Razorline Cómics o cuando Marvel quiso tener su línea Vertigo

En 1992, las editoriales de cómic-books americanos intentaron sacar su propia línea de superhéroes imitando el éxito de Image Comics. Malibu, Defiant o Dark Horse lanzaron su propia línea de superhéroes con un universo más o menos compartido. Además, en DC tenían el éxito del sello Vertigo, con un toque noventero más oscuro que triunfaba entre el público adulto. En Marvel acababan de publicar con éxito la línea editorial Marvel 2099, con versiones futuristas de héroes y villanos como Spiderman, Motorista Fantasma, Castigador, Hulk, Doctor Doom, Los Cuatro Fantásticos y los X-Men. También se inventaron héroes nuevos como Ravage 2099 en la luego conocida como Tierra-928. La regla de oro de principio de los noventa era sacarse superhéroes nuevos hasta de debajo del sobaco.

En las oficinas de Marvel, Tom DeFalco (Nueva York, 1950) tuvo una gran idea. ¿Y si juntaban el aire siniestro y oscuro de Vertigo con nuevos superhéroes? ¿Quién podría inventar unos nuevos héroes para los noventa? ¿Alguien alternativo? Todos sabían que el escritor y director cinematográfico británico Clive Barker (Liverpool, 1952), autor de libros como Hellraiser (1986), Cabal (1988) o Imágica (1991), era un gran aficionado a los cómics. Eclipse Comics había publicado varias adaptaciones literarias suyas como Tapping the Vein (1989-1992), que recogía varias historias de Los Libros de Sangre (1984-1985), o Son of Celluloid (1991). Incluso el sello Epic de Marvel había publicado adaptaciones como Hellraiser Nightbreed: Jihad (1991), Book of the Damned (1991-1993) o historias de Razas de Noche en la nueva revista Epic de 1992.

Barker era un enamorado de los cómics desde que era crío. Que viniera un editor de Marvel y le diera carta libre para que desarrollara una línea nueva de superhéroes era como un regalo caído del cielo. Como el propio autor comenta en la revista The Beat número 2 de julio de 1993: «Es un tipo diferente de cómics, un estilo diferente de superhéroes. No son tipos con músculos y armas más grandes que, simplemente, se pelean entre sí. Las mitologías que se cuentan de estos personajes son más complejas y más cuidadosamente pensadas… lo que creo que puede ser un poco más interesante…”. Clive Barker crearía una nueva serie de superhéroes a su estilo, pero bastante influidos por los tiempos que corrían. No sería el guionista de cada serie, sino que ejercería como alma creadora, al estilo de Neil Gaiman con el Sueñoverso actual de DC Comics. Según el propio autor en la misma entrevista: “Le había proporcionado una ‘biblia’ completa a cada uno de estas colecciones. Luego, los diversos escritores se marcharon, añadieron su propia fantasía y los personajes se hicieron más complejos. De hecho, se implicaron más en estos títulos. Así que terminamos con algo que había nacido en mi imaginación, pero que había crecido de manera considerable en la cabeza de los guionistas y en los trazos de los artistas, creciendo para publicar unas colecciones que son tanto parte de su creación como de la mía”.

Evidentemente, estábamos en 1993 y las zonas grises eran lo que triunfaba en los cómics norteamericanos de aquella época. Se acabaron las luchas en blanco y negro del mal contra el bien, y, como muchos héroes nacidos en esos días, los nuevos superhéroes de Barker eran grises. El propio autor hablaba de ello para John Douglas en Entertainment del 8 de agosto de 1993. «Creo que estos cómics reflejan algo acerca de nuestra preocupación moderna con la ambigüedad del mal y la ambigüedad del bien de que ya no creemos en alguien que sea tan puro de corazón e intenciones que pueda portarse por Dios, el país y la forma estadounidense sin tener algún rincón de su alma positivamente oscura, repleto de telarañas y gótica. Cuando vuelves a los héroes clásicos, son personajes que tienen secretos que, finalmente, los destruyen. No importa cuán heroicos parezcan en el exterior, están lidiando con la culpa, lidiando con la lástima, lidiando con secretos».

