Las historias de aventura parece que no están pasando por su mejor momento. Ya se conocen todos sus clichés, que han envejecido mucho. Y evocan a determinados momentos históricos y pensamientos (colonialismo, libertad, descubrimiento del mundo, misterios ancestrales…) que no conectan en una generación que parece saber todo y que posee cierto espíritu de narcisismo.
También lo cierto es que, en su momento, era lo canónico cuando se buscaban historias más grandes que la vida misma. Y este espacio le ha sido arrebatado por otro tipo de géneros como la acción pura y dura, el thriller, los superhéroes y el bélico. Es ahí donde el lector encuentra ahora mismo las historias que despiertan su imaginación y fascinación, principalmente. De alguna manera, en lugar de mirar con pasión lo desconocido, se hace dentro del entorno urbano más inmediato.
Todo eso ha dejado a este tipo de propuestas en una posición un tanto marginal. Solo queda la nostalgia y la reivindicación de algunas de ellas, pero ya son escasas aquellas sagas que busquen tener cierta continuidad ofreciendo aventuras de la vieja escuela. Bribones es una de esas raras avis.
La narrativa que El Torres ha sostenido trae consigo ese espíritu naïf de libertad y de un mundo en el sumergirse, sumado a dos personajes carismáticos con los que te irías al fin del mundo. Esos son los elementos principales de una buena aventura, quitando los elementos más dramáticos en favor de la sorpresa, la peripecia y la diversión constante. Está claro que aquí la pretensión siempre ha sido que el espectador pase un rato entretenido recordando una manera de contar las cosas que ya no se estila. Y siempre se ha cumplido de sobra con ese objetivo.
Bribones: Rumrunners no es una excepción. Se trata de un tomo más de esa saga de piratería con elementos de fantasía, pero uno que, claramente, ha querido marcar un punto y aparte estilístico, cosa para la que el anterior tomo, de carácter antológico, parecía un ensayo de este cómic, más canónico, de alguna manera.
Y es que Bram y Weasel vuelven con una gran novedad: en lugar de ser El Torres el guionista, ha dejado paso al legendario Mike Baron, responsable de la mítica serie independiente Nexus o de una de las grandes etapas de El Castigador. No es un cambio meramente promocional o estético, si no que se nota sensibilidad distinta a la hora de entender una narrativa como esta.
Este consagrado autor logra aportar algo de condensación narrativa, sin perder el norte. Aquí el guion, de alguna manera, parece más medido sin que por eso se haya perdido la esencia. Pero, de alguna manera, puede llegar a parecer que se ha buscado meterle un tono ligeramente más maduro, para diferenciarse de lo anterior.
Que no se malinterprete estas palabras, sigue habiendo elementos verdaderamente excéntricos y una trama imprevisible y extrema. Los personajes siguen siendo los mismos buscavidas entrañables de los que el lector se ha enamorado. Es una cuestión que tiene más que ver con algunas tramas de los que se trata y en el tono que se le ha impreso. Eso no quiere decir, tampoco, que se haya sacrificado el humor y el toque excéntrico que siempre ha tenido. Es más que se nota que es un paso adelante.
Lo que aquí se cuenta es que los protagonistas son contratados por un señor noble para recuperar a su mujer que, en apariencia, por el rey pirata “Pardo”. Una premisa clásica, pero, como si fuese una historia de detectives, la trama va a profundizar alrededor del entorno en el que se mueve. Estructuralmente, tiene más elementos propios de la novela negra e, incluso, algunas trazas políticas. Por ese motivo, es mejor que se sepa lo menos posible al respecto.
Esta nueva incursión de Bribones juega con muchos elementos. Y no acierta con todo, puesto que puede parecer algo disperso y que, tal vez, hubiese estado mejor meterse de lleno en algunas de las cuestiones que se pasan de soslayo. Pero hay que entender que esta iba a ser una tarea imposible. Hay una gran ambición y se ha solventado de forma notable.
Una de las características de Bribones es que siempre ha tenido una gran variedad gráfica. En esta ocasión, Chema de la Fuente ha sido el dibujante encargado de llevar a cabo esta historia. Muestra cierta versatilidad hasta el punto en el que puede parecer dibujado por personas distintas.
Sea como fuere, el autor consigue insuflar vida a este universo y llevarse a su terreno a estos personajes. Es alguien con un estilo ciertamente cartoon que da mucha expresividad a los personajes. Además, los entornos se aprecian como muy variados desde todas las herramientas al alcance del artista y un cuidado a los momentos más espectaculares, como exige este título. Es un trabajo verdaderamente sólido.
El tomo de Karras, más allá de un ilustrativo mapa, que sirve para que el lector tenga una idea más clara de donde acontece cada situación, lo cierto es que no se ha incluido extras. Se echan en falta. En cualquier caso, está a un precio accesible.
Bribones: Rumrunners ofrece una aventura con el sabor desenfadado de esta saga. Pero, además, ya se nota algo de madurez, aunque manteniendo el espíritu. Agradará tanto a los que llevan aquí desde el principio, así como como a los que vienen de primeras.