March, una dolorosa obra más relevante a cada día que pasa

La injusticia puede ser de las pocas constantes presentes a lo largo de toda la Historia humana. Venga de donde venga o sea como sea su cultura. Siempre ha habido un grupo minoritario frente a un grupo mayoritario desfavorecido. Independientemente del sistema del que se esté hablando. Distintas reglas mismo resultado.

¿Ese es motivo suficiente como para ser dóciles y ponérselo fácil al poder? Ni de broma. Hay que ser combativos a la escala que sea para que esas voces se hagan oír. Si cada uno no defiende sus intereses nadie lo va a hacer. Nada es gratis en la vida y menos en la política. Cualquier cosa hay que ganársela con sangre, sudor, lágrimas y nuestro tiempo. Y la Historia siempre juzgará por las acciones que se lleven a cabo. Así que más valdría que tuvieran un impacto positivo.

Es un simplismo idealista, puede ser. Pero la libertad y los derechos son cosas que deberían ser una cosa tan simple como incuestionable. Hay cosas que deberían estar fuera de toda discusión y que, son tan obvias, que se deberían dar por hechas. Cosas como que la brutalidad policial y el racismo están mal y es algo que como sociedad se tiene que combatir. No hay otra opción.  

El activismo ahora ha cambiado. Incluso, muchas veces se ha convertido en postureo y disimulo de algunas miserias humanas. Y, como bien señalaron obras como la mordaz Déjame Salir, pueden llegar a ser más peligrosas que el propio racismo. Ahora todo es más ambiguo y difuso. Y a la vez, más esquizofrénico e incomprensible. Y eso puede llegar a desvirtuar el fondo del asunto. Por ejemplos como March deben existir. Porque recuerdan tiempos en los que quiénes eran los malos y quienes eran los buenos eran más fácilmente identificables. Y de cuando el empeño de uno de esos grupos con nada que perder y todo que ganar hicieron que el racismo institucional cayera por su propio peso.

Esta novela gráfica está contada desde la perspectiva del congresista John Lewis que sirve las veces de crónica de las reivindicaciones sociales que condujeron a no solo se aprobase la Ley de Derechos Civiles si no que la población de color obtuviera el derecho a voto como de autobiografía, con todo el aprendizaje y desarrollo personal que ello supone. Está narrada de forma reflexiva y narrada de forma no lineal. Se van intercalando la ilusionante embestidura de Obama en contraste del arduo camino que ha habido que recorrer para llegar a ese punto.

 

Portada completa de la novela gráfica

Esta novela gráfica se circunscribe en las biografías de calado social y de memoria histórica siendo, probablemente, los mayores exponentes de ello trabajos como Maus de Art Spiegelman o El Arte de Volar de Antonio Altarriba. Por ese motivo, no sigue una estructura narrativa paradigmática. Pero no por ello, se deja de tener inmersión. Al contrario. Es una obra terrorífica y muy detallada. Eso conduce a una facilidad de comprensión, de empatía y de interés, por mucho que el lector sea un blanco en otra parte del mundo que poco o nada haya tenido que ver con lo que ha experimentado el protagonista.

No es una lectura fácil ni cómoda. No creo que sea para ningún extremo del espectro político. Porque viene a decir que hay otra vía mucho más efectiva que la del insulto, la violencia y la crispación. Y esa es la protesta enfocada a un target muy concreto, realizada de forma educada, gentil y no violenta. Pero sin ceder un solo milímetro de nuestro terreno. Cueste lo que cueste.

Y, probablemente, a pocos le costaron tanto como a las personas negras durante esos años, a juzgar el aire trágico y lleno de pérdida constante en los hechos expuestos por esta novela gráfica. Narrados con un estoicismo, entereza y virtuosismo moral absolutamente envidiable y del que todo el mundo debería tomar nota. No se deja de presencias con impotencia como unas reivindicaciones pacíficas fueron correspondidas con brutalidad civil y policial. No deja de exponerse, sin edulcoraciones de ninguna clase, lo inhumano que puede llegar a ser la sociedad estadounidense. Y, por extensión, el ser humano.

Muestra del interesantísimo arte de Nate Powell.

Las ilustraciones y las capacidades narrativas de Nate Powell son portentosas. Su forma de narrar es clasicista y está supeditada a la cantidad de información que debe mostrar de forma fidedigna. Pero eso no quiere decir que sacrifique algunos recursos visuales de interés y que sepa manejar el ritmo con gran acierto. Este autor ha creado imágenes poderosas que son difíciles borrar de la memoria.

Muy interesante, también, es la elección de prescindir del color como modo de subrayar la falta de grises en ese mundo tan prejuicioso e irrespirable. Es una decisión que favorece al aspecto narrativo de esta serie, ya que los momentos más estremecedores se dilatan en las páginas y están marcados por un negro más denso y absorbente.

La edición de Norma Editorial incluye unos cuantos extras interesantes como una transcripción de uno de los discursos pronunciados por John Lewis, biografías de los autores y las letras de algunos de los himnos de la lucha racial. Un tomo impecable.

March es una obra tan contemporánea como la que más.viene a recordarnos los difícil que son las conquistas sociales y lo fácil que son perderlas. Un recordatorio de aquellos sacrificios del pasado para que nosotros vivamos en mejores circunstancias. Pero eso no quiere decir que no debamos estar alerta. Ni que no tengamos nuestras propias luchas por las que vale la pena plantarse. Ojalá lo hiciéramos y llegásemos tan lejos las que estuvieron encabezadas por personalidades como John Lewis. Está en mano de todos.