Grandes crisis en Hollywood, precedentes que nos ayudan a comprender los posibles efectos de la pandemia

Se suele señalar que uno de los miedos más profundos es el miedo a lo desconocido. Y lo cierto es que los distintos colectivos, tal y como están segmentados como parte de un todo, insiste en aproximarse constantemente a esta idea. ¿Acaso no estamos viviendo un repunte de actitudes racistas y machistas? ¿No estamos pecando todos de estar un tanto ideologizados sim sin cuestionarnos nuestros modos de hacer y de pensar, llegando, incluso, a deshumanizar al que se posiciona en el bando contrario? En conclusión, reinan los cómodos prejuicios a la compleja realidad. Y sí, eso es un sesgo cognitivo que tenemos para no afrontar algo que nos supera. Es miedo.

Pero esto puede ser entendido de otra manera: la incertidumbre. El futuro es, siempre de base, incognoscible. El tercio al que nunca tendremos acceso. Porque en el momento al que lleguemos al futuro, será nuestro presente. El futuro es una entelequia a la que todos tememos.  

Y el miedo es mayor en nuestro contexto en el que nada parece halagüeño. Aunque tengamos unos avances tecnológicos muy por encima de los que le hizo especular a H.G. Wells, los damos por hecho. Ya no miramos hacia a arriba en busca de cohetes que busquen un lugar entre las estrellas. La democratización de los móviles con cámara, casualmente, han provocado un descenso de las supuestas apariciones alienígenas.

Son malos tiempos para intentar filosofar acerca de lo que puede esperarnos a la vuelta de la esquina. Porque ahora mismo solo puede producirnos un sentimiento de congoja. Hay un reflote clarísimo de las distopías. Y eso fue mucho antes de crisis vírica de la que está por ver si nos repondremos. Y, en caso de hacerlo, nos espera una crisis económica sin precedentes causada por el parón de la industria. No quiere decir que lo que habíamos tenido hasta este momento fuera particularmente positivo, pero uno tiene la sensación de que es más que probable que lo terminemos echando de menos. De hecho, ya lo estamos haciendo. ¿Validamos el conformista y temeroso refrán de “más vale malo conocido que bueno por conocer”?

Pero ya es tarde. La cosa del pasado es que, si bien lo podemos conocer, no podemos volver a él. Por mucho que queramos, solo podremos tener refritos, pero nunca se podrá emular la sensación de una primera vez.

El mundo ha cambiado. Entre nuestros memes, nuestros chistes malos, nuestros distanciamientos, nuestros paseos eternos a perros, nuestras tiradas de orejas de balones y nuestros reencuentros, estamos viviendo Historia. En comparación, nuestras preocupaciones que nos estrangulaban antes de esto, parecen cosas muy pueriles.

 

¡Que no se puede estar en la calle!

El mundo se está desangrando. Y cada uno de nosotros debe decidir qué papel debe jugar en la cicatrización de este. Y la Historia nos juzgara.

Dicho esto, tal y como he dicho, no estábamos viviendo antes en una utopía, ni mucho menos. Y aunque cualquier terremoto previo parece de una magnitud mucho menor, no dejan de ser útiles a la hora de intentar comprender el modo en el que se pueden minimizar los daños. El modo en el que se deberían establecer unas nuevas reglas del juego. Tal vez sean más justas.

La situación de la ficción audiovisual como tantas otras industrias no esenciales (aunque el que no lo sea es de tener una percepción incorrecta de nuestras vidas) es la de una congelación absoluta. Nunca había sucedido antes este panorama. Ni en periodos de guerra.

Por sus características de producción, fuerza a la gente a trabajar unidas. Solo se puede entender la creación de una película o una serie como la suma de esfuerzos presenciales con una dirección concreta. No se puede rodar de forma telemática. Y aunque haya algún loco, la industria, ya sea por evitar recurrir a los seguros, ha tomado la prudente decisión de paralizar las distintas producciones.

Pero no solo eso, si no que tienen producciones multimillonarias que tienen comiendo polvo en sus estanterías con la esperanza de poder rentabilizar la inversión en algún momento u otro. Si se prolonga durante determinados meses, con ingresos cero, pueden barrer estudios del panorama.

Si se está especulando con la posibilidad de que la todopoderosa Disney sea adquirida por Apple, en este momento de vacas flacas, imaginaos lo duro que es para los estudios independientes y europeos. Y aún más sin la posibilidad de asistir a festivales por las cancelaciones que están sufriendo todos los eventos culturales. Está fuera de toda discusión que muchos de ellos no sobrevivirán y, por ello, las consecuencias de intentar levantar películas que no sean grandes o medianas blockbusters puede llegar a ser más quimérico que de costumbre.

