Palabra de Editor es la columna de opinión de Pedro F. Medina (@Studio_Kat), Editor Jefe, responsable de licencias y redes sociales de Fandogamia y periodista con una faceta nada oculta de showman en los eventos de cómic y manga |
Allá por julio del año pasado, el Consejo de Ministros decidió aprobar el 17 de marzo como Día del Cómic, con carácter oficial. “La declaración reconoce el valor del cómic y del tebeo, el peso de su historia y su importancia en el contexto actual, su diversidad, creatividad y calidad. También pretende mostrar un apoyo efectivo al sector. Se reconoce asimismo el papel de sus profesionales en la vida social y cultural, atrayendo a nuevos lectores”. Impresionante, ¿eh? Y esto viene de una Proposición no de Ley de Reconocimiento y Dignificación del Sector del Cómic en España, aprobada por unanimidad en octubre de 2023. Dime tú en qué otra cosa se han puesto de acuerdo los políticos en estos últimos cuatro años. Aplaudámonos. Sintámonos fuertes. No se puede hacer ningún descuento especial por compras como ocurre en el Día del Libro y no hay dinero para montar nada (solo visibilidad, ninio) pero por algún sitio hay que empezar. A cambio, tenemos una agenda repleta de actividades repartidas por todo el territorio español y más allende de los mares, excepto en Valencia porque son Fallas y no queremos que nadie le pegue fuego a los libros “por error”. La mayoría apenas tenemos presupuesto para hacer poco más que un comunicado, la verdad.
Aquí viene un comunicado.
Lo del Día del Cómic está de COWABUNGA. Más allá del Vega Sicilia que estoy seguro todos los hogares tienen preparado para descorchar en casa, nos sirve para poner al tebeo en el mapa de… en algún mapa. Podemos reivindicar el cómic como un formato narrativo con su propia valía, aunque luego nos cambien los titulares para señalar que es poco más que un instrumento para meter a los críos en la lectura de libros más sesudos, de esos que llevan mucha letra, los libros IMPORTANTES. También podemos darle voz a autoras y autores, que continúan demandando derechos, adelantos y regalías proporcionadas a la vez, en todas partes, mientras rotulistas y traductoras siguen siendo relegados a la letra pequeña de los créditos, y las editoriales suben precios y ruegan a Jesusito que llegue otra pandemia, una chiquitina que les impulse las ventas del próximo trimestre o, al menos, las deje como están. Incluso podemos aplaudirnos por un sector más vertebrado que nunca, aunque solo haya sido para poder ponernos a caldo en las mesas de negociación con propiedad: ahora los beef pueden ser profesionales y colectivos, y no quedarse en un mero calentón por Facebook. Y tenemos decenas de eventos dedicados al noveno arte, yo creo que más que nunca, porque así cada cual puede quedarse en su gueto y mirar por encima del hombro a los demás.
Da para un Día del Cómic español y mucho español.
La verdad es que cuando toca hablar de cómic, la mayoría de integrantes de la clase política no se moja mucho. Bueno, es que no tienen ni idea y tampoco les interesa, como buen reflejo -no nos engañemos- de la realidad social. Si tienen que dar un discurso para hablar de tebeos no se preparan gran cosa, recurren a lo que ya saben, que se resume en: nada nuevo desde Bruguera. Pero esto es lo que ocurre en las calles. Cuando le he dicho a alguien del entorno escolar de mi hija -3 años- que trabajo publicando tebeos, no ha habido NADIE que hubiera leído NADA posterior a Mortadelo (como mucho, El Jueves, y rascando en la conversación para que entiendan que es una revista repleta de HISTORIETAS). Y quiero creer que son madres y padres con cierta cultura, asistí una vez al Club de Lectura del centro para participar en una sesión sobre literatura rusa, simplemente… no saben, no conocen. Del alumnado universitario (de Comunicación, ojo) que he tenido a cargo en los últimos doce meses, y son unos cuantos, UNA PERSONA me confirmó que le gustaban los cómics. Al menos hubo otra que, cuando se enteró de a qué me dedicaba, me preguntó por la forma de entrar en el manga, pero no sé si fue interés legítimo o peloteo académico. Le subí medio punto, yo barro para casa.
Pero no hay que irse muy lejos de la cadena de valor del libro: la mayoría de librerías generalistas tampoco tienen mucho más tebeo que el que publiquen aquellas editoriales que también publican narrativa convencional, ya sabéis, novela, poesía… LOS LIBROS BUENOS, porque se mueven por los mismos canales de distribución y, ya que pillan lo potente, pues de paso se cogen algo con viñetas. La riqueza del tebeo de producción patria lo es gracias al puñado de coleccionistas que siguen manteniendo viva la llama: lo que hace el 90% de nuestro talento nacional pasa totalmente desapercibido para el gran público y, sumando lo internacional, lo que asoma en las listas de libros más vendidos suele quedarse, salvo dignísimas excepciones, en lo que tenga serie o película en Netflix, Amazon Prime, Disney Plus o Crunchyroll.
Luego sí, nos damos palmaditas, nos nominamos en los premios que concedemos aquí y allá por eventos y certámenes, pero seguimos en nuestra burbujita porque la gente, la gente en general, esa que compra el pan todos los días y coge el coche para ir a trabajar, la que cuida a su prole y se toma unas cervezas con las amistades, no sabe que hay vida más allá del Lucky Luke que leyeron una vez en una biblioteca municipal/como regalo cuando cumplieron 9. Y los cómics infantiles, que los hay que venden muchísimo, son un arma de doble filo para el periodismo facilón, porque las asumen como lecturas que crean el hábito para luego leer libros DE VERDAD y así pasar a la vida adulta y dejarse de dibujitos. Y también pasa otra cosa, y es que los Funkos no se leen.
Nos queda mucho trabajo por delante.
Pero luego te llegan comentarios de la afición, de profesionales, de quienes están metidos en esto hasta las entrañas y solo sientes las buenas vibras, las que te hacen seguir creyendo en el poder de las viñetas. “El cómic ha sido quien me ha acompañado y me acompañará toda mi vida”, “mi perdición… y mi salvación”, “el que siempre ha hecho lo posible por hacerme la vida más divertida, aunque no lo tuviera fácil”, “un hogar”, “una vía de escape en una época difícil”, “dibujar cómics ha creado momentos inolvidables que jamás querré perder a pesar de mis problemas”, “el último bastión que me aferra a la constancia y la cordura”. El cómic es el acceso al multiverso de las ideas, “la narrativa visual más democrática que existe”, “las puertas sin fin a mundos desconocidos”, “la entrada a un mundo loquísimo”, “a veces, compañía; muchas veces, emoción; y algunas, inspiración”. Porque no hay que olvidar la conexión humana que brindan, el “conocer a gente y hacer cosas bonicas”, “la forma más pura de ver lo que hay detrás de cada autor”, aunque también ofrecen intimidad para quien solo quiera “encerrarme en casa a leer o dibujar”. Los tebeos nos definen a muchos, sin ellos “yo no sería yo, sería otra persona”, aunque no podemos negar que ocupan “toneladas de papel” y que “alegrías y pobreza” suelen venir de la mano si recorres este camino laboral (eso sí, en algún caso “me han pagado el piso”). Y habrá que reconocer sin vergüenza que sí, que en muchos casos también actúan como “la auténtica introducción al arte” o “las grandes fuentes primigenias de placer artístico, desde muy niño (…) sin saber leer”. En definitiva, “el cómic es mi droja”. Y nos encantaría que, cada día, fuera la de más gente. Por eso, hoy, a pesar de todo, celebramos. Feliz día del cómic.