libreros.
Peter David se hizo amigo de Jim Owsley, ahora conocido como Christopher Priest, editor en 1985 de los títulos de Spiderman, y así consiguió publicar varios guiones, entre ellos La Muerte de Jean DeWolff entre los números 107 y 110 de The Spectacular Spider-Man. David intentó separar sus dos ocupaciones dentro de la editorial, dedicándose en exclusiva a la gestión de ventas en horario de oficina y dejando todo lo referente a los guiones fuera del horario laboral. Además, no hizo excesivo hincapié en promocionar el título que él escribía, lo que se tradujo en las ventas bastante pobres de una saga que ahora es recordada como de lo mejor del personaje en los 80.
A Jim Shooter no le hizo gracia el compadreo entre David y Owsley y obligó a este último a despedir a David, que quedó vetado como guionista, aunque en su corta etapa con Spiderman llamó la atención de editores como Bob Harras (1959-), que entonces tenía un problema grande y verde llamado Hulk. La frustrada etapa de seis números de John Byrne aceleró la salida de este en dirección a DC y defenestró a Dennis O’Neill como editor, siendo sustituido por el joven Harras que se encontró con que tenía que editar a un Al Milgrom que, aunque ahora nos parezca descabellado, tenía una excelente reputación como editor, entintador, guionista e incluso dibujante. Milgrom empezó a hacer cambios a lo loco que harían sentirse orgulloso a Jeph Loeb. Recordemos que Byrne había separado a Bruce Banner de Hulk, que pasó a ser un entidad independiente tanto o más salvaje que cualquier encarnación anterior mientras que Banner se convertía en el líder de los Hulkbusters con sede en la Base Gamma. Milgrom volvió a unirles y ese cambio volvió a Hulk más pequeño, inteligente y gris, tal y como era en el primer número de su serie original, aunque los problemas de impresión de la época aconsejaron que fuese verde. Siguiendo aquella historia original este Hulk también se transformaba de noche como si fuese un hombre-lobo.
En paralelo Rick Jones se transformaba en un Hulk grande, verde, salvaje y melenudo y la serie se convirtió en un juego del gato y el ratón entre ambos Hulks. Aquello no funcionaba ni a nivel creativo ni a nivel de ventas y el último número de Milgrom fue el 330 donde debutaba Todd McFarlane en la serie tras dejar DC. Harras se encontró con un problema gordo, porque ningún guionista quería trabajar en Hulk. Les parecía un personaje muy trillado, limitado y sin mucho futuro comercial, y esa fue la causa de la elección de Peter David. Total, no había nadie más y peor no podía ir la serie. Harras le dio carta blanca a David para que hiciera lo que quisiera. Su primer número tras un fill in en el nº 328 fue el nº 331, publicado en marzo del 87, apenas un mes antes de que Jim Shooter fuese despedido.
Hulk… ¡guioniza!
El Peter David que tomó Hulk tenía las ideas claras tanto sobre su trabajo como sobre lo que quería contar. Sabía que era su oportunidad para que se le tomara en serio como guionista y para ello puso toda la carne en el asador, mostrando desde el principio todas sus herramientas narrativas. Para empezar, despojó a Rick Jones de radiación gamma y de paso restauró al Líder como archienemigo de Hulk, al que David mantuvo como gris, más pequeño y débil, pero también mucho más inteligente y taimado. Era un Hulk muy egoísta e incluso cruel, tanto en acto como en palabra, demostrando uno de los muchos puntos fuertes de David como guionista, sus diálogos agudos y brillantes.
David no pensaba dejar descansar a Hulk. Por un lado, rescató esa faceta viajera del personaje heredera de la serie de TV de los 70, el único momento en el que el personaje había sido realmente popular. En su deambular el Hulk gris desfacía entuertos con bastante carga social, algo también muy de Peter David, con temas que parecen muy actuales pero que ya se trataban en aquella época, (e incluso en el nº 1 de Action Comics) como la violencia machista y las relaciones tóxicas. En paralelo, y aquí tenemos otra característica de David como guionista, se iban desarrollando varias líneas argumentales, una de las cuales era el intento de Hulk de erradicar el armamento gamma con la ayuda de los Hulkbusters.
