Palabra de editor – Extra, extra – La diferencia entre arriba y abajo.

Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga

Vamos a hacer una de Barrio Sésamo y contar de cero hasta cien. El Informe Tebeosfera 2020-2021, un compendio tremendo de datos sobre el mercado del cómic en España durante los dos últimos años, arrojaba de pasada un apunte en su último reporte que me produce… curiosidad. Página 19 del PDF. Dice:

¿Cómo se compensará la pérdida por la crisis para el caso de los autores? El planteamiento editorial sigue siendo el de rigor: los técnicos implicados en el sector del cómic ganan tres veces más que los creativos. Es decir, si un autor obtiene un 10% del PVP de un tebeo, tanto el editor, como el distribuidor, como el librero se llevan un 30%, aproximadamente.

A ver. Soy el primero que defiende a ultranza los derechos de autores y autoras, especialmente en lo que toca al dinero. Ya me conocéis. Y comprendo que, en el afán de reducir para explicar, simplifiquemos las cifras a su mínima expresión, usando el pastel de reparto de ingresos que ya hemos quemado en el horno de tanto cocinarlo. Pero, y aquí viene mi pullita, ¿a qué viene esto de que el editor, el distribuidor y el librero se llevan cada uno un 30% y ya? ¿Es que sufragamos también la producción a escote? Estas notas solo contribuyen a sembrar más dudas, así que vamos a explicar esto otra vez, desde el principio. Va para examen.

La librería INGRESA el 100% del precio DE CADA LIBRO QUE VENDE (o el 95%, si aplica el descuento máximo aplicable por ley, que se come con patatas). Previamente ha pagado en torno a un 65-70% al distribuidor por cada libro, según el material y las condiciones, así que le queda (cuando vende el ejemplar) en torno a un 30-35%… que tampoco es puro beneficio, de ahí tendrá que pagar gastos de local, suministros, nóminas, etecé. Y atención, que las grandes superficies y plataformas online no se llevan menos de un 40% (recordemos que son quienes más cómic y, sobre todo, manga están vendiendo ahora mismo).  Lo que la librería no vende, lo devuelve al distribuidor, quienes deberían devolverle también el dinero… pero como a la semana siguiente, al mes siguiente, va a pedir nuevos libros, pues se enzarza en una espiral de dinero a deber que reinvierte en más libros, y así ad nauseam.

La trampa está en que hay distribuidoras y editoriales que aceptan devoluciones de libros, y otras que no. Planeta, por ejemplo, no contempla recibir material que ya ha salido de sus almacenes: si la librería no vende el tomo 79 de One Piece es cosa suya, no haberlo pedido. En mi caso, y el de tantísimos otros pequeños y medianos editores, los puntos de venta pueden devolverte hasta tebeos que no son tuyos, si te descuidas un poco. Y otra cosa a tener en cuenta: la librería puede escoger qué exponer en sus estantes, y pedir más o menos según lo que considere. Así que puede solicitar a la distribuidora que le lleguen 500 tomos de Tokyo Revengers (truqui: Norma tiene su propia distribuidora con auténtica mentalidad de tiburón, yo me quito el sombrero… antes de que se lo coman) y solo dos ejemplares del resto de lanzamientos de esa semana. O ninguno. Cada una demanda tebeos en función de su experiencia previa, su clientela habitual y la previsión de mercado. Tiene 300 títulos al mes entre los que escoger. Y escogen. Nadie la obliga a tenerlo todo, pero suelen tener todas las novedades más recientes porque nunca saben quien va a pasarse a comprar este finde y hay que rascar de todas partes… al menos durante la semana de lanzamiento.