¿Quién se va a ver fortalecido de semejante  envite? Mientras los servicios de telecomunicaciones sigan igual de robustas, las plataformas de streaming y los alquileres online están moviendo fichas para conseguir ventajas competitivas adquiriendo las películas que, de otra forma, no tendrían ninguna vida. Curioso que estas plataformas puedan ser la supervivencia del cine cuando siempre se han visto como la muerte de este arte desde determinados sectores. Todo ello me induce a reevaluar el visionario discurso de Alex de la Iglesia en los Goya de 2011. El tiempo le ha dado la razón.

Todo esto trae consecuencias en la siempre problemática e insatisfactoria relación entre salas de exhibición y productoras. Optar por lanzar sus estrenos por vías alternativas a la pantalla grande, supone una puñalada tanto a las grandes cadenas de cines como a los pequeños cines de barrio y de pueblos. Teniendo en cuenta que no es el negocio más lucrativo, esa opción hace que su desangrado sea más directo.

El director de la National Theatre Association de Estados Unidos, ha lanzado una amenaza directa a Universal por adelantar el estreno de Trolls World Tour en streaming, que tenía una fecha marcada para la distribución en salas:

“Solo Universal, y solo Trolls, ha decidido saltarse el modelo de distribución de salas e ir directos a las casas. Universal, además, sigue promocionando que Trolls se estrenará tanto en cines como en casa el 10 de abril. Están mintiendo a los consumidores.

Universal sabe que los cines estarán cerrados en el 10 de abril, así que, al contrario que el resto de distribuidoras, que, simplemente, deben retrasar los estrenos durante este periodo temporal, pero que siguen entendiendo que el estreno en cines es esencial para su modelo de negocio, Universal no tomó esa decisión con Trolls. Los exhibidores no lo olvidaremos.”

National Theatre Association

Volviendo a Europa, probablemente la cosa más significativa que este ámbito ha vivido ha sido la suspensión del festival de Cannes, por primera vez en la Historia desde su fundación como a alternativa al de Venecia, que se había tornado favorable al fascismo de Mussolini. No se trata solo que no se podrán exhibir las obras que van a dar de que hablar (y otras que deberían hacerlo) durante el resto del año. Si no que hay un mercado de proyectos en busca de financiación, uno de los grandes pulmones financieros de la industria. Eliminado de raíz.

Como entenderéis el cine, como industria, es de las más inestables por sus características culturales y artísticas. Ha pasado por una y mil crisis. Se podría decir que es la industria más acostumbrada a estrepitosas pérdidas. Y a grandes reconversiones. Lo que antes era, ya no es. Lo que es, nunca volverá a ser. Y, por ese motivo, creo que sigue siendo el arte más relevante e influyente socialmente, con todos mis respetos al resto.  

Orígenes

El cine desde su nacimiento, siempre ha sido un arte envuelto en un aire de polémica. Poco después de que Los hermanos Lumière proyectaran las primeras imágenes en movimiento (según el canon) y pronunciaron una de las sentencias menos predictivas jamás expresadas: “el cine es un invento sin futuro”, Thomas Alba Edison patentó el quinetoscopio.

Con él, creó las primeras películas de Estados Unidos. Al contrario de los Lumière, a él le interesaba más la espectacularidad que el realismo documental. A partir de ese momento, cualquiera que quisiera rodar imágenes en movimiento, tendría que recurrir a él gracias a la patente.

Sin embargo, el monopolio de Edison solo duraría hasta principios de siglo. Unos productores independientes se establecieron en la otra punta del país, en Los Angeles, para poder hacer cine bajo la sombra del magnate, y tener una vía de escape rápida del país en caso de que las cosas se volvieran en su contra.

Y así fue. En cuanto Edison se percató de lo sucedido, no tardó mucho en mandar matones a sabotear esas creaciones. Ante esto, se optó por exiliarse a Méjico, donde interpusieron una demanda.

 

Me gusto más la primera de Los Vengadores.

Debido a las acciones de abuso, movidas por el poder absoluto que tenía el tiránico Edison, la justicia optó por la eliminación de sus patentes. Si no se hubiese producido esta decisión, el cine hubiese sido otra cosa completamente diferente.

Una vez disuelto la Motion Pictures Patents Company y haber liberalizado el incipiente mercado cinematográfico. Esos productores independientes, en ese momento, crearían los estudios cinematográficos que hoy llamamos majors. Hollywood se fundó en base a luchas de poder, sueños rotos y personas con el coraje necesario para soñar con otras reglas.

Con todo ello, se busca indicar que desde su misma fundación el cine y la crisis son hermanos. Como un mal endémico que nunca desaparecerá. El cine lo crean sueños rotos y las pugnas por el control.

Código Hays

Esta victoria condujo a una fase de excesos y libertinaje. Las películas tanteaban temas como la sexualidad, la violencia, el antiautoritarismo y otros temas que no encajaban bien en la moralidad de la época. Y eso siempre conduce a una inevitable fase de censura.