En cuanto pudo David introdujo cameos de las estrellas del momento, los mutantes, tanto los de Factor-X como la Patrulla-X, con un enfrentamiento con Lobezno que homenajeaba a la primera aparición del canadiense en el 180 de Incredible Hulk de julio del 74. La portada de Todd McFarlane con Hulk reflejándose en las garras de Lobezno es una de las imágenes más icónicas de ambos personajes cuyo original se lo regaló McFarlane a David, que aún lo tiene colgado en su despacho.
Desde el principio tenemos otra de las patas del estilo de Peter David, un elenco de secundarios a los que hace ser tan interesantes o más que el personaje protagonista a los que saca oro. En primera instancia sigue usando a los clásicos Rick Jones buscando su lugar en el mundo, Betty Banner decidiendo si quiere llevar a término su embarazo o Clay Quatermain como alivio cómico, e irá introduciendo nuevos a medida que el personaje vaya cambiando en uno de los varios giros a los que sometería al personaje durante los doce años en los que lo estuvo escribiéndolo. Esa es otra característica de David, sacudir el statu quo cada año o año y medio llevando la colección de la que se ocupe en una dirección totalmente distinta y generalmente insospechada.
En este caso, tras un enfrentamiento con El Líder que acaba con Hulk aparentemente muerto le vemos transformado a partir del número 347 en Mr. Fixit, el matón del dueño de un Casino de Las Vegas, el honesto mafioso Michael Berenguetti. Las circunstancias de ese cambio se explicarían a posteriori e implicaron el mundo del Microverso donde el Hulk de los 70 conoció a Jarella. En su nueva encarnación gangsteril Hulk se dedicaba a mantener a raya a otros clanes mafiosos, pero esa, de nuevo, solo era una parte de lo que le pasaba a Hulk, cada vez más enfrentado a su alter ego y luchando con toda su fuerza de voluntad contra la luz solar que le transformaba en Bruce Banner. Esto daba lugar a un sinfín de equívocos con la novia de Fixit, Marlo Chandler, que se convertiría en uno de los mejores secundarios creados por David y a la que tanto fruto sacó en esta colección y posteriormente en Capitán Marvel.
Este tema de la personalidad disociada de Hulk como consecuencia de los malos tratos infligidos por el padre de Bruce, que además mató a su esposa, ya lo había sacado a colación Bill Mantlo en su etapa en la colección, aunque Barry Windsor-Smith anteriormente había propuesto una idea similar que le fue rechazada. Smith asegura que Mantlo le robó la idea, que luego Windsor-Smith adaptó en su obra Monstruos. David reconoce la inspiración de la historia de Mantlo, una idea a la que supo sacar todo el jugo que pudo.
En este momento David ya había colocado a Hulk de nuevo en el punto de mira del interés de los aficionados. Tanto es así que cuando Walt Simonson creó aquellos Nuevos 4 Fantásticos que reunía a los personajes más populares del momento, el Hulk gris trajeado se convirtió en uno de los miembros. En su propia colección tampoco faltaba la acción superheroica, no todo eran peleas de gangsters vestidos como en los años 40. Un crossover con Spiderman como aperitivo llevó al enfrentamiento que todos esperaban, el del Hulk gris con la Cosa hecha de piedras picudas, en el que por primera vez la fuerza estaba de parte de Ben Grimm y la astucia de parte de Hulk.
Sin tiempo para un descanso, entre los números 364 y 367, Hulk se embarcaba en una saga llamada Cuenta Atrás en la que se enfrentaba a las maquinaciones de El Loco, el hermano de El Líder, con enfrentamientos con la Abominación y, no se podía dejar pasar la oportunidad, Sharon Ventura transformada en La Cosa. David estaba siempre atento al Universo Marvel y dejaba claro que las aventuras de Hulk tenían su lugar en el gran esquema de las cosas.
