Ilsa, cuando la espada y brujería rompe tus esquemas

La espada y brujería es uno de los subgéneros más testosterónicos y violentos. Pero también es uno de los más constreñidos y poco espacio dejan para la sorpresa, a estas alturas. Más allá de aproximaciones nostálgicas o crepusculares, las historias bárbaras parecen agotadas.

Ilsa es un nuevo intento de insuflar vida a este tipo de historias. No en vano, viene de la mano de Javier Marquina, uno de los autores actuales que, con una pasión enfervorecida, más está tratando de revindicar la cultura popular. Y lo hace pasándolo por un filtro muy juguetón y desinhibido.

Haciendo algo de ingeniería inversa, consigue leer las claves de la espada este tipo de historias y se busca aportar nuevas características que supongan una transfusión de una nueva sangre a estos maltrechos guerreros. De alguna manera, se asemeja a lo que busca El Torres con Bribones Pero aquí de una forma más autocontenida.

Y el principal punto de diferenciación es que se ha puesto el foco en personajes femeninos. Algunos más logrados que otros, lo cierto es que este es un punto de diferenciación bastante notable.

Todo comienza en el momento en el que a Ilsa se le asigna un encargo: un pueblo atemorizado tiene que pararle los pies a una pérfida bruja. Para ello han mandado a todos los guerreros que han podido. Pero todos y cada uno de ellos han terminado pereciendo. Ilsa es la única esperanza de estos individuos.

Javier Marquina sigue construyéndose una carrera basada en deconstruir determinados tropos y géneros populares de este medio. Todo ello desde un respeto absoluto a los referentes, a los que no deja de homenajear y de poner el valor como piezas fundamentales en su educación cultural.

A su vez consigue insuflar a los relatos de un vigor y de un ritmo muy marcado. Si esta historia no estuviese contada con esa agilidad no hubiese funcionado tan bien. Eso se debe a que algunas soluciones argumentales son, cuanto menos cuestionables.

Sin embargo, el tono también es crucial. Es un cómic completa y absolutamente autoconsciente. Uno que analiza, incluso, su propia condición de cómic de ficción de divertimento. Y, además, se atreve a exponer con total franqueza e ironía aquellos puntos débiles del cómic. Y la verdad es que no siempre funciona, puesto que en ocasiones parece una herramienta que busca epatar que algo que, verdaderamente, sea necesario. Sea como fuere, es una decisión argumentalmente arriesgada y, por ello, tiene su valor.

Ilsa deja una sensación de extrañeza en el lector. Es claramente buscada y ya depende de cada uno el entrar o no en el juego o, por el contrario, si le resultan demasiado arbitrarias algunas decisiones. Sea como fuere, es de esas lecturas que despertarán una lección en todo aquel que le dé una oportunidad.

El arte de Magín Marqués es un dibujante inexperto, aunque se nota su bagaje en la animación. Se deja apreciar, principalmente, en una fuerte caracterización de los personajes. Todos son muy identificables desde una sencillez clara. Además, buscan que se queden en los ojos del lector. Para ello recurre a contrastes estéticos

Donde hay más problemas, tal vez, en que, como es lógico, el manejo del lenguaje y la forma de antoja como un tanto errático. Tiene soluciones que funcionan, pero en otras ocasiones resulta un excesivo y disperso. Pero, en cualquier caso, tiene virtudes suficientes como para que el lector

El color de Marcos Abel opta por una paleta variada y rica en matices. Consigue adaptarse a todos los desafíos estéticos que contrae una obra que mezcla tantos géneros y tono y consigue darles personalidad a todos los ambientes, a los cuales diferencia de una forma más que patente.

Además, la selección de tonos muy cálidos favorece al estilo cartoon y a conseguir una atmósfera viva y líquida. Se trata de un colorista que lanza un trabajo en el que ha conseguido no solo compenetrarse con el resto de sus compañeros, si no que consigue mejorar su trabajo.

Ediciones Inuit lanza un tomo en una edición que sigue las mismas características a las habituales: una edición rústica con solapas muy manejable y asequible. Además, incluye un epílogo que hará delicias a los que conozcan la obra de sus implicados, así como un making of y unas divertidas biografías de los autores.

Ilsa es un tebeo que abraza un entretenimiento puro y desenfadado. No es del todo pulida, pero es consciente de sus flaquezas. Eso la convierte en una lectura que no busca cambiar la vida de nade, pero con un descaro que será del gusto de más de uno.