Todos estos temas y una visión de la industria del cine como algo lleno de corrupción perturbaba al público, a lo que la industria respondió con los premios Oscar, que nació como un modo de legitimarse e intentar blanquear la imagen que lanzaban como industria. Una jugada de marketing.

Sin embargo, todo dio un vuelco con el escándalo del presunto homicidio sádico llevado a cabo por Roscoe “Fatty” Arbuckle. En una de tantas celebraciones de Hollywood, el padrino de Buster Keaton y Charles Chaplin, al parecer, introdujo una botella dentro de la vagina de una de las mujeres presentes en la fiesta sin su consentimiento. Eso le causó una perforación en su vejiga y su posterior muerte con tan solo 30 años. La industria cerró filas en favor de su estrella y terminó siendo declarado no culpable. Pero se le vetó en más producciones y eso condujo a un cambio muy dramático en el sistema de estudios.

La percepción de la puritanísima sociedad americana es que los creadores de sueños de la conciencia americana eran unos viciosos impúdicos. Más aún después de este perturbadores y execrables sucesos.

La MPAA escuchó esa demanda y el republicano director de la organización, William H. Hays, estableció, junto a sus compañeros, un código censor que perduraría hasta 1967. A continuación, una reproducción de todos los apuntes que impuso a la creación cinematográfica.

Principios generales

  • No se autorizará ningún film que pueda rebajar el nivel moral de los espectadores. Nunca se conducirá al espectador a tomar partido por el crimen, el mal, el pecado.
  • Los géneros de vida descritos en la película serán correctos, teniendo en cuenta las exigencias particulares del drama y del espectáculo.
  • La ley, natural o humana, no será ridiculizada y la simpatía del auditorio no irá hacia aquellos que la violentan.

Crímenes

  • La técnica del asesinato deberá ser presentada de manera que no suscite imitación.
  • No se mostrarán los detalles de los asesinatos brutales.
  • La venganza, en nuestros días, no será justificada.
  • Los métodos de los criminales no deberán ser presentados con precisión.
  • Las técnicas del robo, de la perforación de cajas fuertes y el dinamitado de trenes, minas y edificios, no deben ser detalladas.
  • Se observarán las mismas precauciones en lo que concierne al incendio voluntario.
  • La utilización de armas de fuego será reducida al mínimo estricto.
  • La técnica del contrabando no será expuesta.
  • El tráfico clandestino de drogas y uso de éstas no serán mostrados, en ninguna película.
  • Fuera de las exigencias propias de la trama y de los personajes, no se dará lugar al alcohol en la vida norteamericana.

Vulgaridad

Abordando temas groseros, repugnantes y desagradables, pero no necesariamente malos, se deberá atender a las exigencias del buen gusto y se respetará la sensibilidad del espectador.

Alcohol

El uso de alcohol nunca se debe representar de manera excesiva. En las escenas de la vida americana, las exigencias de la trama y de una pintura satisfactoria de los personajes pueden sólo justificar su existencia e incluso en ese caso, el realizador deberá dar pruebas de moderación.

Religión

Los ministros del culto en sus funciones de ministros de culto no serán mostrados nunca bajo un aspecto cómico o crapuloso. Los sacerdotes, los pastores y las religiosas nunca se podrán mostrar capaces de un crimen o de un grupo impuro.

Blasfemias

Las blasfemias intencionales y todo propósito Irreverente o vulgar, están prohibidas bajo todas sus formas. El personaje de Cristo debe ser tratado con respeto. Cristo no es tema para una comedia. Iguales reglas regirán en lo que atañe a la Santa Virgen.

El Código de Producción no dará consentimiento al empleo en un film de ninguna de las palabras de la lista siguiente, que no es exhaustiva:

  • Dios: Señor; Jesús; Cristo (empleado con irreverencia);
  • Mierda, Kilomno; Jodido; Jodedor, Caliente (referido a una mujer); Virgen; Puta: Mariquita; Cornudo; Hijo de puta; Metido;
  • Chistes de W.C.: Historietas de viajantes de comercio y de hijas de granjeros;
  • Condenado; Infierno (salvo cuando estas dos últimas palabras son Indispensables y necesarias a la representación, en un contexto histórico correcto, en una escena a un diálogo, fundamentados sobre un hecho histórico o folklórico o a raíz de una cita bíblica, en su contexto, o una cita literaria, y a condición de que no se haga ningún empleo de esas palabras que no sea conforme al buen gusto o reprensible en sí).

La sexualidad

El carácter sagrado de la institución del matrimonio y del hogar será mantenido. Los films no dejarán suponer que formas groseras de relación sexual son cosa frecuente o reconocida.

