Si hay un género cuya mención debería ser sinónimo de compromiso, este es la ciencia ficción. En sus mejores ejemplos, nunca ha tenido que ver con imaginar cosas imposibles, si no con construir una metáfora que habla del presente. Todos los elementos especulativos deben ir en función de decir algo acerca de la actualidad.
Eso es crucial para que una ficción de dicho género cale en el lector. Las historias que más llegan son aquellas que dan respuestas a sus incertidumbres o, por lo menos, ofrece una manera de equilibrar las cosas gracias a la narrativa.
Post Americana ha llegado con ganas de no dejar prisioneros a su paso. Y es extraño ver un producto con una sensibilidad tan puramente británica hecho desde el otro lado del charco. Sin embargo, así ha sido: uno de los proyectos más punky que ha dado la industria estadounidense en mucho tiempo ha tenido un origen verdaderamente inesperado.
La premisa parte de que, en un futuro muy lejano, los políticos y privilegiados se han refugiado en La Burbuja, un lugar de alta seguridad en la que nadie puede entrar. El resto del mundo tiene que lidiar con la hecatombe que dichas élites han provocado.
Fuera de La Burbuja la sociedad ha sido devastada y el mundo se ha convertido en un mundo a lo Mad Max. Un lugar hostil e inhabitable en el que la mayor parte de la población debe sobrevivir ante la pasividad de los miembros de La Burbuja. Hasta ahí todo en orden… Todo se altera cuando el presidente de los Estados Unidos decide emplear los recursos de La Burbuja para exterminar a los supervivientes del exterior.
Ante esa situación, se interpondrá la protagonista de la historia: una guerrera que busca venganza y que planea derrocar el sistema cueste lo que cueste. Es cuestión de vida o muerte.
Con esa promesa, se invita al lector a vivir una epopeya ultraviolenta en la que no hay más esperanza que la voluntad inquebrantable de los protagonistas. Es un viaje a lo más oscuro de la humanidad y sobre cómo esta puede convertir al planeta en un yermo monstruoso.
Es un cómic postapocalíptico, con lo que la estética, la temática y los elementos que uno espera encontrarse aquí están. Hay una voluntad clara de epatar y, en buena medida, lo consigue. En ese sentido, no reinventa nada. Pero lo realmente fresco es que lo hace desde una mezcla de géneros de lo más sorpresiva.
Steve Skroce opta por poner en valor la cultura y como esta permite a hacer llevadera la vida, además de propicia las conexiones entre personas. Da igual que las circunstancias sean lo más extremas posibles… Todo ello sin caer en nada edulcorado. Se lanza una mordaz mirada al contexto actual del entretenimiento. Estos temas son inusuales estudiarlos desde una perspectiva en la que todo está perdido y eso hace que se remueva algo en el lector.
También lo hacen los giros de esta historia. Es verdaderamente impredecible, lo cual es difícil de decir en un momento en el que uno ya ha leído y visto de todo. Es un mundo en el que puede pasar, literalmente, cualquier cosa. Elementos en apariencia, opuestos, encajan. Para conseguir eso, hay que ser un narrador habilidoso. Y Skroce lo ha demostrado.
Post Americana es de esos cómic que buscan levantar ampollas y echar gasolina en las heridas. Pero, a la vez, es de esas obras que respiran honestidad y dicen en qué debería focalizarse uno en tiempos locos, absurdos y, sobre todo, dolorosos.
El arte de Skroce no deja de evocar constantemente al detallismo y la visceralidad de Geoff Darrow (con quien tuvo la oportunidad de colaborar en Doc Frankenstein, escrito por las hermanas Wachowski, otras colaboradoras habituales que han influenciado de forma clara su trabajo). Un trabajo muy rico en el que vale la pena admirar los detalles con los que se han creado todas las páginas.
Se crean imágenes que entran por los ojos y tienen un fuerte componente pop e icónico. Sabe pasar las cosas por un filtro que hace que algo mil y una veces visto parezca absolutamente nuevo. Todo ello a la vez que lanza diseños memorables. No es un autor particularmente prolífico y resultados como este lo explican: mima todo lo hace de forma exhaustiva. Su arte habla por sí mismo y ninguna palabra le puede hacer justicia. Y menos en alguien tan espectacular en lo visual.
El color de Dave Stewart es simplemente perfecto. Destaca el contraste entre la aridez y los escasos, pero ardientes colores del Yermo, en contraste de la variedad empleada dentro de la Burburja. Es un maestro y ha hecho un tratamiento visualmente estimulante de este cómic.
El tomo de Norma Editorial incluye portadas originales y alternativas de Pia Guerra y del mencionado Geoff Darrow. Se echa en falta algún complemento o extra, puesto que el contenido lo hubiese merecido.
Post Americana es de las lecturas más ácidas y contraculturales que han llegado en los últimos años. Todo un ataque autodestructivo a la sociedad estadounidense y sus miserias e injusticias. En tiempos en los que las desigualdades se evidencian y las recetas económicas solo son para algunos, hacen falta muchas como esta.