El contrato estaba firmado, los diversos equipos artísticos montados. Su amigo Malcolm Smith sería el editor consultor que se encargaría de coordinar las diversas mitologías de los nuevos héroes. Se decidió englobar a las diversas colecciones bajo el título de Razorline, la línea navaja… muy noventero todo, no me lo van a negar. Todo comenzaría en septiembre de 1993 con un número de presentación titulado Razorline: The First Cut con una portada de Tristan Schane donde salían los cuatro cómics presentados y, de manera algo especial en aquella época, la cara del mismísimo autor Clive Barker en verde fantasmal. Como Grant Morrison, Barker también creía en el poder mitológico y transformador de los cómics y con Razorline intentaba crear una nueva mitología para el siglo XXI. «Creo que los cómics, en general, cuentan los cuentos folklóricos, los cuentos religiosos que han caído en desgracia. Todavía necesitamos esos cuentos milagrosos, aún necesitamos saber que hay una mano ahí fuera para salvarnos si fallamos Y no es una mano humana. Creo que necesitamos la comodidad de estas historias como también necesitamos las historias de fantasmas y las leyendas urbanas. Necesitamos un sentido de lo divino. Necesitamos saber que algo milagroso está a la vuelta de la esquina. E, incluso, si no creemos que esto realmente esté sucediendo en nuestro mundo, podemos reunirnos por un tiempo alrededor de una fogata y escuchar historias de fantasmas, o podemos sentarnos y leer sobre superhéroes».

Las cuatro series que comenzaron a publicarse en septiembre y octubre de 1993 fueron Ectokid, Hokum & Hex, Hyperkind y Saint Sinner. En abril de 1994 cerró Saint Sinner con apenas siete números publicados. Al mes siguiente le siguieron las otras tres, en su noveno número. ¿Qué pudo fallar? El nivel de las series no era malo, al contrario, un par de ellas son bastantes interesantes, pero son hijos de los noventa, de un mercado sobresaturado. A finales de 1993 el mercado estaba tan saturado de nuevos universos y nuevos títulos que no había lugar para que destacara la extraña nueva cosmología creada por Clive Barker. En Marvel se había diseñado una nueva tirado de cuatro series más: Wraitheart (con guion de Frank Lovece y dibujos de Héctor Gómez), Schizm (guion de Fred Burke), Mode Extreme (escrito por Sarah Byam) y Fusion Force. Pero todas se quedaron en los cajones de Marvel o en la biblioteca imposible de Lucien. En octubre de 1994, Marvel puso los clavos al ataúd de Razorline con dos números únicos. Ectokid Unleashed, con guion de Dan Abnett y Andy Lanning; e Hyperkind Unleashed, que incluía un cuento de Hokum & Hex de dos páginas escrito por Frank Lovece. Podríamos alegar que las ventas no acompañaban, pero en una época en la que había cómics que vendían millones de ejemplares no sabemos muy bien exactamente cuánto vendía un ejemplar de Ectokid o Saint Sinner. Es una información que hemos estado buscando pero que no hemos encontrado. Actualmente puedes encontrar una copia de Razonline: The First Cut en Ebay por menos de tres euros, sin contar los gastos de envío. Eso significa que muy difícil de encontrar no es. Que su valor no se ha revalorizado mucho desde 1993. No como otros cómics de aquella época que se compraban a kilo para especular.

Aunque en un principio, Barker pensó en incluir a sus nuevas criaturas dentro del universo Marvel, con apariciones de algún superhéroe mítico en sus series, Razorline quedó como una rara avis dentro de ese universo. Se había pensado en introducir al mítico agente Jimmy Woo en Wraitheart y al Castigador en Modo Extreme. En 2005 se decidió apartar a estas perdidas criaturas de la famosa Tierra 616 y darle una nomenclatura nueva. En el Official Handbook of The Marvel Universe se cuenta que Razorline sería Tierra-45828. ¿Pero de qué iban y quiénes estaban detrás de las cuatro series de Razorline creados por Clive Barker? También tenemos que avisar que ninguna de estas cuatro colecciones han visto la luz nunca en España. ¿Se animaría Panini Cómics con una integral limitada a medias con SD? Quien sabe.