  • El adulterio y todo comportamiento sexual ilícito, a veces necesarios para la Intriga, no deben ser objeto de una demostración demasiado precisa, ni ser justificados o presentados bajo un aspecto atractivo.

Escenas de pasión:

  • No deben ser introducidas en la trama salvo que sean indispensables.
  • No sé mostrarán besos ni abrazos de una lascividad excesiva, de poses o gestos sugestivos.
  • En general, el tema de la pasión debe ser abordado de manera que no despierte emociones viles o groseras.
  • Seducción o violación: Nunca deben aventurarse más lejos, en este dominio, que de la alusión y esto únicamente cuando la trama no pueda evitarlo. Estos temas nunca deben ser objeto de una descripción precisa. Incluso la descripción de la víctima debatiéndose ante la violación está prohibida.

Nunca son convenientes para una comedia:

  • Las perversiones sexuales y toda alusión a estas están prohibida.
  • Nunca se tratará el tráfico de blancas.

Decisiones particulares sobre la sexualidad

Por respecto al carácter sagrado del matrimonio y del hogar el “triángulo” –si se entiende por tal el amor de un tercero por una persona ya casada— será objeto de un tratamiento particularmente circunspecto. No debe presentar la institución del matrimonio como antipática.

Las escenas de pasión deber ser tratadas sin olvidar qué es la naturaleza humana, y cuáles son las acciones habituales. Numerosas escenas no pueden ser presentadas sin despertar emociones peligrosas en los jóvenes, los retardados y los criminales.

Incluso en los límites del amor puro, hay hechos cuya presentación ha sido siempre considerada por los juristas como peligrosas.

Cuando se trata de un amor impuro, de un amor que la sociedad siempre ha tenido por malo o que la ley divina condena, importa observar las reglas siguientes:

  • Un amor impuro nunca debe parecer atractivo o hermoso.
  • No debe ser objeto de una comedia o de una farsa o utilizado para provocar la risa.
  • No debe originar en el espectador el deseo o una curiosidad malsana.
  • No debe parecer justo ni permitido.
  • En general, no se deben detallar ni en el método ni en la manera.

Vestuario

  • El desnudo completo no se admite en ningún caso. Esta prohibición alcanza al desnudo de hecho, al desnudo en siluetas y a toda visión licenciosa de una persona desnuda a la vista de otros personajes del film. Se prohíbe igualmente mostrar los órganos genitales de los niños, comprendidos los de los recién nacidos.
  • Los órganos genitales del hombre no se deben delatar bajo un ropaje de bolsas o de pliegues sugestivos. Si un tema histórico exige un pantalón ajustado, la forma característica de los órganos genitales debe ser suprimida en la medida de lo posible.
  • Los órganos genitales de la mujer no deben delatarse bajo un tul, ni en sombras ni como un surco. Toda alusión al sistema capilar, incluidas las axilas, está prohibida.
  • Las escenas de quitarse las ropas deben evitarse si no son indispensables para la trama. En lo sucesivo queda prohibido mostrar a las mujeres quitándose las medias. Nunca un hombre deberá quitar las medias a una mujer. No está permitido para los hombres quitarse el pantalón. Si el argumento lo exige, se les puede mostrar con el pantalón ya quitado a condición, sin embargo, de presentarlos con una ropa interior conveniente.
  • Las exhibiciones están prohibidas. El ombligo también.
  • Los vestuarios de la danza que permitan exhibiciones inconvenientes y movimientos indecentes durante la danza están prohibidos.

Decisiones particulares sobre el vestuario

Se ha decidió que las medidas tomadas por el Código de Producción en lo que atañe al vestuario, el desnudo, las exhibiciones indecentes no se deben interpretar de manera que se excluyan escenas auténticamente fotografiadas en países extranjeros que muestran la vida indígena en ese país, si esas escenas forman parte integral de un film que describe exclusivamente la vida indígena, a condición de que esas escenas no tengan nada de reprensible en ellas mismas, que no sean empleadas en ningún film realizado en estudios y que no se subraye en modo alguno en esas escenas las particularidades del cuerpo, del vestuario o de la ropa de los indígenas.

Decisiones particulares sobre el desnudo

  • El efecto del desnudo o del semidesnudo sobre los hombres y las mujeres normalmente constituidos, y más aún sobre los adolescentes y los retardados, ha sido reconocido con honestidad por los que hacen las leyes y los moralistas.
  • De donde se desprende el hecho de que la posible belleza de un cuerpo desnudo o semidesnudo no impide la inmoralidad de su exhibición en el film. Pues, a pesar de su belleza, el efecto de un cuerpo desnudo o semidesnudo sobre un individuo normal debe ser tomada en consideración.
  • El recurso del desnudo o del semidesnudo con el simple propósito de “sazonar” un film debe colocarse entre las acciones inmorales. Es inmoral en su efecto sobre el espectador medio.
  • El desnudo en ningún caso puede ser de una importancia vital para la trama. El semidesnudo no debe traducirse en exhibiciones inconvenientes u obscenas.
  • Las telas transparentes o translúcidas y las siluetas son con frecuencia más sugestivas que un desnudo.

