¿Quién ha oído hablar de Night Raven? ¿Nadie? ¿Cómo es posible, si varias de sus aventuras fueron creadas, aunque por separado, por autores como Alan Moore y David Lloyd, el dúo responsable de V de Vendetta? Otras se beneficiaron de lucir lápices obra de Alan Davis o John Bolton, dibujantes celebérrimos en los X-Men. También Charlie Adlard, responsable gráfico de The Walking Dead, dibujó al personaje, muy fugazmente, eso sí, al principio de su carrera. Y Jamie Delano, el primer responsable de escribir los cómics de John Constantine en solitario, también comenzó su andadura profesional con este singular héroe. Steve Parkhouse, su creador, también es un nombre con cierto peso responsable de series y títulos en el sello Vertigo y la revista 2000 AD. Echémosle, por tanto, un vistazo al recorrido de casi cuarenta años en el cómic británico y norteamericano que ha tenido este enigma llamado Night Raven.
En 1979, Derek Skinn empezó a trabajar en la filial inglesa de Marvel como editor. “Dez”, como Skinn era conocido en el mundillo, venía de desempeñar ese mismo cargo en una revista de cierto éxito que había creado y estado publicando por sí mismo, llamada Starburst, dedicada al mundo de la ciencia ficción, y que la propia Marvel UK le había comprado. Respondiendo directamente ante Stan Lee al otro lado del atlántico, Dez Skinn reestructuró varias publicaciones preexistentes de Marvel UK, y lanzó al mercado otras nuevas. Entre estas últimas estuvo el semanal Hulk Comic, una antología de historias en blanco y negro que pretendía capitalizar el éxito por aquel entonces de la serie de televisión protagonizada por Bill Bixby y Lou Ferrigno.
Skinn quería que el tono de Hulk Comic se apartase un tanto del superheroico, y que fuese más de aventuras en término amplio, y para ello encargó que, además de reeditar historias de la Marvel norteamericana, varios autores ingleses creasen otras nuevas. Las hechas ex profeso para el coloso esmeralda, por ejemplo, estaban más próximas a la iteración televisiva, menos fantástica que la de las viñetas originales. Además de las andanzas de Bruce/David Banner, en las páginas de Hulk Comic aparecerían otros relatos de cuño británico, protagonizados por Nick Furia, por el Caballero Negro, o por el objeto de este texto, un personaje creado especialmente para esa publicación llamado Night Raven.
Night Raven era un homenaje a los justicieros enmascarados de las publicaciones pulp que durante los años 30 invadieron los kioscos de Estados Unidos, con su papel de baja calidad, sus aventuras desenfrenadas, y su bajo precio. Estas novelas baratas protagonizadas por The Shadow o The Spider eran sus influencias directas, y de hecho la acción se desarrollaba en la norteamerica de la década de la Gran Depresión, en una indeterminada ciudad que posteriormente se concretaría unas veces como New York y otras como Chicago.
Allí, un vigilante enmascarado cuya identidad nunca fue revelada, repartía plomo, nudillos, dinamita, y otras formas de justicia, a veces ingeniosa, otras simplemente sádica, entre los criminales. Tanto los cadáveres que dejaba a su paso como los escasos delincuentes que sobrevivían aun encuentro con él, lucían ya para los restos una marca como de ganado con el emblema de Night Raven, la cual éste les había impuesto sin piedad mediante un dispositivo incandescente que portaba en la palma de su guante. La policía, desconcertada, solía encontrar a las presas del justiciero junto a una nota aplicada en ellos mediante un alfiler (cuyo extremo tenía también la forma del símbolo que el enmascarado lucía en el pecho), y en la que siempre se podía se podía leer la misma cantinela:
Allí donde la amenazadora oscuridad extiende sus malignas alas, Night Raven golpea.
Los relatos de Night Raven estaban escritos por Steve Parkhouse y dibujados por David Lloyd. Aparecían cada semana en Hulk Comic, comenzando siempre con la frase Night-time in the city (La noche en la ciudad) encabezando el primer texto de apoyo, y estaban constituidos por tres páginas de viñetas en blanco y negro. Los dos primeros, fueron del todo autoconclusivos y dejaron dispuesta toda la propuesta de atmósfera (entre lo pulp y lo noir) y el tipo de tramas, que aparecerían en Night Raven. Para el tercero, eso sí, comprensiblemente, se cambió a un formato de continuará en varios episodios de esa misma duración, con lo que las historias pudieron empezar a estar más elaboradas.