Las distribuidoras, que por lo general hacen una labor más logística que comercial (hay excepciones, por lo que suelen hacer es mover los libros bajo pedido, no intentar generar nuevas ventas donde todavía no hay), hemos dicho que ingresan el 65-70% que les pagan las librerías (y un 60% si la venta se ha producido en grandes superficies, bla-bla-bla), y de ahí se quedan un trozo nada despreciable, un 20% de media. A las editoriales les entregan, por tanto, entre un 40% y un 50% del precio de portada de aquellos tebeos que se han cobrado. Lo que hacen es primero decirte las cantidades que se han movido Y QUE TEÓRICAMENTE cuentan como venta, pero durante los meses siguientes a la publicación te llegan actualizaciones, en función de si se han pedido más ejemplares o si ha habido devoluciones de material. La cuestión es que la editorial, al final del año fiscal si quieres irte a lo lejos, cobrará el total de los ejemplares que efectivamente haya vendido, compensando los retornos (dinero que debería DEVOLVER por cómics cobrados que al final no han fructificado en venta) con los ingresos de los cómics que en los meses posteriores se hayan seguido vendiendo, en una rueda eterna de congoja y facturas. Por eso hay que procurar publicar cosas que se paguen a sí mismas: sacar tebeos minoritarios o con poca audiencia, a expensas de que otros títulos más comerciales te compensen las pérdidas, no es una buena estrategia a largo plazo. Cada tebeo debería ser rentable por sí mismo… o no ser.

Y de ese 40-50% que recibe la editorial de parte las distribuidoras (a noventa días desde la emisión de factura, y cogiendo todo con pinzas porque un mes te dicen que se han vendido 2000 libros y luego te pueden retornar 1300), hay que pagar tres gastos gordísimos: la impresión (que es fija y la auténtica apuesta, ya que el editor o editora tiene que abonar toda la tirada, independientemente de las ventas finales, por lo que no es un gasto aplicable a ninguna proporcionalidad: es todo y punto, se haya vendido lo que se haya vendido), el equipo técnico (traductores si se tercia, rotulistas, etc) y el bloque más importante, la base, alma y centro: los autores y autoras. Estos se llevan de media en España un 10% sobre el PVP del tebeo por ejemplar vendido, aunque se contemplan adelantos que van sobre un fijo, también independientemente de lo que se venda. Luego estamos los tarados que les ofrecemos un 20% y sobrevivimos porque la cadena de valor del libro, que ha de ser respetada para el buen funcionamiento del sector, está en constante cambio y actualización y existe una cosa llamada venta directa que te salta algún que otro intermediario, sobre todo para mover ese fondo de catálogo que a la librería ya no le cabe. Y mucho fondo sigue dando mucho dinero si lo sigues mostrando, o eso mismo dijeron en el reciente XXV Congreso de Librerías.

Pero hoy no vengo a rebatir los cimientos del sector, sino que el editor no ingresa un 30%, qué va: ingresa entre un 40 a un 50% y con eso se tiene que comer las tiradas completas, cosa que no hace ninguno de los demás. Y sí, aquí por una vez voy a romper una lanza por las editoriales, quienes arriesgan y se comprometen. Cargan con la imprenta y pagan mil historias se venda lo que se venda. Solo tienen su criterio para publicar y su catálogo para rentabilizar, no pueden escoger este mes tener más mangas de Ivrea en los estantes porque les sale mejor. Son quienes ponen todo el dinero de entrada y reciben algún rendimiento, si es que lo hay, tres meses después de la publicación y de haber anticipado la pasta sin garantías de que vaya a volver ni un Plan B para reconvertirlos mágicamente en otros libros que funcionen mejor. No los pueden devolver. Bueno, y aparte de toda la pecunia editan el puto tebeo, que se nos olvida, le dan su sello, acompañan al equipo creativo, a veces le reescriben el guion entero y eso no aparece en créditos, le dan prensa, lo llevan hasta a cagar. Al menos debería ser así. Habría que pararse entonces a pensar si eso del 90% a repartir entre “los técnicos” va a partes iguales, o si alguno asume algún gasto y/o desafío de más que otro y, si me apuras, de dónde debería salir realmente un trocito extra para aumentar la financiación en concepto de derechos de autor. Pensad. Ahora pensad fuerte.

Esta columna no ha sido patrocinada por el think tank de los editores independientes. No mucho.