Baile

  • Las danzas que sugieran o representen actos sexuales o pasionales indecentes están prohibidas.
  • Las danzas que acentúen los movimientos indecentes serán juzgadas obscenas. Todo menear de caderas y todo moviendo del bajo vientre deben ser vigilados estrictamente.

Decisiones particulares sobre la danza

A la danza se la considera universalmente como un arte y un medio de expresión de emociones humanas particularmente bellas.

Pero las danzas que sugieren o representan actos sexuales, sean ejecutadas por una, dos o numerosas personas, las danzas que tienen por fin provocar reacciones emotivas del público, las danzas que originan movimientos de senos, una agitación excesiva del cuerpo estando inmóviles, son un ultraje al pudor y son malas.

Decorados

  • El buen gusto y la delicadeza deben regir la utilización de los dormitorios. Evitar dar demasiada importancia a la cama. Es preferible que las parejas casadas duerman en camas separadas. Si es imposible evitar la cama común, no se permitirá bajo ningún concepto mostrar a la pareja en la cama al mismo tiempo.

Temas reprobables

Los temas siguientes deben ser tratados sin pasar las fronteras del buen gusto:

  • El ahorcamiento o la electrocución como castigos legales del crimen.
  • El estrangulamiento.
  • La brutalidad y lo macabro. Toda alusión a la cópula de un hombre y un cadáver está prohibida y, si se muestra a una muerta, evitar darle un aire seductor.
  • La marca con fuego de animales y hombres.
  • La crueldad visible hacia animales o niños. La palmada en el trasero está permitida si encuentra una justificación en la trama. Nunca será aplicada sobre las nalgas desnudas.
  • La venta de mujeres o una mujer vendiendo su virtud.
  • Las operaciones quirúrgicas. Toda visión de un bisturí o de una aguja hipodérmica que penetra en la piel, toda extracción de sangre, están prohibidos.
  • Las heridas deben mostrar un mínimo estricto de sangre, incluso en los films de guerra.

Evidentemente, hecha la ley, hecha la trampa. Los directores están lejos de ser más estúpidos que los “capadores” y siempre han logrado llevar a cabo estrategias para esquivar estas balas. Por citar un ejemplo de muchos, en El Sueño Eterno hay una conversación sobre hípica que va de cualquier cosa, menos de los equinos.

Con el paso de las décadas la mano estranguladora cada vez lo fue menos y, finalmente, dejó de tener sentido en los sesenta. En esa época, la MPAA optó por filtrar las películas a través de un sistema de clasificación por edades todavía vigente.

Fundación de United Artists

Esta emancipación de Mary Pickford, Charles Chaplin, Douglas Faibanks y David Warl Griffith en 1919 fue el primer gran acto de sublevación artística frente a los grandes estudios. Algunas de las más grandes estrellas del momento quisieron hacer las cosas por su cuenta.

El control absolutista de los estudios en el Hollywood clásico siempre ha sido incuestionable. Y su funcionamiento interno tiene más que ver con el taylorismo que lo que cualquiera podría esperar de un trabajo creativo. Cada uno trabaja en su departamento estanco en un ambiente un tanto asfixiante, sin posibilidad de relacionarse con el resto.

¿Quien se ríe de Charlot ahora?

Las estrellas de Hollywood eran manufacturadas. El misticismo detrás de ellas era una herramienta de propaganda. Tapaban todos los escándalos que podrían tener, a la vez que se inventaban una idílica biografía que se ajustasen a la imagen que querían vender de ella.

El movimiento de United fue un punto y aparte. Un aviso por parte de los artistas que manejaban: ya no querían seguir cumpliendo sus órdenes. Ansiaban libertad y lo que representó esta compañía fue exactamente eso: la posibilidad de hacer las cosas a tu manera, alejada de los designios del productor megalómano de la major de turno. Y, por ese motivo, ha pasado por muchos motivos ha sufrido constantes cambios de propiedad derivados de sus problemas monetarios.

La Gran Depresión

La gran crisis financiera a la que tuvo que hacer frente los Estados Unidos durante los años treinta tuvo unos efectos absolutamente trascendentales. Sin los cuales, no se entenderían el resto de entuertos a los que tuvo que hacer frente esta industria.

Evidentemente, los primeros afectados fueron los bancos, que tuvieron que ingeniárselas para intentar subsistir. Pero no estaban como para conceder créditos. Eso afecta a todas las empresas. En el caso de Hollywood es el punto en el que estuvieron más cerca de la quiebra y viéndose sobrepasados por una situación que, tal vez, guarde algún paralelismo con la actual.