Destacan de esa etapa a continuación los arcos argumentales The Assassin (en el que durante cinco semanas asistimos a una trepidante y adictiva aventura llena de peripecias, acción desenfrenada y giros) y The Scoop, donde se introdujo al personaje de Scoop Daly, un periodista empeñado en averiguar la identidad secreta de Night Raven. The Scoop también marca el final de la labor de David Lloyd en los cómics del justiciero propiamente dichos, ya que, por lo visto, a Stan Lee no le agradaba su estilo y demandó a Dez Skinn que lo sustituyese. Y así, en Hulk Comic número #15 comienza la andadura de John Bolton como dibujante de Night Raven, anunciada en la entrega anterior como una nueva y gran dirección para el personaje.
Lo cierto es que en cierta medida, efectivamente sí se notó el cambio de rumbo. En lo argumental, los oponentes de Night Raven pasaron de ser gangsters más o menos pintorescos a villanos ya de inspiración del todo pulp: una sociedad de criminales enmascarados pertenecientes a la facción Tong del Dragón. Sus operaciones delictivas en chinatown estaban supervisadas por el encapuchado Dragonfire, que demostró ser un auténtico desafío en el ámbito físico para Night Raven, y dirigidas con mano de hierro por Yi Yang, una hermosa y cruel oriental, mezcla de los arquetipos de Femme fatale, y Peligro amarillo, a lo Fu-Manchu. En lo gráfico, tal vez las figuras de Bolton parecían más dinámicas y menos caricaturescas que las de Lloyd, pero la verdad es que la oscura atmósfera que impregnaba las historias de Night Raven permaneció intacta.
Pero con los seis episodios de esa saga, concluyó la andadura de Night Raven en el cómic como medio durante bastante tiempo. Marvel, desde Estados Unidos realizó recortes en su filial inglesa y terminó despidiendo a Dez Skinn. Hulk Comic no vendía muy bien, así que se decidió cancelar los seriales por los que había que pagar a artistas británicos para que hiciesen nuevas historias, y sustituirlos por reimpresiones de cómics norteamericanos. Y claro, entre ellos cayó el Night Raven de Parkhouse y Bolton que finalizó en el número #20 de Hulk Comic, en 1980.
Dez Skinn fundó su propia editorial, para lanzar en territorio británico un magazine en blanco y negro llamado Warrior que estaba destinado a acabar siendo mítico. En sus páginas, un joven escritor llamado Alan Moore al que Skinn conocía de Marvel UK redefinió a un superhéroe clásico del cómic inglés llamado Marvelman (más conocido como Miracleman por temas legales) y, por ende, a casi todo el género en sí mismo, creando una tendencia cuyos efectos todavía reverberan en nuestros días.
Además, Skinn le propuso que, junto a David Lloyd, ideasen otro serial más para Warrior, que fuese parecido al Night Raven que el dibujante había contribuido a crear, y que el editor sabía que había tenido aceptación entre los lectores de Hulk Comic. Los autores se pusieron manos a la obra a pulir la idea, y aquella semilla de un nuevo Night Raven fue creciendo y cambiando: se desecharon los elementos retro de los años 30, se desplazó la acción de la historia a un futuro Orwelliano, se reciclaron viejas ideas que los autores tenían en cartera, y se incluyeron temas sobre el fascismo y el anarquismo. Y así, aquel encargo derivó en lo que acabaría siendo V de Vendetta.
Steve Parkhouse trabajó también con Moore en Warrior, y allí alumbraron The Bojeffries Saga, una serie de historias de humor sobre una familia de monstruos un poco a la The Addams Family o The Munsters, pero pasados por el tamiz del humor británico. Posteriormente, colaboró con Grant Morrison y Mark Millar en el serial Big Dave de la revista 2000 AD, o en la cabecera del sello Vertigo titulada Sandman: The Dreaming.
