El Estudio Ghibli no sólo ha desarrollado películas que calientan el corazón, como las que os presentamos hace dos semanas. En su haber tiene un sinfín de películas que tocan temas muy diversos. Y en todos los casos trata todos y cada uno de ellos con la delicadeza y corrección que estos temas merecen. En este artículo hemos decidido centrarnos en aquellas películas de Estudio Ghibli que de una forma u otra tratan temas bélicos.
¿Significa eso que estas películas no son aptas para los más pequeños de la casa? Sí, y no. La lista que aquí se presenta no sólo tendrá una explicación de la trama (siempre sin spoilers) de la película. Sino también una valoración respecto a la dureza de lo representado.
Aunque aquí se dan algunas directrices respecto a las películas, como siempre, es muy importante que las películas las vean adultos antes de mostrarlas a los menores que convivan con ellos. Para valorar, dependiendo de la edad y experiencia de los menores, si es recomendable o no que estos la vean.
En cada película se detallará el por qué se ha decidido añadir en esta lista dicha obra. Sin embargo, como ocurrió en la otra lista sobre películas del Estudio Ghibli, el orden es aleatorio y no representa nada en cuanto a calidad, temática o gusto. Cito lo de temática en esta última parte ya que algunas de estas películas representarán conflictos bélicos reales, mientras otras lo harán de forma más simbólica. Sin más, empecemos.
Porco Rosso (Hayao Miyazaki, 1992)
Quien más quien menos habrá visto alguna vez imágenes de este cerdo antifascista. Aunque el protagonista sea literalmente un cerdo que anda, viste y se comporta como un ser humano, esta película refleja un periodo de entreguerras de sobra conocido.
La trama gira en torno a Marco, uno de los mejores pilotos italianos durante la primera Guerra Mundial. Marco vive en la actualidad en una isla del mar adriático, retirado de su carrera militar sobrevive como caza recompensas. Aunque una extraña maldición le ha convertido en un cerdo, se dedica a perseguir y detener piratas aéreos.
Habiéndose creado cierta fama en torno a él, todo el mundo lo conoce como Porco Rosso (Cerdo Rojo, en italiano) en referencia a su físico y al color de su avión. Y es que, pese a su mágico cambio físico, su habilidad como piloto no ha sufrido lo más mínimo.
Marco llega al Hotel Adriano, uno de los más lujosos de la zona, para cenar y ver a su amiga Gina, dueña del hotel. Allí se encuentra con todos los jefes de las bandas organizadas de piratas aéreos. Estos están contratando a Curtis, un piloto americano que sólo piensa en su propia gloria e imagen, para que de caza a Marco. El americano se enamorará perdidamente de Gina en cuanto la vea, y tendrá que sufrir delante de todo el mundo cómo ésta le rechaza para atender a su amigo Marco.
A partir de ese momento Curtis considerará a Marco como su mayor enemigo, e irá en su busca cuando éste vuelva a conseguir evitar un acto de piratería aérea. Tras esto se suceden distintos eventos, el avión rojo de Marco queda terriblemente dañado, y éste deberá ir hasta Turín en busca de su mecánico. Allí se dará cuenta que, debido a la guerra y la crisis económica derivada de ella, su mecánico ha debido marcharse. Por lo que tendrá que conformarse con Fio, su nieta, como nueva ingeniera y jefa de mecánicas. ¿Conseguirá Marco, con la ayuda de Fio, volver a casa y desenmascarar a Curtis? ¿Qué hará Marco cuando se dé cuenta que el nuevo gobierno fascista está contratando piratas aéreos para que formen parte de su ejército?
Porco Rosso es una de esas películas que, por mucho tiempo que pase, siempre será perfecta. A tal punto, que pese a presentar un periodo de entreguerras y la llegada del fascismo a Italia es perfectamente asumible por los más pequeños de la casa. Y es que la magia que convierte a Marco en cerdo, el tratamiento de personajes y su diseño (los piratas aéreos, por ejemplo, son todos muy grandes pero muy bobos y torpes) y la cantidad de guiños cómicos de la película hacen muy accesible este tema para los menores. Es más, puede que inicialmente ni siquiera la entiendan por lo que es. Una crítica antibélica y, sobretodo, antifascista. Lo que hace que su revisionado durante distintos años sea todo un descubrimiento, y un aprendizaje.
Grandes frases como Prefiero ser un cerdo a un fascista, han pasado a la historia del cine de animación. Y no es para menos. Detrás de la comedia reinante en esos vuelos imposibles, los adultos disfrutarán de una clase de historia donde podrán ver representado el auge del fascismo, la inutilidad de la guerra, las consecuencias de la misma, la inclusión de las mujeres en el mundo laboral para mantener no sólo el país sino la maquinara bélica… entre otros tantos temas relacionados con los conflictos bélicos del siglo XX.
