Así fueron las cosas con la Cosa del Pantano del DC Universe

Adaptar un material inadaptable se antoja una hazaña en la que hay un 99.9% de posibilidades de que salga mal. Ante tal compromiso, hay tres salidas: La primera de ellas es hacer una adaptación libre y personal, tal y como hizo Stanley Kubrick cuando optó por trasladar El Resplandor. La segunda alternativa es tomar el referente como base e intentar trasladarlo a otro contexto, con el espíritu e intenciones originales del autor como guía. El ejemplo más reciente de ello es la serie de Watchmen, capitaneada por Damon Lindelof. Y luego está la adaptación literal, lo cual muchas veces lleva a fracasar estrepitosamente. Como es el caso de la intentona que hizo Zack Snyder con la citada obra de Alan Moore.

La Cosa del Pantano se queda a medio camino de muchas cosas. Por un lado, prueba a trasladar algunos de los episodios y momentos más emblemáticos de la etapa del bardo de Northampton. Por otro, busca darle ciertos aires a la adaptación de Wes Craven, sin entender del todo la película del maestro del terror. Por otro, aspira a tener un tono y una identidad propia. Seguramente, si se hubiese centrado en uno solo de estos objetivos, hubiese conseguido todos.

El aspecto monstruoso fielmente trasladado.

Seguramente ese sea el motivo por el que los productores optaron por su cancelación: los que ponen el dinero necesitan ver claramente en qué van a apostar. Y esto es confuso. No es osado pensar se hubiesen esperado un poco a desarrollar mejor el producto antes de dar luz verde, no habríamos tenido que lamentar su temprana cancelación y los problemas presupuestarios que han sufrido en medio de la realización de la serie.

Otro gran problema que le veo es que a los personajes les falta punch. Y están bastante estereotipados. Eso se debe a que intenta llegar a un público mayoritario y eso hace que se vean desprovistos del encanto que tuvieron originalmente. Eso hace, que, como espectador, sea muy fácil desconectar de lo que no están contando. En bastantes casos, se alejan del cómic para llevarlos a unas características convencionales (tenemos el político corrupto capaz a cualquier cosa para intentar salvarse el pellejo, el científico loco, la ciudadana del pueblo que vuelve y que debe afrontar los conflictos que dejó atrás…). Todo el reparto es correcto, aunque se nota que todos están en modo automático recitando diálogos demasiado artificiales como para ser creídos.

Por otro lado, el guion tampoco trata de presentarnos ni conflictos ni situaciones mil y una veces vistos. Además, las carencias presupuestarias se hacen patentes poco después del piloto. El piloto presenta unas premisas que luego o bien pasan a segundo término, o bien se resuelven de una manera que no es acorde con las promesas de la premisa. Especialmente notable es en la mitad de la serie que, por momentos, la serie opta por tramas episódicas, dejando a la horizontal sin mucho avance. Eso lleva a una frustración y, finalmente, a la inevitable decepción a quien haya dado una oportunidad a esta serie.

Otro talón de Aquiles es que para quien sea ajeno a la serie, puede resultarle un tanto compleja. Es una serie que da por hechos bastantes elementos, a la vez que es demasiado explícito en otras. Una mayor profundización en la mitología y en su mensaje ecologista, más en los tiempos que nos está tocando capear, hubiese sido idóneo y una manera de actualizar los conceptos sobre los que transcurren las tramas de la serie.

El pantano totalmente dominado por «El Verde».

Por la parte positiva, la serie apadrinada por James Wan y por Len Wiseman, cuenta con cierto cariño muy palpable sobre el material con están adaptando. Es más, de lo que se puede decir de la mayoría de las adaptaciones de historias escritas por Moore. Lo cierto es que también cuenta con una realización que, si bien es plana durante la mayor parte de la serie, cuenta con algunas secuencias estéticas y con pretensiones estetas e icónicas. Se produce un contraste muy curioso entre la garra y el cuidado visual de distintas escenas. Y, a pesar de todos sus problemas, resulta un entretenimiento que tampoco es particularmente exigente.

Aunque lo más interesante que nos ha dado la serie sea la atmósfera de sus pasajes de terror. La iluminación en escenas exteriores nocturnos o en los que hay una falta de luz natural es la más complicada. Más aún en un entorno como este. Se respira esa densidad del enfrentamiento a lo desconocido en sus sombras. Aunque, todo sea dicho, poco sudor veo en los personajes. Al fin y al cabo, estamos hablando de un escenario pantanoso decadente.

No es una mala adhesión a las series producidas por DC. Tenemos la sección intensita con Titans y la sección de diversión descerebrada y metalingüística, con La Patrulla Condenada y Harley Quinn. Esta La Cosa del Pantano encaja en la primera sección, pero se atreve a abrazar el terror de un modo que las otras no, y busca generar un contenido más adulto, aunque erre.  

Si hay un calificativo que se me pasa por la cabeza para clasificar a La Cosa del Pantano sería inofensivo. Pincha, pero no hace daño. Y si hablamos de este personaje. De lo que ha supuesto al medio. Del potencial que tiene. Es toda una lástima.