El excelente John Bolton acabaría trabajando unos años después en Marvel propiamente dicha, la original norteamericana. Así, inició una carrera en los años ochenta colaborando con el guionista Chris Claremont en obras como Marada, The Black Dragon, o Classic X-Men, quizás su trabajo más conocido para el gran público. Posteriormente llegaría a ser un reputado ilustrador que fue perdiendo, lamentablemente poco a poco contacto frecuente con el mundo del cómic.
A la vista de estos datos, resulta curioso cómo varios autores tan reputados posteriormente por otras obras, pasaron por esas menos de sesenta páginas de Night Raven, y cómo este personaje tan desconocido acabo inspirando uno de los cómics más aclamados de la historia. Pero la cosa no acabaría ahí, ya que el justiciero volvería un tanto después, y otros nombres célebres del noveno arte figurarían como responsables en varios de sus retornos.
Y es que, en 1983, al año siguiente del debut de Warrior, Night Raven empezó a protagonizar una serie de historias en la revista de Marvel UK titulada Savage Action, que reimprimía relatos aparecidos en los magazines en blanco y negro de la Marvel norteamericana. Sin embargo, curiosamente aquel regreso del justiciero no fue en forma de cómic, sino de relatos en prosa acompañados de alguna ilustración. Aparecían firmados por Maxwell Stockbridge, que era un pseudónimo creado mediante un juego de palabras a partir de los nombres de Maxwell Grant y de Grant Stockbridge, a su vez respectivamente los pseudónimos de Walter Gibson (el escritor de los pulp de The Shadow), y RTM Scott y Norvell Page (los escritores de los pulp de The Spider).
Rindiendo homenaje así a los autores de los personajes que inspiraron la creación de Night Raven, se encontraba elaborando esos nuevos relatos tras ese ingenioso alias en realidad el guionista británico Alan McKenzie. Y las imágenes que iban junto a los bloques de texto las ponían de nuevo David Lloyd y John Bolton, acompañados ahora de nombres míticos como los de Alan Davis, Jim Steranko, y Paul Neary, o de otros artistas británicos más desconocidos como Simon Ellinas o Jerry Paris. Esos relatos de Night Raven aparecieron en los números #1 al 4, 6, 8 y 12 al 15 de Savage Action
Luego continuaron en otra revista de Marvel UK titulada Marvel Super-Heroes, entre sus números #382 y 386, así como en el #389. Allí a Alan McKenzie/Maxwell Stockbridge se le sumaron como escritores Paul Neary y Simon Hudson, y también pudimos ver algunas ilustraciones de Steve Dillon (sí, el dibujante de Preacher) entre otros.
Después, estas historias en prosa saltaron a otra publicación de Marvel UK llamada The Daredevils, donde Alan Moore se encontraba guionizando su celebrada etapa con el Capitán Britania. Y ahí, entre los números #seis y diez fue precisamente el barbudo de Northampton quien escribió los relatos de Night Raven,.
Para la undécima entrega, su relevo con el personaje en The Daredevils fue Jamie Delano, un guionista procedente de la misma localidad que Moore que comenzó así su carrera, y que un tiempo después inauguraría en DC Comics la colección Hellblazer, protagonizada por otra creación del escritor de Watchmen, John Constantine. Delano continuó con Night Raven en ese formato de historias de prosa ilustradas en otras revistas como Mighty World of Marvel de sus números #7 a 17, luego en la versión inglesa de Savage Sword of Conan durante sus entregas #85 hasta la 92, y finalmente en Captain Britain volumen 2 #10 y 12. Las ilustraciones de sus relatos solían ser de Alan Davis, excepto en su tramo final, realizadas por un tal Ivan Allen.