Imprescindible obra que utiliza el imaginario y la magia de los cuentos, para mostrar un periodo terrible del que aprender de una forma muy amable.
La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 1988)
La tumba de las luciérnagas no es una película para niños. Es más, ni siquiera es una película fácil de digerir para muchos adultos. Es muy importante recalcar que, pese a ser una gran obra maestra del cine de animación, es una historia completamente cruda y sin ningún tipo de filtro. Por lo que, repetimos, no es una película para niños.
Dicho esto, Isao Takahata dirigió en 1988 La tumba de las luciérnagas una película de animación completamente realista en su planteamiento de los horrores vividos en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Para ello la película presenta a un adolescente llamado Seita muriendo de hambre en la estación de Kobe tras el final de la guerra. Sí, ésa es la primera escena de la película. Tras el final de la contienda Japón entró en una profunda crisis, no sólo por las consecuencias de las bombas nucleares que sufrieron, sino también de identidad.
En esa primera escena un conserje encuentra el cuerpo de Seita y ni siquiera se inmuta. Ya que tras la guerra el morir de inanición era algo completamente habitual. Tras buscar en sus bolsillos y encontrar poco más que una caja de metal donde en algún momento hubo caramelos, se deshace de ella en un campo y continúa con su día. En ese momento, el espíritu de Seita se encuentra con el de su hermana pequeña y ambos, rodeados de luciérnagas, se alejan en un tren.
La película es a partir de ese momento un flashback de la vida de Seita y su hermana pequeña, Setsuko, durante los meses posteriores a los bombardeos de Kobe. Tras perder su casa en uno de esos bombardeos, y debido a las heridas también a su madre, ambos se irán a vivir con su tía. Quien termina aprovechándose de ellos en esos momentos de necesidad, manipulando a Seita para que venda sus pocas pertenencias y recuerdos de su madre, a cambio de más arroz para la familia. Viendo en lo que se está convirtiendo su estancia con la familia, Seita decide coger a Setsuko, todo el arroz que puede, y una caja de metal con algunos caramelos y huir de allí.
Seita termina creando en una montaña algo alejada del centro de la ciudad un hogar para Setsuko y él. Y en algunos momentos puede decirse que ambos consiguen olvidar la situación en la que se encuentran, e incluso ser un poco felices, pero obviamente conociendo el inicio de la película el espectador intuye lo que ocurrirá a partir de ese momento. Y es que, la hambruna y la enfermedad llegarán hasta ese hogar creado con ilusión.
Como ya se ha mencionado al inicio, esta película es muy dura. Completamente centrada en los dos niños y el final de la guerra, no obvia ninguno de los terribles eventos que tuvieron que sufrir en esas fechas quienes más sufren en todas las guerras. Los niños.
La película se basó en una historia corta del escritor japonés Akiyuki Nosaka publicada en 1967. Basada en su propia historia durante la guerra, escribió esa novela corta como una disculpa a su hermana pequeña Keiko, quien murió de inanición, tal y como le ocurre en la película a los protagonistas. Sin embargo, tanto en la película del Estudio Ghibli como en la novela, el personaje que representaría a Nosaka es todo lo que a él le hubiera gustado ser con su hermana. Ya que considera que no fue todo lo generoso que debería haber sido.
Aunque completamente devastadora, La tumba de las luciérnagas es una de esas películas que son importantes para la memoria colectiva. Y es que es un ejemplo audiovisual perfecto de lo horrible e inútil que son los conflictos bélicos. La última recomendación sobre ella, es sentarse a verla concienciado con lo que se va a ver.
La colina de las amapolas (Goro Miyazaki, 2011)
Aunque las películas anteriores muestran tiempos de entreguerras, o directamente el final de un conflicto bélico, existen obras como La colina de las amapolas que se sitúan años después del final de la contienda, pero que muestran las consecuencias que la guerra ha tenido en la sociedad que la vivió, y en sus descendientes.
Situada en Yokohama, en 1963, La colina de las amapolas cuenta la historia de Umi Matsuzaki, estudiante de secundaria que vive en una pensión. Nuestra protagonista conocerá a Shun Kazama, un compañero del instituto que además forma parte del periódico del mismo. Entre los dos deciden limpiar la sede de uno de los clubs del instituto, pese a que el director del instituto (que es al mismo tiempo un empresario) les dice que ese edificio va a ser demolido, y vendido. Por lo que, junto a otros personajes, los protagonistas decidirán seguir con la limpieza e intentar cambiar la decisión del director.