Los estudios, ante esta tesitura de problemas de liquidez, dijeron a sus empleados que o afrontaban un recorte salarial del 50% o quebrarían. Estos lo aceptaron con la condición de que la recién fundada Academia de las Artes Cinematográficas supervisase que no les tomaban el pelo.

En su mayoría actuaron de buena fe. De hecho, cuando el panorama mejoró se les volvió a pagar con normalidad, además de devolver el otro 50% durante el tiempo en el que se vieron afectados. Pero no fue así con todos los estudios. Warner, por ejemplo, no solo no actuó de esta manera, si no que sus directivos siguieron cobrando con normalidad durante todo este tiempo. Eso causó la dimisión del mítico productor Daryl Zanuck, que garantizó personalmente a sus empleados que no sucedería esto.

Cuando los empleados reclamaron a la Academia, esta decidió lavarse las manos. Como respuesta, guionistas, actores y directores fundaron sus propios sindicatos y decidieron hacer fuerza dándose de baja y no queriendo tener ninguna relación con esa institución que nació con la finalidad de negociar entre todas las partes. La Academia, desde ese momento, decidió desentenderse de cualquier contratiempo laboral.

Segunda Guerra Mundial

Cuando hay guerra, todos los ámbitos se dirigen hacia ese conflicto. Y el cine no fue menos. El entretenimiento dejó de serlo para pasar a ser cine con un fuerte componente social y militar. Y cualquier decisión creativa se debía observar con lupa para lanzar el mensaje deseado. 

Frank Capra realizó los documentales que componen ¿Por qué luchamos?, con apoyo del ejército y el gobierno, con el fin de hacer que la opinión pública entendiese la necesidad crucial de combatir el fascismo en el otro lado del charco. Trascendieron por su efectividad y como muestra de cómo reaccionó rápidamente la maquinaria del entretenimiento ante esa guerra.

Además de eso, la implicación del cine en este conflicto no se ciñó a eso. Estados Unidos envió a sus mejores directores: William Wyler, John Ford, John Houston, George Stevens y el propio Capra a realizar documentales durante la contienda. Las cámaras estuvieron en primera línea de batalla junto a los fusiles. De hecho, Ford se llevó un balazo. Y a pesar de que todos los realizadores recibieron medallas de reconocimiento, el irlandés nunca la aceptó.

Pasarse el juego de «rodar es como estar en la guerra».

Evidentemente, tras semejantes sucesos, jamás se podría volver a casa como y seguir como si no hubiese pasado nada. El mundo cambió para siempre. Y el cine, como buen reflejo de este, también.  

Mccarthismo

¿Qué surgió de las cenizas de guerra europea? Otra guerra más sutil y prolongada. La pugna entre capitalismo y comunismo trajo una de las eras más oscuras de Hollywood. En Estados Unidos durante la Guerra Fría se rompieron todavía más vidas por la prevención de la amenaza durmiente.

El senador Joseph McCarthy creó el comité de actividades antiamericanas que sirvió para represaliar a cualquier ciudadano que pudiera tener la más mínima afiliación ideológica comunista. Y la política, una vez más, segó la vida de muchos.

Hollywood se partió en mil pedazos y entró en una situación de contienda fratricida. Cualquiera hubiera podido acusar a cualquiera. De hecho, dos de los que mayores nombres aportaron fueron Elia Kazan (cosa que le causaría un remordimiento que le acompañaría el resto de su vida) y Cecil B. DeMille, dos de los directores con mayor poder en el sistema. Son una infinidad de nombres de los caídos, siendo el más notorio el de Dalton Trumbo.

Aquellos acusados, no solo entrarían a formar parte de una interminable lista negra de nombres vetados para desempeñar su labor. Si no que las protestas tanto dentro como fuera de las pantallas se hicieron más que patentes. El malestar hizo que la atmósfera de la industria fuera completamente irrespirable.

Irónicamente, el senador no tardaría en caer en desgracia y sus actividades serían investigadas, precisamente, por atentar contra las libertades.

Los hippies toman el control

En los años sesenta, los estudios comenzaron a sufrir severos problemas financieros ya que perdieron de forma absoluta la conexión con el público. Los modos clásicos ya no interesaban a una población en una crisis de valores muy conflictiva.

La generación más implicada socialmente le apelaba más el cine proveniente de Europa y la serie B que se podía disfrutar en los autocines. Y, de repente, surgió, como de la nada, Easy Rider.

La película dirigida por Dennis Hopper tuvo un gran éxito comercial. Y eso hizo que los estudios, completamente perdidos a la hora de lograr que los jóvenes tuvieran interés por sus producciones, comenzaran a dar carta blanca a una serie de directores recién salidos de las facultades.

