1899, el fenómeno de ciencia ficción europea de Netflix

2022 ha sido un año de simulaciones y de metalenguaje. Y se produce en un momento en el que el mundo cada vez parece más caótico, extraño y lleno de “fallos de Matrix”. No ha dado tiempo de asimilar una pandemia y el viejo continente se ha visto golpeado por una guerra implacable cuyas consecuencias las están sufriendo todo el mundo… Por no hablar de la inflación, la crisis, el ascenso imparable de los populismos vacíos, una política debilitada que cada vez tiene más que ver con la tertulia de la prensa rosa que con discursos con un mínimo de contenido… Un contexto absurdo que invita a fantasear.

Y es que, ¿Qué es la realidad en un entorno de posverdad y relativismo? Una de las grandes preguntas de nuestra era cuya respuesta ya supone un posicionamiento… 1899 no va a dar respuestas ni pretende cambiar el mundo, pero si consigue que te cuestiones algunas cosas que puede que des por hechas a través del entretenimiento, ya habrá merecido la pena. ¿Acaso no es ese el fin último de la ciencia ficción?

Dark marcó un antes y un después, no solo en Netflix (al convertirse en uno de sus primeros éxitos de producciones de fuera de Estados Unidos), si no dentro del mercado europeo. Vino a decir al planeta que en Europa se podían hacer obras de género tan o más interesantes que las provenientes de las potencias mundiales.

Las claves fueron una trama enrevesada, pero resuelta de forma muy sólida, un aire definitivamente europeísta y unos personajes profundamente trágicos y fatalistas. Además de integrar elementos fantasiosos en un pretexto realista. Fue toda una sorpresa para la plataforma que llamaba enormemente la atención entre un sobrecargados catálogo.

Quienes vengan de Dark, notarán ciertas diferencias en la revelación de sorpresas y el impacto que tienen sobre los personajes, pero la verdad es que se mantiene intacta la sensibilidad y las señas de autoría de los showrunners. Se deja ver claramente que vienen de la misma pluma, de un mismo universo y desde una misma perspectiva. Es particularmente complejo lograr algo así en una serie de una producción tan gigante y eso habla bien de todos los implicados.

Lo que aquí se cuenta es como un viaje de Europa a América (compuesto por miembros de clase alta) se ve alterado cuando aparece un barco abandonado desde hace meses. La tripulación recibe, entonces, el mensaje de hundirlo. Y lo mejor es saber lo menos posible, puesto que en este relato los giros y las sorpresas son cruciales. 

Pero lo que sí cambian es que tiene una ambición todavía mayor. Una de las cosas que ha aportado Netflix es el ser capaz de convertir algo local en un fenómeno global y el integrar distintas industrias. Ha habido ejemplos previos, pero pocas son las grandes productoras que puedan decir que tengan una visión tan internacionalista con una estrategia detrás. El mundo cada vez es más pequeño y esta plataforma contribuye a ello.

1899 es una serie hablada en distintos idiomas, con actores de distintas procedencias y que hace del contraste cultural una de sus señas de identidad. Es muy difícil integrar ese aspecto, pero hacen que encajen de forma orgánica. Es una narrativa con muchos personajes, pero se les da un tiempo de desarrollo a cada uno de ellos (sin perder el foco de la protagonista). Ese aspecto podría echar para atrás a más de uno, pero la verdad es que consiguen que encaje de forma natural.

Como también lo hacen los temas respecto a la clase y las problemáticas sociales que plantean. Juegan en todo momento con el espectador y lo ubica en lugares moralmente incómodos. Los personajes están lejos de ser felices. Todos están marcados por una tragedia durísima ya sea por sus circunstancias o por sus propios conflictos internos que hacen de ellos seres imperfectos con los que es muy fácil empatizar. Seguramente este sea el gran hallazgo de esta serie.

A pesar de ello, esta propuesta juega sus cartas de un modo más efectista que en el proyecto anterior de Baran Bo Odar y de Jantje Friese, con la intención de alcanzar a un público mayor. Eso tiene como consecuencia que, tal vez, la trama principal haga aguas y se exige que uno que acepte determinadas soluciones que no terminan de ser del todo satisfactorias. Pero la verdad es que, en términos generales, da la sensación de haber sido muy meditada, de que se ha intentado probar cosas nuevas y de hacerlo a lo grande… Es muy fácil querer pasar por alto algunos de estos peros.

Lo que si se le puede achacar es que se busca constantemente llegar a un punto de creación de iconos. Por mucho empeño que se le haya puesto, no termina de ser del todo evocadora. Como tampoco lo fue el cómic cuya artista ha acusado de plagio a Netflix. Podéis leer el cómic aquí de forma legal y formar vuestras propias conclusiones…

Es un producto imperfecto, con suficientes motivos para que el espectador se enganche (misterios a borbotón, momentos verdaderamente sobrecogedores, una atmosfera extraña…) pero cuyas virtudes eclipsan aquellos defectos que se le pueda encontrar. Una pieza que consigue beber de múltiples referentes más que claros (inevitable pensar en Origen, en Buñuel, en La Dimensión Desconocida, en Titanic…) pero trasladarlas a un terreno personal. Una mezcla curiosa que lo tiene todo para ser un pelotazo para la plataforma. El tiempo lo dirá…

1899 no es lo que uno puede esperar. Se trata de una de las piezas de ciencia ficción más potentes del año, la consolidación del equipo de guionistas alemán y todo un punto y aparte para la producción televisiva europea, que cada vez tienen menos que envidiar con el gigante del otro lado del charco. De hecho, ¿Por qué no puede ser al contrario? Una nueva joya (aun con cosas que pulir) en el catálogo de Netflix.