Pero ¿por qué vive Umi en una pensión sobre el puerto de Yokohama? La madre de la protagonista se encuentra estudiando en Estados Unidos, por lo que Umi (la mayor de tres hermanos) queda encargada de llevar adelante la pensión, cuidar de sus hermanos y de su abuela, atender a los clientes (al menos dos viven de continuo en la pensión) y sacar adelante sus propios estudios. No es poca la responsabilidad sobre los hombros de Umi, teniendo en cuenta que tiene sólo dieciséis años.
Durante su relación con Shun, que tendrá mejores y peores momentos, Umi le muestra una fotografía de tres jóvenes con el uniforme naval. Umi señala a uno de ellos, Yuichiro Sawamura, muerto en la guerra con Korea del Sur. Sin decir nada empezará a investigar y es que, en medio de todo el lío con la sede del club los adolescentes parecen haber empezado a sentir cosas el uno por el otro, y Shun decide evitar a Umi cuando se da cuenta que es muy probable que sean hermanos. ¿Qué ocurrirá con ellos? ¿y con el edificio? ¿serán ciertos los temores de Shun?
Independientemente de la historia de amor entre los protagonistas, y aunque ésta es muy interesante y está bien construida, La colina de las amapolas muestra un momento muy concreto de la historia de Japón. Tras su derrota durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos (conjuntamente con el resto de Aliados) asumió el control de la marina mercante del país. Y utilizó los barcos que estaban repatriando a los japoneses a sus casas, para enviarlos a la guerra de Korea del Sur como apoyo. Todo esto ocurre en la película en un segundo plano, mostrando no sólo las consecuencias directas de la guerra (que la protagonista tenga que ocuparse con dieciséis años del negocio familiar no era nada extraño) sino también las indirectas (la pérdida de autonomía por parte del país).
Durante los años sesenta, los descendientes de los supervivientes de la guerra, empezaron un activismo estudiantil que cada vez iría a más no sólo en Japón. En cierta forma, los protagonistas de esta película están formando parte de ese activismo, personificando la pérdida de derechos, y la intención de recuperarlos, en el edificio que quieren salvar.
Esta película se basó en un manga de 1980, del mismo nombre, de Tetsuo Sayama y Chizuru Takahashi. La dirección corrió a cargo de Goro Miyazaki, el hijo mayor de uno de los fundadores del estudio. Hay que tener en cuenta que era su segunda película, por lo que debe llevarlo en los genes. Y es que consiguió la medida perfecta entre drama romántico y película histórica, sin dejar de lado la preciosidad estética que representa al estudio. Probablemente no recomendada para los más pequeños, por algunas explicaciones que se dan en una situación concreta, pero sin problemas para los adolescentes de la casa. Que no sólo verán la trama romántica, sino que también entenderán la época en la que se desarrolla.
La princesa Mononoke (Hayao Miyazaki, 1997)
Hasta el momento se han recomendado películas basadas, en mayor o menor medida, en hechos reales. O, por lo menos, en conflictos bélicos reales. Y si miramos, sin conocer la película, cualquier imagen de La princesa Mononoke el lector puede pensar, ¿y esto?. El artículo pretende demostrar esas películas del Estudio Ghibli que mejor acercan al espectador a los conflictos bélicos. Eso no quiere decir que todos ellos tengan que ser reales, y por ello la última película de la lista, entra dentro de un campo algo más fantástico.
En esta pleícula Hayao Miyazaki nunca quiso recrear de forma fidedigna una época concreta de la historia de Japón. Se basó ligeramente en edad media de su país para mostrar el conflicto entre naturaleza y la industrialización que traía consigo la civilización moderna. Por lo que muchos aspectos de la película (como construcciones, o armaduras) pueden recordar a ciertas épocas del medievo japonés. Pero en ningún caso representan la realidad, ni hechos concretos relacionados.
La princesa Mononoke cuenta la historia del príncipe (sí, valga la contradicción del título) Ashitaka y la lucha entre los dioses del bosque, y los humanos que necesitan consumir sus recursos para sobrevivir. Todo esto ocurre en Muromachi, una aldea Emishi que se ve de repente atacada por un demonio. Ashitaka, último príncipe Emishi, mata al demonio antes de que éste consiga entrar en la aldea. Sin embargo, el demonio le maldice dándole una fuerza sobrehumana que terminará por matarle.
En busca de una cura para la maldición, Ashitaka abandona el pueblo con la bendición tanto de los sabios del lugar, como de su hermana. Y se dirige hacia el oeste en busca de las tierras de las que provenía el dios corrupto, que terminó convirtiéndose en demonio por culpa de una bola de hierro en su interior. En su camino, Ashitaka se encontrará con un oportunista que se hará pasar por monje, y le convencerá para pedir ayuda en la ciudad del hierro.
