Cosmic Detective, el homenaje de David Rubín, Jeff Lemire y Matt Kindt a Jack Kirby

La influencia de Jack Kirby en el arte es de un alcance incalculable. Eso es una de las pocas verdades indiscutibles en las que todo el mundo, a poco que tenga ojos puede estar de acuerdo. Y ese hecho ya es lo suficientemente representativo de lo alargada que es su sombra.

De una forma más o menos sutil, es un autor que, lejos de desaparecer, parece cada vez más presente. Y eso lo demuestra la coincidencia de dos obras de un marcado espíritu reivindicador, como es Los 4 Fantásticos: Círculo Cerrado, de Alex Ross. Y la más sutil y sentida, Cosmic Detective, de Jeff Lemire, Matt Kindt y el gallego David Rubín.

La premisa es que un detective privado debe desentrañar lo acontecido con la muerte de XXXX un dios. Eso sorprende al protagonista porque, teóricamente, es algo imposible (son inmortales). Pero también altera al resto de dioses, que se ven vulnerables al respecto. Eso da urgencia al protagonista, que ve la realidad cada vez más y más debilitada. Y aunque resuelva todo, puede que tampoco sea lo preferible.

Por tanto, el título es bastante honesto respecto al contenido. Se expone un universo que mezcla las historias clásicas de detectives, con toques cyberpunk, con surrealismo y, finalmente, con la cosmogonía alucinatoria propia de los cómics de los sesenta y setenta.

El misterio se desenvuelve con maestría y se nota la mezcla de sensibilidades de todos los implicados. Ves elementos claros de colaboraciones anteriores de Rubín y Kindt, sumando mucho de las cuestiones emocionales de Lemire. Debió de haber resultado verdaderamente complejo conseguir aunar estas voces tan potentes y el resultado da a entender que se ha dado una excelente sintonía y entendimiento de todos los implicados.

El concepto que se maneja aquí es grande, y siempre se logra ir a más. Si se empieza por todo lo alto, luego es muy difícil conseguir un clímax que esté a la altura de la promesa. Pero aquí ha quedado patente la experiencia y la habilidad para hacer tramas satisfactorias por parte de los guionistas.

Además, las historias de detectives tienen la obligación de construir una trama intrincada en la que parece que el personaje protagonista siempre va por detrás hasta que termina resolviendo el caso. El tener un protagonista haciendo frente a fuerzas metafísicas para las que, obviamente, no está preparado ayuda a conseguir esa sensación constante de sobrecogimiento. Pero, desde luego, también lo hace el intachable manejo de la información y de los giros dramáticos. Sorprenden constantemente al espectador sin que la historia se descarrile en ningún momento. Y eso que no es el tipo de historias con las que Kindt/Lemire suelen deleitar al lector. Para ellos, como narradores debe de haber sido un salto de fe bastante arriesgado y abierto a la experimentación. Y está más que claro que el fruto de ese esfuerzo es sobresaliente, fresco y novedoso.

A ello se le suma un ritmo endiablado, apoyado constantemente por la narrativa en imágenes. Los diálogos son fundamentales, pero es de esas historias que podrían ser entendidas a la perfección si se eliminasen. Eso habla mucho y muy bien del artista implicado.

Pocos son los proyectos que hayan sabido destilar y condensar la esencia de poder evocador del Kirby más lisérgico como lo ha conseguido este cómic. Y no es para menos, puesto que se nota que ha sido un proyecto puramente pasional para Rubín. Este no ha dejado de expresar vehemente y fervorosamente su admiración hacia el rey y eso se deja ver en todas y cada una de las páginas que forman esta historia.

El autor, ya de por sí conocido por su estilo vibrante y, en ocasiones, algo psicodélico, da el do de pecho en este cómic y lanza las mayores y mejores splash pages de su carrera, lo cual no es decir poco. Está particularmente inspirado a la hora de integrar ciertos manierismos, composiciones y maneras de entender el medio a su arte. Este es un sitio de libertad y ha experimentado con la arquitectura, los espacios, la plasticidad… No deja de dar con imágenes memorables que invita a ver las cosas de una manera distinta, a sacar partido a todas las herramientas que hay disponibles.

Ese ímpetu también se traslada a un color, recargado, colorista, vivo… Aunque diseñado a consciencia para que se produzca un simbolismo alucinatorio a medida que la historia avanza. Se trata de un cómic en el que atmosfera es muy potente y trascendental para que cale en la retina del lector. Y se logra en todo momento transmitir desde la decadencia del entorno del protagonista a la grandilocuencia de las cuestiones más pseudorreligiosas.

Es una proeza visual con un poder que consigue retrotraer al lector a cuando abrió su primer cómic y quedó fascinado por sus viñetas imposibles, por encontrar ahí todo lo que la realidad no era capaz de darle… Kirby estaría orgulloso.

El tomo sobre el que se ha hecho esta reseña es a través del proporcionado por el crowfunding (que no solo tuvo éxito, si no que alcanzó la nada desdeñable cifra de 135.000 dólares) y en él se incluye unas detalladas páginas dedicadas al proceso creativo. Van de diseños de personajes y de entornos de David Rubín a algunas páginas del guion. Desde luego, se trata de una elaboración de primera. Cabe esperar que el tomo de Astiberri incluya el mismo material. 

Cosmic Detective no solo es uno de los cómics más fascinantes en los que han estado trabajando todos sus implicados (lo cual no es decir poco) si no que se trata de una de las piezas más puramente creativas e imaginativas que han llegado en los últimos años. Se dice pronto…