Jim Starlin y Dreadstar, los anarquistas cósmicos que reinaron el cómic en los 80

 

El veterano y mítico autor Jim Starlin llevaba tres años convencido que nunca podría volver a dibujar, tras sufrir un accidente doméstico en el que explotó un compresor de aire, perdió parte de la visión del ojo izquierdo, y la movilidad en la mano derecha. Y aunque pronto su globo ocular se recobró, no era capaz de dibujar más de quince minutos seguidos sin que la mano empezase a dolerle durante días. Terminó asumiendo que su carrera de dibujante de cómics había terminado. Tiene que ser muy duro tener un talento, dedicar tu vida a él, y perderlo, y aunque también ha sido exitoso en su faceta de exclusivamente guionista, y ha escrito un par de novelas, lo cierto es que casi siempre que pensamos en Starlin es como autor completo. No del todo resignado, decidió invertir el tiempo que ya no ocupaban en su día a día el lápiz y el tablero en otras tareas artísticas que sí estaba capacitado para realizar. De ese modo, supervisó la reedición en formato de lujo de la que quizás sea su obra magna, Dreadstar.

 

Y mientras tanto, continuaba con constancia con ejercicios de rehabilitación para su mano. Ese tesón felizmente ha dado sus frutos y después de ese trienio, Starlin anunció la semana pasada que ya se encuentra en condiciones de volver a dibujar, y que, de hecho, ya había vuelto a palestra en su estudio. Y así, comunicó también que dado el éxito de la iniciativa para reeditar Dreadstar el año pasado, será precisamente con esta creación con la que reanudará sus labores como autor completo. Así que, tras un nuevo mecenazgo que ha sido financiado en unas horas, ha quedado confirmado que pronto se publicará una novela gráfica de unas cien páginas protagonizada por este personaje, con guion y dibujo de Starlin y tintas de Jaime Jameson.

 

 

La noticia ha sido recibida con júbilo y expectación por los lectores más veteranos. Pero quizás, los que sean algo más recién llegados desconozcan esta obra del hombre que creó a uno de los villanos más carismáticos de Marvel, así que vamos a proceder a un somero repaso, sin demasiados spoilers, de ella y de sus circunstancias a lo largo de varias décadas.

 

UNA ODISEA, DE METAMORFOSIS Y DE ANDANZAS EDITORIALES

 

En 1979, Starlin había creado ya para Marvel a Thanos, Gamora y Drax, y había llevado a los personajes de Adam Warlock y el Capitán Marvel por las que posiblemente sean sus etapas más aclamadas. Por aquel entonces, compartía estudio con otras luminarias del cómic norteamericano como Howard Chaykin, Walt Simonson, Val Mayerik y Jim Sherman. El primero de ellos estaba realizando la adaptación a viñetas de Stars, my destination, un relato de ciencia ficción escrito por Alfred Bester, y las páginas fruto de este trabajo no habían sido coloreadas mediante la clásica cuatricromía de puntitos habitual en el cómic de la época, sino que habían sido pintadas directamente. Cuando Chaykin se las mostró a sus compañeros de estudio, les dejó boquiabiertos con los bellísimos resultados, y a Starlin le sirvió como revulsivo para plantearse nuevos retos como artista. Además, se había estrenado la película de animación Los Hechiceros de la Guerra, de Ralph Bakshi y Mike Ploog, así que Starlin empezó a darle vueltas a crear una obra que también fuese una especie de fábula fantástica dirigida al público infantil, pero con toques adultos, en la que experimentar con otras técnicas plásticas distintas a las que hasta entonces había empleado.

 

 

El autor reconoce que muy pronto la idea de dirigirla a rangos jóvenes de edad se desvaneció, que no fue capaz de mantener ese tono para la obra que se estaba fraguando en su cabeza, y que los conceptos que afloraban en su mente no hacían sino abundar y llevar un paso más allá los tropos más adultos con los que venía rufando sus trabajos: la muerte, la religión, la autoridad, la trascendencia. Todavía no se veía muy capacitado para plasmar colores como en las páginas que le había enseñado Chaykin, pero empezó a experimentar pintando con tintas negras en diferentes graduaciones y pintura blanca sobre fondos grises, para obtener un resultado en blanco y negro enormemente evocador.

