Decorum, la espectacular epopeya espacial que reinventa el género

Por algún extraño motivo, las epopeyas espaciales se están convirtiendo en un subgénero de moda. Igual responde al alto grado de producción alrededor de Star Wars o igual se debe a una necesidad de evasión (puesto que este tipo de obras consiste, precisamente, en viajar a otros mundos muy alejados del nuestro). En cualquier caso, resulta curioso e, incluso, contradictorio, que se dé esta tendencia en una circunstancia en el que se ha dejado de mirar al espacio en favor de los problemas de la Tierra.

Sea como fuere, no deja de llegar contenido de este tipo. Y se ha estudiado desde distintas sensibilidades. Pero no son tantas las obras en las que se ha demostrado la ambición que tiene Decorum.

Jonathan Hickman, el escritor de este cómic, es un fuera de serie. Eso está fuera de toda duda. Pocos autores han sido capaces de llevar el medio a un lugar de sublimación intelectual como lo ha hecho él. Pocos son los que escriben al lector desde un respeto y desde una posición de exigencia, de lectura activa de la manera en la que lo hace él. Y menos aún son los que han conseguido poner tanta densidad literaria y filosófica en sus páginas y, a pesar de ello, seguir siendo un cómic y, por ende, un medio visual.

Pero, es que, además, lo hace siendo condenadamente entretenido. Conoce el lenguaje y sus mecanismos y los lleva a cabo de tal modo que engancha constantemente al lector, por abstracta y compleja que pueda llegar a ser su propuesta. Y Decorum es no solo una demostración de ello, si no que aporta nuevos recursos en su haber.

Lo primero que llama la atención es que se trata de una historia contada de una forma muy concisa, para venir de un autor acostumbrado a series largas en las que puede construir a un ritmo pausado. Este cómic consta tan solo de ocho números americanos (de mayor extensión de la habitual), con lo que puede que sea uno de sus trabajos más accesibles.

Tratar de definir esta serie en unas pocas líneas es un trabajo altamente difícil ya que no sigue una narrativa poco convencional. Quien conozca la obra de Hickman, ya será consciente de su narrativa episódica, de sus textos explicativos entre páginas, de su cautelosa dosificación de la información… Todo ello permanece aquí en una historia compleja que va en dos vertientes: la lucha de poder en una jerarquía, por un lado, y, por otro, la intensa relación de apoyo entre una asesina y una inesperada aprendiz.

Esas dos líneas se van bifurcando hasta estudiar otros temas como la religión en un futuro robótico. Este proyecto está lleno de alegorías, pero sin ninguna moralina y un posicionamiento ideológico adoctrinador. Es más, tiene un espíritu crítico a la par que renovador.

La historia es conscientemente ambigua y pide al lector que rellene los huecos. Nunca hay una respuesta particularmente subrayada. Y esto es algo verdaderamente estimulante. Pero, sin olvidar de contar una historia espectacular, con un conflicto grandilocuente.  

Pero también se ha construido una trama criminal que funciona por sí misma y que resulta tan o más interesante. Las conexiones entre ambas tramas están perfectamente tejidas en un guion en el que, como viene siendo habitual, todo encaja a las mil maravillas. Sin embargo, en esta ocasión al célebre guionista se le ha apreciado como más suelto en algunos aspectos, no tan meticuloso. Cuando cualquier autor se atreve a salir de su zona de confort, hay que aplaudirle. Y Decorum es uno de esos casos.

El arte se ha llevado a cabo en su totalidad por Mike Huddleston. Y lo cierto es que sus aportaciones hacen que en todas y cada una de las páginas estés con la boca abierta. Es, simple y llanamente, apabullante. Este es un proyecto gráficamente experimental, con lo que emplea multitud de estilos entre los distintos capítulos. Pero, bajo ningún concepto, es un lucimiento vacío.

Eso provoca que haya un espíritu de sorprender constantemente y de generar una inestabilidad la mar de interesante. Nunca se sabe lo que uno se va a encontrar página. Es un cómic muy dinámico que permite que el lector se dé cuenta de la extraordinaria versatilidad que tiene.

Habiendo expuesto todo lo anterior, cualquiera se haría a la idea de que no hay ningún orden ni concierto. Sin embargo, no es así. El artista tiene unos patrones estéticos muy definidos y la obra, a pesar de todo el artificio, tiene una concreción muy evidente.

A ello contribuye un particular, creativo y fascinante uso del color, lo cual da distintas plasticidades a su detallista trazo. En ocasiones opta por unos colores ricos y muy marcados, en otras hay un aspecto más digital, en otras, más artesanal… Es un constante dialogo entre lo minimalista y lo excesivo que, de nuevo, hace hincapié a la temática que se expone en este cómic.

Norma Editorial ha esperado para publicar este material en un lujoso tomo que no escatima en nada. El formato es el idóneo para observar detenida y minuciosamente el arte. Y poco se le puede achacar a este majestuoso tomo, más allá de su elevado precio. Igual no es una mala opción publicar el material en un formato más económicamente accesible, como viene siendo habitual.

Decorum da una nueva definición de epopeya espacial. Exprime al máximo todas las posibilidades de este subgénero y también lo reinventa hasta dar con una fórmula. Un paso más en una carrera estelar que es incapaz de no dar conceptos que impresionan hasta al más versado. Y todo con una perspectiva eminentemente contemporánea. Una pieza que querrás tener en tu colección y leer y releer con la sensación de que siempre se podrá descubrir cosas nuevas.

Y lo mejor es que parece que continuará….