Aviso para navegantes: Rick Grimes 2000 no es un apéndice que complemente la lectura de los 193 números publicados de The walking dead (Los muertos vivientes). Tampoco es un spin-off que ahonde en la biografía de Grimes o de cualquier otro personaje de la serie. Kirkman definió su contenido como “alocado y ridículo”, y aunque esa definición pueda resultar en un principio peyorativa y excesiva, conviene situarla en su contexto. El germen de Rick Grimes 2000 obedece a una boutade añeja de Robert Kirkman; una deliciosa muestra de su afilado e irónico sentido del humor. Uno de los lectores de The Walking dead expresaba su temor, a la altura del número 3, a que la serie acabara por volverse derivativa y perdiese el rumbo. Ni corto ni perezoso Kirman le respondió con sorna que tenía previsto introducir una amenaza extraterrestre en la trama a la altura del número 75, porquese veía incapaz a largo plazo de estirar el chicle argumental de los muertos vivientes.
Kirkman, que en aquel momento no pensaba que la serie iba a resultar tan longeva, recuperó esta broma años más tarde al llegar a dicho número, incluyendo una pequeña historia de back-up fuera de continuidad. Tras ser golpeado en la nuca por Michonne, Rick se despierta en una cama de hospital, remedando los acontecimientos del primer número de la serie, solo que esta vez con una mano mecánica y un uniforme de superhéroe esperándole. No tarda en descubrir que los muertos vivientes a los que han combatido hasta entonces solo son la punta de lanza del siniestro plan de unos invasores alienígenas, que pretenden esclavizar a la raza humana y hacerse con sus recursos hídricos. Once años más tarde, Kirkman recuperaba y ampliaba esta historia en Skybound X, una serie antológica y limitada de cinco números con la que el autor celebraba en 2021 por todo lo alto el décimo aniversario de su sello editorial, Skybound, y que contaba con material de autores como el propio Kirman, así como Donny Cates, Tillie Walden, Daniel Warren Johnson, Chip Zdarsky o el propio Kirkman.
La versión expandida de Rick Grimes 2000 invoca el espíritu de los añorados Elseworlds de DC Comics, mezclado con toques de los What if? marvelitas más disparatados. O lo que es lo mismo, Kirkman se permite toda las licencias argumentales posibles, consciente de que puede sacar a pasear los juguetes una vez más sin temor a arruinar la continuidad de la serie. El autor despoja a la serie original de su envoltura de survival horror para transformarla en una alucinada space opera, con algún guiño al Jim Starlin más ligero o a cierto material de 2000 AD. Pasean palmito en sus páginas viejos conocidos de los fans de The Walking dead, como Michonne, Eugene, Carl o Tyresse, reconvertidos en fuerzas de la resistencia galáctica, pero también añorados villanos como El Gobernador o Negan. Todos ellos cuentan con implantes cibernéticos que les permiten las más insospechadas habilidades, que sirven de excusa a un grandguiñolesco festín gráfico rico en vísceras y desmembramientos múltiples.
En línea con este espíritu gamberro, desprejuiciado y genuinamente gore de este experimento, Kirkman recurre a los lápices de Ryan Ottley –con el que ya trabajó en Invencible-, que imprime a las páginas de Rick Grimes 2000 un sabor netamente superheroico en el que sobrevuela la influencia de John Romita Jr., por razones que se explicarán más adelante. Aunque no siempre la ejecución está a la altura de las intenciones –la trama, más bien genérica, se resuelve manera apresurada por los condicionantes autoimpuestos del formato y avanza casi siempre a trompicones-, el trabajo de Ottley apuntala el resultado final de la serie y refuerza su condición estrafalaria y socarrona. Con todo, hubiera sido de agradecer que se hubiera recopilado junto al resto de historias de Skybound X.
Hay una segunda lectura mucho más sabrosa que puede extraerse de este anecdótico Rick Grimes 2000, y que surge de la reflexión en torno a las dificultades que está experimentado la cultura pop para ofrecer nuevos estímulos al público, más ocupada en dialogar permanentemente con su pasado; una retroalimentación tóxica que genera un bucle nostálgico que parece prolongarse hasta el infinito, como reflexionaba Simon Reynolds en su recomendable libro Retromanía. La adicción del pop a su propio pasado.
Rick Grimes 2000 es la vez ejemplo y parodia de esta creciente tendencia. Además de los obligados cameos de diferentes personajes de la serie, encontramos aquí nada disimulados guiños al universo de Star wars –como ese sable laser que empuña un Grimes llamado a convertirse en leyenda galáctica- o a personajes de Marvel. Así, Negan incorpora en su vestimenta elementos reconocibles del traje de Spiderman, e irrumpe en escena a lomos de un aerodeslizador que evoca inequívocamente al del Duende verde. Hay más guiños para el ojo versado en la cultura popular de las últimas décadas –los tentáculos del doctor Octopus o el aspecto físico de personajes como Cable, pero también el monopatín volador de la saga Regreso al futuro, entre muchas otras referencias-, y también préstamos de las últimas franquicias cinematográficas de argumentos cada vez más intercambiables, como ese villano final más grande –en todos los sentidos- que la vida. Todo ello convenientemente dispuesto a la vista para que el espectador reconozca las referencias y sonría agradecido. Teniendo en cuenta que Kirman es el autor de algunas de las sagas comiqueras más estimulantes de este siglo, no resulta descabellado intuir que, tras el ánimo gamberro que impregna cada una de las páginas de Rick Grimes 2000, cuyo título ya resulta deliberadamente anacrónico, se esconde una irónica crítica a las derivas e inercias de la ficción del siglo XXI.