«El fotógrafo de Mauthausen» cuenta la historia real de Francisco Boix uno de los españoles deportados al campo de concentración austriaco.

Título: El fotógrafo de Mauthausen
Guion: Salva Rubio
Dibujo: Pedro J. Colombo
Color: Aintzane Landa
Edición Nacional: Norma Editorial
Formato: Cartoné, 168 páginas
Precio: 27,00€

Hay muchísimas historias, y vestigios de las mismas, sobre la Segunda Guerra Mundial. Y hay, sobretodo, memorias de los horrores que se cometieron durante esos años que se transmiten a las siguientes generaciones mediante libros, diarios, entrevistas, documentales y cómics. Este último caso, que es el que nos interesa en esta web, es importante tanto si se trata de una autobiografía, como si se trata de una biografía. Lo importante de estas historias es que no se olvide el testimonio de quienes lo tuvieron que sufrir para que no se repita.

A este respecto, puede que El fotógrafo de Mauthausen os suene. Este cómic de Salva Rubio, Pedro J. Colombo y Aintzane Landa cuenta la historia real de Francisco Boix un fotógrafo español que fue deportado al campo de concentración y exterminio de Mauthausen junto a más de dos mil españoles. Y que sobrevivió. Pero no sólo eso, Boix fue el único testigo español en los juicios de Nuremberg. Esta obra presenta su lucha por la verdad, y pone en valor el recuerdo de todos esos españoles víctimas del nazismo. Cuya memoria quedó silenciada por la dictadura de Franco.

Boix fue uno de los tantísimos españoles que lucharon durante la Guerra Civil en el ejército republicano. Cuando el bando franquista terminó ganando la guerra, con muchos de sus compatriotas, Boix se exilió en Francia. Donde estuvo en varios campos de refugiados, para finalmente terminar ayudando al ejército francés como trabajador. En 1940 es capturado por el ejército alemán, y un año más tarde sería trasladado al campo de concentración donde tuvo que sobrevivir al horror hasta el final de la guerra en 1945.

El fotógrafo de Mauthausen empieza con Boix bajando de un autobús en la frontera entre Francia y España. Es 1948, y está esperando a su hermana Núria. Y es que el cómic cuenta el tiempo que Boix pasó dentro del campo de concentración austriaco a modo de flashback. Pese a que el lector sabe, por la primera página, que el protagonista sobrevivirá al horror, el viaje por su memoria no será nada fácil.

Además de Boix, el protagonista indiscutible de esta historia es el campo de concentración. Un campo de categoría 3, reservado, según la clasificación de Heydrich, a los <<irrecuperables>>. Significaba que nadie debía salir vivo de allí. Nunca. Que Salva Rubio ha sabido reconstruir en su investigación, y guion posterior, a la perfección.

Como ya se ha comentado, Boix estuvo en el campo de concentración durante más de tres años. Y en primera persona cuenta al lector sus vivencias. Y es que, el sistema de exterminio de los campos nazis no se resumía a las más que conocidas cámaras de gas. Sino que tenían todo un sistema de tortura constante en cuanto a su funcionamiento, que tanto Boix como el resto de presos sufrieron. Muchos de ellos no sobrevivieron.

En El fotógrafo de Mauthausen se presenta el día a día del campo con un rigor histórico impecable. El cómic muestra desde que los prisioneros son capturados, metidos en los vagones y transportados hasta el campo. Pasando por la cotidianidad de las torturas físicas y psicológicas. Hasta el decepcionante juicio de Nuremberg que tuvo que vivir Boix. Los autores han sido capaces de retratar las formas en que los prisioneros se organizaban para sobrevivir. Ya que, como dijo el comandante de Mathausen Los españoles eran los más difíciles de matar.

Pero, ¿cómo consiguió Boix las pruebas suficientes para, además de sobrevivir, llegar a testificar en los juicios? Durante su internamiento en el campo de concentración Boix se cruzó con un comandante llamado Ricken. Este hombre estaba fascinado de una forma enfermiza con lo que ocurría en Mauthausen. Creyéndose un esteta, y siendo una persona realmente perversa, Ricken interroga a Boix para averiguar sus habilidades artísticas. Tras esto, el protagonista descubrirá que Ricken está haciendo fotografía artística con los muertos del campo. Una vez reunido con sus compañeros, decidirán que son pruebas muy valiosas y que sea como fuere deben conseguir sacarlas del campo.

Ésa es, exactamente, la historia que cuenta El fotógrafo de Mauthausen. Y lo hace sin perder ni un ápice de rigor histórico. Algo que es muy de agradecer en una obra como ésta. Al principio de la misma aparece tanto un léxico como una introducción. Y lo que es mucho más interesante, e importante, tras finalizar la historia de Boix esta novela gráfica tiene un dossier histórico casi tan extenso como el propio cómic. E igual de interesante. Ya que no sólo consta de textos bien documentados por especialistas. Sino que también hay parte del proceso creativo, recortes de periódico y un sinfín de las fotografías de Francesc Boix.

Además, los autores no esconden en ningún momento nada de su trabajo. Y es que, para poder realizar el cómic hay algunas partes de la historia que se ha tenido que ficcionar. Y eso está detallado en ese anexo. Algo que es de agradecer en un trabajo de investigación tan honesto como el de Salva Rubio. Además, al finalizar el dossier hay una bibliografía detallada. De ahí que en todo momento se haya reafirmado en esta reseña el rigor histórico de la obra. Rubio no ha podido hacer un trabajo mejor.

En cuanto al apartado artístico, el equipo formado por Pedro J. Colombo, al dibujo, y Aintzane Landa, al color, es imposible no alabarlo. Teniendo que enfrentarse a la representación de uno de los eventos históricos más crueles de todos los tiempos, ambos hacen un trabajo espectacular. El dibujo realista, y detallado, de Colombo hace que el propio cómic parezca una de las fotografías de Boix. Incluso la representación de las fotografías de Boix está tan bien hecha que, en ocasiones, el lector duda de si está viendo una fotografía real o un dibujo. Además, las imágenes a doble página de Mauthausen dan una idea muy cercana a lo que realmente era aquel lugar.

Por su parte, el color de Landa es muy efectivo. Y es que no ha dotado al “pasado” de un tono, mientras al “presente” le ha dado otro para diferenciarlos. Sino que ha navegado entre ellos. Al principio del cómic, cuando Boix está en la frontera, hay una gama de tonos cálidos que de golpe se vuelven en gama de grises oscuros, negros y algo de azul, cuando empieza el flashback. La autora utiliza en el campo de concentración estos colores, pero los va matizando con gamas de rojos, amarillos e incluso verdes, en momentos importantes. Dotando de una intensidad a ciertos momentos, mediante el color. Poco a poco, cuando Boix vaya acercándose al final de su historia (o al “presente”) el color volverá a ser como en las primeras páginas. Dando un tono de esperanza final.  

El fotógrafo de Mauthausen es una novela gráfica de las que debería ser obligada lectura en todos los institutos españoles. No sólo presenta de forma muy correcta un hecho histórico, sino que además lo hace de forma que sea entendible y muy instructivo. Muy recomendado para toda aquella persona que quiera saber más sobre los exiliados españoles que tuvieron que sufrir los campos de concentración nazis. Y es que somos responsables de la memoria de aquellos a quien Franco quiso silenciar. No dejemos que se olviden este tipo de historias, y mucho menos, que se repitan.