Todo el mundo necesita esperanza. Y más en tiempos turbulentos como los que la humanidad tiene que afrontar en el futuro más próximo. Son tiempos de una incertidumbre económica, social y política terrible que es imposible que no preocupe, en mayor o menor medida, la mayor parte de la población el mundo.
Ante ello solo hay dos opciones: buscar soluciones y aportar lo que se pueda para mejorar la convivencia, por frustrante que sea, y/o refugiarse en una ficción que reconforte y haga que, por un momento, llegas a creer que todo va a salir bien. Ambas son válidas.
We Live es una de esas narrativas que ayudan a ver las cosas de una manera menos nihilista. Y lo es porque no peca de un optimismo ingenuo, si no que habla de enfrentarse a las cosas de cara, de madurar y de recuperar algo de la luz de la infancia. Son batallas que todo el mundo debe librar día a día y que resultan relevantes tenerlas en cuenta en los contextos más adverso.
Iñaki y Roy Miranda han diseñado una narrativa que invita al lector a ponerse en el punto de vista de Hototo y su hermana Tala. Lo que se cuenta aquí es que el mundo ha caído y como resultado de siglos de existencia de la raza humana. Por si fuera poco, hay una cuenta atrás que augura la extinción absoluta de la humanidad. Salvo por 5000 niños que serán rescatados por los seres que han enviado el mensaje.
La intención de esta serie, por un lado, es la combinación del genero postaapocalítpico con los superhéroes. Y resulta muy peculiar y personal la manera en la que han conseguido que encaje todo. Porque no podrían repelerse más ambos géneros, tanto estéticamente como en el fondo.
Pero también se ha pretendido lanzar un universo superheroico propio y consistente en forma de serie televisiva, con sus temporadas. Todo ello mientras cuenta una historia de origen tanto de este universo como de los personajes que los pueblan.
Si bien se le puede achacar algo de falta de creatividad a la hora de seguir de forma más o menos canónica los convencionalismos de ambos géneros, lo cierto es que se ha conseguido lanzar una historia con impacto. Y eso se debe a que hay un claro esmero en conseguir una caracterización muy humana de los personajes.
En cierta manera, recuerda a los logros de The Last Of Us, en los que no se buscó reinventar la pólvora, si no establecer personajes que conectasen con un público. Porque, si se quiere construir una franquicia, conseguir personajes humanos y carismáticos, es crucial para que el público quiera pasar el máximo tiempo posible con ellos. Es innegable el cariño que se le ha puesto y que genera muchas ganas de pasar todas las aventuras con ellos. No en vano, este proyecto es también un coming-an-age en el que el protagonista descubre quien es realmente y el lector hace propio dicho viaje.
Se ha conseguido, a su vez, un equilibrio con respecto al mundo interno y el externo. Los descubrimientos que llevan a cabo los personajes acerca de qué es lo que ha llevado a la humanidad a este punto extremo o quiénes son los misteriosos salvadores de los niños y qué intenciones tienen, no son menos interesantes. Se plantan unos cuantos misterios en un mundo riquísimo y consiguen dar respuestas a la altura de las preguntas y de las promesas con las que se abre la serie.
We Live es un proyecto que atrapa el corazón y conmueve con una fuerza incuestionable. Y lo logra con tal sencillez y verdad que consigue que te pongas en la piel de un chaval, algo que llegará a hacer hasta el adulto más cínico de la sala. Y son escasos las obras que consiguen hacerlo.
El arte de Iñaki Miranda es muy vistoso. Tiene una línea clara y definida y sus diseños de personajes y de este mundo son muy estimulantes. Cada página toma las decisiones de ritmo adecuadas y hace que el espectador se vea seducido por este mundo. Se han tomado una serie de referencias, pero a la vez tiene una personalidad muy marcada. El aspecto gráfico de esta historia debería servir de ejemplo para todos los que quieran, no solo crear un mundo memorable, si no conseguir contarlo desde el punto de vista de un crío.
Las aportaciones de Eva de la Cruz también resultan chocantes por la elección de colores tan vivos. En las narrativas postapocalípticas se tiende a escoger colores apagados para representar la decadencia de esos mundos. Pero aquí, por las propias características de su universo y por el punto de vista seleccionado, funciona. Es una decisión que contrae algo de riesgos, pero es la adecuada. Como también lo hace el empleo de códigos QR, que conducen a una banda sonora exclusiva compuesta por Elhombreviento y Mario “Gonzo” Lorente. No es algo habitual y enriquecen verdaderamente la experiencia del lector. Es algo innovador y estaría bien que otros cómics comenzasen a aprovechar las posibilidades multipantalla y transmedia.
El tomo de Planeta encaja perfectamente con los de la línea de Afteshock que ha estado publicando últimamente. Es accesible, pero solo incluye la primera temporada.
We Live es un formidable ejemplo de cómo presentar un universo de forma solvente. Y de como tocar las teclas adecuadas para emocionar. Un cruce de caminos que no deberían encajar y lo hacen. Un llamamiento a seguir luchando aun cuando se tiene todo en contra. Y llega justo cuando más hace falta.