ECTOKID

Como el propio Barker reconocía, “Ectokid es un sueño para el niño de 15 años que todavía está vivo dentro de mí. La historia de un adolescente que vive en dos mundos”. Como si Peter Parker fuera el jovencito John Constantine. Ectokid trata sobre el joven Dexter Mungo, de 14 años, hijo de un fantasma que tiene el poder de ver el mundo normal con su ojo derecho y la fantasmagórica ectosfera con su ojo izquierdo. Gran parte del encanto de la serie era ver como el mundo fantasmal se colaba en la estrábica mirada de Mungo, un joven afroamericano con chupa de Michael Jackson en Bad que solía ponerse parche para ver mejor uno de los dos mundos y que en el primer número de Ectokid sale con el ojo izquierdo brillando al más puro estilo Cable (aaaaah, los noventas).

El equipo encargado de contar las aventuras de Ectokid sería el escritor británico James Robinson antes de encargarse de su serie más reconocida de los noventa, Starman, en DC. Pero en el número tres ya estaría pidiéndole ayuda a un tal Larry Wachowski (actualmente, Lana Wachowski), un año antes de hacer el guion de Asesinos (1995) de Richar Donner, y dos años antes de rodar su primera película, Lazos Ardientes (1996). Lana se encargaría de los guiones de los próximos seis números y se rumorea que su hermana Lilly (antiguamente Andy) le ayudaba en este trabajo. Cinco años antes de cambiar la historia de los blockbusters con The Matrix (1999), las dos hermanas Wachowski estaban inventando locuras dentro de la fantasmal ectosfera de Ectokid. De hecho, existen muchos paralelismos entre los fantasmas de este cómic y los gemelos fantasmas de The Matrix Reloaded (2003). El dibujante de Ectokid sería en todos sus números el canadiense Steve Skroce, quien se estrenó con esta serie. Más tarde trabajaría en Cable, X-Man o los Youngblood de Rob Liefeld, pero hizo buenas migas con Lana y se convirtió en el dibujante de los storyboards de V de Vendetta (2005), Speed Racer (2008), El Atlas de las Nubes (2012) o Jupiter Ascending (2015). También es el co-creador del cómic Doc Frankenstein (2004) junto a las Wachowskis y Geof Darrow. Actualmente es conocido en España por la creación de We Stand On Guard (2015), edita Planeta Cómics, junto a Brian K. Vaughan y el fantástico Maestros (2017), edita Norma, del que se encarga del guion y dibujo.

HOKUM & HEX

A ver, agarraos, que vienen curvas… Estamos ante un cómic que se titula Sinsentido y Maleficio (¿?), está protagonizado por un cómico (¿¿??), Trip Monroe, quien recibe unos poderes de manera completamente aleatoria (¿¿¿???) para convertirse en el protector de la Tierra contra los guerreros fundamentalistas de un dios extradimensional (¿¿¿¿????). De hecho, el Trip Monroe era la versión del Doctor Extraño que tenía Clive Barker en mente, con su traje de negro de brillantes estrellas al más puro estilo Starman de DC y su, ARGHHHHHHHHH, larga coleta mullet que hubiera sido la envidia del Nightwing de los noventas. Su poder consiste en cambiar de forma a los objetos inorgánicos utilizando una baraja de cartas como si fueran hachas de guerra. Monroe se tiene que defender contra enemigos como  el monstruoso In Extremis, el viejo agente temporal Z-Man y la cazarrecompensas espacial Wrath.

