Hot Lunch Special, el cómic noir alimenticio de Aftershock que sorprende a propios y a extraños

Se han escrito muchas frases lapidarias acerca de la venganza. Algunas de ellas han sido tan pronunciadas que han perdido cualquier rastro o fuerza que pudieran haber tenido la primera vez que sonó en voz alta. Pero es un tema tan universal y un conflicto tan claro que será un camino que no dejaremos de tomar una y otra vez. Desde luego, el mito de Sísifo es el más adecuado para explicar los errores que no dejamos de cometer. Y, por supuesto, es un material dramático que da mucho jugo. Y cuando se puede llegar a creer que está agotado, aparecen historias que te recuerda que todo de pende de cómo lo cuentes.

La premisa de Hot Lunch Special es clara y directa: un empresario del sector de la alimentación decide romper un trato con el transportista. No es fácil, puesto que este contrato verbal es uno que lleva vigente durante más de una década. Por no hablar que el transportista es un mafioso irlandés al que no le hará gracia esta decisión unilateral. Evidentemente, tomará cartas en el asunto y no tiene pinta de que vaya a terminar en nada bien para ninguna de las partes.

Esta obra puede recordar a referentes tan contemporáneos como Breaking Bad, Fargo, Tres Anuncios en las Afueras o, incluso Sicario.  Sin embargo, consigue tener una entidad diferenciada y un modo de narrar propio. Eso es gracias a que se aprecia cierta personalidad impregnada por los autores y por el punto de vista y el mundo en el que se adentra, no muy habitual en este género.

 

Imagen de la portada del tomo editado por Planeta Cómic.

Este tipo de ejercicios argumentales que hacen propios el efecto mariposa en el que un plan o un evento, en apariencia, sencillo termina teniendo unas consecuencias catastróficas, inesperadas y tan surrealistas como inevitables son de una exigencia que exige unas nociones claras y un manejo a la hora de contar historias. Son muy agradecidas y cómplices el lector, que a estas alturas ya es buen conocedor de esta clase de narrativas, ya que siempre sorprenden e interesan los tintes que puede llegar a tener. Y Eliot Rahal parece buen conocedor de ello.

Además, el hecho de que sean tan solo cinco números hace que la serie tenga un ritmo imparable. Antes de que uno se dé cuenta se ha terminado la historia y le deja un poso y ganas de más, lo cual debería ser el objetivo de todas las historias. No es difícil ver el potencial del desarrollo de otras historias sórdidas en ambientes poco habituales. Con ello, la atmósfera y el tono es muy preciso y funciona a la perfección. Tampoco se le puede achacar errores de otros thrillers: pistas falsas que no van a ninguna parte, anticipaciones sin cumplimientos, clímax facilones por debajo de las expectativas que los autores mismos han creado…

Pero todo ello no significa que cuando uno lee Hot Lunch Special no se encariñe con los personajes. No se descuida de ellos y logra que se sienta simpatía y que todos respiren una gran verdad. De este modo, es interesante como se ha logrado darles tanto desarrollo en tan poco espacio y de una forma tan medida. También respeta mucha verosimilitud y veracidad las conflictivas y erráticas relaciones entre las distintas familias. En mayor o menor medida, no es difícil ver esa visceralidad y conflictos internos provenientes de una comunicación fallida o de la falta de ella en cualquier familia.  

Aparte de la venganza, esta miniserie trata temas de calado que hacen que no se quede en el mero espectáculo hueco. El principal es la venganza y, como suele ser habitual, las desastrosas consecuencias que ella trae consigo. Por otro lado, están los choques generacionales y los distintos modos de procedes, la destrucción de las esperanzas de los padres en cuanto a sus hijos no cumple con ellas, el modo en que los descendientes heredan los pecados de los padres hasta convertirse en depredadores peores que ellos… De nuevo, tal vez recorran caminos ya conocidos, pero lo hace de un modo refrescante hasta tal punto que resulta nuevo.

 

Cualquier palabra supondría desmerecer páginas tan elocuentes.

El arte de Jorge Fornés en esta pieza es absolutamente espectacular, recordando al mejor David Mazzucchelli. Tiene una serie de recursos inagotables y un estilo que da un apartado visual personalísimo a esta historia. Esta obra fue de las primeras que le permitieron asentarse como uno de esos artistas a tener en cuenta. Es un proyecto en el que consta como co-creador y en el que ha invertido mucho tiempo, ya que también tuvo la oportunidad de prestar los colores y eso se puede apreciar en lo orgánico y la completa ausencia de disonancia entre dibujo y procesado posterior.

Su estilo es muy clásico, aunque permitiéndose algunas virguerías en determinadas viñetas y en la composición de página con algún 3×3. Además, le da una sequedad a la historia que entra perfectamente en una historia neo-noir como esta, contrastando un poco con los artificios propios de esta clase de historias. Un trabajo impecable.

La edición de Planeta Cómic, similar a las otras historias publicadas de Aftershcock, incluye las experimentales portadas del dibujante y unas biografías breves de ambos autores. Hot Lunch Special es una que entra en dialogo directo con todas las historias criminales que podamos llevarnos a la mente. Una historia directa como la comida rápida que venden los personajes. Con la salvedad que este plato sí que se ingiere con sumo gusto.

La venganza es un plato que se sirve en paquetitos de sándwich precongelados. Pun intended.

Título: Hot Lunch Special.
Guion: Eliot Rahal
Dibujo y color: Jorge Fornés
Edición Nacional: Planeta Cómic
Edición Original: Aftershock Comics
Formato: Cartoné de 128 páginas a color
Precio: 14.95€