 

En 1980, aquella saga de título La Odisea de la metamorfosis empezó a ser publicada en el primer número de la revista Epic Illustrated de Marvel, en la que los autores podían plasmar obras cuyos derechos intelectuales conservasen, en lugar de que pasasen a ser de la editorial como era lo habitual. Al cabo de unos pocos episodios, Starlin ya empezó a verse suelto como para darle un apartado gráfico con colores pictóricos, y tuvo resultados verdaderamente espectaculares. La Odisea de la metamorfosis, a medio camino entre la fantasía y la ciencia ficción, transcurrió a lo largo de 14 episodios que aparecieron en los nueve primeros números de Epic Illustrated antes de concluir de manera realmente devastadora.

 

 

Allí, se nos presentaba a un personaje llamado Vanth (mas adelante se nos revelaría que su apellido era Dreadstar), un guerrero de apariencia humana procedente del planeta Byfrexia, que junto al hechicero Aknaton y otros tres seres elegidos por éste, luchan por repeler la invasión de toda la galaxia de la Vía Láctea por parte de los malignos alienígenas Zygoteanos. Vanth portaba una espada mágica que le otorgaba inmensos poderes, y que había sido creada hacía milenios por el mismo Aknaton, precisamente para que quien acabase siendo su poseedor, le ayudase a combatir a aquella plaga extraterrestre que asolaba civilizaciones enteras ya desde entonces.

 

Starlin había empezado a utilizar referencias visuales para su arte: sacaba fotografías a modelos profesionales o a amigos suyos (como Frank Miller y Lynn Varley), y luego las usaba para plasmar viñetas cuyos personajes lógicamente acababan teniendo las facciones de éstos. Para Vanth en cambio, se usó a sí mismo; y quizás esto fuese en parte clave para el nexo y cariño que acabaría desarrollando con el personaje. Y aunque el apocalíptico final de La Odisea de la metamorfosis parecía cerrar la historia del todo, en cuanto tuvo ocasión retomo a Vanth y parte de sus tramas en otros trabajos. Incluso fuera de Marvel.

 

En 1981, Starlin publicó para la editorial Eclipse una novela gráfica en blanco y negro, titulada The Price. Allí nos presentaba a un personaje de nombre Syzygy Darklock, cuya historia transcurría en la llamada Galaxia Empírica, que mezclaba estética de ciencia ficción y renacentista y que estaba inmersa en un conflicto bélico de siglos entre la Iglesia de la Instrumentalidad y la Monarquía. Syzygy acabaría siendo un personaje fundamental en el devenir de la saga de Dreadstar. Como curiosidad, Starlin tenía pensado que Syzygy Darklock fuese de aspecto afroamericano, pero como el modelo del que iba a tomar fotografías no se presentó, pues se las hizo a su amigo, el entintador Josef Rubinstein. El periplo de Darklock a través de tramas ocultistas pagando un precio inconmensurable para obtener poderes místicos, terminaba de un modo sorprendente: y es que, a pesar de que las dos obras estaban publicadas por editoriales distintas, dado que los personajes pertenecían a Starlin, éste aprovecho para que en las últimas páginas de The Price, Syzygy se encontrase con Vanth.

 

Este curioso crossover intereditorial continuó en 1982. Y es que ese año, el editor en jefe de Marvel Jim Shooter le pidió a Starlin que inaugurase la que sería la primera de la línea de novelas gráficas para la llamada Casa de las ideas. Starlin accedió a escribir y dibujar La Muerte del Capitán Marvel, en parte a cambio de que la tercera de esas novelas gráficas estuviese dedicada a Vanth, al cual, ya sí, le daría el apellido de Dreadstar, que además sería el título de la obra. Aquí, descubríamos cómo Vanth había acabado en la Galaxia Empírica de Syzygy Darklock tras la Odisea de la metamorfosis, y que había renunciado a la senda del guerrero para vivir una existencia pacífica como granjero. Las páginas del momento del encuentro entre Vanth y Darklock en The Price se repitieron casi tal cual en mitad de la novela gráfica de Dreadstar, para luego continuar con la historia: los sueños de una vida alejada de la violencia de Vanth se veían cruelmente truncados y se veía obligado a regresar al camino de la guerra junto a Darklock, paradójicamente para tratar de acabar con el conflicto que arrasaba y desangraba a los pobladores de la Galaxia Empírica. Y aunque consiguieron victoria (y venganza) en un frente, quedaba claro que esa labor iba a necesitar de muchas más historias. Como última curiosidad con el tema de las referencias fotográficas, comentaremos que, aparte de que Starlin siguiese usándose a sí mismo como modelo de Vanth, utilizó también a tal efecto, para el personaje de Delilah, la esposa de Dreadstar, a Daina Graziunas, la mujer con la que el autor se había casado dos años antes, y que fue su colaboradora artística en varias obras durante los años siguientes.

