Ante la falta de anuncios de más Star Wars en cine, el destino de la franquicia está claro: la televisión es esa galaxia que se busca conquistar. Se está produciendo un resurgir de la fuerza gracias a Disney+, lugar en el que se concentran todos los productos a la vista que rodean este universo.
Con mejor (The Mandalorian) o peor (Obi-Wan Kenobi, El Libro de Boba Fett), se ha establecido una narrativa propia, pero referencial con lo establecido por el cine. Con ello, se ha querido tener el aspecto de productos complementarios a los grandes hitos de esta saga. Sin embargo, ninguna opción parece que haya tenido el valor suficiente como para ofrecer algo verdaderamente nuevo, disruptivo y rompedor encima de la mesa.
Y nadie se esperaba que una serie como Andor (un spin-of de un personaje de nuevo cuño que tampoco es que se convirtiese en un favorito de los fans de forma inmediata) fuera a ser la que realmente marcara un punto de inflexión. Y, a pesar de ello, Dan Gilroy ha conseguido volver a imprimir un estilo y un sabor refrescante a Star Wars.
No en vano, es la persona detrás de Rogue One, un filme que surgió en un momento en el que la franquicia lo necesitaba. El Episodio VII se estrenó, no exento de críticas por ser demasiado conservadora… Y esa fue la primera toma de contacto con la era Disney de esta saga. El segundo fue una película que, inesperadamente, optó por lanzarse en el terreno de la moralidad gris (destruyendo el maniqueísimo habitual de Star Wars) y por poner hincapié en el Wars del título. El resultado fue que insufló de vida a esta franquicia cuando más lo necesitaba.
En cualquier caso, no se está en el mismo momento, pero este Andor, tras haber visto los tres primeros episodios, parece que nace con la misma vocación. Durante esta carta de presentación, se deja apreciar probablemente el producto más maduro, reposado y complejo que se ha producido por parte de Lucasfilms. Y es que aquí no parecen haber héroes impolutos, por el contrario, se nos pone en la piel de humanos tratando de sobrevivir en sistema represivo dictatorial. Y eso pasa por hacer lo que sea, aunque eso pueda llegar a ser reprobable desde el punto de vista ético.
El tono de la serie es oscuro, adulto. De hecho, apenas hay punto de humor para aligerar las cosas. Además, se pone el punto de vista en una persona normal e, incluso, en el de antihéroe buscavidas. Aquí no hay profecías grandilocuentes, ni esperanza, ni fuerza, ni mucho menos nada particularmente espectacular. Pero sí que hay una aproximación humanista y “realista” de lo que puede llegar a suponer vivir en un mundo como este.
El sentido de la aventura está atenuado en favor de tramas políticas y de espionaje. Y para que todo funcione, es necesario crear personajes que conquisten al espectador gracias a una caracterización divergente respecto a lo que suele ser habitual en Star Wars. Andor representa todos los sacrificios y el dolor que condujeron al nacimiento de la rebelión y a los responsables no les tiembla el pulso a la hora de mostrarlo.
La primera toma de contacto con esta serie de dos temporadas de doce episodios (más larga de lo habitual y, habiendo podido ver los primeros, tiene todo el sentido), es que es una serie que se va a cocinar a fuego lento. Disney ha liberado los tres primeros episodios de golpe, puesto que se percibe un primer acto en el que se ha centrado en contar una buena historia, más que tratar de embaucar al espectador en todo momento. Cada uno de ellos, de forma independiente, no tiene sentido por sí solo. Es muy manido usar el que es una película dividida en episodios, pero esta serie lo deja más que claro. Es muy ambiciosa, por mucho que pueda no parecerlo.
Esa necesidad de alejarse de la raíz y de buscar nuevas vías también queda patente gracias a la banda sonora de Nicholas Brittel. Uno de los aciertos de The Mandalorian fue el de experimentar y buscar nuevos sonidos para esta saga y, aquí, como es lógico, se ha tomado nota. La banda sonora suena más industrial y metálica, más sobria… Aun así, se echa en falta algún tema icónico que pueda ser asociado a esta serie. Pero es pronto para juzgar. No en vano, Brittel es el creador de una de las canciones televisivas más memorables de los últimos tiempos…
Al protagonista, Diego Luna, siempre solvente, contenido y carismático, se le suman una Adria Arjona, que poco a poco se va colocando en papeles importantes, y los siempre espectaculares Fiona Shaw y Stellan Skarsgard. A ellos se les añade Kyle Soller, como un sobrepasado antagonista. Cabe esperar que haya unos villanos más imponentes. Más adelante volverá Forest Whitaker como Saw Guerrera, pero para eso hay que esperar… En cualquier caso, el reparto hace un trabajo verdaderamente intachable. Se nota que todos han estado comprometidos en sumar valor a la historia, sin grandes estridencias.
Tal vez, la mayor pega que se le pueda poner a la serie, es que de momento no aporta suficientes motivos dramáticos que justifiquen la existencia de este inverosímil spin-off. Pero, valorando todo lo que pone encima de la mesa, es completamente irrelevante. Y promete que, en el largo plazo, los dará. Habrá que esperar para comprobarlo.
Andor no se parece a nada que haya llegado dentro del universo Star Wars. Y eso siempre es una gran noticia. Lo es porque son este tipo de propuestas las que, por mucho que puedan extrañar de primeras, hacen crecer y consolidarse una franquicia. Y si se hace con tan buen hacer, sabiendo tomarse las cosas en serio, sin caer en la pretenciosidad hueca, mejor que mejor. Porque Star Wars, más allá de ser una narrativa limitada, siempre es y debe ser un lienzo sobre el que crear, imaginar y crear.