El guionista de Hokum & Hex fue el nacido en Buenos Aires Frank Lovece, quien había entregado en Epic la recordada serie de ciencia ficción Atomic Age (1990-1991), con dibujos de Mike Ikamoto. Conocía muy bien a Barker por haber escrito historias de Hellraiser para Marvel, así que el encargo de las atribuladas historias mágicas-religiosas de Trip Monroe le venían que ni pintado. Actualmente, Lovece está alejado de los cómics y ejerce como crítico de cine en Film Journal International y en el periódico de Nueva Jersey The Record, tras años trabajando en Sci-Fi Channel. El desinterés que tengo por Hokum & Hex quizá sea debido al pobre arte del británico Anthony Williams, un dibujante con todos los peores tics del mainstream de los noventas.

HYPERKIND

Barker también quería sus Younblood, sus X-Force, sus WildC.A.T.s. Su interpretación de un supergrupo de superhéroes molantes y chanantes de los noventa. Hyperkind estaba formado por cuatro superhéroes con nombres como Amokk, capaz de convertirse en una bestia con cuchillas en vez de manos; Armata, quien convoca armaduras y armas mágicas; Bliss, creadora de ilusiones y lectora de sueños; Logix, el hacker de grupo capaz de fundir su mente con una computadora; y el perro Ecka, dueño de una consciencia cósmica. El salvaje, la bruja, la alternativa, el nerd y el perro. Muy necesario no era esta nueva alienación de superhéroes, la verdad. Tenía cosas interesantes, como que Armata podía morir si utilizaba mucho su poder y solo se podía recuperar en su habitación, pero la serie no dejaba ningún poso en el lector más allá del clásico chute de adrenalina noventera de la época.

El guion cayó en manos del autor Fred Burke (Austin, 1965), a quien se le conoce más por su trabajo como editor en Viz y Eclipse que por su carrera como guionista. Conocía al autor británico de terror por haber sido el autor del libro Clive Barker Illustrator, publicado por Eclipse en 1990. Para el dibujo se contó con el clásico Paris Collins, quien había hecho una carrera interesante en los ochenta en DC haciendo los dibujos de Blue Devil (1983) y la serie de Blue Beetle junto a Len Wein. Tras su participación en Hyperkind, parece que su buena estela en editoriales como Marvel y DC desapareció por completo y se dedicó a hacer storyboards para vídeo-juegos. Para el recuerdo quedan sus horrorosas portadas para el grupo malote de Clive Barker.

SAINT SINNER

He dejado para el final la serie más Vertigo y más Clive Barker de todas, y la colección que cerró antes. Seguramente, la mejor serie de Razorline junto a Ectokid. Saint Sinner cuenta la historia de Philip Fetter, un hombre poseído por Runesmith, un espíritu psicótico maligno que está constantemente susurrando en su oído. Fetter quiere suicidarse pero es salvado por un ángel llamado Regina. Runesmith obliga a Fetter matar a Regina, pero esta sobrevive dentro de Philip, quien ahora tiene un demonio y un ángel aconsejándole y dándole poderes. Una idea muy Barker, francamente, siempre con sus héroes en el filo entre el bien y el mal. Gran parte del encanto de la serie eran los guiones de la actriz y escritora Elaine Lee, creadora de Startruck junto a Michael W. Kaluta, quien le da una impronta feminista bastante inusual en la época, el dibujo surrealista del canadiense Max Douglas, que convierte a Saint Sinner en el cómic más Vertigo de Razorline, y la rotulista Janice Chiang, quien se encarga de dar personalidad a los diálogos mentales del demonio y el ángel, consiguiendo efectos visuales muy convincentes.

Lamentablemente, Max Douglas dejó la serie en el número tres y el número cuatro estaría dibujado por el más cartoonesco Richard Pace, aunque Douglas seguiría como entintador para unificar la colección. Larry Brown se encargaría de los dos últimos números, autor que nadie conoce ni a la hora de comer, francamente, y que no debemos confundir con el famoso escritor sureño de Misisipi. Una de las particularidades de Saint Sinner es que en el primer número te recomendaban leerla escuchando la banda EBM norteamericana Ministry, que no pegaba ni con cola con la colección, todo sea dicho. Demasiados sintetizadores para una obra que en manos de Max Douglas era pura carne y sangre.