 

 

Tras la publicación de la novela gráfica de Dreadstar, el editor de la revista de Marvel Aventuras Bizarras, Denny O’Neil, le propuso a Starlin hacer alguna historia dentro de sus páginas. Starlin le ofreció que estuviese protagonizada por Dreadstar y Darklock, pero a cambio le pidió que hablase con las altas esferas de la editorial para que se planteasen lanzar una línea de cómics de aparición regular cuyos derechos perteneciesen a los autores, más allá de la revista Epic Illustrated. El editor de ésta, Archie Goodwin, se enteró de la propuesta, y aquello provocó que se pusiese en marcha la llamada Línea Epic, una ampliación del concepto de la revista en forma de varios títulos en los que los autores podrían alejarse de los géneros habituales de Marvel, ser más experimentales y retener los derechos de sus creaciones. Eso sí, la historia que estaba pensada para Aventuras Bizarras acabó a cambio a su vez publicada en Epic Illustrated #19

 

Así, todavía en 1982, Dreadstar estrenaba su propio título, de aparición bimestral dentro del circuito de librerías especializadas en cómic, en el que Starlin, como guionista y dibujante, ya expandiría todo el universo que rodeaba al personaje. El color dejó de ser pintado para mantener la cadencia, y pasó a tener una factura más tradicional en el sentido de industrial y plano; pero dentro de eso, era el mejor posible para una serie regular, con los mejores medios, profesionales y papel: el trabajo de coloristas como Glynis Wein y Christie Steele dotaban de un aspecto pulcro y elegante a los formidables dibujos de Starlin. Y aquello fue una bomba, una de las sagas comiqueras más, con justicia, celebradas de los años ochenta. Dreadstar era un éxito, y de hecho en 1985 se lanzó una miniserie titulada Dreadstar & Company, que, con menor precio, peor papel, y distribución en quioscos, reeditó los seis primeros números de la colección original. Starlin sacó de sí lo mejor como autor, y pudimos acompañar a Vanth y el resto de sus camaradas en su epopeya para detener la guerra entre Iglesia y Monarquía, haciendo frente a ambas superpotencias galácticas. Aquello tenía ecos de la contemporánea guerra fría, así como las constantes habituales en los trabajos de Starlin, con sus tonos macabros, adultos y trascendentes.

 

 

Pero su sentido de la aventura y la épica ocupaba el primer plano, y Dreadstar era en realidad un magistral tebeo de grupo de superhéroes (el protagonismo en realidad era coral entre Vanth, Syzygy y el resto de su creciente compañía: Oedi, Willow, Skeevo…) mezclado con lo mejor de la space opera fantástica puesta de moda unos años antes con Star Wars, con cierta actitud de posos anarquistas, y hasta con ciertos toques de humor. Starlin creó además a un villano, el Alto señor Papal, tan memorable como Thanos y con algunas características en común con el titán loco. La historia no se estancaba en un statu quo, sino que realmente los giros afectaban el devenir de la colección, y, por ejemplo, no se tardó demasiado en que una de las grandes potencias de la Galaxia Empírica fuese borrada del tablero, dejando a la otra con un poder absoluto y a los protagonistas en una situación incluso aún más desesperada. A toda esta primera andadura de Dreadstar en 26 entregas bajo la bandera de Epic Comics es complicado ponerle ni una pega, pero efectivamente quizás podamos encontrarle una. Y es que, en un momento dado el protagonista pasa por una experiencia transformadora que alteró ligeramente su iconografía y aumentó sus ya notables capacidades. Esto le dejó en una posición un poco más de superhéroe tradicional, y por mucho que las tramas siguiesen el tono de partida, quizás se perdió una ligera dosis del encanto de la serie. 

 

A la altura del número 20 de la colección sucede algo para lo que hoy por hoy Starlin todavía no ha encontrado explicación: por algún motivo, los cheques por su trabajo en Dreadstar simplemente le dejaron de llegar. Trató de solucionar la situación, pero desde Marvel-Epic no fueron capaces de encontrar el motivo de lo que parece que fue algún tipo de malentendido burocrático, y el asunto se prolongó indefinidamente. Tras un año así, y con su contrato a punto de expirar, el autor, cansado del embrollo, decidió simplemente no renovarlo y llevar la serie a otra editorial. De ese modo, en verano de 1986, con su número #26, Dreadstar dejó de publicarse bajo el sello Epic de Marvel, y justo con un episodio que dejaba a los lectores con un cliffhanger de auténtico aupa.