Al mismo tiempo, la líder de la ciudad de hierro, llamada Eboshi, evita una emboscada de un grupo de lobos nada normales. Y es que se trata de dioses del bosque del clan de los lobos liderados por una joven que monta a uno de ellos. La diosa Moro recibe un disparo por parte de Eboshi. Ashitaka se cruza con la manada y la joven que antes montaba al lobo, quien está intentando aliviar el dolor que ésta está sufriendo. Ashitaka intenta entablar conversación, pero la joven no le deja hablar, y le pide que se vaya.
Un grupo de kodamas (pequeños espíritus del bosque) ayudarán a Ashitaka, y a otros dos supervivientes, a llegar a la ciudad del hierro. Allí nuestro protagonista conocerá a Eboshi y ésta le explicará de donde viene su maldición. Y es que la ciudad de hierro lleva tanto tiempo talando árboles del bosque que los espíritus y dioses han terminado enfrentándose en una cruenta guerra con los humanos que viven allí. En una de esas batallas Eboshi hirió a uno de los dioses, que terminaría maldiciendo a Ashitaka.
Ashitaka terminará dándose cuenta que no todo es tan sencillo como parece, y es que San, la joven del bosque que todo el mundo conoce como princesa Monoke y que no quiso dejarle hablar, ha intentado matar varias veces a Eboshi. Para detener la construcción de la ciudad de hierro. Ya que, de esta forma, el bosque podría volver a florecer, crecer, y vivir en paz. Sin embargo, San desconoce que la ciudad está formada por grupos sociales repudiados, como leprosos o prostitutas, por lo que su única esperanza es continuar extrayendo metal para poder sobrevivir.
Y ahí es donde reside todo el conflicto de la película, ¿conseguirá Ashitaka deshacerse de su maldición? ¿llegará a algún lugar su extraña relación con San? ¿y qué ocurrirá con la gente de la ciudad de hierro si Eboshi desaparece, o dejan de extraer metal?
La princesa Mononoke es una clara representación de la moralidad ambigua. Ninguno de sus personajes, salvo quizás uno, es completamente bueno o malo. Y las acciones de ninguno de ellos son puras. Pero sí están todas razonadas. El desarrollo de todos los personajes es muy inteligente, y coherente. Y todos ellos en conjunto trazan el conflicto entre el desarrollo industrial y humano, frente a la conservación del medio ambiente.
Esta película es muy interesante porque lleva el conflicto bélico (por parte tanto de Eboshi como de San) a un campo moral, y ahí lo tergiversa a su antojo. Y es que, aunque Eboshi puede parecer la mala de la película, ha creado una sociedad para todas aquellas personas que han sido repudiadas. Sin embargo, destrozará su entorno lo que sea necesario por conseguir lo que ella considera es suyo. Y es que se sitúa por encima del bien y del mal, en nombre de su gente.
El caso de San es todavía más interesante, pese a ser humana, convive con los dioses y espíritus del bosque, y quiere protegerlo por encima de cualquier otra cosa. Para ello, no dudará en matar a Eboshi, o a quien haga falta. Sin embargo, termina enamorándose de uno de esos humanos que tanto desprecia. Se crea aquí un conflicto interno de difícil solución para el personaje, y para el espectador. ¿Es correcto que San utilice el asesinato como medio para solucionar los problemas del bosque?
Como ya se ha comentado, esta película se aleja mucho de las anteriores. Al estar situada en un campo fantástico, en el que conviven dioses y humanos. Con una gran cantidad de folklore y mitología japonesa, La princesa Mononoke es el ejemplo perfecto de cómo trasladar conflictos bastante complicados a una película de animación que puede ser disfrutada por casi toda la familia, y entendida por capas. Hay un par de escenas protagonizadas por San, donde aparece una gran cantidad de sangre. Algunas de ellas no son aptas para los más pequeños de la casa.
A parte de esto, esta película permite muchísimas discusiones al respecto de todos los temas tratados. Con los más jóvenes puede discutirse el conflicto más básico de la película, naturaleza versus industrialización. Y a partir de ahí, con los revisionados y mayor experiencia, entrar en otros temas como los repudiados convertidos en héroes. O incluso la doble moral.
Esperamos que este artículo os haya hecho apreciar un poco más estas películas si ya las conocíais. Que os hayan entrado ganas de volver a verlas. Y, si no las conocíais, que les deis una oportunidad en estos días de encierro.
Estamos pasando unos días de encierro que llegarán a su fin. Y si podéis, aprovechad para ver todas las películas que podáis. Y leer todos los cómics de la pila de lectura. Que cuando volvamos a la rutina de la calle, echaremos de menos tener tanto tiempo entre las manos.
Y recordad que, si decidís ver alguna de estas películas, y encontráis puntos que este artículo se ha saltado, tenéis las redes sociales para hacérnoslo llegar y poder discutirlo. Disfrutad mucho del Estudio Ghibli, ¡nos leemos!