Los años setenta fue un paréntesis dentro del sistema americano ya que, habitualmente, se entiende que los directores deben ser meros ejecutores de los designios del estudio, ya que es el gran inversor y, al final, esto es un negocio.

Fue una época muy efervescente en el que nombres como Roman Polanski, Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Hal Ashby, Michael Cimino, Robert Altman, Sam Peckinpah Sidney Lumet, John Millius, William Friedkin, Robert Altman o Brian de Palma firmaron un puñado de obras maestras que nos han llegado a día de hoy. Y sí, también andaban en el grupo Stephen Spielberg y George Lucas.

Colega, ¿Dónde está mi moto?

Hubo dos factores principales para que las cosas volvieran al cauce habitual para los estudios. El primero fue que la quiebra de United Artists. La Puerta del Cielo hoy es considerada una obra portentosa, pero en su momento fue un fracaso. Un fracaso demasiado caro. Estos directores manejaban presupuestos desorbitados que, en muchas ocasiones, no sabían manejarlos y por cada producción había un alto nivel de sobrecostes.

El segundo factor fue el definitivo: nació la idea de blockbuster con Star Wars. Y las franquicias y el merchandising. Después de que la saga de Lucas señalase el camino, ahí se han mantenido hasta el día de hoy. Los estudios se dieron cuenta de que ganan más dinero vendiendo muñequitos y deportivas con la saga favorita de sus fans. La película y, por tanto, su calidad, pasan a un segundo plano.

Cine independiente

Los ochenta fueron los años de la Amblyn y de las películas eventos. Pero ese optimismo de la era Regan no iba a ser suficiente para la generación X, mucho más cínica y autodestructiva.

En los noventa surgió un cine estadounidense creado a la sombra alargada de los estudios. Pero que terminarían canibalizados por el sistema, que, si algo tiene, es una gran capacidad para absorber e integrar cualquier acto de subversión.

Es una época en la que los creadores de película tomarían referencias muy alejadas del academicismo habitual. Eso se tradujo en películas con un componente estético muy diferente a lo que estábamos acostumbrados como espectadores.

Quentin Tarantino, tuvo una educación cinematográfica muy caótica y ecléctica. Kevin Smith hace cine, pero su verdadera pasión son los cómics. La primera maravilla filmada por Paul Thomas Anderson trata sobre el mundo del porno. Harmony Korine ha tenido un posicionamiento formal más cercana a la fotografía. El mumblecore son los dignos herederos de John Cassavettes.

El padrino, entiéndase del modo más mafioso posible, fue el indefendible Harvey Weinstein. Antes del cine se encargaba de la promoción de bandas y conciertos del rock. Y empleó esas formas barriobajeras y agresivas al negocio del cine, que está más acostumbrado a guardar cierto respeto en el modo de proceder.

Fuera de cualquier valoración moral (que, evidentemente, es de reprobación a décadas de abusos), lo cierto es que este productor a través de Miramax hizo que el cine cambiase para siempre. Hizo que fuera mainstream y competitivos productos que, de otra manera, serían completamente marginales. Hizo que el cine independiente ganase Oscars gracias a sus combativas campañas de marketing.

A día de hoy han surgido multitud de compañías independientes en las que hay casi todas las películas con calado de Estados Unidos. Y los estudios se vieron forzados a forjar sellos “independientes” para lograr que estas pequeñas productoras de fuerte crecimiento no les discutiesen su hegemonía dentro del mercado. Ni mucho menos estarían dispuestos a que les arrebatasen los galardones importantes.

La gran huelga

Aunque ha habido otras huelgas, incluso más duraderas, a lo largo de la historia, ninguna ha tenido la trascendencia ni el calado de esta. El paro general se produjo entre el 5 de noviembre de 2007 y el 12 de febrero de 2008. Fue convocada tanto por la Wrirters Guild of America East como por la Writers Guild of America West. Y dejó unas pérdidas para la industria valorada en un billón y medio.

Los sindicatos de guionistas y productores se reúnen para negociar las condiciones del reparto de beneficio cada tres años. En ese momento no se produjo el acuerdo. Los sindicatos entendieron que el su parte del pastel en el mercado doméstico del DVD y los llamados nuevos medios además de productos como de animación y el boyante mercado de los relaities, ya que no se correspondía con la labor que se desempeñó hasta antes de la huelga.

Los estudios y las networks, en este caso, no estaban preparados para soportar una huelga tan prolongada y llegó a causar una congelación de la producción de cualquier contenido, tanto de entretenimiento, como de ficción en el que se precisase un guion.

Cuando creímos que Héroes flojeó por la huelga.