Por tanto, en realidad el grueso de las aventuras de Night Raven en realidad no se publicaron como cómics, sino como prosa ilustrada, a lo largo de más de 170 páginas que contrastan con aquellas apenas 60 de viñetas aparecidas en Hulk Comic. Como curiosidades, comentar, que el personaje empezó aquí a tener una pauta de diálogo con siseo amenazante, arrastrando las eses, o que Alan Moore estableció que el padre de JJ Jameson dirigía el Daily Bugle en los años 40. Pero sobre todo, la auténtica evolución del personaje se dio en este formato, ya que Moore y Delano decidieron romper con la tradición de MacKenzie de respetar escrupulosamente el statu quo y esquema de las historias en cómic de Parkhouse. Y así, entre los dos escritores de Northampton la historia del vigilante fue avanzando en el tiempo yendo más allá de la década de los años 30 con algunos sucesos tan convulsos como fascinantes, y un patente giro hacia lo definitivamente fantástico, alejándose del relativo realismo de la propuesta inicial de Parkhouse y Lloyd:
En 1941 la malvada Yi Yang envenenó a Night Raven con un agente que deformó su cara y le dejó en un estado de dolor perpetuo que paulatinamente le estaba haciendo perder la cordura. Scoop Daly obtuvo una fórmula que curaría esta afección, pero que también le hubiese convertido en el foco de una plaga pandémica que diezmaría a la humanidad. Daly por tanto se negaba a dársela al justiciero, y éste, loco de dolor, llegaba al punto de amenazar la vida de Sadie, la esposa del reportero, que se veía obligado a disparar sobre el Night Raven, el cual caía al río, para aparentemente encontrar la muerte.
Pero, un poco como Namor entre el fin de la Golden Age y los primeros números de Los Cuatro Fantásticos, en realidad Night Raven sobrevivió, vagando amnésico hasta 1957. Resulta que la maldición de Yi Yang le había otorgado a cambio un asombroso poder de regeneración de sus heridas, y su envejecimiento se redujo hasta casi desaparecer. En ese intervalo, su máscara, fue encontrada y fue pasando de manos entre múltiples coleccionistas hasta que llegó a las de un tal Howard Bates. Éste, un ferviente anticomunista empezó a llevarla puesta para emprender una espiral de asesinatos entre ciudadanos a los que veía como amenazas liberales, durante la histeria del McCartismo. Al ver la noticia de estos crímenes del llamado Estrangulador del East Side, aquello disparó los recuerdos del verdadero Night Raven, que acabó con Bates, recuperó su máscara, y reanudó su carrera como justiciero.
Para 1965, Scoop y Sadie Daly habían determinado que la cura que todavía poseían no desataría ninguna enfermedad, sino que aquello era un bulo difundido por Yi Yang, de la cual, por cierto, Night Raven había deducido que también era inmortal. Cuando Scoop murió, su esposa le dio a Night Raven la fórmula, curando por fin su dolor, pero conservando sus capacidades curativas y su longevidad. Sus aventuras continuaron, avanzando de una década a la siguiente, hasta la entonces actualidad de los años 80, enfrentándose varias veces de nuevo con Yi Yang, y entrando en contacto con la organización conocida como T.R.A.C.E. y con su agente Angela Cleaver
En el número #13 del segundo volumen de Captain Britain, en 1985, se incluyó una ficha de Night Raven recapitulando su historia, capacidades y circunstancias, relatada como si Mastermind, la computadora sentiente de la base del capitán titular, fuese quien nos lo estuviese contando.
Durante un tiempo, este fue el punto final de la biografía de Night Raven. Marvel UK seguiría, eso sí, reimprimiendo aquellas primeras historias del vigilante enmascarado en cómic, como ya venía haciendo en anteriores entregas, durante los dos números más que le quedaban a Captain Britain antes de cerrar.
Un lustro después, la llamada british invasion de los ochenta ya estaba consolidada, y muchos de los nombres que hemos relacionado, y algunos más como los de Neil Gaiman o Peter Miligan, se habían consagrado revolucionando el cómic mainstream USA. Así pues, Marvel se animó a reeditar, recopilados y coloreados para la ocasión, todos los cómics de Night Raven en una novela gráfica titulada The Collected Stories, distribuida en un mercado norteamericano estaba ávido de más obras de estos autores. Eso sí, las historias en prosa, que como hemos dicho en realidad constituyen el grueso de las andanzas del personaje, no estaban incluidas.
Quizás esta reedición obedeció también a que un año después, en 1991, salió a la venta una nueva novela gráfica protagonizada por el personaje y realizada por dos de sus antiguos autores: Jamie Delano y David Lloyd unían fuerzas en el terreno del cómic para contarnos en Night Raven: House of cards, una historia del personaje que transcurría de nuevo en los años treinta. De hecho, en realidad parece que se trate de una precuela, y que suceda incluso antes de los primeros relatos de Parkhouse, dado el intrascendente cameo de Yi Yang que nos lleva a pensar que ambos personajes no se conocían por aquel entonces.
