En los últimos tiempos el cómic como medio está recuperando infinidad de historias de personajes históricos muy interesantes pero que, por unas razones u otras, sus relatos habían pasado inadvertidos hasta el momento. Encontramos así obras como Beate y Serge Klarsfeld. Un combate contra el olvido o Con las manos desnudas dos novelas gráficas publicadas este año en nuestro país que recuperaban y redescubrían figuras históricas al gran público.
En esta línea de trabajo se encuentra Fatty. El primer rey de Hollywood tercera obra de Julien Frey y Nadar, quienes retratan una de las épocas del cine americano más documentadas, pero de la que todavía desconocemos muchas historias. En este caso, la de Roscoe Arbuckle. ¿No os suena su nombre? Tranquiles, es normal, acompañadnos en esta reseña sin spoilers y entenderéis porqué.
Si hablamos de la época del cine clásico de Hollywood, o mejor dicho, la época dorada del cine americano, a todes nos viene a la mente, más o menos, los grandes focos, las estrellas de Hollywood arregladísimas y el cine en blanco y negro lleno de bellezones como Katharine Hepburn, Cary Grant o Marilyn Monroe. En realidad todo esto es una acumulación de imágenes que hemos visto infinidad de veces de una época que, en realidad, abarca más de cincuenta años.
Todo el sistema de creación de películas que terminó conformando el star system y el tipo de producciones de Hollywood que todes tenemos en el imaginario colectivo empezó a formarse a principios del siglo XX. De esa primera etapa de lo que ahora se conoce como el inicio del cine clásico de Hollywood hay nombres ineludibles como son Charlie Chaplin o Buster Keaton, quienes no sólo actuaban sino también escribían, producían y dirigían películas. Sus obras han trascendido el tiempo y se estudian. Sin embargo, en los años veinte hubo una figura que sobrepasó a ambos, el actor y director Roscoe Arbuckle, alias Fatty, quien se convirtió en el primer actor en ganar un millón de dólares al año.
Fatty. El primer rey de Hollywood da comienzo a su historia en 1960, en unos estudios de grabación donde un joven se ve obligado a pedirle a Buster Keaton que prescinda de su doble de luces en una escena. Keaton, que en ese momento cuenta con sesenta y cinco años y una dilatada carrera, no está por la labor de hacer eso. Y el joven se resigna a ser despedido por no haberlo conseguido. Al entablar conversación, Keaton le pregunta si sabe cuál fue el primer rey de Hollywood. Para después empezar a narrar su relación con Roscoe Arbuckle, conocido por el gran público como Fatty.
De esta forma Buster Keaton se convierte en narrador de la obra, a la par que en coprotagonista de la historia. En un flashback por su memoria, recupera todos los momentos de su amistad con Arbuckle al mismo tiempo que hace un retrato tanto de la evolución del cine y la sociedad de la época. Y es que Arbuckle no ha llegado hasta nuestros días en el imaginario colectivo por un motivo muy concreto, fue acusado de asesinato y completamente desacreditado.
El guion de Julien Frey utiliza la relación con Keaton para que éste sea el narrador lógico, pero también para dotar de humanidad a unos personajes que vivieron una época complicada no tan alejada de la nuestra. El poder de la prensa, de la desinformación y la importancia de la imagen pública jugaron en contra de Fatty. Frey no lo retrata como a un santo, porque no lo era, pero es capaz de mostrar todas las caras de una historia, y un proceso legal, mucho más complicada de lo que los tabloides hicieron ver en su momento.
Además, esta novela gráfica retrata a la perfección una época que se esforzaba en ser la más liberal y puritana al mismo tiempo. Creando situaciones de lo más esperpénticas que terminaron condicionando no sólo el arte, sino también la vida cotidiana. Un claro ejemplo es la creación del código Hays, un código de producción que determinaba qué se podía ver en pantalla y qué no. La creación de este código, entre otros momentos claves de la época, aparecen retratados aquí de forma magnífica.
El apartado gráfico de Nadar se centra por completo en el color y en la eliminación de las viñetas como tal. Sólo en un par de ocasiones las delinea en negro, el resto los personajes quedan enmarcados en escenas de color rodeadas de calles blancas. Su recreación de estos personajes basados en personas reales, pese a utilizar un estilo de dibujo sencillo y muy poco recargado, es expresivo y muy fiel a la realidad. Si les lectores buscan fotografías de la época, reconocerán a cada uno de los personajes que aquí aparecen.
Tras la publicación de El cineasta (2020) y Justin (2021) la editorial Astiberri ha vuelto a aportar por el dúo Frey y Nadar, siendo todo un acierto. Con una preciosa edición en tapa dura, con papel satinado sin llegar a ser brillante que resalta el color de la obra y una buena traducción de la mano de Lucía Bermúdez. Con un texto final muy interesante, firmado por Serge Bromberg, que contextualiza la obra para aquellas personas que no sepan nada sobre la época en la que se desarrolla.
Fatty. El primer rey de Hollywood es una novela gráfica que entusiasmará a les lectores que gusten de la historia del cine, los escándalos periodísticos o el arte en general. Si por otro lado ya habéis leído las anteriores obras de Frey y Nadar sólo nos queda deciros que paséis directamente por vuestras librerías de confianza.