 

 

Unos meses después, apareció por fin el número #27 de la serie, a partir de entonces publicada por la editorial independiente First Comics, continuando exactamente allí donde Marvel-Epic lo había dejado y dando resolución al cliffhanger con el que se nos había dejado. Todas las piezas se disponían ya hacía el tramo final de la saga tal y como estaba planteada, y efectivamente, cuatro frenéticos y emocionantes episodios nos conducían a un explosivo clímax que ponía punto final y resolvía la macrohistoria en el número #30. Tras una entrega que servía de epílogo, Vanth Dreadstar descubría que, tras la colosal batalla, se había tirado dos años en coma, y el statu quo de la Galaxia Empírica había cambiado del todo. A partir de entonces también cambió el rumbo de la historia, y podemos afirmar sin dudar mucho que la serie entró en decadencia.

 

La andadura de Dreadstar en First Comics no estuvo carente de problemas creativos para Starlin por mucho que retuviese los derechos intelectuales de su obra y gozase de igual libertad creativa que en Epic: el papel usado en las publicaciones de la editorial era de calidad menor que el del sello adulto de Marvel, y su proceso de coloreado tenía defectos adicionales a pesar de la esforzada labor de Les Dorscheid en ese campo. Por ejemplo, el pelaje del hombre gato Oedi empezó a ser más oscuro en las impresiones de First, y cuando Starlin lo señaló para que se corrigiese el balance de amarillos en imprenta, el cabello de Vanth pasó, como efecto colateral del ajuste, de ser rubio a pelirrojo. El autor reconoce otro defecto global de la obra que se acentuó en los tiempos de First, quizás insalvable dadas las circunstancias: como la historia de Dreadstar, además de ser de aparición bimestral, editorialmente había sido dispersa entre Epic Illustrated, Eclipse Comics, Epic Illustrated de nuevo, los 26 números del sello Epic, y la nueva andadura en First, la necesidad de recapitular para que el lector supiese de dónde venía lo que estaba pasando era constante. Eso daba lugar a ciertos parones reiterativos en la narración, imprescindibles para compradores recientes, pero que para quien sí la estuviese siguiendo con cierto recorrido podían resultar realmente cansinos.

 

El entusiasmo de Starlin fue disminuyendo y los encargos de trabajos para Marvel y DC aumentando por aquel entonces, de manera que primero dejó las labores del dibujo en manos del meramente capaz Luke McDonnell en el número #33, continuando en los guiones hasta el #40. Después, el equipo creativo de la colección, pasaría a estar formado por Peter David y Angel Medina, dos nombres que a pesar de ser garantía de calidad, no consiguieron elevarla hasta las cotas de Starlin. Sin estar mal, Dreadstar había perdido quizás lo que la hacía especial. Pero con todo, David y Medina la hicieron llegar meritoriamente hasta su número #64, antes de ser cancelada junto con el resto de publicaciones de First, que cesó en sus actividades editoriales en 1991.

 

 

UN PEQUEÑO PUÑADO DE APARICIONES EN CASI TREINTA AÑOS

 

Con First desaparecida, y Starlin habiendo vuelto por la puerta grande a Marvel con la saga del Infinito de Thanos, y sus miríadas de secuelas y productos derivados, parecía complicado que fuésemos a ver pronto a Dreadstar. Sin embargo, en 1994 la compañía independiente Malibu lanzó una pequeña de seis números dedicada al personaje dentro de sus sello Bravura. Bueno, no exactamente, pues el protagonismo recaía sobre la hija de Vanth, llamada Kalla. El guion lo firmaba Peter David, el escritor que más recientemente había estado involucrado con el personaje, y Ernie Colon se encargaba del dibujo. Dado que este relanzamiento no tuvo mayor continuidad, podríamos decir que no tuvo tampoco éxito, pero la verdad, quizás el hecho de que las cosas se quedasen ahí tal vez tuvo más que ver con que Marvel comprase Malibu ese año. El caso es que Dreadstar y su mundo dejaron de aparecer por completo hasta el año 2011.

 

Starlin, que en un principio había estado lanzando los dos primeros volúmenes de su obra ‘Breed (en la que ejercía de nuevo de autor completo) en Bravura, publicó a través de Image Comics el tercero. Y ahí, ayudando al protagonista Raymond a defender su refugio en la dimensión de bolsillo llamada Elsewhere de sus demoníacos enemigos, aparecieron varios otros personajes de los que Starlin era propietario: Kid Kosmos, Wyrd… y por supuesto Vanth Dreadstar, junto con el felino Oedi, aunque esta aparición era poco más que un cameo. Y después, nada. Hasta la noticia de la semana pasada.