Cómo es lógico, muchos productos se vieron completamente resentidos de esta fricción. O bien a través de una pérdida notoria de calidad debido a las condiciones en las que se tuvo que crear o bien por un parón indefinido.

Este sindicato tuvo un apoyo masivo de las grandes mayorías de los actores y de sus representantes sindicales. Y fue un dolor de cabeza para los productores.

Sin embargo, esto quedó como un recuerdo del poder sindical y de la necesidad de los muchas veces invisibilizados guionistas dentro de estas grandes maquinarias.  Ya que, finalmente, fueron los guionistas quienes terminaron cediendo en favor de que las cosas pudieran retornar a la normalidad. La huelga no se saldó con grandes cambios respecto a sus condiciones salariales. Tan solo lograron un 2% en animación y un nuevo contrato en el caso de los realities y los nuevos medios.

Streaming

La revolución del streaming ya es pasado. Ya ha sucedido. Las plataformas de Video on Demand ya son un negocio en el que se ha cambiado completamente el modo de entender lo que es y no es el cine, además del modo de distribuir las películas.

Es la era del contenido, sea el que sea, para nutrir catálogos. Y la producción se ha producido a niveles que nunca se habían dado. Además, el cine ha obtenido un cariz más internacionalista y es que, gracias a este modelo, tienen las mismas posibilidades de ser visionada la serie de mayor éxito hasta la película de Ghana que se ha hecho como buenamente se ha podido.

Sin embargo, como suele ser habitual, no es oro todo lo que reduce. Y es que muchas voces analíticas han anunciado que este modelo, a largo plazo, es insostenible y que terminará reventando por algún lado. El gran representante y avanzadilla de este modelo siempre ha sido Netflix. Sus gestas difícilmente serán olvidadas. Pero, lo cierto, es que no están sabiendo sanear sus cuentas y sus grandes producciones en todas partes del mundo, si mantienen este ritmo, puede conducir a su desaparición en algún momento u otro.

Si sucede la huelga, a ver si Netflix recapacita con las cosas serias.

Además, antes de que sucediera la hecatombe en la que estamos sumidos, comenzaban a sonar tambores de guerra. Los sindicatos que, como ya hemos visto, tienen una influencia y poder de negociación infinitamente mayor que en España (aunque las cosas estén cambiando poco a poco gracias al buen hacer de ALMA. Ya quisieran otros sindicatos del país tener un funcionamiento similar), estaban comenzando a considerar un escenario de convocar una nueva huelga.

«Estamos en un mundo completamente nuevo de cómo las personas consumen entretenimiento», dijo el presidente de WGA West, David Goodman, en una entrevista. “Existe una intensa competencia entre las compañías para lanzar sus servicios de transmisión y conservar sus bibliotecas. La pregunta para el Gremio de Escritores es, ¿cómo se compensa a nuestros miembros? ¿Estamos al día con este enorme crecimiento y cómo nos aseguramos de proteger a nuestros miembros en este nuevo modelo de negocio?

Pero Goodman dijo que el torbellino de especulaciones sobre una huelga era «parte de un juego para tratar de ponernos en marcha». Identificaremos los problemas. Los miembros decidirán cuánto quieren luchar por ello”.

Los sindicatos, por tanto, están comprendiendo que sus miembros se están viendo sobrepasados de trabajo y que la distribución de derechos y de beneficios, en muchos casos, no es la más justa. Se encontraban en fase de negociación con las grandes productoras, porque en ningún caso la huelga es la opción deseable por ninguna de las partes. Pero, en caso de que fuera a suceder, los estudios tenían preparados planes de contingencia para evitar los profundos efectos en sus productos que tuvo la anterior huelga. 

Pero lo que nadie ha sabido prever y actuar en consecuencia es una pandemia. Al igual que sucede con el resto de empresas, es una incógnita e incertidumbre lo que puede resultar a partir de este momento. Por el momento, el paro puede hacer más daño que el de la huelga. Y es la solución es mucho más intrincada que lograr llegar a un punto de acuerdo.   

El cine es cine. Ascensos y caídas. Historias detrás de las cámaras igual de apasionantes que las que están plasmadas frente a ellos. Jamás desaparecerá, por muy débil que sea su situación. Por qué, al fin y al cabo, los conflictos son la herramienta principal para contar una historia. Y si buscas uno, no hay más que encender la televisión. O, más fácil y barato, salir al balcón y, simplemente, observar.  

Todo el mundo tiene múltiples accesos a cámaras de grabación. Y si unos locos italianos, tras un durísimo régimen fascista, y una de las más tremendas guerras que ha visto el hombre, decidieron, sin pedir permiso ni esperar a nadie, coger unos equipos de grabación en mal estado y unos fotogramas caducados para crear uno de los mejores movimientos estéticos y humanísticos de toda la Historia del arte, ¿Qué excusa tenemos nosotros?