Además, aunque nunca vimos su cara ni conocimos su nombre, pudimos vislumbrar parte de la historia del misterioso vigilante, desconocida hasta entonces, como por ejemplo que era un mestizo, hijo de hombre blanco y de Mohawk, y que había nacido en el año 1900. Que, tras fallecer sus padres, pasó un tiempo en un orfanato, huyendo cada poco para reencontrarse cada vez con su abuelo, un poderoso chamán. Que después, se fue a vivir a Nueva Inglaterra con un tío suyo, y que, al estallar la Primera Guerra Mundial, mintió sobre su edad para enrolarse en 1915 en un destacamento canadiense, y terminó luchando en la batalla de Ypres. Allí sufrió graves heridas, pero sobrevivió, y años más tarde, a finales de la década de los veinte, emprendió su cruzada contra el crimen.
Durante el día era el conserje de un relativamente humilde edificio de viviendas, despreciado por los demás dado el prejuicio racial generalizado de la sociedad de aquellos tiempos. Y, de un modo un tanto patético e inquietante, estaba enamorado en la distancia de una cantante que vivía allí, la cual, novia de un prominente gangster, prácticamente ni sabía ni que él existía.
Delano nos cuenta en House of Cards, además de todos esos datos sobre Night Raven, una fascinante historia de guerra de bandas, con corrupción política y amor verdadero de por medio. Su prosa se hace en ocasiones ligeramente pesada, eso sí, pero esto no hace mella en un balance decididamente positivo de la obra. Y Lloyd nos ofrece un bellísimo apartado gráfico con viñetas pintadas que le dan una atmósfera sublime.
Llegados a 1995, algo curioso pasó. Por algún motivo, Night Raven volvió a aparecer ese mismo año como invitado especial en dos proyectos totalmente distintos de manera posiblemente casual, sin que la mano derecha supiese qué estaba haciendo la izquierda. Por un lado, estuvo la novela gráfica Death Duty, protagonizada por la Viuda Negra (y en menor medida por Nick Furia) pero en la que el eje de la historia era el enfrentamiento final entre Night Raven y Yi Yang. También intervenía Angela Tracer, y al final, el justiciero enmascarado y la oriental villana parecían morir en una explosión. Aunque se dejó una puerta trasera abierta para recuperarlos mas adelante (no se encontraba el cadáver de ninguno de los dos), ésta nunca llegó a usarse y nivel cronología aquí fue donde tuvo lugar la última aparición del justiciero. Yi Yang, en cambio se pasó años después por la serie de Lobezno, y por lo visto, también figura en la reciente miniserie de Marvel titulada Contagion. En cualquier caso, Death Duty tiene el aliciente de estar dibujada por nada menos que por Charlie Adlard, el dibujante de los cómics de The Walking Dead, en uno de sus primeros trabajos profesionales, así que otro ilustre para la cuenta de Night Raven.
Unos meses después, Night Raven apareció en el mercado en Nocturne, una miniserie que originalmente estaba proyectada para ser colección regular de Marvel UK pero cuya producción quedó interrumpida cuando la filial inglesa de la Casa de las ideas cerró de repente. Se decidió publicar los números ya dibujados para su distribución en el mercado norteamericano, dando un final que cerrase de cualquier manera las tramas planteadas. La guionizaba Dan Abnett y los lápices corrían a cuenta de Rafa Fonteríz, y en ella se nos contaba el origen de un nuevo héroe que debía aceptar ser el heredero de la cruzada de Night Raven. Éste, actuaba como mentor en visiones desde el pasado, inducidas por el equipo que portaba Nocturne, a mitad entre lo tecnológico y lo místico.
Se ignoraban los hechos contados en Death Duty unos meses antes (probablemente Abnett ni era consciente de ellos), y se establecía que casi todas las aventuras contadas sobre Night Raven tal y como las conocíamos eran ficticias, seriales de radio, películas y novelas pulp. El protagonista de Nocturne, un tal Graham Poldark descubría que aquel héroe de su infancia en realidad sí había existido, aunque los detalles no fuesen exactamente como se habían contado en las historias que le apasionaban de niño. Por ejemplo, todas ellas transcurrieron realmente en el mismo Londres donde Poldark vivía, se nos decía, en lugar de en New York o Chicago.