 

 

A lo largo de lo que llevamos de siglo XXI, Dreadstar ha sido parcialmente reeditada en Estados Unidos, primero por Slave Labor Graphics en unos tomos con un material de reproducción no muy acertado, y después a través de Dynamite Entertainment, pero ninguna de las iniciativas llegó siquiera a abarcar la etapa de Jim Starlin. Cuando en 2015 se anunció que se había adquirido los derechos para producir una serie de televisión (que no llegó a ningún puerto), Starlin aprovechó el interés suscitado para lanzarse a producir una nueva miniserie sobre el personaje. Sin embargo, le sobrevino el mentado accidente doméstico, y aquello también quedó en agua de borrajas. Con todo, por lo menos se pusieron en marcha los contactos con la Ominous Press de Bart Sears que culminaron en la reciente reedición de lujo, y que han propiciado este anuncio de retorno de Starlin a Dreadstar.

LAS ANDANZAS DE DREADSTAR EN CASTELLANO

 

En España, pudimos disfrutar de parte de La Odisea de la Metamorfosis cuando la editorial Distrinovel publicó en 1982 tres entregas de Epic Illustrated en castellano. Tres años más tarde, sin que tuviésemos ocasión de leer en la lengua de Cervantes ni la conclusión de aquella saga ni las novelas gráficas The Price ni la dedicada a Dreadstar en Marvel, Comics Forum lanzó la serie de la línea Epic, la cual duró tan solo hasta el número #18. Hubo que esperar a 1991 para que el aficionado patrio pudiese volver a catar aventuras de Dreadstar, bajo una curiosa fórmula: Forum reeditó aquellas 18 entregas en grapas de papel satinado de alta calidad, y continuó adelante con la andadura de la serie hasta alcanzar el número #26, el último que había aparecido bajo el sello Epic. La intención era continuar con los episodios de First Comics, pero claro, coincidió con el hundimiento de aquella editorial estadounidense, así que ahí quedó la cosa. Como número final de despedida, Forum publicó el anual estadounidense de 1983 en el que se reeditaba la novela gráfica The Price, que, a pesar de ser originalmente en blanco y negro, había sido recoloreado por Daina Graziunas y Christie Steele siguiendo las técnicas pictóricas de Starlin en parte de La Odisea de la Metamorfosis y la novela gráfica de Dreadstar, con muy buenos resultados gráficos.

 

 

Norma Editorial publicó en 1995 la miniserie de Peter David y Ernie Colon, y luego hubo que esperar hasta 2010 para volver a ver algún material del personaje en España. Fue de mano de Editorial Planeta, que tradujo dos de los tomos que había reeditado Dynamite Entertainment: uno de ellos incluía La Odisea de la Metamorfosis completa, las novelas gráficas The Price y Dreadstar y la historia corta de Epic Illustrated donde Oedi, Syzygy y Vanth conocían a Willow; el siguiente, los 12 primeros números de la serie regular de la línea Epic. Pero claro, al no continuar Dynamite con aquella edición más allá, Planeta o ha podido tampoco seguir publicando más tomos. Eso sí, el segundo de ellos fue reimpreso el año pasado. Veremos si ahora que está disponible en inglés la recopilación de lujo de Ominous Press, alguien puede hacerse con los derechos y publicarla en castellano, porque no olvidemos que jamás se ha visto en nuestro idioma el final de etapa de Starlin, y se ha llegado como máximo a ese final de la etapa de Epic, con aquel enorme Cliffhager. Quizás el anuncio de Starlin de retomar al personaje, estimule que esto se propicie. Crucemos los dedos.

 

 

Vanth Dreadstar es la creación más querida de Jim Starlin. Según sus propias palabras, es su hijo favorito, por encima de su también bienamado Thanos. Es también, en parte, un alter ego del propio autor, tanto en su concepción gráfica como en planteamiento existencial, y hasta político (un anarquista que tiene claro que el sistema ha de ser demolido, pero, que debe reconocer que no tiene un plan para construir otro mejor que le sustituya, como él mismo ha declarado). Quizás por ese cariño, Starlin ha dedicado muchos de sus mejores esfuerzos creativos a este personaje, y eso nos da siempre ciertas garantías de que cualquier lectura suya va a oscilar entre lo meramente correcto y, más frecuentemente, lo mejor que el autor puede dar de sí. Lo cual, no precisamente decir poco.