Esta saga marca una nueva etapa en la que Hulk vuelve a su papel de monstruo errante donde destaca su encuentro con los Defensores originales que, supuestamente, estaban condenados a no reunirse nunca más so pena de provocar la destrucción de la Tierra. Hulk es poseído por un demonio, no se sabe bien si externo o interno, al que tiene que atrapar tras esa “puerta verde” a la que tanto juego sacó Al Ewing posteriormente. Las interacciones entre las distintas personalidades de Hulk cada vez tienen más importancia, Banner, el Verde, el Gris y una personalidad maligna, todas intentando dominar la mente común. Mientras, David iba presentando a los miembros de una misteriosa organización que dominaría la colección en el futuro, el Panteón, y rescataba a Betty, que se había metido a monja, a Rick y a Marlo. Tras una intensa sesión de psicoterapia a cargo de Doc Samson, el nº 377 supondría el fin de la “etapa Gris” y la entrada de la personalidad conocida como el “Profesor”, enorme, verde como el de toda la vida, astuta como el Gris e inteligente como Banner.
Hulk,… ¡dibuja!
Los cuatro años del Hulk gris se ven marcados por la personalidad de tres jóvenes dibujantes, casi debutantes, con la particularidad que cada una de las tres etapas del mismo fueron realizadas por el mismo artista, salvo algún número suelto, en un encomiable ejemplo de coherencia. Así, la etapa del Hulk errante la realizó Todd McFarlane, la de Mr. Fixit estuvo a cargo de Jeff Purves y la última que lidiaba con la disociación de personalidades la firmó Dale Keown.
El Todd McFarlane (1961-) con el que David le tocó colaborar era bastante más contenido en narrativa y composición que el que había llamado la atención en DC con Infinity Inc., Invasión o Batman Año Dos. Shooter había establecido como marca de la casa que la diagramación de página fuese lo más clara posible y McFarlane era un dibujante muy limitado que escondía sus limitaciones con diseños de página realmente llamativos pero narrativamente deficientes. La inercia del “estilo Shooter” se mantuvo en los primeros años de Tom DeFalco como editor lo que obligó a McFarlane a mejorar su estilo de dibujo y su narrativa, aunque poco a poco se fue (y le fueron) permitiendo experimentar con el diseño de página. En Hulk es donde McFarlane casi se convierte en el dibujante que luego explotaría con Spiderman y se consolidaría en Spawn, no un gran dibujante pero sí con una encomiable capacidad de crear páginas espectaculares y vibrantes.
Jeff Purves (1961-) empezó su carrera artística en Marvel Productions, el estudio de animación que hizo las series de los 80, y allí le animaron a que presentara muestras en la editorial. Sus 19 números en Hulk fue su única experiencia en el cómic y no debió ser muy satisfactoria porque en seguida volvió a trabajar en el campo de la animación. Purves tenía un estilo tosco y poco definido que se evidenciaba en su tratamiento de la figura humana, y casi parecía que todas las energías las concentraba en el personaje protagonista, al que sí era capaz de dotar de personalidad y carisma. Probablemente su bisoñez fue lo que provocó que el entintado estuviese a cargo de una leyenda como Marie Severin, en un guiño a la época en la que su marido John entintaba a Herb Trimpe. En ambos casos la personalidad del entintador se imponía a la del dibujante.
Dale Keown (1962-) fue el auténtico descubrimiento de esta etapa, un artista con todo lo mejor de los mejores John Byrne y Alan Davis. Su dibujo para Hulk sigue siendo moderno hoy en día y destaca en todos los aspectos: anatomía, composición, diseño de página, expresividad de los personajes, narrativa… Según Peter David, Keown, George Pérez y Leonard Kirk son los tres dibujantes que mejor han interpretado sus guiones. Ayudado por el entintado de Bob McLeod, sus 27 números en Incredible Hulk son de las etapas más recordadas del personaje. Como tantos otros, Keown se unió en 1993 a Image para crear un trasunto de Hulk llamado The Pitt, pero lo dejó relativamente pronto y desde entonces ha tenido una carrera muy inconstante y con escasa producción.
Los cuatro años del Hulk gris supusieron un hito para el personaje y para la industria en general. Demostraron que no hay personaje agotado sino autores que no saben enfocarlo, fue el campo donde Peter David demostró de qué era capaz y catapultó su carrera y la de un par de dibujantes de los que marcaron la década de los 90.