La gran villana de la historia era, claro, la inmortal Yi Yang, y en el apresurado final que hubo que dar a la obra, su sirviente enmascarado no-muerto, resultaba ser el propio Night Raven esclavizado sobrenaturalmente, que se rebelaba contra ella. Y así, ambos morían en una gran explosión. Recordemos: por segunda vez, ese mismo año, al igual que en Death Duty. Ay.
Por todo ello, Nocturne se considera apócrifo y que no tiene vigencia a nivel continuidad, en favor de Death Duty, que es por tanto oficialmente la última aparición de Night Raven, por mucho que la miniserie de Abnett y Fonteriz saliese a la venta después. En realidad, es una pena que Nocturne haya sido tan ninguneada en tantos frentes, porque si hubiese que quedarse con un solo tebeo que resumiese a la perfección el zeitgeist del cómic noventero, y que a pesar de eso no fuese malo, éste sería un candidato muy sólido: una obra solvente, bien dibujada, de narrativa intachable, con un guion interesante y diálogos ágiles. Bueno, y ese atropellado final, pero eso no fue culpa de los autores.
Para ver a Night Raven en el siglo XXI, habría que irse ya al flashback que en el primer número la maxiserie Los Doce, se hace de la toma de Berlín por los aliados en abril de 1945. Allí, entre todos los héroes Marvel /Timely de la Golden Age, asoma Night Raven. El cuál, por supuesto, no podría estar allí, ya que, según su cronología, entre 1941 y 1957 estaba amnésico, sin recordar su identidad justiciera. Un detalle que los autores de Los Doce, JM Straczynski y Chris Weston, o bien ignoraban o bien decidieron saltarse para darse el gusto de incluir al personaje ahí en forma de cameo. Sea como sea, es complicado acusarles de nada por ello, ya que esa aparición sorpresa a más de uno le hizo esbozar una sonrisa ilusionada.
Y finalmente, en 2017 salió a la venta un maravilloso volumen en blanco y negro que recopilaba todas historias clásicas de Night Raven: los relatos en cómic de Parkhouse, Lloyd y Bolton (sin recolorear), los que iban en prosa de MacKenzie/Stockwell, Moore y Delano (con las bellísimas ilustraciones de Alan Davis, Steranko, Lloyd y compañía), la ficha del personaje de Mastermind aparecida en Captain Britain #13, la introducción que Delano escribió en 1990 para The Collected Stories y un artículo explicando la inspiración del personaje en The Shadow y The Spider.
El tomo, titulado Night Raven: From the vaults of Marvel UK, es un tesoro para aquellos que deseen ver cómo varios de los nombres más celebres del cómic mundial se desenvolvían en sus primeros pasos. Para los lectores que tengan fascinación por los justicieros pulp en plan el Lobster Johnson de Mike Mignola o el Black Beetle de Francesco Francavilla, también resulta imprescindible por todo el genuino disfrute que aporta. Y si se quiere, puede dar lugar a entretenidísimos debates con los amigos comiqueros, como ese que surge al ver a Night Raven con una pistola lanzacables, y que lleva a preguntarse si no solo The Question inspiró, aunque fuese levemente, a Alan Moore para su Rorscharch en Watchmen.
Pero independientemente de todas estas referencias, se trata de unas historias que tienen enorme interés por sí mismas, en las que sus autores plasmaron todo su buen hacer, con un personaje principal fascinante, y unas atmósferas llenar de sabor y personalidad. Es una auténtica lástima que Night Raven sea un héroe tan sumamente desconocido, dadas todas estas características.
Casi todo el material del que hemos hablado en este texto está inédito en España, cosa que sería muy fácil de solucionar publicando tan solo este tomo. Por lo demás, Los Doce, con su cameo de Night Raven, fue publicada en Castellano por Panini en 2009. Y Nocturne vio la luz aquí gracias a Planeta/ Comics Forum en 1996 como Nocturno: Héroe de la noche, probablemente con el gancho comercial de que estaba dibujado por un autor español, Fonteriz, cosa relativamente novedosa por aquel entonces todavía. Lo bueno de recomendar estos dos tebeos si los ven ustedes por ahí, es que no tienen como único aliciente la presencia tangencial de Night Raven. Es que, además, son muy buenos tebeos por sí mismos.
Night-time in the city…